viernes, 21 de marzo de 2014

Capitulo 14

¿Cómo es que solo 2 cuadras podían parecer tan extensas? Pedro caminaba durante la primera cuadra muy cerca de mí y casi ni me habló… No entiendo. Qué pretende con acompañarme si ni siquiera me está mirando. Capaz solo quería acompañarme por mi seguridad, tengo que dejar de pensar todo el tiempo que quiere conquistarme o que pase algo “romántico” conmigo. Tal vez ya comprendió que yo estaba con Martín y no podía pasar nada con él. Pensar en eso hizo que uno de los nudos en mi panza apareciera, pero no uno de esos como los que te aparecen cuando te dan una noticia feliz, que te genera nervios pero felices, uno de eso como cuando te dicen que algo se complica… Si, era complicado todo esto. La pasaba muy bien con Pedro, y recordaba el beso en el campo como un lindo momento, aunque no tendría que ser así, pero debía admitirlo: me había gustado; todo tendría que quedar ahí y nada más. Era lo mejor. Creo.
Cuando estábamos por doblar la esquina para llegar a mi casa sentí que me tomaba de la mano y me sobresalté. ¿Qué pasó acá? Me detuve y lo observé.
-Perdón, quería pararte para decirte algo –me explicó esquivando mi mirada y me soltó la mano.
-Sí, decime.
-Es que… No quiero que las cosas estén así entre nosotros.
-¿Así cómo? –le pregunté… Porque no entendía a qué se refería.
-Así, distantes. O sea, cuando estamos con Zai nos matamos de risa como siempre, charlamos lo más bien. Pero apenas nos quedamos solos, como ahora, somos capaces de caminar dos cuadras sin ni siquiera conversar. Y no quiero esto.
-Ya sé, yo tampoco lo quiero… Pero bueno, es cosa de los dos, ¿no? Ambos quedamos incómodos con las cosas que pasaron. Y no sé.
-Sí, ya sé que fue por mi culpa –empezó a decir él pero lo interrumpí.
-No. No quiero decir eso Pepe. No es tu culpa. Está bien, vos quisiste expresar lo que te pasaba. Estás en tu derecho, así como yo después te dije qué me pasaba a mí.
-Sí, está bien. Pero mira como estamos ahora. Capaz tendría que haberme callado –me dijo y agacho su cabeza, otra vez podía notar como sus ojos se entristecían, y eso no me gustaba. Llevé mi mano derecha a su mejilla para que levante la mirada de nuevo y me mire a los ojos para poder terminar de hablar. Y de paso le hice una caricia, acción que lo hizo sonreír. Luego baje la mano y con sus ojos marrones fijos en mis verdes le dije lo que pensaba.
-Mira Pepe, si las cosas se dieron así por algo fue. No es momento de arrepentirse de nada. Lo que pasó ya pasó, y no está mal, tampoco sé si está muy bien porque tengo novio –le dije y me sonreí, tener esta conversación me ponía un poco incomoda y mis mejillas estaban tomando color de a poco, pero bueno, si queríamos recuperar nuestra fluida buena onda teníamos que dejar varias cosas en claro.
-Sí, perdón. En el momento ni lo pensé, me re deje llevar por lo que sentía –me confesó. Y seguía pidieron perdón. ¡Qué chico!
-No me pidas más perdón –Le dije y agregué-. Ojalá yo también me dejara llevar así por lo que siento –empecé a decirlo muy convencida y fui bajando la voz al final de la oración. Lo que siento… ¿qué siento? ¿No estaba haciendo lo que sentís? Ni yo sé qué digo ya…
-Te recomiendo que lo hagas, es liberador –me dijo riendo, que bueno que volvió a reír. Amaba su risa-. Aunque después capaz no todo queda como deseas.
-Ya vamos a arreglar todo. Quedate tranquilo –le dije pero por dentro no sabía ni a qué me refería con “arreglar todo”.
Dejamos la conversación ahí y terminó de acompañarme hasta casa, nos despedimos y entré. Al entrar me encontré con mis padres que al parecer acababan de llegar. Los saludé y dejé que se cambiaran tranquilos, ambos amaban ponerse ropa de entrecasa apenas llegaban. Yo empecé a hacer la cena y en unos minutos estuvimos todos sentados alrededor de la mesa.
-Tengo novedades –anuncié y todos volvieron su atención hacia mí.
-Yo sé, yo sé –canturreo Delfi y me hizo reír.
-Conta Pau. Sabes que la ansiedad la heredaste de mi –me dijo mamá que ya estaba sentada en la punta de la silla para verme mejor a la cara desde su lugar.
-Ya lo veo –dije y volví a reír-. Nos mandaron un mail diciendo que estamos citadas para un desfile de alta costura a Zai y a mí, para este finde. Mañana vamos a la agencia a hablar y aclarar todos los detalles.
-¡Qué lindo hija! ¡Que alegría me da!
-Nos gusta mucho que vayas cumpliendo tus sueños. En serio –agregó mi papá y si ya estaba más feliz me puse aún más por ver la alegría en ellos.
-¿Es acá por la ciudad, no? –preguntó mamá.
-Mmm, no ma. Es en Mar del plata según el mail que nos enviaron.
-¡Ay! ¿De verdad? –me preguntó y vi como se entristecía.
-Si, ¿Por qué? –quise saber. Y mi papá tomó la palabra.
-Es que justo este fin de semana tenemos la fiesta de inicio de año con la gente de la empresa y es muy importante. Siendo gerentes se nos hace casi imposible faltar –ahora entendía el cambió de humor repentino. Capaz si era en la ciudad llegaban a verme y a la fiesta pero viajando a mar del plata sería imposible.
-No se hagan problema. En serio. Yo creo que voy a seguir creciendo en esto, ¿no? Es mi idea. Y ya van a tener miles de desfiles más a los que ir a verme.
-Ay, perdón hija –me dijo mamá y se levantó a abrazarme.
-No pasa nada ma, en serio. Seguro que los papás de Zai nos llevan y sacan muchas fotos para después mostrarles.
Terminé yo consolándolos a ellos pero la verdad es que estaba un poco desilusionada, mis papás se la pasaban trabajando y sé que gracias a eso teníamos una vida muy buena pero a veces me gustaría que en estos pequeños avances pudieran estar conmigo, a mi lado. No solo apoyarme con palabras. Siento su apoyo, pero no es lo mismo. Media triste me fui a mi habitación cuando terminamos la sobremesa, mi mamá se encargó de lavar los platos.
Antes de acostarme a dormir decidí volver a revisar mis mails y de paso mirar un poco por el Facebook. En los mails no había nada nuevo, en cambio en Facebook había algunas notificaciones: dos de juegos, un de dos fotos en las que me había etiquetado Zai, unos comentarios en un estado mío de antes de ayer y un nuevo evento. Abrí el evento y pude ver que era la invitación al cumpleaños de una amiga del club que teníamos en común con Zai. Lo festejaba este jueves, pasado mañana, en los quinchos del club y avisaba que podíamos ir con novios u otros amigos que quisiéramos llevar. “Vane nunca tenía drama de conocer gente nueva.” Pensé y me reí. Lo bueno es que Pedro iba a poder venir con nosotras. Hable un ratito con Zai, arreglamos que mañana me pasaba a buscar con su mamá a las 10 de la mañana para ir a la reunión de la agencia y me fui a dormir.
En la mañana, cuando comenzó a sonar el despertador sentí que era lo peor que podría pasarme. ¡Tenía mucho sueño aún! Pero bueno, pensé en el desfile y traté de ponerle onda. Desayuné algo, me lave la cara y llegó Zai a buscarme.
En la reunión nos contaron que teníamos el alojamiento incluido y las comidas (genial) para nosotras dos y un acompañante cada una, desde el viernes a la noche hasta el domingo a la mañana, o sea que pasaríamos dos noches allí porque el desfile se dividía entre ellas, era como una muestra de fin de semana de varios diseñadores importantes, y nos tocaba hacer pasadas ambos días.
Una vez arreglados los detalles salimos y la mamá de Zai que nos esperaba en el café de enfrente pagó su cuenta y volvimos a nuestro barrio. Le propuse a mi amiga quedarse en casa y aceptó por lo que hicimos eso. Nos preparamos el mate y salimos al patio de casa para tomarlos. Luca, mi hermoso golden, nos siguió y se sentó bajo la sombra del árbol junto a nosotras, siempre fiel y compañero.
Charlamos sobre el desfile, muy emocionadas y pensando qué prendas nos tocaría pasar. Imaginando cómo sería todo y hasta las tardes de playa que podríamos disfrutar. Obvio que no nos íbamos a perder la posibilidad de caminar por la rambla o meternos al agua.
Mientras hablábamos me llegó un mensaje al celular, era de Pedro. Que raro…
-Ay, ella y Pedro se hablan sin que yo sepa… -me burló Zai.
-¡Nada que ver Zaira! No sé que me querrá decir –le dije.
-¡Y abrilo! –sí, mi amiga es mas ansiosa que yo.
Abrí el mansaje y solo me decía: “estas con Zai?”, le respondí enseguida: “Si, en mi casa, por?”. Y a los 5 minutos llegó la respuesta: “Salgan a la puerta.” Le mostre el mensaje a Zai y me preguntó:
-¿A la puerta de donde?
-Supongo que de acá. Le dije que estábamos en casa.
-Bueno, vamos –me dijo y tomándome de la mano me levantó de mi reposera y casi que me arrastró hasta la puerta. Cuando abrimos nos quedamos boquiabiertas por un momento y luego empezamos a saltar de felicidad. ¡Pedro ya tenía su auto! El mismo que habíamos ido a ver el otro día. Lo estacionó y se bajó con una sonrisa radiante en su rostro. Esas de las suyas que me parecían tan lindas.
-¿Listo? ¿Lo compraste? ¿Es todo tuyo? –Zai lo llenó de preguntas.
-Sí, así es. Ayer el tío Andrés habló con él por teléfono para hacerle algunas preguntas más y arregló para que yo pasara esta mañana a firmar los papeles, pagarlo y llevarlo.
-¡Qué bueno! –exclamó mi amiga y como me seguía teniendo agarrada del brazo me arrastró con ella cuando corrió hacía Pedro y me hizo abrazarlo con ella también. ¡Qué nervios! No tenía a Pedro tan cerca desde… Desde… Ustedes saben. Moví mi cabeza hacía un lado, aun manteniendo el abrazo porque Zai no nos soltaba y me encontré con los ojos de Pepe fijos en los míos. Automáticamente sentí como si estuviera en una montaña rusa, en la parte esa en la que subís hasta arriba de todo y comienza abruptamente la caída. ¡Muy cerca! Alerta roja. Tironeé como pude y me solté del agarre de mi amiga.
Seguimos felicitando a Pedro y fuimos a dar un paseo los tres en el auto por la costanera. Recordamos aquella primera salida de los tres. ¡Parecía que había sido hacía tanto! Y no hacía ni un mes…
Le comentamos a Pedro del cumpleaños y se re prendió. Ya que andábamos por el paseo de la costanera que estaba lleno de negocios compramos un regalito para Vane.
Volvimos a casa de Zai con la noticia de que Flor ya había vuelto y había pasado por allí. ¿Por qué no mandó mensaje? ¡Qué chica! En seguida salimos hacia su casa para ir a saludarla. Pedro se quedó porque como todavía no conocía tanto a Flor y seguramente nos íbamos a quedar en se casa charlando se iba a sentir incomodo, o eso nos dijo.
Abrazamos a nuestra amiga, mucho y muy fuerte. ¡Tantos días sin vernos!
-Estas re negrita Flor –le dije y se río-. Si, reite así te veo por lo blanco de los dientes.
-Así que seguís igual de exagerada Paula Chaves –me dijo Flor.
-Obvio, no iba a cambiar tan rápido –respondí.
-Algunas cosas si cambiaron rápido… ¡Contame YA qué pasó con Pedro!
-Ay Dios –me quejé y me senté en la cama y comencé a cebar mates, esta charla se iba a extender. Nos teníamos que poner al día.

¡¿Dónde habré metido mi vestido verde estampado?! Quiero ponerme eso para ir al cumpleaños, que por cierto empieza en una hora y yo en veremos… Por suerte las madres tienen esa especie de brújula interna que las hace saber siempre donde esta todo, y vino a mi habitación y me encontró el vestido verde.
Me vestí y maquillé. En 15 minutos pasaba Pedro con su auto y Zai a buscarme y después buscábamos a Flor. Cuando tocó bocina yo todavía estaba intentando abrocharme las sandalias, así que bajé descalza con las sandalias y el bolso en la mano y termine de prepararme en el auto aunque Pedro y Zaira se burlaban de mí.
Esto de ir a una fiesta en uno de los quinchos me hacía acordar a la despedida de Martín y me ponía mal… Hacía tanto que no lo veía. Seguíamos hablando al menos una vez por día, pero cada vez sentía que era menos el entusiasmo de parte de ambos, tenía miedo de que la distancia afectara mucho a la relación.
Llegando al quincho pudimos ver a Vane que recibía a sus invitados, la saludamos y le dimos nuestro regalo, lo presentamos a Pedro y se quedó encantada de que lo hubiéramos invitado. ¡No dejaba de mirarlo! ¡Ni de sonreírle o coquetear con él! La conocía ya a Vane, y no iba a parar hasta conseguir aunque sea un beso de él, sino es que quería algo más también.
Entramos al quincho y nos sentamos en las mesas que estaban armadas, comimos algo y luego pusieron música para bailar así que empezamos a mover el esqueleto. A mi enseguida me agarró Flor que era mi compañera de baile predilecta cuando sonaba cumbia (que era lo que estaban pasando en este momento). Vi como Zai intentaba que Pedro se moviera, pero ante tanta gente desconocida volvía a ser el Pedro tímido que había conocido en sus primeros días en la ciudad.
De un momento a otro veo que Zaira se une a nosotras y no encuentro a Pedro por ningún lado, hasta que Flor, de tanto verme cabecear se da cuenta de lo que estoy buscando y me señala a una esquina donde Vane tenía arrinconado a Pedro. ¡Tan incomodo lo veía!
-¿No se da cuenta esta chica de que no le quiere dar bola? –les dije a mis amigas y ambas se riéron-. ¿Qué les pasa?
-¿No estarás celosa vos, no? –me dijo Zai y me puse bordó, y no de nervios, ni vergüenza, sino que de bronca.
-Nada que ver. Basta con eso. Mi novio es Martín –les respondí enojada y me senté en una de las mesas. Sola. Tenía que pensar, aclararme de una vez. Admitirme las cosas a mí misma.
Y si, tenía que admitir, primero que estaba triste porque con Martín nada iba como había planeado, lo sentía cada vez más lejos. Y en segundo lugar: sí, estaba celosa de Pedro. ¿Qué se piensa Vanessa? ¿Qué en una noche lo va a conquistar y ya? No tiene ningún derecho sobre él ni aunque sea su cumpleaños.
El mal humor ya se había apoderado de mí, un chico se me acercó para invitarme a bailar y terminó yéndose asustado por la cara con que lo miré. Cansada de todo, me acerque a una barra improvisada en la que un amigo de la cumpleañera preparaba distintos tragos, me pedí un margarita, y después otro, después un fernet con coca.
Media mareada por todo lo que había tomado y todavía con un vaso de fernet en la mano me acerque a Pedro y Vanessa que seguían hablando, Pedro súper incomodo por lo que podía ver, agarré del brazo a Pedro y me lo llevé afuera.
-Basta Pedro. ¿Por qué no le decías que no te gusta y listo? –le recriminé y me sentí muy mareada de golpe, creo que el alcohol en sangre me estaba afectando. Caminé hacía un baquito que había en el parque y me senté allí, Pedro enseguida vino a sentarse a mi lado.
-¿Qué te pasa Pau? –Me preguntó mirándome con cara de preocupación- ¿estás bien? Estas re colorada… -como no le respondí me siguió hablando- ¿por qué me sacaste así?
-Porque no podía verte más tan cerca de Vanessa, ¿no te das cuenta de que te tiene ganas? –le dije sincera- ¡Y no quiero que estés con ella!
-Pau, tranquila -me dijo-. Creo que tomaste mucho…
-¿Y qué? Celosa ya estaba desde antes de empezar a tomar –le admití. Creo que estaba admitiendo demasiado ya. Pero, ¿qué importaba?

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Bueno, acá, cumpliendo, les dejo los dos capitulos. No sé cómo habrán quedado... Espero que sean de su agrado! Jajaja
Buenas noches y buen VIERNES :) 

Agos ☺

2 comentarios:

  1. muy buenos los capítulos,seguí subiendo!!!

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  2. muy buenos me encantaron ahora siento que van a venir cap que esperamos ansiosas besos espero el siguiente

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