lunes, 10 de febrero de 2014

Capitulo 8

 El sol me pegaba en a cara pero la suave brisa que había este día impedía que la temperatura sea demasiado elevada a pesar de que era verano. El olor a sal impregnaba el ambiente y no me cansaba de observar las hermosas combinaciones de verdes, turquesas y azules que tenía ante mis ojos.
El acompasado sonido de las olas al romper en la orilla me ayudaban a relajarme más y más. Pero lo que mas feliz y en paz me tenia era el echo de saber que con solo estirar mi brazo derecho podía tocar a mi novio, a Martín. Amaba cada momento que pasaba con él. Lo mire y le sonreí, él me devolvió la sonrisa y comenzó a acariciarme el pelo, justo como a mi me gustaba. Siempre sabía que era lo que a mí me gustaba. Cerré los ojos y continué relajándome, respirando tranquila, sintiendo sus mimos.
De repente deje de sentir la brisa, el olor a sal, también el sonido de las olas, pero no sus caricias. Respire profundo y me acomodé. Cuando hice esto deje de sentir los mimos en mi pelo y caí en la realidad, había sido solo un sueño, pero seguí con los ojos cerrados para ver si podía volver a soñar lo mismo. Como extrañaba a Tincho.
Mientras pensaba todo eso, volví a sentir las caricias. "Pero no estoy dormida." Me dije. "¿Será Zai?" Pensé. ¿Cuándo habíamos ido a su habitación? ¿Terminamos de ver la película? El enredo que tenia en mi mente era terrible. No tenia ni idea de dónde estaba, o como había llegado... Opte por abrir os ojos y así aclararme de una buena vez.
Pude ver que seguía en el quincho, hecha un ovillo en el sillón, tapada con la manta, frente a la televisión que seguía encendida con el menú de la película en pantalla. Por el ventanal observe que afuera seguía estando oscuro, aunque por suerte había parado la lluvia, no tenia ni idea de que hora podría ser. Estaba acurrucada, los mimos seguían, me removí en el lugar, y otra vez se detuvieron. Me incorporé un poco, bostezando y pude ver a Pedro a mi lado, mirándome, percibí como el color subía por sus mejillas y también vi que detrás de el estaba Zai, todavía durmiendo.
Me puse un poco, o bastante, incomoda por la situación, por saber que las caricias que había estado recibiendo y que tanto me habían gustado, habían sido de Pedro. Sentí como el calor se apoderaba de mis mejillas, seguro que ahora era yo la que se estaba ruborizando.
-Pau. -comenzó a decirme pero de repente tuve miedo de lo que pudiera decir, así que lo interrumpí.
-¡Nos quedamos re dormidos! -comenté y sonreí, levantándome del sillón. Para poner un poco de espacio entre nosotros. Tenerlo tan cerca me confundía-. ¿Qué hora será?
Pedro se levantó también y tomando su teléfono celular de la mesita de la televisión me dijo que eran las 3 y media de la mañana.
Bueno, no había sido tanto tiempo lo que dormimos todos en el sillón, pero pensar en la forma en que me había despertado, con esos mimos, me tenia realmente inquieta, no sabia que pensar y sentía mi estomago encogerse o retorcerse, o algo así, dentro mío.
-Despertá a Zai así vamos a dormir a la casa, que mientras yo acomodo lo que usamos acá -me dijo Pedro sin ni siquiera mirarme a los ojos. Creo que seguía tímido, o incómodo, y la verdad es que yo también, así que solo hice lo que me había pedido.
Saque la manta del sillón, para ver si sintiendo el fresco que hacía, Zai ya se despertaba pero no lo hizo. ¡Mi amiga y su sueño pesado! Doble la manta, la dejé a un lado y me acerqué de nuevo a la morocha. Luego de llamarla durante un rato y ver que no se mosqueaba, no me quedó otra opción que zamarrearla un poco.
-¡Ay! -Se quejó soltándose de mi agarre-. Nunca despertarme llamándome, ¿no?
-¡Te estuve hablando como por 10 minutos y ni te movías! -me defendí.
-Ya teníamos miedo de que inundes todo con tu baba-. Se burló Pedro de ella y rió.
-¡¿Qué?! -Exclamó Zai alarmada y se llevó las manos a la boca-. ¡No estuve babeando! ¡Mentiroso!
Pedro y yo no pudimos evitar mirarnos y volver a reírnos de ella.
-Dale, vayan a tu cuarto, cachorra. Así siguen durmiendo -le dijo Pepe y terminó de juntar los potecitos en los que habíamos comido el helado.
-¡Ya te dije que no me digas más así! -Lo fulminó con la mirada y yo contuve mi risa para no hacerla enojar más-. Encima me perdí el final de la película. ¿Cómo terminó?
-No sé -me encogí de hombros-. Yo también me dormí -le dije y miramos a Pedro para ver si él había terminado de verla.
-Tampoco la vi, mañana la terminamos.
-Dale -aceptó Zai y yo gemí. Otra vez a sufrir con esa película-. No seas miedosa, gorda –me dijo mi amiga riendo ante mi reacción.
Terminamos de ordenar rápidamente y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Yo seguía con esa extraña sensación en el estomago, parecía que me lo habían dejado dado vuelta, y con la incomodidad de no saber por qué Pedro había hecho lo que hizo, y la incertidumbre de que, para colmo, yo estaba totalmente cómoda y relajada con sus mimos. Por qué habría estado acariciándome el pelo cuando se suponía que dormía...
Después de un rato dando vueltas y pensando, volví a dormirme, esta vez sin sueños, hasta que escuche a mi amiga llamándome.
-¡Arriba Chaves! ¡Salió el sol! Vamos, vamos. ¡Arriba! –me decía mientras saltaba en la punta de mi colchon. ¡Molesta! Le tiré uno de los almohadones que tenía cerca y me tape con la sábana hasta la cabeza-. Eu, ¡Sin violencia! –me dijo y no pude creer lo cara dura que es.
-¿Sin violencia me decis? –le reproché-  ¡vos me estas despertando saltando en mi cama!
-Bueno, bueno. Parece que nos levantamos de mal humor… -Dijo Zai, y eso no hizo más que lograr ponerme de mal humor verdaderamente. La fulminé con la mirada, levantó sus brazos como destacando su inocencia y antes de salir de la habitación me dijo:
-Te espero en la cocina –cerró la puerta detrás de ella.
Efectivamente podía ver de nuevo el cielo celeste a traves de la ventana del cuarto de mi amiga. Hacía tanto que no lo veía que ya ni me acordaba que pudiera ser tan brillante. Me desperecé, me levanté, hice mi cama y me vestí.
Antes de salir de la habitación recordé todo lo sucedido anoche, mejor dicho recordé el momento en que desperte con mimos de Pedro sobre mi cabello y el nudo volvió a hacerse en la boca de mi estómago. Pero enseguida intente relajarme, capaz imagine todo, estaba tan dormida, tan distraida, ni recordaba haberme quedado dormida allí. Si, seguro lo había imaginado. Suspiré con fuerza para “desatar” ese nudo un poco y salí de la habitación revisando si tenía algún mensaje nuevo en mi celular…
¡Bam! Golpe. Celular al piso. Yo casi en el piso pero unos brazos me rodean la cintura. Descolocada por unos segundos. Levanto mi vista y me encuentro con sus ojos color miel, fijos en los mios.
-¿Estas bien? –me pregunta y asiento. Esta cercanía con él me deconcierta. Cada vez que lo tengo cerca ultimamente termino sin palabras… ¿Se acuerdan del nudo que había conseguido “desatar” en mi estomago? Bueno, olvidenlo. Ahí esta de nuevo. Intento enderezarme y resvalo, pero por suerte Pedro me seguían sosteniendo, se ríe y me ayuda a encontrar mi equilibrio. Al menos fisicamente hablando, mentalmente no sé ni donde estoy.
-Pe Perdón, Pepe. No te vi –le digo.
-No te preocupes, yo tampoco te ví –me sonríe ampliamente, esta despeinado, con cara de recién levantado… Por suerte esta vestido. Me sonrojó de solo pensar chocármelo en paños menores… “¡Basta Paula!” Me digo. Últimamente me lo estoy diciendo mucho… Ojalá no pueda notar el color en mis mejillas aunque creo que si porque él también se sonroja un poco.
-Este pasillo esta como encaprichado en que nosotros nos choquemos parece –me dice poniéndole humor a la situación-. ¿Estás bien?
-Si, em… Si, bien. ¿Vamos a desayunar?
-Vamos
Llegamos juntos a la cocina, Zai nos ve y se vuelve hacía la mesada para traernos los licuados que preparó, genia total. Esperen, ¿se río antes de darse vuelta? ¿Por qué? Creo que sigo imaginando cosas. Me senté en la mesa de vidrio que había en esta habitación junto a Pedro, y Zai, luego de alcanzarnos los vasos se sentó frente a nosotros.
Después de tanta lluvia al fin había sol. Aunque la temperatura seguía siendo baja ya el echo de sentir como el calorcito de los rayos que entraban a través de la ventana era reconfortante. ¿Les dije que amo el verano, el calor? Bueno, lo amo. Me pone totalmente de bueno humor este clima.
-¿Ya pasó el mal humor? –me pregunta Zai sonriendo, entre irónica y divertida.
-¿Estabas de mal humor? –me preguntó Pedro. Pero antes de que pudiera contestar lo hizo mi amiga.
-Ah, ¿a vos no te ladro a penas te vió? –le dijo. Era obvio que quería hacerme sentir culpable. ¡No lo iba a conseguir!
-No, no tuvo tiempo. Nos encontramos… ¡De golpe! –dijo y me sonrió con complicidad, vi la cara de confusión de mi amiga y reí.
-No estaba de mal humor, vos me habías echo enojar con tu manera de despertarme –le aclaré. Pero creo que ni me escuchó.
-¿De qué se ríen? No me escondan cosas. ¿Qué pasó? –Su instinto de chusma estaba intacto, me reí internamente y lo mire a Pedro esperando que el contara nuestro pequeño accidente matutino, pero no dijo nada… Me miró a mí.
-Nada, salí de tu habitación distraída, mirando mi celular y no sé cómo llegue a los brazos de Pedro pero él hizo que no me cayera. Nos chocamos, básicamente.
-Ay él rescatando a la damisela en apuros –se burló la morocha.
-Callate cachorra. -Le dijo Pedro remarcando esa última palabra, que sabía que tanto lo molestaba a su prima.
Bromeamos un rato más sobre tonterías mientras terminábamos de ver lo que nos quedaba de la película de anoche y Zai recibió un llamado de sus padres que seguían en el campo. Le contaron que, por suerte, nada se había roto nada con la caída de algunos árboles que hubo en el lugar debido a la tormenta. Y también le reiteraron que me invitara a pasar el fin de semana allí con ellos. Yo volví a aceptar la invitación, no había hablado con mis padres aún pero dudaba que tuvieran algún problema; conocían bien a los padres de mi amiga y se llevaban genial. Además ya me habían dejado ir un montón de veces con ellos de paseo, al campo o a otros lugares.
Mientras pensábamos qué podíamos almorzar llamé a mi mamá y ya le pedí permiso así podía confirmar mi asistencia a la salida de fin de semana. Por suerte me dejó solo con la condición de que antes de irme pase un rato por casa, no solo a buscar ropa, sino a hacer un poco de orden en mi habitación. ¡Padres! Pero bueno, acepté, el paseo no me lo quería perder. Amaba el campo de la familia de Zai. Amaba pasar tiempo con ella y bueno, con Pepe también.
Por suerte en la heladera de Zai había fiambre, así que como nadie tenía ganas de cocinar ese sería nuestro almuerzo. Sanguchitos de jamón y queso.
-¿Y si vamos al club a comer? Total tenemos que salir a comprar pan, y ya que salió el sol… -propuso Zai y no me pareció mala idea.
-¿No va a estar todo embarrado? –comentó Pedro y la verdad es que tenía razón, por más que el sol estaba brillando hoy con toda su fuerza no iba a alcanzar a secar todo lo que se mojó en estos varios días ininterrumpidos de lluvia.
-No importa, vamos igual. Ya estoy cansada del encierro –rogó la morocha juntando sus manos como pidiendo al cielo que aceptemos su idea.
-Está bien. No creo que sea tan trágico un poco de barro…

¡Y cómo me arrepentí, media hora después, de haber dicho esa frase!
A penas llegamos al club y salí de la veredita para ir hacia una de las mesas de material me patiné y termine sentada en el piso, pies, piernas, cola y codos (porque me apoyé en ellos para no terminar acostada) llenos de BARRO. Pero que amor. ¿Por qué soy tan propensa a estos accidentes?
Encima mi “mejor amiga” no paraba de reírse de mí. Genial. Pedro por suerte solo rió un poco y enseguida vino a ayudarme a ponerme en pie. Esta vez me puso una mano en la espalda sin vacilar, y con la otra me tomo de una mano, así yo pude agarrarme de su hombro con la mano libro y no volver a caer, así me acompaño hasta la mesita y Zaira que se seguía riendo. Definitivamente ya estábamos en confianza, los primeros días juntos casi ni me tocaba… Me gustaba más el Pedro sin vergüenza.
Comimos nuestros sanguchitos y seguimos conversando, si era por Zai y yo siempre teníamos un tema del que hablar pero poco a poco me daba cuenta que también tenía varios temas en común con Pedro, que se yo, gustos parecidos en varias cosas que nos dejaban conversación.
-Chicas. Les cuento algo… -comenzó Pedro y las dos, que estábamos peleando porque Zai quería borrar algunas de las fotos que habíamos sacado hace un rato porque decía que no la favorecían, le dedicamos nuestra atención y dejamos la cámara en la mesa.
-Me das miedo Pedro. Conta YA. –dijo Zaira, acelerada, intrigada. Yo también lo estaba pero siempre era más tranquila que ella.
-Tanquila. –dijo riendo entre dientes-. Sos tan exagerada… Les iba a comentar que hable con tu papá y me va a prestar el auto algún día de la semana que viene para que pueda ir a sacarme el registro.
-¡Ay! Buenísimo Pepe. Te vamos a poder usar de remis –le dije y reí.
-Sí, ya me veo de chofer –rió también.
-Papá seguro te va a prestar el auto cada tanto así podemos pasear.
-No, pero… Mi idea es… Desde allá me vine con ahorros, estuve trabajando desde que terminé el colegio, así que pienso comprarme algo para movilizarme. Y movilizarlas… Saben que siempre van a estar invitadas -nos guiñó un ojo mientras nos contaba-. Por suerte ahorré en euros así que voy a buscar algo usado pero bueno. ¿La semana que viene me acompañan a ver autos?
-Sin duda. –Dijo Zai-. Tenemos que darte nuestra aprobación. Yo no me subo a cualquier cosa.
-¡Pero cállate! –le dije yo. No me hagas recordarte el auto con el que te pasaba a buscar tu “chico” a mediados del año pasado.
-Ay. Sh. Qué horror. –dijo casi estremeciéndose y con Pedro reímos de su exageración.
Más tarde, después de tomar unos mates con los chicos, jugar a las cartas y evitar caerme otra vez en el barro, volví a mi casa, ordene mi cuarto y cene con mi familia. Esa noche la pasaría con ellos, para que después no reclamaran mis largas ausencias en casa. Pareciera que a veces los padres se olvidan de su adolescencia, de que seguramente ellos a mi edad andaban más en la calle o en casa de sus amigos que en sus propias casas… Pero bueno. El sí ya lo tenía y mañana a la noche salía con Nora, Andrés, Zaira y Pedro rumbo al campo de la familia Nara.

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Ay! Que se nos va pasando Febrero... Ay, ay. Quiero vacaciones ETERNAS! Jajaja.

Espero tengan una muy buena semana y les vaya bien en todo lo que se propongan ♥

Besos, y leo sus comentarios que me inspiran a seguir escribiendo.

Agos ☺

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