martes, 21 de marzo de 2017

Capítulo 25

La gotita que había sentido yo, no era nada a comparación de la cantidad de agua que caía ahora del cielo, y Pedro intentaba sostener la linterna, cambiar la goma, no mojarse más… ¡Imposible! Encima cada vez que salía a ayudarlo me mandaba de nuevo para adentro.
-Andá Pau, te empapas -me dijo la última vez que salí.
-Y vos también nene, vamos a adentro. Esperemos que pare un poco -le dije y al fin me hizo caso. Dejó todo como estaba y entró a la casa. Fui hasta el baño y enseguida lo rodee con una toalla-. Voy a hacer otro té, así entras en calor.
-No tengo frío igual. Pero tengo un bronca -me dijo mientras se sentaba a la mesa.
-Tranqui Pepe, ahora seguro para un poco y la cambiamos -dije, y a penas terminé de hablar sonó un trueno que hizo retumbar la casa entera. Mi cara debió ser de miedo porque Pedro se empezó a reír.
-¿Te asustan las tormentas Pau? -me preguntó aun riendo, mientras se secaba un poco el pelo con la toalla.
-No… Bueno, un poco. Es que además no esperaba el trueno tan fuerte -me expliqué, levantando mis hombros como quitándole importancia a mi sobresalto.
-Me parece que tenemos una noche bastante tormentosa por delante. Le voy a avisar a mi tío que nos quedamos demorados, para que no se preocupen.
-Si, yo a mis papás -ni había pensado en mis padres hasta que Pedro mencionó a sus tíos, y era una buena idea avisar.
En cuanto agarré mi cel vi un mensaje de la morocha: “Paupi, si no salieron todavía, busca un esmalte violeta que dejé en mi habitación y traemelo porfi”.
-Voy arriba a buscar algo que me pidió Zai que le llevara, ¡vigilá el agua Pepe! -le dije y subí las escaleras. ¿Dónde habría dejado esta chica su esmalte? Me fije en su mesita de luz y en los cajones y no estaba, tampoco arriba de la cómoda, ni en los estantes de la pared de enfrente a la cama… Mientras buscaba le envié un mensaje a mi mamá explicándole que estábamos demorados por el tema con el auto y el clima. Siguiendo con el esmalte... tal vez lo había dejado en otro lado de la casa. De repente un relámpago iluminó un poco más la habitación y me acerqué a la ventana para evaluar el estado de la tormenta. Pude ver como los árboles se movían de un lado a otro, sacudiendose por culpa del viento, y la lluvia caía con constancia, con mucha fuerza. La luz que estaba al lado del auto se balanceaba de un lado al otro, no podía haber clima más feo. Me quedé un rato observando, olvidándome del esmalte y de todo, hasta que sentí unas manos que se posaban en mi cintura, y me di vuelta sobresaltada.
-¡Ay Pepe! -le dije, asustada, me había abstraído tanto que no lo había sentido llegar. Sin dejarme decir nada más, dio un paso al frente y yo retrocedí uno, con lo que quede apoyada sobre el alfeizar de la ventana y él a muy pocos centímetros mio. Esos centímetros no tardaron mucho en desaparecer ya que Pedro apoyó sus labios sobre los mío comenzando un dulce y suave beso, que se volvió más apasionado a los pocos minutos. Sin saber mucho qué hacía, o casi sin pensarlo, pero dejándome llevar por el momento, levanté mis dos piernas, rodeando la cadera de Pepe. Él enseguida reaccionó y tomándome por las piernas me acerco más a él (si es que eso era posible). Nunca había estado así con nadie más que con Martín, lo cual me revolvía la panza de nervios, pero a su vez no podía detenerme, todo mi cuerpo gritaba que siguiera adelante. De repente una luz volvió a iluminar la habitación y un fuerte rayo retumbó a los pocos segundos, me separé un poco de Pepe, sobresaltada, volviendo a apoyar mis pies en el suelo, pero aún con mis manos en su nuca. Cuando la luz del rayo se apagó todas las luces de la casa también lo hicieron…
-¡Ups! Se cortó la luz… Si algo faltaba… -empecé a decir mientras miraba por la ventana pero Pedro llevó una de las manos que tenía en mi cadera hacia mi cintura, levantando un poco mi remera, rozándome suavemente la piel, lo que generó un escalofrío en todo mi cuerpo y me obligó a volver mi mirada hacia él, que no dejaba de mirarme fijamente, decidido, con deseo.
Dio unos pasos hacia atrás sin soltarme y chocó contra algo, contra la cama supuese, y no estaba errada. Se sentó allí y me atrajo hacia él, quedando yo sentada sobre sus piernas. Ni dos segundos tardamos en estar nuevamente besándonos, y ni un segundo después ya llevaba más mi saco.
Mientras nos besabamos con devoción, yo no dejaba de pasar mis manos por su cabeza, despeinandolo completamente, pero me encantaba la suavidad de su pelo. Él, a su vez, recorría toda mi espalda, dibujando círculos suaves sobre ella, acción que me volvía completamente loca. Una de sus manos bajó un poco más, y pasó por debajo de mi remera, siguiendo con las caricias sobre la mismísima piel… ¡Ahora si que iba a enloquecer!
Siguiendo mis instintos, empuje un poco a pedro, quien al quedar recostado y yo sobre él, se giró, dejando un poco los besos de lado, para dejarme a mi recostada y él en cuatro patas sobre mi, en esa posición me recorrió con la mirada, lo que me intimidó un poco y tapé mi rostro con las manos, riendo nerviosa.
Con mis manos en la cara no pude ver lo que hacía pero enseguida sentí como su pecho se encontró con mi pecho y su boca llegó a mi cuello, llenándolo de besos, volviendome definitivamente loca.
Lo abracé, porque no quería que se alejara, pero él se incorporó un poco, dejando mi cuello, tomando los bordes de mi remera y comenzando a levantarla… Pero fue allí cuando entre en pánico:
-Pepe, espera -le dije y frené sus manos.
-¿Qué pasó Pau? -me dijo con la voz bastante ronca.
-No puedo -le dije y me salí de debajo de él, sentándome en un lado de la cama-perdón, pero no puedo.
-Espera Pau, perdoname vos. Se que está Martín todavía y eso, pero no podía contenerme las ganas. Me encantas -se explicó, sentandose al lado mio.
-No es eso. O sea si, todavía no pude hablar con Martín como quisiera, pero no es por el… -le dije y me daba vergüenza contarle mi verdadero freno.
-Entonces… ¿es algo que hice? -me dijo preocupado- ¡Perdoname si me desubiqué! Es lo que menos quería.
-No es eso… -le dije y me tapé la cara con las manos, y él pasó un brazo sobre mis hombros-. Es que yo… Es que yo nunca… -Comencé a decir y creo que me entendió porque me atrajo hacía él y me abrazó con ternura.
-Pau… Perdón, no sabía, pensaba que con Martín… Perdón. Nunca quise apurarte.
-Deja de pedirme Perdón Pepe, yo dejé que las cosas siguieran, pero me agarró miedo.
-No tenes que tener miedo, es algo natural, tu cuerpo sabe y te guía solito. Pero bueno, también tenes que sentirte lista vos. Nunca te voy a apurar…- Me dijo y de repente se encendió la luz.
Miré hacia afuera, a través de la ventana y la tormenta seguía igual de fuerte.
-Me parece que va a ser mejor que pasemos la noche acá, ¿no? -le dije y me levanté para buscar mi saquito que estaba por el piso.
-Si, yo creo que sí, va a ser imposible cambiar la rueda ahora, más si se corta la luz de nuevo -coincidió Pedro-. Avisemos a nuestras familias me dijo mientras tomaba su celular y redactaba un mensaje. A los pocos segundos me llegó un mensjade de Zaira que solamente decía “muajajajaa…”, ya se habría enterado que nos quedábamos a dormir. La ignoré, para dejarla más ansiosa y solo le envíe un mensaje a mi madre, luego dejé el celular sobre la cama y bajé junto a Pedro hacía la cocina. Así veíamos si podíamos cenar algo.

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Volví, terminé la facu chicos, los examenes ya no serán más mis excusas jajaja.
GRACIAS por seguir por acá, ya estoy escribiendo un poco más, así que en breve (tal vez mañana) les dejaré el 26.

Besos a todos.

martes, 13 de diciembre de 2016

Capitulo 24

Podía ver el camino rodeado de árboles delante mio, ya estábamos frente a la tranquera del campo de los Nara.
El viaje había sido perfecto, a penas agarramos la ruta, Pedro puso su PenDrive en el estereo del auto y fuimos todo el viaje cantando, riendo, haciendo bromas sobre la afinación de uno y del otro. Nada de silencios incómodos, nada de conversaciones que me pusieran nerviosa. Por algo adoraba tanto a este chico, siempre tenía una idea para que la pasaramos bien juntos. Cuando íbamos llegando, bajamos la música un poco y pudimos ir hablando lo más normal de su facultad (que ya había elegido, e iría a la misma que Zai y yo), de qué me pondría para el cumpleaños de su tía, de qué se pondría él, entre otras cosas más, sin un resto de incomodidad. Habíamos recuperado el clima divertido y relajado. Ni un sólo rastro del tenso, que seguramente yo generaba, pobre Pepe, bancando mi locura siempre.
Como buena copiloto me toco bajar del auto para abrir la tranquera. Al hacerlo Pedro aceleró, pasó la tranquera y ¡siguió! Dejándome anonadada a un lado del camino. ¡La casa estaba re lejos de la entrada del campo! Yo lo iba a matar...
Pude ver que a unos cuantos metros frenaba y daba marcha atrás, yo mientras tanto cerraba la tranquera. Estaba en gracioso el chico al parecer. Cuando se detuvo a mi lado podía ver como no se aguantaba la risa, yo lo mire muy seria y me subí al auto sin dirigirle la palabra. Iba a cobrarme esta broma. Fui en silencio hasta la casa y él riéndose. Apenas frenó me baje del auto y me encamine hacia la casa para abrirla pero no llegué a la puerta que sentí como dos manos se pasaban por mi cintura y no me dejaban avanzar.
-No seas enojona -me dijo cerca del oído y creo que se me puso piel de gallina hasta en el dedo chiquito del pie. ¿Cómo podía generar tantas cosas en mi este chico?
-Soy enojona porque vos sos malo -le dije y me solté de su agarre. Fui hasta la puerta y la abrí, él abrió el auto y empezamos a bajar las cosas y dejarlas junto al sillón y sobre él, de la salita de la casa. ¿Tantas cosas quería poner para decorar mi amiga? Bajamos como 6 cajas llenas de adornos, luces, velas y frasquitos.
-Se copó Zai con la deco, me parece, ¿no? -dijo Pepe mientras dejaba la última caja en el suelo.
Lo ignore, amaba hacerme la enojada. Me reí cuando no me veía y fui hasta la cocina. Puse un poco de agua en la pava y encendí el fuego de una hornalla. Así tomábamos un té antes de volver a salir a la ruta.
Baje un par de tazas de la alacena y cuando me di vuelta para llevarlas a la mesa, me topé frente a frente con Pedro, casi tiro las tazas del susto pero él las agarró y las dejó a salvo en la mesada que estaba atrás mío. Dio dos pasos adelante y yo retrocedí uno y me choque con la mesada.
-Más vale que te vuelvas a reír como en el auto Paula Chaves-me dijo haciéndose el amenazante pero sin aguantar mucho la sonrisa que se le quería escapar.
-Lo hubieras pensado antes de hacerme la broma -le dije yo, levantando mis hombros en un clásico "que me importa"-. Además... Si no me río, ¿qué?
-Si no te reís... -me dijo y achicó un poco más la distancia entre nosotros lo que generó una especie de corriente eléctrica por toda mi columna- voy a tener que hacerte... -volvió a dejar en suspenso la frase y no podía sacar mis ojos de sus ojos, estábamos en un duelo de miradas sin final. Levantó una mano y mi panza se revolucionó, moría de ganas de un beso suyo. Con su mano no tuvo mejor idea que empezar a hacerme cosquillas.
-¡No! ¡Peeeedrooooo! -le grité entre risas, mientras intentaba empujarlo.
-Te dije que te iba a hacer reír -me dijo con mirada triunfal, dejando mis costillas en paz.
-Así no vale -le reproche, aún tratando de dejar de reír.
-No aclaramos las reglas, señor juez -me dijo poniendo las manos en alto, declarando su inocencia. Y no pude evitar volver a reírme.
-Te pasas Pepe -le dije con una sonrisa grabada en mis labios y fui a sacar la pava del fuego, el agua ya estaba hirviendo-querés un té, ¿no?
-Si señorita. Gracias -me dijo y se sentó a la mesa luego de buscar dos cucharas y el azúcar.
Yo lleve las tazas con sus saquitos y serví el agua.
Me senté y respire hondo, terminando de relajar mi panza luego del ataque de cosquillas. Pero sin borrar la sonrisa de mi rostro.
Nos quedamos unos minutos allí sentados, en silencio, pensativos, al menos yo estaba pensando, tratando de decidir qué hacer con este chico.
Al terminar mi té me levanté y me puse a lavar mi taza.
-¿Terminaste? ¿Querés que lave la tuya también? -le pregunté mientras secaba y guardaba la mía-. Así dejamos todo ordenadito.
-No, ahora la lavo yo, no te preocupes -me dijo él. Así que fui al baño, así ya estábamos listos para volvernos.Cuando salí, pude ver que él ya había lavado y guardado su taza y me esperaba junto a la puerta-. ¿No pasas ala baño antes de irnos? -le pregunté y me fui hasta la cocina para buscar mi cartera que había dejado sobre la mesa.
-Esperá -me dijo antes de que la tomara y me hizo una propuesta:-¿Querés ir a caminar un poco antes de irnos? No sé, hasta el laguito por lo menos. Así aprovechamos que hicimos el viaje. Y de paso esperamos que empiece a bajar un poquito el sol para volver. Me quedo ciego sino manejando.
Y digamos que casi que no lo dude mucho y accedí a su propuesta. Dejé mi cartera donde estaba, solo tome las llaves de la casa y salimos a caminar.
La caminata empezó en silencio pero enseguida nos pusimos a hablar cualquier tema, con este chico siempre teníamos tema de conversación.
Mientras caminábamos recordé que en el laguito de este campo había tenido lugar nuestro primer beso y me puse un poco nerviosa ante la perspectiva de estar de nuevo juntos, solos, en aquel lugar. ¿Quería que se repitiera la escena?
Después de un rato de caminata, pasamos el montoncito de árboles que rodeaba el lago y nos dirigimos al único banquito que había en una de las orillas.
-Está hermoso el día hoy, ¿no? -me comentó- hace calor pero no sofocante, hay un vientito re suave -iba diciendo pausadamente mientras miraba el paisaje que teníamos a nuestro alrededor y yo aprovechaba para mirarlo a él, mirar sus ojos color caramelo, que estaban super brillantes, miraba su linda naricita, su gesto de paz...- Estoy acá, con vos… Hermoso día -agregó y me miró fijamente, dejandome en evidencia de que tenía mi vista fija en él, por lo que aparte mi mirada, pero enseguida puso una mano en mi mejilla para volver a dejarme frente a él. Se fue acercando a mi, muy lento, manteniendo con suavidad su mano en mi mejilla, se acercaba demasiado lento, ya sabía cuál iba a ser el final de esto, pero se notaba que él tenía miedo, lo notaba en sus ojos, miedo al rechazo, así es que me animé, y acorte de una buena vez esa distancia que nos separaba. Apoyé con suavidad pero bien decidida mis labios sobre los suyos, vi como cerraba sus ojos y yo hice lo mismo. Nos quedamos así, quietos por varios segundos, hermosos segundos, disfrutando de esa cercanía. Suavemente se separó de mí, abrí mis ojos y pude ver como me miraba, con una sonrisa enorme, con ternura pero con picardía, como pidiéndome permiso. Lo único que hice fue sonreírle y esta vez fue él quien achicó la distancia que nos separaba, ahora profundizando el beso, con más ansiedad. Ansiedad que los dos teníamos.
Luego de varios besos mezclados con sonrisas, con mejillas coloradas, con caricias y abrazos, nos quedamos los dos sentados mirando el lago, como el suave viento formaba olitas en la superficie, en paz, sin pensar nada más que en lo bien que la pasamos juntos. No sé hace cuánto que estábamos allí, pero el sol estaba empezando a bajar, las nubes se iban acumulando en el cielo y el vientito ya era bastante fresco, no sabíamos qué hora era porque ambos habíamos dejado nuestros celulares en la casa.
-Creo que ya es medio tarde Pepe -le dije, incorporandome un poco, había estado apoyada en su hombro, con nuestras manos entrelazadas-. ¿Volvemos?
-Uf, me quedaría acá para siempre -dijo suspirando.
-No seas exagerado, mira si se larga a llover, después llega el invierno, hace frío...  para siempre es demasiado -le dije poniéndome en cómica.
-Pero qué graciosa señorita… -me dijo y sonrió. Se levantó del banco sin soltarme de la mano y me levantó de un tirón, aún riendo de mi ocurrencia. Volvimos caminando en silencio. Mi cabeza quería hacerme entrar en razón, recordarme que yo tenía novio, pero mi corazón se encontraba, con bombos y platillos, festejando el buen momento que acababa de pasar con Pedro y acallaba a mi mente.
Una brisa más fuerte sopló, el clima estaba cambiando bastante, me agarró frío y me acurruque contra un costado de Pedro y él pasó su brazo por mi hombro.
Cuando entramos a la casa me puse mi saco, menos mal que lo había traído. Y juntamos nuestras cosas, que no eran muchas. Al salir me encontré con Pedro rezongando y quejándose junto a su auto.
-¿Pasó algo Pepé? -le pregunté y sentí que una gota me caía en la cabeza. Miré hacia el cielo y vi como una tormenta se formaba encima nuestro.
-Se pinchó una rueda -me dijo señalando y pude ver la goma totalmente desinflada-. Creo que estacioné sobre una piedra o algo así. Bancame que la cambio, y salimos. Si queres anda adentro Pau, está empezando a llover.


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Lo prometido es deuda. Aquí les dejo otro capitulo más de esta historia.
Ahora no les prometo subir mañana porque tengo que preparar un final. Pero yo calculo que el finde estaré subiendo algunos capítulos más.
Besitos a todos. Muchas gracias por leer!!
Y vamos Pepe!!

PD: Puede ser que encuentren algunos errores, fui escribiendo desde el cel y no corregí mucho, luego lo corrijo (serán cuestiones de ortografía, letras comidas, etc... Jaja)

Agos :)

lunes, 12 de diciembre de 2016

Capitulo 23

Era un día muy caluroso y con Zai no habíamos tenido mejor idea que ir de compras al paseo de la Costanera... Andar por estos negocios, por esta zona, me hacia acordar a ese primer paseo que habíamos hecho con Pedro y no podía evitar sonreír y rememorar todo lo que habíamos vivido juntos después de eso.
De repente sentí que me tocaban el hombro y salí de mis pensamientos.
-Pau, te estoy hablando. ¿Qué opinas? -me dijo Zai mientras me hacia frenar frente a la vidriera de una zapateria.
-Si, esas sandalias le re gustarían a tu mamá -le respondí observando la vidriera y eligiendo qué sandalias señalar.
-¿En qué planeta estás Paulita? -me preguntó mi amiga riendo con ganas-. Te estaba preguntando si le digo que sí a Juan para ir ésta noche a su casa o no. Me da cosa... Viste que sus padres se fueron de vacaciones...
-Ah, eso... -le dije. Ahora sí prestandole mi completa atención-. Esta bien que no salen hace mucho, pero se nota que es buen pibe... Igualmente, si vos no queres que pase nada no tiene porque pasarlo...
-Quiero y no quiero. ¡Que indecisión! No sé si estoy completamente lista -me dijo mientras reanudabamos el paso.
-Entonces espera. Yo creo que él te va a respetar -le dije y puse mi mano en su hombro para tranquilizarla-, y sino, no te merece.
-Gracias Pau -me dijo riendo-, tenes razón.
-Y eso que yo soy la menos experimentada, eh -le dije riendo y enseguida se contagió de mi risa.
-Cambiando de tema -me volvió a frenar-, ¿y si dejamos las compras para otro día y vamos a la pileta del club?
-Me parece una idea excelente. Me estoy asando -asentí y cambiamos de dirección hacia la parada del colectivo que nos llevaba de nuevo a nuestro barrio, y nos dejaba cerca del Club.
Una vez en el club, fresquitas, apoyadas en el borde de la pileta, con el agua a la cintura, continuanos nuestra charla.
-¿Le mandaste mensaje a Juan? -le pregunté a Zai-, ¿vas a ir, no?
-Em... -se quedó pensativa por unos minutos y luego me respondió decidida- Si, voy a ir. Voy a ver cómo se dan las cosas, igual yo creo que por ahora no vamos a pasar a mayores, aún...
-bueno, me parece muy bien tu decisión, pero mandale algo amiga, debe estar re ansioso por una respuesta -le dije mientras me imaginaba a Juan comiéndose las uñas y no pude evitar reírme.
-Tenes razón, ya vengo -me dijo y salió de la pileta, rumbo al vestuario donde habíamos dejado nuestros bolsos en los lockers.
Salí de la pileta y me recosté en una resposera que estaba cerca del borde para tomar un poco de sol. Cerré los ojos y me relaje, tratando de no pensar en nada.
A los 5 minutos mas o menos, de que estaba allí tranquila, sentí que alguien acercaba otra reposera a la mia, seguramente Zaira.
-Hola Pau -escuché que me decían y enseguida supe que no era mi amiga quien se había acercado a mi. Una revolución se armó en mi estómago y abrí los ojos enseguida, incorporandome un poco.
-Hola... -le dije y le sonreí, nerviosa- ¿cómo andas Pepe?
-¿Te asusté? -me preguntó riendo.
-Un poco, no sabía que estabas en el Club.
-Zai me dijo que venían y cuando salía del vestuario de chicos me la crucé entrando al de chicas y me indicó dónde encontrarte -me explicó él. Y no se me ocurrió nada más que decir. Me sentía muy nerviosa, no estaba a solas con él desde que lo había acompañado a ver universidades, desde ese apasionado beso en su auto. Y nunca habíamos tocado el tema. Y yo no había ni podido enviarle un mensaje a Martín esa semana, me sentía mal por engañarlo así, pero no podía evitar la atracción que sentía por Pedro.
-¿Pudieron comprar el regalo para mi tía? -me dijo Pedro, sacando un tema de la galera.
-No, nos moríamos de calor, por eso dejamos las compras y nos vinimos lo más rápido que pudimos al club -le conté. Mientras miraba hacia los vestuarios para ver si volvía Zai.
-Y si... Mal día eligieron para ir de compras -acotó, ya incómodo él también, podía notarlo en la tensión de sus hombros-. Me voy a refrescar un rato en la pile y después me vuelvo a unir a ustedes para merendar, ¿dale?
-Dale -la dije sonriendo y se levantó para irse al agua. A los pocos minutos volvió Zai y se sentó en la reposeta que había dejado su primo a mi lado.
Me guiño un ojo y soltó una risita.
-¿Mucho calor amiguis? Estas bordó -se rió un poco más.
-Sos mala. Tardaste mucho en volver... Sabes que no sé qué hacer con tu primo -le reproche.
-Si queres después te doy un par de ideas -me dijo mientras me volvía a guiñar un ojo. Antes de que pueda reprocharle nada, se levantó y se metió a la pileta también.
Más tarde nos sentamos los tres bajo un árbol del parque del club y comenzamos la ronda de mates. Zai nos contaba acerca de la planificación del cumpleaños número 50 de su mamá que sería dentro de dos fines de semana en el campo de la familia. Irían todos sus parientes, que son bastantes, y algunos venían desde realmente lejos. Yo también estaba invitada, por supuesto.
Pondrían gazebos, livings, iluminarian con velas y luces tipo navideñas blancas. Ya me lo imaginaba y seguro que quedaba todo hermoso. Vale aclarar que la fiesta sería desde la tardecita (para disfrutar del anaranjado del atardecer en el campo) hacia la noche.
-Me pidieron mis papás si este finde podíamos ir nosotros a llevar las cosas de decoración, ya que algunos de los parientes lejanos van a estar llegando este viernes, van a estar toda la semana en mi casa... -nos comentó Zai-. Todavía puedo quedarme a dormir en tu casa, ¿no Pau? Así les dejo un lugar más en mi casa.
-Si amiga, no hay problema. Ya les dije a mis papás y no tienen problema -le respondí mientras le pasaba el mate que acababa de terminarme.
-Genial. Gracias -me dedicó una sonrisa y continuó-. Bueno, les decía, la idea es dejar esta semana las cosas de decoración allá, así la semana que viene solo hay que llevar la comida y a nosotros mismos -dijo riendo-, los livings nos los lleva la empresa a los que se la alquilamos, por suerte.
-Si, por mi no hay problema -dijo Pedro. Él era quien principalmente tenía que poder ir, ya que era el conductor.
-Yo hoy les pregunto a mis papás y les digo. No creo que haya drama. ¿vamos y venimos en el día?
-Si, esa es la idea. Solo dejamos las cosas, descansamos un poquito del viaje, sobre todo Pepe que es el que maneja y volvemos.

La semana pasaba y yo seguía sin animarme a comunicarme con Martín, no quería mentirle, pero tampoco sabía como decirle la verdad. Un día lo llamé y cuando atendió, corté. Muy tonta mi actitud, ya que era obvio que iba a devolverme la llamada. Lo atendí, obvio, pero no pude sincerarme... le pregunté por el clima, por el trabajo, por cómo la estaban pasando. Y por suerte habló tanto de su experiencia en Brasil que no tuve que contarle mucho acerca de mi, ni de lo que acá pasaba.
Igualmente, en algún momento tendría que afrontar la realidad.

Ese viernes hicimos los últimos acuerdos con Zai y Pedro, para ir hacia el campo. Como a Zai le había surgido una reunión con la agencia de modelos al medio día del sábado, decidimos salir hacia las cuatro de la tarde recién hacia el campo.

Ya tenía mi cartera lista, con un poco de dinero, llaves de mi casa, un abrigo por si a la vuelta, como iba a ser de noche, refrescaba, solo estaba esperando el bocinazo de Pedro para salir y luego buacar a Zai por la agencia.
A las cuatro en punto el bocinazo sonó y bajé las escaleras al trote, saludando a mis papás de un grito y yendo hacia la puerta de entrada. Lo malo de subir antes que Zai en el auto es que tendría que ir de acompañante y seguía sintiendome incómoda con Pedro, mas con lo que había pasado la última vez que estuvimos solos en el auto. ¡Basta Paula! Me dije a mi misma e intenté relajarme. A esta altura tenía que enfrentar un poquito mejor lo que me pasaba. Y, sobre todo, hablar con Martín cuanto antes.
-Hola Pau. ¿Cómo estás? -me saludó con una gran sonrisa.
-Todo bien, ¿vos Pepe? -le respondí yo, odiando su hermosa sonrisa, que me daba ganar de besarlo, de tocar sus hermosos hoyuelos que se le formaban, pero devolviendole una sonrisa igual.
-Muy bien -me dijo mientras ponía en marcha el auto. Se lo veía de muy buen humor. Yo también lo estaba.
Nos dirigimos hacia la agencia y le envíe un mensaje a Zai avisandole que ya estábamos en la puerta.
"Ahí salgo" - me respondió. Y a los cinco minutos estaba parada al lado de mi ventanilla, de la cual bajé el vidrio para que pudiera hablar.
-Chicos, se me complicó, me tengo que quedar por lo menos dos horas más -nos dijo- y ya va a ser tarde para ir, bah, se nos va a hacer tarde para volver en realidad.
-Uh, bueno -le dije mientras pensaba otra solución-. Vamos mañana, ¿les parece?
-Por mi no hay drama -dijo Pedro.
-No, es que... La reunión de hoy es por un evento que surgió al que tengo que ir mañana. Así que mañana menos -nos dijo Zai y poniendo su mejor cara de inocente agregó:- ya tienen todo el auto cargado además, ¿no se copan a ir ustedes? ¡Porfi!
-Si, tenemos todo acá. Yo no tengo drama, ¿vos Pau? -me preguntó Pedro con una gran sonrisa. Y no quería complicar más las cosas, pero por otro lado me gustaba mucho pasar tiempo con él. Además, tal vez, sin que pase nada más, al menosbhasta que hable con Martín, podíamos limar las esperezas y volver a tener una relación mas fluida.
-Y bueno. Vamos -respondí finalmente, y note un intercambio de miradas sospechoso entre Pedro y Zaira pero elegí creer que solo había sido mi imaginación.
Así que, Zai volvió a entrar a la agencia y nosotros salimos hacia la ruta, rumbo al campo de los Nara.


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¡Hola mi gente!
Después de mil años, acá estoy, actualizando, mil perdones por mi ausencia, ya no hay excusa que valga (? Jajaja.
Espero que disfruten éste capitulo y quiero que sepan que está en marcha el siguiente, espero poder ir subiendo con constancia y darle el cierre que esta historia merece.
Si estas leyendo esto es porque sos un/a muy fiel lector/a, así que: ¡GRACIAS!
De paso la usamos para calmar nervios del bailando, jajaja.
Besos y espero que anden muy bien, nos leemos prontito... :)

Los que quieran que les pase por tw las publicaciones... Avisenme a @VerteReirPyP porfi. Gracias de nuevo.

jueves, 5 de marzo de 2015

Capitulo 22

Miré mi celular por enésima vez en la tarde para ver si Zai me había enviado algún mensaje o daba alguna señal de vida  para contarme como le estaba yendo en su salida con Juan, pero nada… Yo, por mi parte, estaba muy entretenida con Pedro, visitando las universidades y siguiendo con el pin pon de preguntar y respuestas que había iniciado él, con el objetivo de conocernos mejor. Ahora ya sabía su película favorita, el nombre de su maestra de primer grado, su comida favorita, entre otras cosas.

Una vez que terminamos con sus entrevistas, de que ya tenía toda la información que necesitaba para terminar de decidirse e inscribirse, salimos de la última universidad y mientras caminábamos hacia el auto volvió a agradecerme por acompañarlo.
-Basta Pepe, no me agradezcas más, ya te dije que no es nada. Además está siendo muy divertido el día para mí, con tu idea esa de las preguntas –le dije dedicándole una sonrisa sincera.
-Bueno, pero siento que tengo que agradecerte y lo digo –me tomó por una mano y me detuvo en la vereda antes de que cruzara la calle para ir hacia el auto-. Igual vas a tener una recompensa por la paciencia –me dijo y me guiño un ojo. Este chico iba a terminar haciendo que me agarre un ataque al corazón con sus ideas repentinas. Veamos que se le ocurrió ahora.
-Ah, ¿Si? ¿Y que sería? –lo indagué.
-¡Sorpresa! –me respondió y sin soltarme la mano comenzó a cruzar la calle, arrastrándome con él.
-Sabía que ibas a decir eso –me quejé entre risas mientras lo seguía sin resistencia. Pedro y sus salidas.
Dejamos el auto donde estaba y seguimos caminando juntos, y de la mano. ¡De la mano! No puedo explicar el revoloteo que sentía en mi estómago por el simple hecho de estar en constante contacto con él, de sentir como con sus dedos iba acariciando mi mano a medida de que caminábamos. ¿Cómo podía generarme tantas sensaciones este chico?
Luego de unas tres cuadras, pude despabilarme un poco de mi “embobamiento” y razoné un poco: ¿Sabía Pepe hacia dónde iba? Él debería estar menos ubicado que yo entre estas calles, en una ciudad en la que nunca había estado.
-¿Estás seguro que sabes por dónde vamos? –le pregunté, queriendo sacarme mi duda.
-Sí, tranquila. Lo tengo todo calculado –me respondió y siguió llevándome de la mano para guiarme.
-Bueno, confió en vos.
Unas cuadras más y pude ver un local de Mc Donalds en la cuadra de enfrente, ¿sería nuestro destino? Efectivamente lo era. Y me confesó que sabía que me gustaba comer allí, y no por las preguntas porque él a mí no me preguntó de comida, sino porque se ocupó de averiguar, indagando a su prima, para ver donde podría llevarme a comer. Zaira tenía que ser…
En el local también me abrió la puerta e hicimos nuestros pedidos, al momento de pagar no me dejo ni sacar la billetera.
-Yo invito Pau, tranquila –me dijo. Pero eso ya me puso un poco incomoda, me gusta el caballerismo pero no excesivo. Yo podía pagarme mi hamburguesa. Me quede media seria luego de esto y cuando nos entregaron la bandeja elegimos unos asientos en el piso superior del local, se ve que el notó mi seriedad.
-Eu, te quedaste media seria… ¿Paso algo? –me preguntó enseguida.
-Nada, no importa –le respondí.
-¿Segura? –insistió.
-Si, tranquilo.
Comenzamos a comer en silencio, de fondo había música, como suelen poner en estos locales. Pasaban algunas canciones modernas y movidas, algunas baladas, de todo un poco. En un momento comenzó a sonar una canción de Montaner que me encanta y me quedé concentrada escuchándola y tarareándola. Hasta que sentí que alguien más la cantaba, un poco desafinado, o bastante, y no en el volumen más alto, pero con sentimiento. Miré a Pedro y me sonrió… Mientras seguía la canción.
-Ven y te explico lo que somooos, en nuestra habitacioooooooon, una paloma y un jilguerooo –cantaba Pepe mirándome fijamente. Me daba ternura, pero a la vez me causaba gracia su desafinación.
-Ay Pedro –le dije y al fin me permití reírme un poco-. Menos mal que afinabas.
-¡Paula! ¡No me rompas el clima que estaba logrando! –me dijo en forma de queja pero comenzó a reírse él también-. No seré el mejor, pero todo el sentimiento le pongo…
Así el clima entre nosotros volvió a ser alegre, nos reírnos un rato mientras terminábamos de comer, levantamos nuestras cosas y seguimos charlando animadamente con rumbo al auto.
Ya en el camino, seguí cargándolo con su mala entonación y lo hacía cantar las canciones del CD de Ciro que había quedado puesto en estéreo. Me reía de lo mal que sonaba, pero me encantaba, no sé bien cómo hacer que esa explicación suene lógica, pero era así lo que me pasaba. Cuando estábamos casi por llegar, se acercó al cordón y se detuvo, como estacionándose, pero al mirar por la ventana no reconocí ni mi casa ni la suya, por lo que lo miré ahora a él, extrañada.
Iba a preguntarle por qué nos deteníamos pero antes de poder hablar o de poder siquiera emitir sonido alguno, lo vi muy cerca de mío, lo que me dejo muda. Nos quedamos varios segundos en silencio, mirándonos a los ojos, con nuestras narices casi tocándose. No quería besarlo pero a la vez era lo que más deseaba, no quería sentir la culpa que iba a sentir después, pero me moría de ganas de tener sus labios de nuevo sobre los míos, por eso no me alejaba, pero tampoco me acercaba. De un momento a otro, pude ver como la mirada de Pedro pasaba de mis ojos a mi boca, lo que reflejaba que estaba en un dilema parecido al mío.
De fondo a la escena, seguía escuchándose a Ciro, ahora con una canción un poco más lenta, la adecuada para la situación, diría yo… No sé bien en que momento, en qué segundo exacto pasó, pero la distancia que nos separaba se achicó más aún. Al punto de que cuando me habló pude sentir el roce de sus labios con los míos. Ese roce me volvió loca, hizo que mi corazón se acelerara, y que deseara que de una vez esa distancia desapareciera.
-Perdón Pau, pero no puedo resistirme más. Me gustas tanto… -me dijo, esperó dos segundos, supongo que viendo si yo me iba a alejar o no y acortó de una vez esa distancia, depositando con suavidad sus labios sobre los míos. Los presionó durante un momento y se separó, pero no pude ver lo que hacía porque mis ojos se habían cerrado al recibir ese dulce beso. No duró mucho tiempo esa distancia, que él volvió a besarme, esta vez exigiendo un poco más y no dudé en devolverle el beso. No podía llegar a él con facilidad así que termine desabrochando mi cinturón de seguridad, lo necesitaba más cerca. Él paso un de sus manos por mi cintura y me atrajo un poco más hacía él. Una cosa llevo a la otra y terminé sentada sobre él, sin dejar de besarlo y ahora con mis dedos enredados en su sedoso pelo. El me abrazaba con mucha fuerza, como si no quisiera que me escapara, pero de lo que menos tenía ganas yo, era de escaparme de sus brazos. 


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Holaa! Y un día iba a volver. No voy a hacer muchas promesas. Solo una: la historia la quiero terminar, porque no me gusta que quede inconclusa. Ahora tengo todos los días muchas ocupaciones y cosas que hacer, pero intentaré subir una vez por semana, o al menos una vez cada 15 días, así ir llevando a esta historia rumbo a su final.
GRACIAS si estas leyendo esto después de tanto tiempo.
Espero sus comentarios en @vertereirpyp o @agospulvirenti

Nos leemos!!! Besos y buenas noches!

domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 21

En cuanto salí por la puerta de mi casa los nervios se apoderaron de mí. ¡Tenía por delante toda una tarde a solas con Pedro! Sí, recién caigo.
Camine hasta el auto y Pedro me abrió desde adentro la puerta del lado del acompañante. Me subí, cerré la puerta y lo miré. Él me miraba sonriendo, con una enorme sonrisa, creo que nunca lo había visto así, y tenía también los ojos muy brillantes. No supe qué pensar o qué deducir de su estado, así que elegí no pensar. Cómo seguíamos mirándonos sin decir nada, fue él quien tomo la iniciativa.
-Hola Pau –me dijo y se acercó para darme un beso en la mejilla. Y yo me quedé helada al verlo acercarse, por no saber qué hacer, por no saber qué tipo de beso esperar; pero solo deposito un dulce beso en mi mejilla y se alejó, poniendo su mirada ahora en el camino y comenzando a manejar-. ¿Te comieron la lengua los ratones? ¿No me vas a hablar?
-Perdón –pude hablar al fin. No sé qué me pasaba-. Estoy medio distraída hoy. ¿Cómo andas?
-Yo muy bien, ¿vos? –me dijo, siempre manteniendo su enorme sonrisa.
-Se ve en tu sonrisa –reconocí- Todo bien yo. ¿Te pasó algo que estás así de feliz? –le pregunté para sacar algún tema.
-Mmm –se quedó pensativo-. Lindas compañías, ganas de pasear, de conocer.
Ay Dios. Yo no entiendo nada. ¿De qué compañía me habla? ¿Se está refiriendo a mí? Este Pedro misterioso me pone MUY nerviosa y ansiosa. Más de lo que comúnmente soy.
-Ah, ¿conocer las universidades a las que vamos, no? –le pregunté eso para ver si así podía averiguar un poco a qué se estaba refiriendo.
-No precisamente –me respondió. Aun manteniendo el misterio.
-Ah, ¿y qué querés conocer? ¿Vamos a otro lado? –seguí indagando y justo nos detuvimos frente a un semáforo que se ponía en colorado.
-No, a ningún otro lado. A vos te quiero conocer más –me respondió y me dejó un poco descolocada.
-¿A mí? –le pregunté, mostrando mi confusión.
-Claro, o sea, nos conocemos. Sabes mi nombre, yo sé el tuyo; sabemos algunas cosas el uno del otro. Pero hay otras cosas que son básicas en cualquier… -comenzó a decir y se quedó pensando-. En cualquier relación de… amistad-. Dijo y me guiñó un ojo. ¡Atrevido! Pero me hizo reír. Éramos amigos pero habían pasado cosas que no pasan entre amigos y ambos lo asumíamos. Arrancó el auto ya que el semáforo estaba en verde y nos quedamos un rato en silencio.
-Por ejemplo –comenzó a decirme-, no tengo ni idea de cuál es tu color favorito –me hizo reír. ¿Mi color favorito?
-¿No queres saber algo más interesante? –le pregunté todavía riendo.
-Muchas cosas me gustaría saber de vos, pero por algo hay que empezar –me dijo mientras sonreía y como yo continué sin decir nada por quedarme embobada con su sonrisa, tuvo que volver a preguntar para sacarme de mi nebulosa-. ¿Y? ¿Cuál es?
-¿Qué cosa?
-Tu color favorito –me dijo-. Está muy distraída hoy, señorita Chaves.
-Ah, perdón –le dije ruborizándome ya que él era la razón de mi distracción-. Violeta. Ese es mi color favorito. ¿El tuyo?
-Azul –me comentó mientras frenaba en otro semáforo y me volvía a mirar a los ojos-. Aunque hoy te podría decir que el verde.
-¿Por qué? –quise saber.
-Es el color de tus ojos –me dijo y me dejó anonadada, y más sonrojada de lo que ya estaba.
-Ah –solo pude responder y él tuvo que volver su vista a la calle porque el semáforo volvía a estar en verde. Viajamos un poco en silencio, estábamos por llegar a la única universidad que había en la ciudad en la que vivíamos (a la que yo iba a asistir), seguro íbamos a ésta y luego a otra que también son cercanas pero en las ciudades vecinas. Ni le había preguntado a cuales íbamos a ir.
Cuando ya faltaba poco para llegar encendió la radio y ambos nos pusimos a la vez a tararear la canción que sonaba, acción que me causó gracia y se ve que a él también porque ambos reímos.
-Eso es otra cosa que me gustaría saber –me dijo.
-¿Qué cosa? –pregunté.
-¿Qué música te gusta? ¿Tenés algún cantante o banda favorita?
-Soy de escuchar todo tipo de música –le dije mientras pensaba si había alguien a quien escuchara más-. Y de bandas o artistas no tengo uno tampoco, voy cambiando, por ejemplo el año pasado me la pasé escuchando Shakira pero este año estoy escuchando mucho a Abel Pintos. Y nada que ver uno con el otro –le dije sonriendo.
-Es cierto. Bueno, te gusta de todo entonces –dijo como sacando conclusiones.
-¿A vos qué te gusta? ¿Banda favorita?
-También me gusta escuchar de todo, pero desde chico, y un poco por mi hermano Fede, que escucho a Los Piojos y ahora me gusta mucho la banda en la que está el ex cantante de Los Piojos.
-Ah, sí, Ciro y los persas. Me gusta un poco también –le dije recordando que mi hermano se había comprado un CD de ellos a fin del año pasado-. ¿Y canción favorita? –quise saber.
-Ey. ¡Me toca a mí preguntar! –me dijo mientras frenaba, habíamos llegado a la universidad y por suerte había lugar para estacionar frente a la misma.
-Bueno, perdón. ¡No sabía que seguíamos un orden! –me defendí.
-Claro que si, una vez cada uno –me dijo sonriéndome y empezó a maniobrar para estacionar.
-Bueno, pregunte usted.
-¿Canción favorita? –me indagó.
-Copión –dije en un susurro y supe que me escuchó porque se rió-. Y… Como ahora estoy a full con Abel te diría que es “Tanto amor”. Me encanta, es de esas que te pones a cantar a los gritos.
-Mmm, no me gustaría estar presente en ese momento –me dijo Pedro riéndose mientras apagaba el motor del auto.
-¡Pedro! –me quejé y lo golpeé en el hombro-. Seguro que vos cantás divino, ¿no?
-Por supuesto –respondió alardeando. Ya lo comprobaría.
-Ahora decime tu canción favorita –le pedí.
-No, cuando volvemos al auto te la hago escuchar. Ahora bajemos.
-Ufa –me quejé pero tenía razón-. Está bien. Vamos.
Descendimos del auto y cruzamos un parque que había frente al edificio de la universidad. Me daba nervios estar acá sabiendo que en un mes o dos estaría comenzando a cursar mi carrera, más que nervios me daba muchísima ansiedad. Espero que todo salga como siempre lo soñé.
Caminábamos uno al lado del otro, muy cerca pero sin tocarnos. Me sentía tan bien estando con él… Abrió la puerta de vidrio de la institución y la sostuvo para que entrara primero. Esos detalles me encantaban en un chico, tampoco es que soy una anticuada y pretendo que me abran hasta la puerta del auto pero, como dice una frase que ahora no recuerdo de quién es o dónde la escuché, “en las cosas está la felicidad”, y estas muestras de su amabilidad me hacían muy feliz.
Ingresamos y saludamos a la mujer que atendía en la mesa de entrada pero cómo yo ya sabía dónde estaba la administración no le preguntamos nada.
Comenzamos a subir una escalera y en el segundo piso lo guié a Pedro por un pasillo.
-Veni Pepe, por acá –le dije pero no escuché su respuesta por lo que me frené y me di vuelta para ver si me seguía. Como estaba tan cerca de mí me chocó pero por suerte no tan fuerte como para tirar, íbamos a hacer un papelón. Me reí imaginando la situación pero a él lo noté muy serio ahora.
-Perdón, no vi que frenabas –me dijo con la vista perdida en el final del pasillo donde estaba la puerta de la administración.
-¿Qué te pasa Pepe? –le pregunté extrañada.
-Me dieron nervios –me dijo con toda su cara de preocupación.
-Ey, nadie te va a comer. Solo vamos a averiguar –le dije poniendo una mano en su hombro para intentar calmarlo-. Relajá.
-Si, tenés razón. Es que es un paso re importante para mí. Le había prometido a mi mamá que algún título iba a tener, que me iba a esforzar por tener una buena vida como ella quería que tuviera –comenzó a contarme y entendí su cara, en los momentos de grandes pasos siempre tenía muy presente a su mamá y me hacía sentir ganas de conocerla, porque siempre que hablaba de ella me parecía que había sido una hermosa persona con quien me hubiera llevado muy bien-. Gracias por acompañarme.
-No tenés porqué agradecerme –le dije con sinceridad y lo agarré del brazo para llevarlo hasta la administración. Allí nos atendió un chico e hizo que nos sentáramos frente a su escritorio para poder conversar mejor. Pedro averiguó todo sobre la carrera y también las cosas que tenía que llevar en caso de querer inscribirse y hasta cuando tenía tiempo. Luego de conversar bastante rato nos despedimos del muchacho y salimos del edificio.
-Bueno, me gustó bastante este lugar, también como está armado el plan de la carrera, la cercanía a casa… Y además Zai y vos van a venir acá, ¿no?
-Así es –le respondí con una sonrisa-. Querés venir acá para espantarnos a los candidatos vos.
-¡Pero claro! –me dijo como dándolo por obvio-. No voy a permitir que cualquier universitario fachero se les haga el vivo y me las quiera robar.
-Así que ahora somos tuyas. Mirá vos, no me había enterado –le dije y luego me mordí el labio inferior, como diciéndole “que hambre tenes”.
-Bueno, que te quede clarito –me agarró por la cintura y me atrajo hacia él sorprendiéndome. Sentí como el calor se apoderaba de mi cara y me recorría una electricidad que solo el lograba generarme por todo el cuerpo. Se rió y me abrazó.
-Gracias, de nuevo Pau, es re lindo para mí que me acompañes en esto. No quería venir solo, ya me viste que nervioso me pongo –me dijo mientras aún me sostenía en sus brazos.
-Ya te dije que no tenés nada que agradecer.
Volvimos al auto y nos subimos para comenzar el camino a la ciudad vecina para hacer las averiguaciones en sus dos universidades. Antes de arrancar Pedro me miró y e dijo:
-Ah, yo te iba a mostrar mi canción favorita.
-Es verdad. Dale, pone.
Se estiró por encima de mi regazo y abrió la guantera. Sacó un CD sin dejarme ver la caja y lo puso en el reproductor. Comenzó a sonar una canción pero cambió de pista hasta el número 5, dejó esa mientras escuchábamos la canción me miraba con tanta intensidad que volvía a sentir esa electricidad por todo el cuerpo y el calor del rubor en mi cara. Parecía que me la estaba dedicando a mí.

(Les dejo el video para escucharla ustedes también)
(O más abajo solo la letra si solo quieren leerla)



Me gustan tus ojos, tu intensidad,
me gusta que vengas por un trago más.
Me gusta tocarte sin intención, jah,
me gusta tu historia de resurrección.

Me gusta la curva de tu nariz,
me gusta escucharte, ser tu aprendiz.
Cómo no haberte visto mientras bailas,
la música es aire cuando te vas.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Me gusta tu sed si tu barman soy,
se va la tristeza en tu vaso en flor.
Traigo mi guitarra de atardeceres,
bebidas, canciones, viejos placeres.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Si pudiera herir
tu cuerpo de amor,
lo estoy meditando,
no habría nada mejor.

Yo no quiero dejarte ir por ahí
sin que en algún instante pienses en mí.
Y no es por egoísmo, es justa razón,
yo no tengo un instante hueco de vos.

Vos para mí,
yo para vos.

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Espero que les guste y gracias por seguir leyéndome. 
Nos leemos muy pronto que me estoy poniendo las pilas eh! Jajaja
Besos y buen comienzo de semana para todos!

miércoles, 18 de junio de 2014

Capitulo 20

Después de la "Noche de amigas" con Zai y Flor, en la que les había contado todo lo que sentía, todo lo que me pasaba con respecto a Pedro, con respecto a Martín, y después de todos sus consejos y sugerencias que no sabía si me habían aclarado las cosas o confundido más, volví a mi casa para dormir.
Flor al otro día (en realidad hoy mismo, porque ya eran las 4 am) tenía el cumpleaños de la más pequeña de sus primitas en una quinta con pileta, por lo que no podíamos contar con ella para hacer nada. Con Zai pensamos, ya que Flor se iba a una pileta, nosotras también quisimos ir a la pileta, pero a la del club.
Con esos planes en mente y con la preocupación de cómo reaccionar o qué hacer mañana cuando seguramente vea a Pedro, me fui a dormir.
Me desperté con el sonido de golpecitos en la puerta de mi habitación, al principio no reaccionaba porque de tan dormida que estaba me parecía que esos golpecitos pertenecían a mi sueño. Pero cuando me di cuenta de que no eran de mi sueño me levanté de un salto y pregunté:
-¿Quién es? -mientras buscaba mi short de jean para sacarme el del pijama y ponerme ese.
-Yo, Pau. ¿Puedo pasar? -Escuché la voz de Zai desde el otro lado. Me tomó por sorpresa esa respuesta, pero ya estaba acostumbrada a que se apareciera por casa sin avisar cuando le agarraba ansiedad por algo. ¿Qué le habría pasado?
-Si cachorra, pasa –le dije de manera automática y después me reí por haberle dicho "cachorra", como Pedro le decía, inconscientemente. Vi la puerta abrirse y a mi mejor amiga entrar.
-¿Cachorra? –me preguntó haciéndose la ofendida-. Esto ya es inconvesible.
-¿Inconvesible? –Le pregunté y estallé en carcajadas- ¿No será inconcebible?
-Bueno, vos me entendiste –me dijo mientras agarraba un almohadón que estaba en el suelo y me lo tiraba. Cerró la puerta detrás de ella y se sentó en mi cama-. Vine acá para decirte algo.
-Sí, me imagine. Soltá no más –le dije sonriendo mientras terminaba de vestirme.
-No vamos a poder ir a la pile del club –me dijo con seriedad. Como nerviosa. La notaba inquieta y no entendía por qué. Dejé la remera que estaba acomodando y me senté a su lado para escucharla.
-¿Por qué? ¿Paso algo amiga? Me preocupas.
-Nada grave –me dijo.
-¿Y entonces? ¿Por qué tan nerviosa? –le pregunté intrigada y vi como se ruborizaba un poco.
-Es que… Juan me invitó a salir. Hoy… Y por eso no puedo ir. Perdón –me dijo como con miedo peor a la vez sin poder ocultar su felicidad. ¿Qué se pensaría? ¡No me voy a enojar porque una vez me cancele! Años que está enganchada con Juan y al fin se le están dando las cosas. No me puedo poner más feliz.
-¡Amiga! ¡No me tenés que pedir perdón por nada! Tenés que disfrutar y ser feliz con esto. ¡Al fin se te está dando! –sonreí con más fuerza y la abracé.
-¡Ay gracias Pau! Sos la mejor –me dijo aún escondida en mi hombro-. Estoy que saltó en una pata de alegría. Anoche cuando llegué a casa de lo de Flor, abrí el Facebook un rato y vi que me había dejado un mensaje…
Me contó los mensajes que habían intercambiado con Juan, sus ilusiones, sus esperanzas, sus ganas de verlo. Iban a ir a la costanera a caminar un rato, a merendar y pasar la tarde juntos.
Flor en un cumple, Zai que salía con Juan. ¿Qué iba a hacer yo hoy? Pensé mientras almorzaba con mis hermanos. Tal vez solo esto, pasar el día con mis hermanos, acá en casa, tranquila… Mi celular comenzó a sonar indicando una llamada.
Al agarrarlo de la mesa y lee “Llamada entrante de Pepe” el corazón me dio un vuelco. Automáticamente me agarraron unos nervios terribles. Me quedé media bloqueada pero apenas pude reaccioné.
-Hola… -dije poniéndome el teléfono al oído.
-Hola. ¿Pau? –pude escuchar la voz de Pedro.
-Sí, soy yo –le respondí- ¿Cómo andas Pepe?
-Todo bien, ¿vos? ¿Estás ocupada? –me preguntó.
-Todo bien. No, decime. Estaba terminando de comer –le comenté mientras caminaba hacia el living para poder hablar tranquila. Dejando a mis hermanos en la cocina.
-Ah, em… Bueno –le escuche como dudoso. Sin saber qué decir.
-¿Paso algo Pepe? ¿Zai te pidió que me digas algo? –me senté en el sillón y Luca se sentó al lado mío pidiendo mimos que comencé a hacerle enseguida.
-No, yo te quise llamar. Te quería decir algo.
-Ah, bueno. Decime no más.
-Como supe que Zai hoy te canceló el plan que tenían ustedes, se me ocurrió una idea.
-Ajam –comenté. Y en mi estomago comenzó a formarse un nudo de nervios, se ansiedad. ¿Con que me saldrá este chico?
-Yo iba a ir a ver unas universidades para ver qué carrera me termina de convencer. Quiero arrancar algo este año. ¿Me querés acompañar? Sé que hace calor, pero te prometo que si venís te invito un helado –me dijo y me hizo reír su aclaración del final. Pero mientras me reía en mi mente intentaba deliberar qué hacer. Una tarde a solas con Pedro… Esto podía terminar mal, mal bien o bien mal. No sé, AHHHH. Amo pasar momentos con él, y Martín que está… Es mi novio todavía. Bueno, ¿cuánto puede pasar en una tarde? Nada… O todo. En fin, me la juego y voy, tengo que terminar de descubrir qué me pasa con Pedro para poder decidir qué hacer.
-Bueno, solo voy si me compras el helado –le dije aún riendo.
-¿De qué te reís? –me preguntó sin entender mucho.
-De tu forma de querer convencerme a acompañarte. ¿Tan gorda soy? –pregunté mientras me seguía riendo-. Sabes que sin el helado te acompañaba igual.
-Bueno, gracias –lo sentí sonreír-. Te paso a buscar por tu casa y vamos con el auto, ¿sí?
-Dale, ¿a qué hora?
-Después de las 5, ¿no te parece? Así no hace tanto calor.
-Sí, me parece genial. Nos vemos a esa hora.

Genial. Genial… GENIAL que no sé qué ponermeeeeee. “Tengo que vestirme bien porque vamos a universidades, nada de este short tan corto, ni de musculosa” pensaba mientras me miraba. Y a su vez algo lindo, “quiero están linda para él” me admití a mí misma y sonreí como una colegiala enamorada. ¿Enamorada estoy diciendo? Mejor pongo manos a la obra y dejo de pensar en pavadas, de enroscar más mis sentimientos y mis ideas. Me levantó del sillón y miro la hora en el reloj de pared, las 14:15 hs. ¡Wow! Creí que era más temprano. Vuelvo a la cocina y les pido a mis hermanos que se encarguen de lavar los platos ellos, así mientras me bañaba y cambiaba.
Subí rápido a mi habitación y comencé a buscar algo de ropa que me parezca adecuada para la situación. Enseguida encontré una remera mangas cortas acorde y luego de revolver un rato hallé una pollera larga que me había comprado al comenzar en verano y casi ni había usado. Esto y mis sandalias con un poco de plataforma y ya estaba lista. Dejé todo acomodado arriba de mi cama y fui hasta el final del pasillo para entrar a la ducha.
¿No les pasa que mientras se duchan se ponen en analistas de la vida y empiezan a pensar en miles de cosas que tienen que hacer o resolver e intentan llegar a soluciones? Al menos a mi me pasa eso, entro en la ducha y es como que me abstraigo completamente a mi mundo y me pongo a pensar en todo lo que me pasa, a intentar resolver cosas, o a reflexionar sobre algo que ya hice, si fue lo correcto, si tendría que haber hecho algo distinto. Pero como dice mi madre: “lo hecho, hecho está”. Así que todos los besos con Pedro, las sonrisitas cómplices y miradas tiernas intercambiadas no se podían borrar. A veces quería poder borrarlo todo, volver atrás y solo pensar en Martín. Era más fácil, me evitaba problemas, me evitaba nervios o tener que andar ocultando mis sentimientos. Pero en otros momentos no, no quiero borrar nada, como me pasa ahora. NO PUEDO borrar lo que me pasa con Pedro. Con él la paso tan  bien, me rió tanto, ¿por qué querer borrar eso? Está bien, estar sintiéndome de esta forma con él me trae problemas, pero ¿no es lo más hermoso del mundo sentir esas mariposas revolotear en mi estomago cada vez que alguien pronuncia su nombre, cada vez que me dedica una de sus sonrisas tímidas que tanto amo, cada vez que algo me hace acordar a él?
“No todo siempre es color de rosas”, otra de las frases tan repetidas por mi vieja, y coincido totalmente. Lo que me pasa es un claro ejemplo, tengo mis momentos “rosa” con Pedro pero nunca pueden ser completamente de ese color porque me siento muy mal por traicionar de esta manera a Martín. Igualmente, tengo que tomar una decisión y creo que ya sé cuál va a ser…
Salí de la ducha, me vestí y me puse a leer un poco del libro que estaba leyendo ahora mientras esperaba que se hicieran las cinco de la tarde.
Sonó una bocina y me levanté de mi cama de un salto. Eche un vistazo al espejo, me arreglé el pelo y salí corriendo escalera abajo.

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Buenas, aquí les dejo el capitulo 20. Prontito el 21 que se viene con tutti. Qué habrá terminado de decidir Paula mientras se bañaba?
Cuáles serán las ideas de Pepe frente a todo lo que pasa?

Que tengan todos buen miércoles. Y vamos que ya se puede oler el viernees jajaja.

Besos grandes.

Agos ☺ 

domingo, 8 de junio de 2014

Capítulo 19

Una relación de años, llena de confianza, amor, compañerismo, de sentirnos cómodos uno con el otro… Una nueva persona que aparece y se roba todas mis sonrisas, que me cautiva y no me permite dejar de pensar en él. Una gran confusión que crece. Miles de sentimientos encontrados…

Hasta ahí pude leer antes de quejarme.
-Ay no. Esta película no me gusta chicas, veamos otra -dije a Zai y a Flor mientras bajaba la caja del DVD en la que estaba leyendo la sinopsis de la historia, y la apoyaba en la mesa. Mesa en la cual todavía se encontraban algunos restos de la picada que habíamos disfrutado con mis amigas.
-¡Pero es una historia de amor! Siempre terminamos viendo una así porque somos tres romanticonas perdidas... Encima me comentaron que es re linda -me dijo Flor que estaba sentada a mi lado y tomó la cajita en sus manos para también leer.
-Ah, ya entiendo por qué no queres verla -agregó riéndose y le paso la caja a Zai que acababa de volver de la cocina con una botella de jugo-. Lee amiga –le dijo.
-¿Te sentiste identificada querida? -me dijo Zai riendo después de haberse fijado en la sinopsis.
-No se burlen. Quiero despejarme… Con mi vida ya tengo suficiente -le dije y se rieron más.
-¡Siempre tan exagerada! -me retó Zaira-, a demás ya alquile esa, ni leí bien lo de atrás, la agarré y me la recomendó la chica que atiende en el videoclub.
-¿Y si buscamos una en la compu? No sé, algo de acción, de guerra. Alguna en la que no haya amor- les propuse medio en chiste, medio en serio.
-Dale Pau, es una película -me dijo Flor poniéndose más seria.
-Está bien -acepté finalmente. Resignada.
-Bueno, enchufa el DVD al toma corriente, a la televisión ya está conectado, que mientras voy a hacer los pochoclos -dijo Flor.
-Te ayudo a vos Flor -le dijo Zai y la siguió. Dejándome sola.
Desde el sábado cuando estaba en el parador de Mar del Plata que no había vuelto a hablar con Martín. Todo lo que habíamos hablado, luego de su mensaje de Facebook por la foto mía con Pedro que vió, fue lo siguiente:
Pau: Ay, esta Zaira… Nos sacó justo foto cuando su primo me quería tirar al mar... Pero nada, es solo eso. ¿Todo bien por allá? ¿Ya arrancaron a trabajar?
Martín: Ah, muy amigos se hicieron con este chico, ¿no? Si, ya estamos trabajando. Ahora voy a tener internet y señal, así que si querés, y no tenés otros entretenimientos, vamos a poder hablar más seguido.
Pau: Eu, Mar… Pedro es muy simpático y nos hicimos amigos. Solo eso. No me hables mal.
Martín: Perdón, será que no verte hace tanto me pone más nervioso y esa foto me dio un poco de celos. No te jodo más. Suerte en el desfile que te queda. Muy lindas las fotos que subiste del de ayer. Nos hablamos!

Y luego de eso se desconectó, ni un te extraño, ni un “un beso”, ni un te quiero o un te amo. ¿Tanto se iba a enojar por esa foto? Está bien que nunca fui de tener muchos amigos varones, por lo que nunca tuvo que ver fotos así mías con otros chicos, pero… Pero no sé, la verdad es que no sé qué pensar porque lo que sí sé es que con Pedro pasaron más cosas que un abrazo o el juego en la playa que se ve en esa imagen… Y me tiene bastante culpable, pero no puedo evitar sentir por él lo que siento. Es algo más fuerte que yo. Pero todavía no sé si más fuerte de lo que siento por Martín y no sé cómo hacer para sacarme esa duda…
Suspiré y me levanté de la silla en la que me encontraba para enchufar el DVD tal y cómo me lo habían pedido, pero no podía dejar de maquinarme mientras acomodaba todo. Me senté en el sillón y todos los recuerdos de lo vivido el sábado pasado después del último desfile que hicimos en Mardel vinieron a mi mente:
Como siempre, o mejor dicho, como a lo largo de estos dos días, Zaira había desaparecido mágicamente. Seguro que Juan la había llamado o ella andaba por ahí intentando cruzárselo “por casualidad”. No es que eso me molestara, me ponía contenta que se estuviera acercando más al chico que le gustaba desde hace tanto tiempo, pero no le costaba nada avisarme para no dejarme esperándola en los camarines como 20 minutos hasta darme cuenta de que no iba a aparecer… Busqué a Pedro, a pesar de que a veces me ponía incomoda cuando nuestros sentimientos no se podían disimular (solo por el hecho de que siempre me acordaba también de Martín), amaba cada segundo que pasaba con él, siempre sabía cómo hacerme reír y terminábamos hablando hasta por los codos de cualquier cosa… Bueno, yo hablaba hasta por los codos, pero se ve que a él no le molesta nada escucharme. Y si le molesta lo disimula bien.
En fin, lo encontré en el pasillo y al verme enseguida el rostro se le iluminó y apareció su sonrisa más hermosa, mi sonrisa favorita, esa sonrisa tímida, como intentando disimular su alegría pero sin conseguirlo del todo. Observé que tenía el pelo un poco mojado y no entendí bien por qué.
-Hola –me dijo y yo también sonreí ahora.
-Hola –le respondí y me quise sacar la duda- ¿por qué tenés el pelo húmedo?
-Es que llamo mi viejo por teléfono y como acá adentro no tenía buena señal salí afuera para conversar, y parece ser que la tormenta sigue sobre la ciudad… Llueve de nuevo.
-Uh –fue lo primero que me salió decir y la sonrisa se me borró un poco-. No pude ni siquiera sacar mi traje de baño de la valija.
-Sí, la verdad que estuvo un poco en nuestra contra el clima... –comentó y agregó:- Cuanto que tardabas. ¿Zai todavía se cambia?
-No, ni la vi a Zai después de que bajamos de la pasarela. La perdí y creo saber con quién se fue –le respondí con picardía.
-Ah, creo que yo también sé –me dijo mientras agarraba una de mis bolsas. Siempre iba re cargada a los desfiles: maquillajes, cremas, perfume; cosas no tan necesarias porque los de la agencia nos las ofrecían pero que ya era una costumbre para mí llevarlas-. Te ayudo.
-Gracias –le dije y sonreí, siempre tan caballero él, y ante el breve silencio que siguió a mi agradecimiento, agregué:- Muero de hambre. ¿Buscamos a Zai y comemos algo?
-Dale. ¿No querés dejar todo esto en tu habitación primero? –me preguntó levantando mi bolsa que él sostenía para mostrarme de qué hablaba. Tenía razón, no estaba bueno andar cargada por todo el hotel. Asentí y nos dirigimos hacia el ascensor-. Quinto piso –anunció Pedro mientras presionaba el botón con el número 5 y las puertas se cerraron delante de nosotros.
Enseguida me miré en los espejos y pude ver mi maquillaje un poco corrido bajo mi ojo derecho. ¡El horror! Y Pedro me había estado viendo así todo este tiempo. Apoyé las bolsas en el piso con rapidez y me puse a arreglarme.
-¡Ay Pedro! –Me quejé… “Trin” me interrumpió el sonido que el ascensor hacía para indicar que pasábamos por algún piso, en este caso el segundo. Pero yo continué con mi queja al instante-. ¿Cómo no me avisaste que tenía el maquillaje corrido?
-¿Eh? –me dijo como sorprendido y me miró. “Trin”, sonaron las campanitas del ascensor indicando que pasábamos por el tercer piso-. Ah, pensé que por ahí ya sabías…
-¿Cómo voy a andar así? Que desastre… –a penas terminé esa frase no pude verme más en el espejo, no pude ver más nada y sentí como el elevador se detenía. Un grito se escapó de mis labios- ¿Qué paso? ¿Qué pasa? –pregunté hiper nerviosa y escuché que Pedro que me respondía:
-Creo que se cortó la luz, parece que la tormenta está tratando mal a la electricidad este fin de semana –lo sentí muy tranquilo pero yo estaba que no daba más. ¿Y si no volvía como en una hora? ¿Y si nadie sabía que estábamos acá? Mi respiración comenzó a ser acelerada y ruidosa. Quise dar un paso para encontrar una pared y apoyarme porque me sentía mareada pero en vez de eso tropecé con una de las bolsas que había dejado en el piso y maldije en voz alta.
-Me siento mal –pude decir y escuché como Pedro se movía cerca de mí.
-Tranquila -me dijo y sentí su mano en mi brazo-. Acá estoy. No pasa nada.
-Odio el encierro. ¿Te imaginas si nos quedamos por horas acá? ¡Me muero! –Volví a alterarme mientras hablaba y me maquinaba más.
-Pau, sh, no digas eso –me dijo mientras me rodeaba con sus brazos y yo acomodaba mi cabeza en el hueco de su cuello buscando contención-. Seguro que ya nos sacan. O capaz que la luz vuelve enseguida.
Intenté calmarme respirando hondo y al hacerlo el olor a lluvia mesclado con su perfume llenó mis pulmones, y me encantó. Qué bien huele. Esa sensación de tenerlo cerca, conteniéndome, su fragancia… Todo condujo a que comenzara a relajarme un poco.
Pasaban los minutos y nada cambiaba, casi ni nos movíamos, yo solo me concentraba en respirar tranquila, en no ponerme nerviosa de nuevo y Pedro solo me acariciaba la espalda, acción que conseguía terminar de relajarme.
-Gracias – le dije.
-¿Por qué?
-Por ayudarme a estar calma, sola ya hubiera golpeado todo y gritado como loca.
-Un poco gritaste como loca –me dijo y sentí como su pecho se movía al reírse.
-No te burles –le reproché levantando mi cabeza de su hombro, buscando poder mirarlo a la cara a pesar de la oscuridad pero al estar tan cerca lo choqué, más que chocarlo lo rocé, sentí su mejilla contra la mía y mi corazón volvió a acelerarse al igual que mi respiración, pero esta vez no del miedo. Suspiré para acompasar mi respiración de nuevo pero tenerlo cerca me volvía loca, sentí como una presión que se iba adueñando de mi panza… Automáticamente subí mi mano hasta su rostro, colocándola en su otra mejilla. Percibí como su respiración también se aceleraba y ya no pude contenerme más, no podía reprimir más mis ganas, mi deseo de sentir por lo menos una vez más sus labios sobre los míos. Con mi mano en su mentón lo guié hacía mi y luego la usé para encontrar sus labios en medio de la oscuridad, enseguida me acerqué más a él y rocé mis labios con los suyos.
Pude sentir como se sorprendía de mis acciones peor también como le gustaban, sonreí y sentí como él también lo hacía, me separé un segundo y una risita nerviosa se me escapó pero volví a acercarme al instante, después de que presioné mis labios sobre los suyos por segunda vez él me abrazó con más fuerza atrayéndome hacía él y ahí fue cuando el beso empezó en verdad. Yo lo tomé por el cuello también acercándolo aún más, si es que eso era físicamente posible.
Ahora, sentada en la casa de Flor y recordando esa situación volvía a sonrojarme y volvía a sentir esa presión en mi panza, ese escalofrío por mi espalda… Del ascensor tardaron 15 minutos más en sacarnos luego de que aquel beso comenzara, y seguíamos besándonos cuando oímos que alguien golpeaba la puerta preguntando si estábamos bien. Esa vez no estaba tan incómoda, esa vez no pensé en Martín mientras lo besaba, ni hasta bastante después. Sin luz aún, llegamos a mi habitación sin casi hablar pero tomados de la mano, no me podía borrar la sonrisa de la cara y sentía mis mejillas arder, seguramente estaba muy ruborizada. Dentro nos encontramos con Zai y nos separamos un poco para que no nos viera de la mano. Dejamos las cosas allí, comimos los tres juntos y al otro día a la madrugada salimos hacia nuestra ciudad nuevamente.
No habíamos vuelto a tener una situación a solas desde lo del ascensor, no había podido hablar tampoco con él por ningún medio. Las chicas ya sabían lo que había pasado y principalmente por eso era esta reunión de amigas un domingo a la noche, aprovechando que los papás de Flor no volvían hasta tarde porque estaba en un cumpleaños. Les había pedido a mis amigas una sesión especial de psicólogas para que me ayudaran a aclararme las ideas. Ya que estábamos también cenamos y luego tocaba ver la película.
Cuando se aparecieron con los pochoclos yo seguía sentada en el sillón con la vista perdida y una sonrisa en mi rostro.
-¿Recordando que lindo es un ascensor? –me preguntó Zai y ambas rieron.
-¡Callate! –la reté pero también me reír. Me conocían muy bien.

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Ya no sé como disulparme por mis desapariciones, pero PERDÓN.
Ya pasaron mis parciales y otras cosas muy importantes que tenía que hacer. Espero que durante la semana pueda subir otro capítulo, se vienen unos muy lindos.
Gracias por el aguante y seguir leyendo.
Que tengan un muy buen comienzo de semana ♥

Agos ☺