Hoy, el verano se estaba haciendo sentir, así que todos íbamos vestidos bien fresquitos y hasta nos habíamos puesto los trajes de baño por si queríamos meternos en el laguito. Por suerte no era muy profundo y el agua era limpia, así que podíamos bañarnos en él. Comenzamos a caminar, tratando de ir por las sombras de los árboles, el sol estaba alto y quemaba bastante; el camino se pasó rápido y Zaira fue la que más habló durante ese lapso de tiempo, por suerte de cualquier otra cosa y no de lo que había pasado entre Pedro y yo… Nosotros íbamos bastantes callados y yo seguía esquivando su mirada a toda costa. Intercambiábamos algunas palabras pero siempre dentro de la conversación que dirigía Zai.
Cuando llegamos a la orilla de la laguna, no pude evitar sentir la sensación en mi estómago de todo contrayéndose y el rubor que subió por mis mejillas, escondí mi rostro, girando mi cabeza para que los chicos no me vieran.
-¿Vamos para el banquito? –preguntó Zai, señalando hacía la otra orilla donde se podía ver un banco de madera, de esos tipo de plaza. Lo habían puesto allí, a la sombra de unos árboles, haría un año para poder ir a tomar mates al lago y estar cómodamente sentados.
-Dale –estuvo de acuerdo Pedro y yo asentí también.
Caminamos hasta allí y a penas llegamos, Zai se sentó y Pedro lo hizo a su lado. Yo, en cambio, me descalce y fui a mojarme los pies a la orilla del agua. Estaba muy fría pero era refrescante sentirla porque hoy hacía bastante calor, por suerte había un poco de vientito y eso no permitía que el clima se vuelva sofocante.
Me quedé por varios minutos ahí parada, mirando el cielo que hoy era de un celeste muy claro y también prestando atención a la forma en que las nubes se iban desplazando por él, a causa del viento. Por un momento pude olvidarme de todo, de Martín, de Pedro, de mis nudos en el estómago constantes de estos días. Oía el murmullo de los primos hablando entre ellos detrás de mí pero estaba tan concentrada en encontrar un poco de paz que ni prestaba verdadera atención al significado de sus palabras. De repente escuché que un celular sonaba, me volteé para ver si el sonido venía de mi cartera pero no era así, Zaira ya se estaba llevando su teléfono al oído. Se alejó un poco de nosotros hablando con alguien. Pedro me miró fijamente y toda la calma que había conseguido se me esfumó en un instante. Con solo mirarme logro que mi corazón se acelerara y recordara sus manos en mi cintura, sus labios sobre los míos. ¿Qué me pasaba? Me giré con rapidez, volviendo la vista al lago y escapando de su mirada.
No pasaron ni 5 minutos que Zaira se acercó de nuevo y me llamó, seguramente para decirnos algo a los dos a la vez, así que me acerqué a ellos.
-Me llamó mamá para pedirme las llaves. Ni me di cuenta de dejársela en la maceta como hacemos siempre –nos informó.
-¡Uh! Qué macana… Bueno, vamos y después si quieren volvemos para acá, ¿no? –sugerí pero Zai negó con la cabeza enseguida.
-No, quédense. Yo voy, le dejo las llaves y traigo fiambre y pan, y hacemos un picnic, ¿sí? Total íbamos a comer sanguchitos en la casa también. Pero tenemos que aprovechar este día tan lindo –sonrío mientras hablaba, esperanzada de que aceptáramos su idea. Yo sabía que estaba buscando la ocasión de dejarnos a solas. ¿Cómo podía negarme? Alguna excusa se me tenía que ocurrir…
-Pero…
-Nada de peros… Dale, Pau. Ya vengo yo. –me dijo y agarró su bolso comenzando a caminar en seguida, antes de que me pudiera quejar o atinar a seguirla ya había desaparecido entre los árboles que rodeaban el lago. Tragué con fuerza, respiré hondo y agarré mi celular del bolsillo de mi bolsito para hacer que respondía algún mensaje, o algo, y así evitar charla con Pedro. Para colmo, como en el campo había poca señal, obviamente no me funcionaba internet. Me senté en el piso, cerca del agua. Cualquier cosa antes que tener que empezar a hablar con Pedro de algo que no quería afrontar…
No tenía la costumbre de bajarme juegos a mi teléfono pero me puse a jugar a uno de los que ya me habían venido cuando lo compré, no sabía ni de qué se trataba pero tenía que estar concentrada en eso. Mientras volvía a comenzar el nivel que acababa de perder mi celular sonó indicando un nuevo mensaje, así que saque el juego. Al fin tendría una buena distracción para seguir sin conversar con Pedro.
O eso pensé porque al abrir el mensaje y se cortó la respiración de la sorpresa… ¿Qué? Pero… ¿Cómo? No entiendo nada.
“De Pepe:
Hola… “
Eso era lo que podía ver en la pantalla… Esto no era ninguna distracción para ignorarlo. Me di vuelta, le sonreí con timidez y lo saludé con la mano. El me devolvió la sonrisa y se levantó del banco. Caminó hacia mí y se sentó a mi lado.
-Qué raro que estés tan callada vos –me dijo, y mientras hablaba arranco un pastito y se puso a jugar con él.
-Puede ser –solo pude decir eso, no sabía qué decir. Mi paz, mi tranquilidad habían quedado en el olvido.
-Pau… -comenzó y me tensé, esquive su mirada e imitándolo agarre un pastito para no tener que mirarlo a él mientras me hablaba- quería hablar con vos.
-Decime.
-Sobre lo que pasó ayer… Em, yo, quería… ¡Uf! Perdón por las vueltas. Y perdón por ayer. Eso quería, pedirte perdón. Sé que tenés novio… No tiene nada que ver lo que hice.
Estuve a punto de decirle que no tenía que disculparse, pero eso iba a sonar como que no me molestó… En realidad no es que me haya molestado el beso, solo que estaba mal. Yo tengo a Martín. No sé ni qué siento y este chico quiere que le responda algo concreto. Lo mire a los ojos, con la boca entre abierta esperando que algo salga automáticamente, alguna respuesta inteligente… Pero nada pasaba.
-Guau. Deje sin palabras a Paula Chaves –bromeó y rió. También yo reí, amaba ese humor tan de él-. Mira Pau, desde que llegué que me gustaste. Es realidad… Cada vez que te veía por fotos cuando mi prima subía alguna al facebook me parecías muy linda chica, pero solo eso… El tema fue cuando llegué y te conocí, y escuche tu risa, vi tus ojitos brillantes…
¡Ay Dios! No quiero escuchar esto. No quiero confundirme más. ¡Estoy con Martín! ¿No puede simplemente guardarse sus sentimientos, no confundir los míos y ahorrarme un problema? Me estaba desesperando su confesión, porque cada vez sabía menos cómo responderle a todo lo que me decía. Decidí interrumpirlo. No quería escuchar más.
-¡Para Pedro! –le dije casi en un grito y se sobresaltó.
-Perdón –dijo de nuevo y se encogió de hombros, pude ver como su mirada se entristecía, se opacaba… No quería ser yo la causante de esos ojitos tristes pero, en este momento, no me quedaba otra…- Lo que menos quería era incomodarte y con cada palabra que agrego lo hago más. Lo noto… Perdón, otra vez.
-Está bien, no tenes que disculparte.
-Sí, tengo que hacerlo, si no dejo de meter la pata –sus ojos seguían apagados… Con tristeza, culpa… No sabría decirlo.
Definitivamente me hacía mal verlo mal pero no sabía ya que responder.
-Todo bien Pepe –le dije como para dejar ahí la conversación y por suerte llegó Zaira. La salvadora, increíblemente, era la misma persona que había hecho que nos quedemos solos para que esta conversación tan incómoda existiese. Ya la iba a agarrar a mi amiga.
Preparamos la comida y disfrutamos del día. Comimos a la sombra de los árboles y después nos refrescamos en el laguito. La relación entre Pedro y yo seguía tirante en un principio pero a medida que la tarde avanzó todo fue un poco más relajado, a pesar de todo: del beso, de su “declaración” o como se llame lo que me dijo hace un rato; no podía ocultar lo bien que la pasaba con él, lo que me hacía reír. Termine relajándome y haciendo como si nada hubiera pasado en el campo hasta ahora. Así también fueron los dos días que siguieron, nos la pasamos caminando, disfrutando del aire libre, hasta anduvimos a caballo. Todo muy divertido pero igual, por las dudas, seguí evitando quedarme a solas con Pedro todo el tiempo que pude. Las únicas ocasiones en las que estuvimos a solas, como cuando mi caballo se rebeló, se enchinchó y se fue para cualquier lado corriendo y él fue a rescatarme antes de que me tirara por ahí (flor de susto me pegué), fueron todos momentos mínimos y que no alcanzaron para que pudiera sacar a luz sus sentimientos otra vez.
El último día que pasamos en el campo, para despedirnos y recorrer cada uno de nuestros lugares favoritos del lugar, volvimos a ir a cabalgar, más por capricho de Zaira (a quien le encantaba montar) y por Pedro a quién también le gustaba; yo me había quedado bastante asustada de mi experiencia con el caballo rebelde pero no me iba a quedar sentada esperándolos mientras ellos paseaban. Igualmente, Zaira se ofreció a llevarme con ella en el mismo caballo así no tenía que preocuparme de tener que controlarlo yo solita. Yo me daba bastante maña pero mi amiga tenía muchas más experiencia.
Paseamos por un largo rato, lentamente, a lo sumo trotando un poco (que era a lo máximo que me animaba) hasta que mi amiga tuvo un idea GENIAL. Léase mi ironía.
-¿Galopamos un poco? Es re divertido –dijo muy animada y sonriente, pero yo que estaba sentada detrás de ella, aferrada a su cintura ya empezaba a sufrir.
-Dale, buena idea –aceptó Pedro pero yo enseguida acoté mi opinión.
-Mala idea, muy mala idea –dije.
-¡Ay! Dale, Pauchi, no pasa nada. Si sabes que sé andar bien –me dijo mi amiga.
-Pero vos sabes que me da miedo.
-Dale, no galopé en todo el finde –me dijo y se volvió un poco hacía mi para mirarme con sus ojitos de perro mojado.
-No, anda vos… Yo me bajo. Los espero acá –le dije sonriéndole, mostrando firmeza en mi voz para convencerla.
-¿Segura?
-Sí, claro. Vayan –le dijo y vi que Pedro comenzaba a desmontarse de su caballo-. ¿Qué haces? –le dije.
-Te ayudo –me respondió mientras se acercaba-. ¿O podes sola? –me preguntó riéndose.
-¡No te burles Pedro! Pero está bien, ayudame –acepté. Zai me dejó uno de los estribos libres y puse mi pie allí, descolgué el otro pero no podía encontrar el piso para afirmarme. ¿Por qué este caballo era tan alto? Escuché una risita detrás de mí y sentí unas manos en mi cintura. Me sobresalté ante el contacto y el recuerdo de la última vez que las manos de Pedro habían estado ahí volvió a mi mente, generando un repentino rubor en mí y la risita burlona de mí mejor amiga al verme. La fulminé con la mirada y me dejé caer, confiando en que Pedro no me dejaría caer, y así fue, enseguida sentí el piso bajo mis pies y el apartó sus manos de mí. Zaira taconeó su caballo enseguida y salió al galope, perdiéndose entre los árboles.
-Buena onda tu prima. Te dejó atrás –me di vuelta para mirar a Pedro mientras le decía eso.
-La alcanzo en dos minutos –me respondió guiñándome un ojo-. ¿Segura que te queres quedar acá sola?
-Sí, no pasa nada. Vuelvan rápido igual –le dije riendo.
-Dale. Nos vemos en un ratito –me dijo alejándose de mí. Se subió a su caballo con una agilidad increíble. ¿Tendría caballos en España también?
Cinco minutos habrán pasado desde que Pedro había partido del claro en el que me encontraba que, cuando volvió a aparecer.
-Ey, hiciste rápido. ¿Ya viene Zai?
-No, en realidad volví porque no la encontré. Habrá doblado, no sé… Tampoco quería dejarte sola acá, que estamos lejos de la casa…
-Sí, es verdad, y esta por bajar el sol –agregué, mirando al horizonte que ya se teñía de naranja-. ¿La esperamos acá?
-Creo que sé para donde se fue, había dos caminos y por el primero que seguí no estaba así que supongo que siguió el otro. ¿Vamos?
-Em -me quedé dudando medio segundo mientras el desmontaba, pero enseguida respondí-. Dale, pero sin galopar.
-Bueno, eso lo vemos –me dijo cuando ya me estaba ayudando a subir y se subía delante de mí. Sin dejarme responder, quejarme, ni siquiera sin dejarme respirar una vez más, taconeó a su caballo y salió como una flecha hacía el camino entre los árboles. No pude evitar pegar un grito de susto.
-¿Estás loco? –le grité pero me aferre con fuerza a su cintura.
-Un poco –dijo riendo.
-No es divertido esto, Pedro.
-Si me seguís agarrando así, a mi me re divierte –me respondió desconcertándome completamente.
-¡Pedro! –le grité, retándolo. Pero no pude evitar reírme sabiendo que él también lo hacía, por el movimiento de su panza debajo de mis manos-. No te vayas de tema. ¡Y dejá de pasar tan cerca de los árboles! –volví a gritarle al ver cuán cerca habíamos pasado de un pino y él volvió a reír.
-No pasa nada Pau. Tranquila –Pero yo no hice más que cerrar los ojos y agarrarme con más fuerza, al ratito escuché la risa de mi mejor amiga y sentí cómo nos deteníamos. Abrí los ojos y me encontré con Zai frente a nosotros, aún montada en su caballo. Al lado de las caballerizas.
-¿Podes respirar Pedro? –preguntó riéndose y yo me puse bordó de la vergüenza, estaba estrujando a Pedro con mucha fuerza. Aflojé mi agarre y la fulminé con la mirada.
-Nos abandonaste, nena –le dije.
-Yo me quedé esperando a Pedro… Pero como no lo vi venir, que se yo, seguí hasta acá, ya veo que si no nos la pasábamos dando vueltas sin encontrarnos –se explicó y desmontó-. ¿Vas a largar a Pedro para que podamos guardar los caballos o estas comoda ahí?
Si antes dije que estaba bordó, ¡ahora creo que lo estaba el doble! Zaira y sus comentarios… Me terminé de soltar y él se bajó de un saltó, me ayudó a bajar y caminamos los tres juntos hacía la casa.
Todavía con mi cara ardiendo subí hasta la habitación y termine de ordenar mis cosas. Según había dicho Andrés en media hora salíamos rumbo a la ciudad. De vuelta al cemento… A ver si las cosas allí volvía a como habían sido. Lo dudaba mucho. Este viaje me había cambiado un poco la forma de ver las cosas. Obvio que estaba de novia con Martín pero al parecer se podían tener sentimientos por otra persona a la vez. ¿Qué iba a hacer con esto?
----------------------------------------------
Les vuelvo a avisar por acá por si no leyeron mis tweets de ayer... (@AgosPulvirenti @VerteReirPyP ): los días de subida de capitulo pasan a ser los martes. Por ninguna razón en especial, solo que los martes estoy más tranquila con la compu que los lunes. Jajaja.
Muy buena semana. Nos leemos ♥
Agos ☺
muy bueno entonces nos leemos el proximo martes besos
ResponderEliminar