viernes, 21 de marzo de 2014

Capitulo 14

¿Cómo es que solo 2 cuadras podían parecer tan extensas? Pedro caminaba durante la primera cuadra muy cerca de mí y casi ni me habló… No entiendo. Qué pretende con acompañarme si ni siquiera me está mirando. Capaz solo quería acompañarme por mi seguridad, tengo que dejar de pensar todo el tiempo que quiere conquistarme o que pase algo “romántico” conmigo. Tal vez ya comprendió que yo estaba con Martín y no podía pasar nada con él. Pensar en eso hizo que uno de los nudos en mi panza apareciera, pero no uno de esos como los que te aparecen cuando te dan una noticia feliz, que te genera nervios pero felices, uno de eso como cuando te dicen que algo se complica… Si, era complicado todo esto. La pasaba muy bien con Pedro, y recordaba el beso en el campo como un lindo momento, aunque no tendría que ser así, pero debía admitirlo: me había gustado; todo tendría que quedar ahí y nada más. Era lo mejor. Creo.
Cuando estábamos por doblar la esquina para llegar a mi casa sentí que me tomaba de la mano y me sobresalté. ¿Qué pasó acá? Me detuve y lo observé.
-Perdón, quería pararte para decirte algo –me explicó esquivando mi mirada y me soltó la mano.
-Sí, decime.
-Es que… No quiero que las cosas estén así entre nosotros.
-¿Así cómo? –le pregunté… Porque no entendía a qué se refería.
-Así, distantes. O sea, cuando estamos con Zai nos matamos de risa como siempre, charlamos lo más bien. Pero apenas nos quedamos solos, como ahora, somos capaces de caminar dos cuadras sin ni siquiera conversar. Y no quiero esto.
-Ya sé, yo tampoco lo quiero… Pero bueno, es cosa de los dos, ¿no? Ambos quedamos incómodos con las cosas que pasaron. Y no sé.
-Sí, ya sé que fue por mi culpa –empezó a decir él pero lo interrumpí.
-No. No quiero decir eso Pepe. No es tu culpa. Está bien, vos quisiste expresar lo que te pasaba. Estás en tu derecho, así como yo después te dije qué me pasaba a mí.
-Sí, está bien. Pero mira como estamos ahora. Capaz tendría que haberme callado –me dijo y agacho su cabeza, otra vez podía notar como sus ojos se entristecían, y eso no me gustaba. Llevé mi mano derecha a su mejilla para que levante la mirada de nuevo y me mire a los ojos para poder terminar de hablar. Y de paso le hice una caricia, acción que lo hizo sonreír. Luego baje la mano y con sus ojos marrones fijos en mis verdes le dije lo que pensaba.
-Mira Pepe, si las cosas se dieron así por algo fue. No es momento de arrepentirse de nada. Lo que pasó ya pasó, y no está mal, tampoco sé si está muy bien porque tengo novio –le dije y me sonreí, tener esta conversación me ponía un poco incomoda y mis mejillas estaban tomando color de a poco, pero bueno, si queríamos recuperar nuestra fluida buena onda teníamos que dejar varias cosas en claro.
-Sí, perdón. En el momento ni lo pensé, me re deje llevar por lo que sentía –me confesó. Y seguía pidieron perdón. ¡Qué chico!
-No me pidas más perdón –Le dije y agregué-. Ojalá yo también me dejara llevar así por lo que siento –empecé a decirlo muy convencida y fui bajando la voz al final de la oración. Lo que siento… ¿qué siento? ¿No estaba haciendo lo que sentís? Ni yo sé qué digo ya…
-Te recomiendo que lo hagas, es liberador –me dijo riendo, que bueno que volvió a reír. Amaba su risa-. Aunque después capaz no todo queda como deseas.
-Ya vamos a arreglar todo. Quedate tranquilo –le dije pero por dentro no sabía ni a qué me refería con “arreglar todo”.
Dejamos la conversación ahí y terminó de acompañarme hasta casa, nos despedimos y entré. Al entrar me encontré con mis padres que al parecer acababan de llegar. Los saludé y dejé que se cambiaran tranquilos, ambos amaban ponerse ropa de entrecasa apenas llegaban. Yo empecé a hacer la cena y en unos minutos estuvimos todos sentados alrededor de la mesa.
-Tengo novedades –anuncié y todos volvieron su atención hacia mí.
-Yo sé, yo sé –canturreo Delfi y me hizo reír.
-Conta Pau. Sabes que la ansiedad la heredaste de mi –me dijo mamá que ya estaba sentada en la punta de la silla para verme mejor a la cara desde su lugar.
-Ya lo veo –dije y volví a reír-. Nos mandaron un mail diciendo que estamos citadas para un desfile de alta costura a Zai y a mí, para este finde. Mañana vamos a la agencia a hablar y aclarar todos los detalles.
-¡Qué lindo hija! ¡Que alegría me da!
-Nos gusta mucho que vayas cumpliendo tus sueños. En serio –agregó mi papá y si ya estaba más feliz me puse aún más por ver la alegría en ellos.
-¿Es acá por la ciudad, no? –preguntó mamá.
-Mmm, no ma. Es en Mar del plata según el mail que nos enviaron.
-¡Ay! ¿De verdad? –me preguntó y vi como se entristecía.
-Si, ¿Por qué? –quise saber. Y mi papá tomó la palabra.
-Es que justo este fin de semana tenemos la fiesta de inicio de año con la gente de la empresa y es muy importante. Siendo gerentes se nos hace casi imposible faltar –ahora entendía el cambió de humor repentino. Capaz si era en la ciudad llegaban a verme y a la fiesta pero viajando a mar del plata sería imposible.
-No se hagan problema. En serio. Yo creo que voy a seguir creciendo en esto, ¿no? Es mi idea. Y ya van a tener miles de desfiles más a los que ir a verme.
-Ay, perdón hija –me dijo mamá y se levantó a abrazarme.
-No pasa nada ma, en serio. Seguro que los papás de Zai nos llevan y sacan muchas fotos para después mostrarles.
Terminé yo consolándolos a ellos pero la verdad es que estaba un poco desilusionada, mis papás se la pasaban trabajando y sé que gracias a eso teníamos una vida muy buena pero a veces me gustaría que en estos pequeños avances pudieran estar conmigo, a mi lado. No solo apoyarme con palabras. Siento su apoyo, pero no es lo mismo. Media triste me fui a mi habitación cuando terminamos la sobremesa, mi mamá se encargó de lavar los platos.
Antes de acostarme a dormir decidí volver a revisar mis mails y de paso mirar un poco por el Facebook. En los mails no había nada nuevo, en cambio en Facebook había algunas notificaciones: dos de juegos, un de dos fotos en las que me había etiquetado Zai, unos comentarios en un estado mío de antes de ayer y un nuevo evento. Abrí el evento y pude ver que era la invitación al cumpleaños de una amiga del club que teníamos en común con Zai. Lo festejaba este jueves, pasado mañana, en los quinchos del club y avisaba que podíamos ir con novios u otros amigos que quisiéramos llevar. “Vane nunca tenía drama de conocer gente nueva.” Pensé y me reí. Lo bueno es que Pedro iba a poder venir con nosotras. Hable un ratito con Zai, arreglamos que mañana me pasaba a buscar con su mamá a las 10 de la mañana para ir a la reunión de la agencia y me fui a dormir.
En la mañana, cuando comenzó a sonar el despertador sentí que era lo peor que podría pasarme. ¡Tenía mucho sueño aún! Pero bueno, pensé en el desfile y traté de ponerle onda. Desayuné algo, me lave la cara y llegó Zai a buscarme.
En la reunión nos contaron que teníamos el alojamiento incluido y las comidas (genial) para nosotras dos y un acompañante cada una, desde el viernes a la noche hasta el domingo a la mañana, o sea que pasaríamos dos noches allí porque el desfile se dividía entre ellas, era como una muestra de fin de semana de varios diseñadores importantes, y nos tocaba hacer pasadas ambos días.
Una vez arreglados los detalles salimos y la mamá de Zai que nos esperaba en el café de enfrente pagó su cuenta y volvimos a nuestro barrio. Le propuse a mi amiga quedarse en casa y aceptó por lo que hicimos eso. Nos preparamos el mate y salimos al patio de casa para tomarlos. Luca, mi hermoso golden, nos siguió y se sentó bajo la sombra del árbol junto a nosotras, siempre fiel y compañero.
Charlamos sobre el desfile, muy emocionadas y pensando qué prendas nos tocaría pasar. Imaginando cómo sería todo y hasta las tardes de playa que podríamos disfrutar. Obvio que no nos íbamos a perder la posibilidad de caminar por la rambla o meternos al agua.
Mientras hablábamos me llegó un mensaje al celular, era de Pedro. Que raro…
-Ay, ella y Pedro se hablan sin que yo sepa… -me burló Zai.
-¡Nada que ver Zaira! No sé que me querrá decir –le dije.
-¡Y abrilo! –sí, mi amiga es mas ansiosa que yo.
Abrí el mansaje y solo me decía: “estas con Zai?”, le respondí enseguida: “Si, en mi casa, por?”. Y a los 5 minutos llegó la respuesta: “Salgan a la puerta.” Le mostre el mensaje a Zai y me preguntó:
-¿A la puerta de donde?
-Supongo que de acá. Le dije que estábamos en casa.
-Bueno, vamos –me dijo y tomándome de la mano me levantó de mi reposera y casi que me arrastró hasta la puerta. Cuando abrimos nos quedamos boquiabiertas por un momento y luego empezamos a saltar de felicidad. ¡Pedro ya tenía su auto! El mismo que habíamos ido a ver el otro día. Lo estacionó y se bajó con una sonrisa radiante en su rostro. Esas de las suyas que me parecían tan lindas.
-¿Listo? ¿Lo compraste? ¿Es todo tuyo? –Zai lo llenó de preguntas.
-Sí, así es. Ayer el tío Andrés habló con él por teléfono para hacerle algunas preguntas más y arregló para que yo pasara esta mañana a firmar los papeles, pagarlo y llevarlo.
-¡Qué bueno! –exclamó mi amiga y como me seguía teniendo agarrada del brazo me arrastró con ella cuando corrió hacía Pedro y me hizo abrazarlo con ella también. ¡Qué nervios! No tenía a Pedro tan cerca desde… Desde… Ustedes saben. Moví mi cabeza hacía un lado, aun manteniendo el abrazo porque Zai no nos soltaba y me encontré con los ojos de Pepe fijos en los míos. Automáticamente sentí como si estuviera en una montaña rusa, en la parte esa en la que subís hasta arriba de todo y comienza abruptamente la caída. ¡Muy cerca! Alerta roja. Tironeé como pude y me solté del agarre de mi amiga.
Seguimos felicitando a Pedro y fuimos a dar un paseo los tres en el auto por la costanera. Recordamos aquella primera salida de los tres. ¡Parecía que había sido hacía tanto! Y no hacía ni un mes…
Le comentamos a Pedro del cumpleaños y se re prendió. Ya que andábamos por el paseo de la costanera que estaba lleno de negocios compramos un regalito para Vane.
Volvimos a casa de Zai con la noticia de que Flor ya había vuelto y había pasado por allí. ¿Por qué no mandó mensaje? ¡Qué chica! En seguida salimos hacia su casa para ir a saludarla. Pedro se quedó porque como todavía no conocía tanto a Flor y seguramente nos íbamos a quedar en se casa charlando se iba a sentir incomodo, o eso nos dijo.
Abrazamos a nuestra amiga, mucho y muy fuerte. ¡Tantos días sin vernos!
-Estas re negrita Flor –le dije y se río-. Si, reite así te veo por lo blanco de los dientes.
-Así que seguís igual de exagerada Paula Chaves –me dijo Flor.
-Obvio, no iba a cambiar tan rápido –respondí.
-Algunas cosas si cambiaron rápido… ¡Contame YA qué pasó con Pedro!
-Ay Dios –me quejé y me senté en la cama y comencé a cebar mates, esta charla se iba a extender. Nos teníamos que poner al día.

¡¿Dónde habré metido mi vestido verde estampado?! Quiero ponerme eso para ir al cumpleaños, que por cierto empieza en una hora y yo en veremos… Por suerte las madres tienen esa especie de brújula interna que las hace saber siempre donde esta todo, y vino a mi habitación y me encontró el vestido verde.
Me vestí y maquillé. En 15 minutos pasaba Pedro con su auto y Zai a buscarme y después buscábamos a Flor. Cuando tocó bocina yo todavía estaba intentando abrocharme las sandalias, así que bajé descalza con las sandalias y el bolso en la mano y termine de prepararme en el auto aunque Pedro y Zaira se burlaban de mí.
Esto de ir a una fiesta en uno de los quinchos me hacía acordar a la despedida de Martín y me ponía mal… Hacía tanto que no lo veía. Seguíamos hablando al menos una vez por día, pero cada vez sentía que era menos el entusiasmo de parte de ambos, tenía miedo de que la distancia afectara mucho a la relación.
Llegando al quincho pudimos ver a Vane que recibía a sus invitados, la saludamos y le dimos nuestro regalo, lo presentamos a Pedro y se quedó encantada de que lo hubiéramos invitado. ¡No dejaba de mirarlo! ¡Ni de sonreírle o coquetear con él! La conocía ya a Vane, y no iba a parar hasta conseguir aunque sea un beso de él, sino es que quería algo más también.
Entramos al quincho y nos sentamos en las mesas que estaban armadas, comimos algo y luego pusieron música para bailar así que empezamos a mover el esqueleto. A mi enseguida me agarró Flor que era mi compañera de baile predilecta cuando sonaba cumbia (que era lo que estaban pasando en este momento). Vi como Zai intentaba que Pedro se moviera, pero ante tanta gente desconocida volvía a ser el Pedro tímido que había conocido en sus primeros días en la ciudad.
De un momento a otro veo que Zaira se une a nosotras y no encuentro a Pedro por ningún lado, hasta que Flor, de tanto verme cabecear se da cuenta de lo que estoy buscando y me señala a una esquina donde Vane tenía arrinconado a Pedro. ¡Tan incomodo lo veía!
-¿No se da cuenta esta chica de que no le quiere dar bola? –les dije a mis amigas y ambas se riéron-. ¿Qué les pasa?
-¿No estarás celosa vos, no? –me dijo Zai y me puse bordó, y no de nervios, ni vergüenza, sino que de bronca.
-Nada que ver. Basta con eso. Mi novio es Martín –les respondí enojada y me senté en una de las mesas. Sola. Tenía que pensar, aclararme de una vez. Admitirme las cosas a mí misma.
Y si, tenía que admitir, primero que estaba triste porque con Martín nada iba como había planeado, lo sentía cada vez más lejos. Y en segundo lugar: sí, estaba celosa de Pedro. ¿Qué se piensa Vanessa? ¿Qué en una noche lo va a conquistar y ya? No tiene ningún derecho sobre él ni aunque sea su cumpleaños.
El mal humor ya se había apoderado de mí, un chico se me acercó para invitarme a bailar y terminó yéndose asustado por la cara con que lo miré. Cansada de todo, me acerque a una barra improvisada en la que un amigo de la cumpleañera preparaba distintos tragos, me pedí un margarita, y después otro, después un fernet con coca.
Media mareada por todo lo que había tomado y todavía con un vaso de fernet en la mano me acerque a Pedro y Vanessa que seguían hablando, Pedro súper incomodo por lo que podía ver, agarré del brazo a Pedro y me lo llevé afuera.
-Basta Pedro. ¿Por qué no le decías que no te gusta y listo? –le recriminé y me sentí muy mareada de golpe, creo que el alcohol en sangre me estaba afectando. Caminé hacía un baquito que había en el parque y me senté allí, Pedro enseguida vino a sentarse a mi lado.
-¿Qué te pasa Pau? –Me preguntó mirándome con cara de preocupación- ¿estás bien? Estas re colorada… -como no le respondí me siguió hablando- ¿por qué me sacaste así?
-Porque no podía verte más tan cerca de Vanessa, ¿no te das cuenta de que te tiene ganas? –le dije sincera- ¡Y no quiero que estés con ella!
-Pau, tranquila -me dijo-. Creo que tomaste mucho…
-¿Y qué? Celosa ya estaba desde antes de empezar a tomar –le admití. Creo que estaba admitiendo demasiado ya. Pero, ¿qué importaba?

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Bueno, acá, cumpliendo, les dejo los dos capitulos. No sé cómo habrán quedado... Espero que sean de su agrado! Jajaja
Buenas noches y buen VIERNES :) 

Agos ☺

Capitulo 13

El viaje de vuelta a la ciudad me lo pase durmiendo sobre el hombro de mi mejor amiga. Estaba frita. Caminamos y paseamos mucho por la naturaleza durante todo el fin de semana y eso me dejó agotada… El tema de los nervios, nudos en la panza y todo eso me había hecho dormir entrecortado casi todo el tiempo que estuvimos en el campo, pero ahora se ve que necesitaba si o si dormir un poco de corrido. Me desperté solo cuando mi amiga me sacudió con suavidad para decirme que habíamos llegado a mi casa. Cene algo rápidamente con mi familia, contándoles una idea general de lo que habíamos hecho durante el fin de semana, me duche y me acosté. Me dormí enseguida y no me desperté hasta el otro día.
Me desperecé en la cama, bostece y me gire para ver qué hora era en el reloj que tenía en mi mesita de luz. ¡¿Las 11 ya?! Estaba rogando que fueran, no sé, las 8 para tener la excusa de que era muy temprano y poder seguir durmiendo un rato más, pero no iba a poder ser… Me levanté, fui al baño y cuando volví a mi habitación tome mi celular para bajar y prepararme el desayuno. Mientras iba por la escalera encendí mi teléfono y empezaron a entrar varios mensajes uno atrás del otro por lo que me asusté, ¿habría pasado algo? Cuando dejó de sonar pude abrir los mensajes. Eran como seis de Zaira y uno de Pedro. Qué raro… Baje hasta la cocina y comencé a abrirlos en el orden en que habían llegado.
Mensaje 1: “AMIGA!! LLAMAME YA!” Este había llegado a las 10 am.
Mensaje 2: “GORDAA! DONDE ESAS?” 5 minutos después que el primero.
Mensaje 3: “Parece que estas durmiendo… Cuando te levantes llamame.” 10:20 am. La calma parecía haber vuelto a ella.
Mensaje 4: “Tan lindas noticias tengo!! Dale, levantate!” 10:25 am.
Mensaje 5: “PAULA LEVANTATEEE! Necesito contarrteee.” 10:27 am. La calma no duró mucho.
Mensaje 6: “Tanto ibas a dormir? No doy más de la ansiedaddddd!! Aparece!!” 10:32 am.

Ah bueno, ¿qué habría pasado? Al parecer algo bueno, mejor así. Decidí abrir el mensaje de Pedro y luego llamarla. Cuando lo hice no pude contener una carcajada que se me escapó…

Mensaje de Pedro: “Pau, buen día, espero que te levantes pronto, para que tu amiga te cuente la buena noticia que tiene porque yo: NO LA AGUANTO MAS!!”

Su sinceridad, e imaginarme a Pedro aguantando lo molesta que podía ser Zaira cuando estaba ansiosa,  fueron las cosas que me hicieron reír. Me serví un poco de jugo de naranja y tomé el teléfono para comunicarme con Zai. Marqué y luego de tres tonos escuche la voz de mi mejor amiga, que me habló casi a los gritos.
-¡PAULA! ¡Al fin te levantas querida! –me dijo con mucho entusiasmo en la voz.
-Eu, tranquila amiga. Miles de mensajes me mandaste. Hasta Pedro me mandó uno pidiéndome que me comunique con vos así te calmabas –le dije y me reí-.  ¿Qué anda pasando?
-¿No prendiste la computadora? ¿No viste los mails? –me preguntó aún acelerada.
-Em, nop. Recién estoy desayunando.
-¿Espero a que lo abras o te cuento yo?
-Decime… Porque creo que hasta que encienda mi notebook y entre al mail no vas a aguantar igual…
-Sí, es verdad –dijo interrumpiéndome-. Paula Chaves… Tengo EL notición.
-¡Contame! Ya me pusiste ansiosa a mí –le confesé mientras comía una galletita.
-Bueno, va sin anestesia: ¡Tenemos nuestro primer desfile de alta costura! ¡Y JUNTAS! –Me soltó de una… ¿Yo estaba escuchando bien? ¡Qué alegría!
 -AHHHHHHHH –no pude evitar gritar y casi atragantarme con la galletita que estaba comiendo. Después de toser y recuperar mi aliento puse responderle-. ¿De verdad me decís?
-Sí, amiga. Después fijate el mail. Es el finde que viene en Mar del Plata.
-¡Ay! No te imaginas la alegría que tengo,amiga. ¡¡Lo qué va a ser eso!!
-Yo estoy saltando en una pata desde que me enteré –me confesó y cuando terminó de hablar pude escuchar a Pedro que hablaba desde atrás de su prima: “¡Felicidades!” nos gritaba.
-Decile gracias, de mi parte, a Pepe –le pedí a Zai y esta se río.
-¿Por qué no se lo decís vos? –cuando dijo eso pude escuchar que se pasaban el teléfono de mano en mano y “discutían”. Parecía que él se negaba a atenderme. ¿Pedro habría recuperado su timidez en la ciudad? Por un lado me convenía, no más momentos incómodos… Pero por otro… Bueno, sí, me convenía y punto. Mejor si todo volvía a la normalidad. Creo.
-¿Hola? –pregunté. ¿Me habrían colgado ya?
-Hola –respondieron… Pero esta vez no era la voz entusiasmada de mi mejor amiga sino una voz más gruesa, era Pedro.
-Ah, hola Pepe –dije titubeando y me quedé en silencio, pero como veía que no volvía a hablarme me acorde que me había pasadocon él para que le agradezca-. Gracias por las felicitaciones.
-No, de nada –me dijo-. Viendo lo feliz que esta Zai desde que se enteró me imagino que estarás igual, ¿no?
-¡Ay si! Estaba gritando hasta hace 2 minutos –le dije riendo-. Es nuestro sueño. Y es hermoso ir creciendo en lo que tanto nos gusta hacer, más si nos tocan hacer cosas juntas.
-¡Qué lindo! Muero de ganas de verlas en la pasarela.
-¿Vas a venir a vernos? -no sé por qué pero la idea me puso más feliz de que ya estaba.
-Pero claro, no me las pierdo –dijo y agregó algo más pero se escuchó como si se estuviera tapando la boca al decírmelo: -No quiero perder mi oportunidad de verte desfilando a vos, sobretodo –no había desaparecido el Pedro del campo. ¡Ay Dios! Él y su facilidad de mandar mis nervios a volar con una sola frase.
-Pedro… -comencé pero no supe que más decir.
-No importa, no digas nada. Te pregunto una cosa…
-Sí, decime –le dije enseguida, pero estaba temerosa. ¿Qué me iba a preguntar ahora? Miedo.
-¿Me acompañas con Zai a buscar autos? Si quieren vamos hoy –me dijo y escuché que mi amiga se prendía en la idea y decía de ir hoy.
-Dale, cuenten conmigo. ¿A la tarde, no?
-Si, a la tarde. Te pasamos a buscar a eso de las dos.
-Listo, nos vemos. Besos.
-Un beso –me respondió y colgó.
¿Qué voy a hacer con Pedro? Tengo que sentarme a pensar en algún momento… Y necesito a alguien neutral que me ayude a aclarar mis ideas, porque Zaira no es para nada neutral, es obvio que esta 100% a favor de su primo y va a hacer cualquier cosa para convencerme de que él me conviene. Igualmente, no se trata de si me conviene o no, ese no es el punto, el principal punto es que ni siquiera sé qué me pasa con él, pero sí sé que amo a Martín… No puedo tirar tanto tiempo que llevamos de relación con él por la borda así como así. Y tampoco puedo serle a infiel para “probar” qué es en verdad lo que me pasa con Pepe… Encima ya esta ese beso… ¡Ahh! ¡Voy a enloquecer! Por suerte Flor llega la semana que viene, creo que le martes, no recuerdo bien qué día me dijo y puede ayudarme de una forma más neutral.
Mientras seguía dando vueltas al asunto, terminé de desayunar, guarde las cosas que había usado y busqué a mis hermanos, que seguían durmiendo. Hice que se levantaran y preparamos algo para comer entre los tres. Para cuando estábamos terminando de comer ya casi eran las dos de la tarde. Seguramente en cualquier momento pasaría los chicos a buscarme así que les pedí a Gon y Delfi que lavaran los platos, se quejaron un poco, pero terminaron aceptando ya que les prometí que cuando volvía lo haría con helado para que compartamos entre los tres. Son terribles. Me terminé de preparar y justo cuando me estaba poniendo mi perfume favorito escuché que tocaban el timbre, bajé con rapidez pero Delfi ya les había abierto y me esperaban junto a la puerta.
Zai sonreía con muchas ganas, bajé los pocos escalones que me quedaban y corrí hacia ella para abrazarla. Este desfile era muy importante para nosotras.
-¡Cuanta alegría! –comentó Delfi al vernos-. ¿Paso algo?
-¿No te contó Pau? –le preguntó Zai y ella negó con la cabeza. La verdad es que al haberme puesto a pensar en Martín, Pedro y todo este asunto que me tenía tan confundida, me olvide de contarles a mis hermanos del desfile, ni a mis papás les había enviado un mensaje.
-¡Vamos a hacer un desfile de alto costura! ¡Y juntas! –le dije con entusiasmo.
-¡Ayyy! Qué lindo. Qué bueno. ¡Que linda noticia! –dijo Del enseguida, saltó para abrazarnos y nos hizo reír.
-Gracias pequeña –le dijo Zai.
Saludamos a mis hermanos, les pedí que se portaran bien y si hablaban con mamá le avisaran que me había ido con los chicos.
Caminamos un par de cuadras charlando con Zai, con mucho entusiasmo sobre el desfile. Me contó que mañana tendríamos que presentarnos en la agencia de modelos de la que éramos parte para confirmar nuestra asistencia y arreglar los detalles. Entre una cosa y la otra ni me di cuenta de que no tenía la menor idea de a dónde nos dirigíamos…
-¿A dónde vamos? –le pregunté a Pepe.
-Acá, a dos cuadras más vi un auto en venta que me gustó bastante, y parecía bastante nuevito.
-Yo también lo vi –comentó Zai-, el otro día cuando fuimos a comprar unas cosas con papá, lo vimos. Esta re lindo.
-¡Qué bueno! Espero que funcione bien. ¿Vieron alguno más?
-Por ahora solo ese –me dijo Pepe-. Y la verdad es que me gustó mucho. Es un Peugeot 307. Esta bueno ese auto, hay que ver cómo está éste.
-Mmm, no tengo mucho conocimiento en autos pero creo que se cuál es, creo –dije y me reí- ¿de qué color es?
-Negro. Doblamos en esta esquina y lo vas a ver –me dijo.
Así fue, a penas doble por la esquina lo pude ver, estacionado en la vereda frente a una linda casa, un auto negro con un tachito encima y un cartel en su ventana. Nos acercamos para poder verlo mejor, la verdad es que estaba muy lindo, al menos desde afuera, habría que ver el motor y esos temas de los que ya quedaban fuera de mi entendimiento. Llamamos al dueño quién después de mostrarnos todo el auto nos ofreció probarlo. Nos acompañó a dar una vuelta manzana y Pedro quedó bastante satisfecho. Hablaron del precio, lo negociaron un poco y quedaron en que Pedro llamaría al día siguiente para confirmar si iba a realizar la compra. Estaba muy bueno el auto, pero no venía nada mal ver por lo menos uno más. Desde allí volvimos a la casa de Zai y empezamos a buscar por internet algunos autos usados en venta por la zona, pero realmente ninguno parecía estar en tan buenas condiciones como el que habíamos visto hace un rato.
Dejamos la búsqueda por un rato y nos preparamos una rica merienda, nos copamos charlando, bromeando y soñando sobre a los lugares que haríamos que Pedro nos lleve cuando tenga su auto. Y él nos cargaba y decía que nos iba a cobrar pero yo estaba muy segura de que le gustaban nuestras ideas tanto como a nosotras.
Tanto nos entretuvimos delirando, son nuestras ideas locas, que cuando nos quisimos dar cuenta ya habían pasado unas cuantas horas de que estábamos tomando mates, un termo atrás del otro nos bajamos pero como la charla era entretenida no notamos la hora que era hasta que llegó la mamá de Zaira de su trabajo.
-¡Hola chicos! ¿Recién están merendando? –nos preguntó.
-No, estamos merendando hace como dos horas –dijo Zai.
-Estábamos muy entretenidos charlando –le comenté y me reí.
-Sí, se nota –me respondió Nora dedicándome una sonrisa.
Al ratito llegó Andrés y Pedro comenzó a consultarle a él sobre los autos que habíamos visto por internet, y le contó del que habíamos ido a ver esta tarde. Con Zai le contamos a Nora sobre el desfile y creo que ella estaba más feliz que nosotras. Yo ya tenía ganas de llegar a casa y contarle a mamá la noticia. Así que después de un rato más de charla y como mi amiga ya estaba preparándose para irse a bañar decidí despedirme y volver a casa, además ya estaba oscureciendo (ya estaba bastante oscuro) y me daba miedo volver más tarde, sola, a casa; a pesar de que solo quedaba a unas pocas cuadras.
-Espera Pau –sentí que decía alguien mientras tomaba mi cartera del sillón cuando iba de camino a la puerta. Obvio que era Pedro.
-¿Si? ¿Qué pasa? –le pregunté.
-Te acompaño, que ya esta re oscuro para que andes sola –Me dijo Pedro. Pedro y sus ideas. Pedro y sus propuestas que me ponen nerviosa. ¡¡¡Pedro y Pedro!!! Mi idea de “no pasar momentos a solas con Pepe” no va a funcionar muy bien si a cada rato se da una oportunidad para ellos, y me veo obligada a rechazarlo repetidamente. No quiero quedar como antipática, ni perder la amistad que estábamos comenzando.
-No, está bien. No te hagas drama –le respondí con una sonrisa para demostrar mi seguridad en la respuesta.
-No, no. Nada de irte sola a esta hora Paulita Chaves –interrumpió la mamá de mi mejor amiga-. Dejalo a Pedro que te acompañe.
Le sonreí a ella y asentí con la cabeza aceptando. No me iba a quedar otra. ¿Sería que todo el mundo estaba complotándose para que pase momentos a solas con Pedro cuando era lo que más quería evitar?

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Primer capitulo. Ahí subo el segundo.

martes, 11 de marzo de 2014

Capitulo 12

Tal y como habíamos acordado, Pedro nos estaba esperando en el living cuando bajamos para emprender nuestra caminata hacia la laguna. Zaira iba con una sonrisa de oreja a oreja que me daba ganas de borrársela de un empujón, tenía miedo de que sea indiscreta, de que nos cargue, o haga algún comentario sobre lo que le había contado… Porque era de hacer esas cosas, y la verdad es que todavía no quería traer ese tema de nuevo a colación. ¡Menos entre los tres! O hablaba con Pedro a solas o con ella a solas. Los tres juntos sería un caos. Y tampoco quería hablar con Pedro aún.
Hoy, el verano se estaba haciendo sentir, así que todos íbamos vestidos bien fresquitos y hasta nos habíamos puesto los trajes de baño por si queríamos meternos en el laguito. Por suerte no era muy profundo y el agua era limpia, así que podíamos bañarnos en él. Comenzamos a caminar, tratando de ir por las sombras de los árboles, el sol estaba alto y quemaba bastante; el camino se pasó rápido y Zaira fue la que más habló durante ese lapso de tiempo, por suerte de cualquier otra cosa y no de lo que había pasado entre Pedro y yo… Nosotros íbamos bastantes callados y yo seguía esquivando su mirada a toda costa. Intercambiábamos algunas palabras pero siempre dentro de la conversación que dirigía Zai.
Cuando llegamos a la orilla de la laguna, no pude evitar sentir la sensación en mi estómago de todo contrayéndose y el rubor que subió por mis mejillas, escondí mi rostro, girando mi cabeza para que los chicos no me vieran.
-¿Vamos para el banquito? –preguntó Zai, señalando hacía la otra orilla donde se podía ver un banco de madera, de esos tipo de plaza. Lo habían puesto allí, a la sombra de unos árboles, haría un año para poder ir a tomar mates al lago y estar cómodamente sentados.
-Dale –estuvo de acuerdo Pedro y yo asentí también.
Caminamos hasta allí y a penas llegamos, Zai se sentó y Pedro lo hizo a su lado. Yo, en cambio, me descalce y fui a mojarme los pies a la orilla del agua. Estaba muy fría pero era refrescante sentirla porque hoy hacía bastante calor, por suerte había un poco de vientito y eso no permitía que el clima se vuelva sofocante.
Me quedé por varios minutos ahí parada, mirando el cielo que hoy era de un celeste muy claro y también prestando atención a la forma en que las nubes se iban desplazando por él, a causa del viento. Por un momento pude olvidarme de todo, de Martín, de Pedro, de mis nudos en el estómago constantes de estos días. Oía el murmullo de los primos hablando entre ellos detrás de mí pero estaba tan concentrada en encontrar un poco de paz que ni prestaba verdadera atención al significado de sus palabras. De repente escuché que un celular sonaba, me volteé para ver si el sonido venía de mi cartera pero no era así, Zaira ya se estaba llevando su teléfono al oído. Se alejó un poco de nosotros hablando con alguien. Pedro me miró fijamente y toda la calma que había conseguido se me esfumó en un instante. Con solo mirarme logro que mi corazón se acelerara y recordara sus manos en mi cintura, sus labios sobre los míos. ¿Qué me pasaba? Me giré con rapidez, volviendo la vista al lago y escapando de su mirada.
No pasaron ni 5 minutos que Zaira se acercó de nuevo y me llamó, seguramente para decirnos algo a los dos a la vez, así que me acerqué a ellos.
-Me llamó mamá para pedirme las llaves. Ni me di cuenta de dejársela en la maceta como hacemos siempre –nos informó.
-¡Uh! Qué macana… Bueno, vamos y después si quieren volvemos para acá, ¿no? –sugerí pero Zai negó con la cabeza enseguida.
-No, quédense. Yo voy, le dejo las llaves y traigo fiambre y pan, y hacemos un picnic, ¿sí? Total íbamos a comer sanguchitos en la casa también. Pero tenemos que aprovechar este día tan lindo –sonrío mientras hablaba, esperanzada de que aceptáramos su idea. Yo sabía que estaba buscando la ocasión de dejarnos a solas. ¿Cómo podía negarme? Alguna excusa se me tenía que ocurrir…
-Pero…
-Nada de peros… Dale, Pau. Ya vengo yo. –me dijo y agarró su bolso comenzando a caminar en seguida, antes de que me pudiera quejar o atinar a seguirla ya había desaparecido entre los árboles que rodeaban el lago. Tragué con fuerza, respiré hondo y agarré mi celular del bolsillo de mi bolsito para hacer que respondía algún mensaje, o algo, y así evitar charla con Pedro. Para colmo, como en el campo había poca señal, obviamente no me funcionaba internet. Me senté en el piso, cerca del agua. Cualquier cosa antes que tener que empezar a hablar con Pedro de algo que no quería afrontar…
No tenía la costumbre de bajarme juegos a mi teléfono pero me puse a jugar a uno de los que ya me habían venido cuando lo compré, no sabía ni de qué se trataba pero tenía que estar concentrada en eso. Mientras volvía a comenzar el nivel que acababa de perder mi celular sonó indicando un nuevo mensaje, así que saque el juego. Al fin tendría una buena distracción para seguir sin conversar con Pedro.
O eso pensé porque al abrir el mensaje y se cortó la respiración de la sorpresa… ¿Qué? Pero… ¿Cómo? No entiendo nada.

“De Pepe:
Hola… “

Eso era lo que podía ver en la pantalla… Esto no era ninguna distracción para ignorarlo. Me di vuelta, le sonreí con timidez y lo saludé con la mano. El me devolvió la sonrisa y se levantó del banco. Caminó hacia mí y se sentó a mi lado.
-Qué raro que estés tan callada vos –me dijo, y mientras hablaba arranco un pastito y se puso a jugar con él.
-Puede ser –solo pude decir eso, no sabía qué decir. Mi paz, mi tranquilidad habían quedado en el olvido.
-Pau… -comenzó y me tensé, esquive su mirada e imitándolo agarre un pastito para no tener que mirarlo a él mientras me hablaba- quería hablar con vos.
-Decime.
-Sobre lo que pasó ayer… Em, yo, quería… ¡Uf! Perdón por las vueltas. Y perdón por ayer. Eso quería, pedirte perdón. Sé que tenés novio… No tiene nada que ver lo que hice.
Estuve a punto de decirle que no tenía que disculparse, pero eso iba a sonar como que no me molestó… En realidad no es que me haya molestado el beso, solo que estaba mal. Yo tengo a Martín. No sé ni qué siento y este chico quiere que le responda algo concreto. Lo mire a los ojos, con la boca entre abierta esperando que algo salga automáticamente, alguna respuesta inteligente… Pero nada pasaba.
-Guau. Deje sin palabras a Paula Chaves –bromeó y rió. También yo reí, amaba ese humor tan de él-. Mira Pau, desde que llegué que me gustaste. Es realidad… Cada vez que te veía por fotos cuando mi prima subía alguna al facebook me parecías muy linda chica, pero solo eso… El tema fue cuando llegué y te conocí, y escuche tu risa, vi tus ojitos brillantes…
¡Ay Dios! No quiero escuchar esto. No quiero confundirme más. ¡Estoy con Martín! ¿No puede simplemente guardarse sus sentimientos, no confundir los míos y ahorrarme un problema? Me estaba desesperando su confesión, porque cada vez sabía menos cómo responderle a todo lo que me decía. Decidí interrumpirlo. No quería escuchar más.
-¡Para Pedro! –le dije casi en un grito y se sobresaltó.
-Perdón –dijo de nuevo y se encogió de hombros, pude ver como su mirada se entristecía, se opacaba… No quería ser yo la causante de esos ojitos tristes pero, en este momento, no me quedaba otra…- Lo que menos quería era incomodarte y con cada palabra que agrego lo hago más. Lo noto… Perdón, otra vez.
-Está bien, no tenes que disculparte.
-Sí, tengo que hacerlo, si no dejo de meter la pata –sus ojos seguían apagados… Con tristeza, culpa… No sabría decirlo.
Definitivamente me hacía mal verlo mal pero no sabía ya que responder.
-Todo bien Pepe –le dije como para dejar ahí la conversación y por suerte llegó Zaira. La salvadora, increíblemente, era la misma persona que había hecho que nos quedemos solos para que esta conversación tan incómoda existiese. Ya la iba a agarrar a mi amiga.
Preparamos la comida y disfrutamos del día. Comimos a la sombra de los árboles y después nos refrescamos en el laguito. La relación entre Pedro y yo seguía tirante en un principio pero a medida que la tarde avanzó todo fue un poco más relajado, a pesar de todo: del beso, de su “declaración” o como se llame lo que me dijo hace un rato; no podía ocultar lo bien que la pasaba con él, lo que me hacía reír. Termine relajándome y haciendo como si nada hubiera pasado en el campo hasta ahora. Así también fueron los dos días que siguieron, nos la pasamos caminando, disfrutando del aire libre, hasta anduvimos a caballo. Todo muy divertido pero igual, por las dudas, seguí evitando quedarme a solas con Pedro todo el tiempo que pude. Las únicas ocasiones en las que estuvimos a solas, como cuando mi caballo se rebeló, se enchinchó y se fue para cualquier lado corriendo y él fue a rescatarme antes de que me tirara por ahí (flor de susto me pegué), fueron todos momentos mínimos y que no alcanzaron para que pudiera sacar a luz sus sentimientos otra vez.
El último día que pasamos en el campo, para despedirnos y recorrer cada uno de nuestros lugares favoritos del lugar, volvimos a ir a cabalgar, más por capricho de Zaira (a quien le encantaba montar) y por Pedro a quién también le gustaba; yo me había quedado bastante asustada de mi experiencia con el caballo rebelde pero no me iba a quedar sentada esperándolos mientras ellos paseaban. Igualmente, Zaira se ofreció a llevarme con ella en el mismo caballo así no tenía que preocuparme de tener que controlarlo yo solita. Yo me daba bastante maña pero mi amiga tenía muchas más experiencia.
Paseamos por un largo rato, lentamente, a lo sumo trotando un poco (que era a lo máximo que me animaba) hasta que mi amiga tuvo un idea GENIAL. Léase mi ironía.
-¿Galopamos un poco? Es re divertido –dijo muy animada y sonriente, pero yo que estaba sentada detrás de ella, aferrada a su cintura ya empezaba a sufrir.
-Dale, buena idea –aceptó Pedro pero yo enseguida acoté mi opinión.
-Mala idea, muy mala idea –dije.
-¡Ay! Dale, Pauchi, no pasa nada. Si sabes que sé andar bien –me dijo mi amiga.
-Pero vos sabes que me da miedo.
-Dale, no galopé en todo el finde –me dijo y se volvió un poco hacía mi para mirarme con sus ojitos de perro mojado.
-No, anda vos… Yo me bajo. Los espero acá –le dije sonriéndole, mostrando firmeza en mi voz para convencerla.
-¿Segura?
-Sí, claro. Vayan –le dijo y vi que Pedro comenzaba a desmontarse de su caballo-. ¿Qué haces? –le dije.
-Te ayudo –me respondió mientras se acercaba-. ¿O podes sola? –me preguntó riéndose.
-¡No te burles Pedro!  Pero está bien, ayudame –acepté. Zai me dejó uno de los estribos libres y puse mi pie allí, descolgué el otro pero no podía encontrar el piso para afirmarme. ¿Por qué este caballo era tan alto? Escuché una risita detrás de mí y sentí unas manos en mi cintura. Me sobresalté ante el contacto y el recuerdo de la última vez que las manos de Pedro habían estado ahí volvió a mi mente, generando un repentino rubor en mí y la risita burlona de mí mejor amiga al verme. La fulminé con la mirada y me dejé caer, confiando en que Pedro no me dejaría caer, y así fue, enseguida sentí el piso bajo mis pies y el apartó sus manos de mí. Zaira taconeó su caballo enseguida y salió al galope, perdiéndose entre los árboles.
-Buena onda tu prima. Te dejó atrás –me di vuelta para mirar a Pedro mientras le decía eso.
-La alcanzo en dos minutos –me respondió guiñándome un ojo-. ¿Segura que te queres quedar acá sola?
-Sí, no pasa nada. Vuelvan rápido igual –le dije riendo.
-Dale. Nos vemos en un ratito –me dijo alejándose de mí. Se subió a su caballo con una agilidad increíble. ¿Tendría caballos en España también?
Cinco minutos habrán pasado desde que Pedro había partido del claro en el que me encontraba que, cuando volvió a aparecer.
-Ey, hiciste rápido. ¿Ya viene Zai?
-No, en realidad volví porque no la encontré. Habrá doblado, no sé… Tampoco quería dejarte sola acá, que estamos lejos de la casa…
-Sí, es verdad, y esta por bajar el sol –agregué, mirando al horizonte que ya se teñía de naranja-. ¿La esperamos acá?
-Creo que sé para donde se fue, había dos caminos y por el primero que seguí no estaba así que supongo que siguió el otro. ¿Vamos?
-Em -me quedé dudando medio segundo mientras el desmontaba, pero enseguida respondí-. Dale, pero sin galopar.
-Bueno, eso lo vemos –me dijo cuando ya me estaba ayudando a subir y se subía delante de mí. Sin dejarme responder, quejarme, ni siquiera sin dejarme respirar una vez más, taconeó a su caballo y salió como una flecha hacía el camino entre los árboles. No pude evitar pegar un grito de susto.
-¿Estás loco? –le grité pero me aferre con fuerza a su cintura.
-Un poco –dijo riendo.
-No es divertido esto, Pedro.
-Si me seguís agarrando así, a mi me re divierte –me respondió desconcertándome completamente.
-¡Pedro! –le grité, retándolo. Pero no pude evitar reírme sabiendo que él también lo hacía, por el movimiento de su panza debajo de mis manos-. No te vayas de tema. ¡Y dejá de pasar tan cerca de los árboles! –volví a gritarle al ver cuán cerca habíamos pasado de un pino y él volvió a reír.
-No pasa nada Pau. Tranquila –Pero yo no hice más que cerrar los ojos y agarrarme con más fuerza, al ratito escuché la risa de mi mejor amiga y sentí cómo nos deteníamos. Abrí los ojos y me encontré con Zai frente a nosotros, aún montada en su caballo. Al lado de las caballerizas.
-¿Podes respirar Pedro? –preguntó riéndose y yo me puse bordó de la vergüenza, estaba estrujando a Pedro con mucha fuerza. Aflojé mi agarre y la fulminé con la mirada.
-Nos abandonaste, nena –le dije.
-Yo me quedé esperando a Pedro… Pero como no lo vi venir, que se yo, seguí hasta acá, ya veo que si no nos la pasábamos dando vueltas sin encontrarnos –se explicó y desmontó-. ¿Vas a largar a Pedro para que podamos guardar los caballos o estas comoda ahí?
Si antes dije que estaba bordó, ¡ahora creo que lo estaba el doble! Zaira y sus comentarios… Me terminé de soltar y él se bajó de un saltó, me ayudó a bajar y caminamos los tres juntos hacía la casa.
Todavía con mi cara ardiendo subí hasta la habitación y termine de ordenar mis cosas. Según había dicho Andrés en media hora salíamos rumbo a la ciudad. De vuelta al cemento… A ver si las cosas allí volvía a como habían sido. Lo dudaba mucho. Este viaje me había cambiado un poco la forma de ver las cosas. Obvio que estaba de novia con Martín pero al parecer se podían tener sentimientos por otra persona a la vez. ¿Qué iba a hacer con esto?

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Les vuelvo a avisar por acá por si no leyeron mis tweets de ayer... (@AgosPulvirenti @VerteReirPyP ): los días de subida de capitulo pasan a ser los martes. Por ninguna razón en especial, solo que los martes estoy más tranquila con la compu que los lunes. Jajaja.

Muy buena semana. Nos leemos ♥

Agos ☺

martes, 4 de marzo de 2014

Capitulo 11

Me alejo de Pedro y pretendo atravesar con rapidez el bosquecito por el que vinimos, pero mi clásica torpeza suele llegar en los momentos más inoportunos, así que tropiezo con la raíz de un árbol, por suerte no me caigo al suelo aunque estoy segura de que me va a quedar un lindo rayón en el brazo derecho por atajarme contra otro árbol. De hecho ya siento el ardor del raspón, aunque no sé cuánto me lastimé porque con las sombras de los arboles no puedo ver nada. Pedro me alcanza y me ayuda a incorporarme, esquivo su mirada, todavía incomoda y confundida por lo que paso hace minutos.
Me sostiene agarrada por el brazo y yo tiro para soltarme pero no me deja alejarme.
-Pau, espera... Escuchame -me pide casi en un susurro. Pero me da miedo lo que pueda llegar a decir. Hay cosas que no quiero enfrentar, al menos no hoy, no ahora.
-No, Pepe. No digas nada... –comienzo a decirle pero me interrumpe.
-Pero en serio. No quiero que estés enojada -me ruega y esta vez lo interrumpo yo.
-No estoy enojada. Creo… Pero no quiero hablar ahora. Me voy a dormir, ¿sí? -le digo y vuelvo a tirar de mi brazo para que lo suelte y esta vez me deja ir.
-Bueno, pero toma las llaves para abrir. Dejamelas en la maceta de al lado de la puerta que quiero caminar un poco más y después vuelvo.
Asiento, agarro las llaves que me ofrece y me voy hacia la casa sin dudar.
Entro y subo a la habitación, no sin antes dejar las llaves donde Pedro me dijo que lo hiciera. Zai ya está profundamente dormida, así que ni se da cuenta de que llegué, me desvisto, me pongo el pijama y me meto en la cama. Intento dormir pero el momento que viví en la lagunita hace algunos minutos no deja de rondar por mi cabeza. Recuerdo una mano de Pedro en mi cintura, la otra en mi barbilla. Recuerdo sus labios sobre los míos, recuerdo lo cómoda que me sentí en sus brazos por unos segundos, recuerdo como me abrazó con más fuerza al no sentir resistencia por parte mía, la manera en que me sentí segura entre sus brazos. Recuerdo la sensación de revoloteo en mi estomago. Y por último recuerdo por qué me separé de él. Tengo novio, y lo amo de eso estoy segura, pero estoy tan confundida… No sé qué siento por Pedro. Y no sé qué siente él por mí. Bueno, me beso, pero ¿qué significa eso?
No recuerdo en qué momento me quedé dormida pero por suerte logre conciliar el sueño y volví a despertarme solo cuando sentí a mi amiga llamándome, por la mañana. Nos vestimos y bajamos juntas a desayunar. Yendo por la escalera ya podía sentir el olor a tostadas que llenaba la planta baja de la casa. ¡Qué rico! Pasamos por el living y Pedro ya no estaba allí, seguro que ya estaba en la cocina. Mejor. No quería verlo a solas aún, aunque iba con Zai… Pero bueno, mientras más gente entre nosotros, mejor.
 Entramos a la cocina y nos encontramos con Pedro, Andrés y Nora ya sentados alrededor de la mesa.
–Hola chicas –nos saludó Nora–. Buen día.
–Buen día –respondimos con Zai al mismo tiempo y los hicimos reír.
Nos sentamos con ellos y nos unimos a la ronda de mates, comimos algunas tostadas y charlamos. Aunque yo hable poco y nada, creo que ni se dieron cuenta de mi incomodidad; y Pedro ni me miró, al menos las veces que me animé a observarlo de reojo no tenía sus ojos en mí.
¿Qué voy a hacer con esto? Si nos estábamos llevando tan bien… ¿Por qué tenía que besarme? Necesito una charla de amigas YA, pero un gran problema es que mi única opción en este momento es Zaira, y yo creo que Zaira se entera del beso y se muere, bah, no se muere me mata o mata a Pedro… En si no sé, nunca demostró ser una prima celosa, pero me da miedo lo que pueda opinar. Igualmente fue solo un beso, ¿no? Y yo no siento nada por él… Creo… Ese es mi segundo gran problema: no sé qué siento por Pedro.
Extraño a Martín  y lo amo, y amo sus besos, sus abrazos, su contención, la manera en la que me hace reír, la forma en que me hace sentir cuando me tiene entre sus brazos y me hace mimos, la confianza que hay entre nosotros. Tanto tiempo de relación que no quisiera echar a perder…
Pero el beso de Pedro, que solo fue un roce de labios, me movilizó mucho, bastante, más de lo que me gustaría tener que admitir. Me gustó. Con él me río mucho también pero de una forma diferente… Me rió porque es divertido como Martín, pero me río más viéndolo reír a él, me gusta la forma en que nos reímos juntos.
Necesito descargarme, hablar de todo lo que me pasa por la mente, por el corazón con alguien, pero Flor está tan lejos… Igual le voy a mandar un mensaje, porque no sé cómo podría llegar a reaccionar la cachorra (ay, Pedro ya me pegó esa forma de llamarla) si se entera del beso, si se entera de que, al parecer, Pedro tiene sentimientos hacía mi y que yo no sé ni qué sentir…
-Bueno, yo me voy a dar una ducha ahora -dijo Zai mientra se levantaba de la mesa-. Los veo en el living así después caminamos un poco, ¿si? Tengo unas ganas de ver el laguito -nos dijo a Pedro y a mi. ¿Justo al laguito? Siempre con tanta puntería mi amiga. Nora y Andrés nos dijeron que juntaban las cosas del desayuno y se iban a hablar con la familia que cuidaba el campo, vivían en una casita dentro del mismo, a un kilómetro mas o menos de donde estábamos. Y yo que no pensaba quedarme sola con Pedro le dije a mi amiga que mientras se bañaba iba a acomodar mi mochila.
-Anoche la deje hecha un desastre -le comenté. Era mentira, no tenia tanta ropa como para poder haberla desordenado pero tenia planeado seguir evitando estar a solas con Pedro.
Subimos juntas, Zai agarró su ropa y yo saque todo de mi bolsito para volver a doblarlo y guardarlo.
-No tenias tan desordenadas las cosas -me dijo Zai mientras estaba concentrada doblando una remera y le respondi sin mirarla.
-Sabes que soy media obsesiva con el orden, mas que nada el de la ropa.
-Lo se, pero estas rara desde que nos levantamos. ¿No te pasa nada más a vos?
-No amiga, nada -me volví a verla y le sonreí para convencerla. ¿Cómo podía conocerme tanto?
-¿Segura? ¿Hablaste de nuevo con Martín? -insistió y que nombrara a Martín me hizo sentir peor. Cada vez que estaba nerviosa o pensativa, o así, últimamente era por él, pero ahora no era solo por él, por alguien más también. Su propio primo.
-Si, todo bien Zai. Nada nuevo de Martín...
-Bueno, te voy a creer -me dijo y con sus cosas en mano se dirigió a la puerta para ir hacia el cuarto de baño que estaba en el pasillo entre las dos habitaciones del segundo piso, pero antes de salir se giro hacia mi y agregó algo más-. ¿Con Pedro pasó algo?
Su pregunta me sobresaltó totalmente. El nudo en la panza que tenía desde que me levanté ahora se anudó más ¿Qué sabía esta chica?
-¿Eh? ¿Por qué lo decís? -dije intentando que los nervios no se transmitieran a mi tono de voz. Y soné bastante firme, por suerte.
-No, nada. Ni le dirigiste la palabra hoy. Creo que ni lo miraste.
-Que observadora que sos amiga -le dije fingiendo una risa-. En serio, no pasa nada. Ni me di cuenta de eso que decís.
-Bueno, en fin. Voy a bañarme -concluyó con eso su investigación a lo Sherlok. Iba a tener que hablar un poco más con Pedro (aunque sea cuando estabamos los 3 juntos) o contarle lo que pasó.
Me senté en mi cama y tomé mi celular, respondí un mensaje que tenia de mi mamá (haciendo la parabólica para enganchar un poco de señal) y aproveche para escribirle a Flor. Le conté resumidamente la buena onda q había surgido entre Pedro y yo, el beso de anoche y mi estado de "no saber qué hacer ni qué sentir". "AYUDA!!! Le cuento a Zai?" Fue el final de mi, un poco extenso, mensaje. Terminé de doblar mi ropa y después me tire de espaldas en la cama para esperar a mi amiga.
Zai volvió del baño a medio vestir y me dijo que me preparara para caminar, como con la vestimenta que tenía ya estaba bien para salir a caminar, fui hasta el baño para dejarla cambiarse tranquila a mi amiga y también para hacer “lo primero” porque seguro que en el medio del paseo me agarraban ganas (muy típico mío tener que volver antes de un paseo por ese motivo). Cuando entre de nuevo a la habitación para ver si mi amiga estaba lista, la vi con mi celular en mano, leyendo algo, y el pánico se apoderó de mí. ¿El mensaje que le mande a Flor? Me muero muerta. ¿Cómo reaccionará?
-Amiga… -Empecé a decirle y al parecer ella, recién en el instante en que me escucho se dio cuenta de que había vuelto a la habitación.
-¡Pau! Mandó un mensaje flor y quise saber que decía. Pero no entendí algo… ¿Qué cosa no sabes si contarme? –me indagó y se sentó en mi cama.
-¿No leíste lo que le mandé yo?
-Estaba a punto pero me contuve, quise darte la oportunidad de que me lo digas cara a cara. ¿Paso algo malo amiga?
-No, bah, creo que no es malo… No sé –terminé la frase entre balbuceos, sigo sin saber que pensar de la situación que viví con Pedro desde que pasó. Suspiré y me senté frente a ella, en su cama.
-Me preocupas… ¿Dije o hice algo que te molestara? Estas rara… -me dijo.
-¡No! ¡Vos no hiciste nada! –le dije rápidamente para que no terminara confundiendo los tantos.
-¿Pedro? –me dijo, pensativa-. ¿Qué te hizo este pibe? Decime y lo mato. ¿Te molestó?
-No, nada malo… Creo que no es malo. Ya no sé amiga –largué gran cantidad de aire, como desinflándome y apoyé mis codos en las rodillas, luego mi cabeza en mis manos. Escondiendome de la mirada de mi amiga para darme el valor necesario para confesar.
-No entiendo –Me dijo.
-Yo tampoco –admití.
-Paula, me pones nerviosa. ¡Habla!
-Me besó, Zai. Eso hizo. Anoche, me beso –solté la verdad hablando con rapidez y levantando un poco la cabeza para ver su expresión. Sus ojos se abrieron al instante, enormes.
-¿Que qué? –preguntó casi en un grito de histeria.
-Para, tranquila. Sí, me beso.
-¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? –largó todas sus preguntas juntas. Casi sin respirar al hablar.
-Anoche, cuando terminó la película fuimos hasta el laguito caminando y ahí me besó… ¿Cómo? No sé, me agarró, me acercó a él y lo hizo…
-Y… Pero… -se quedó trabada. Pensando. YA quería saber qué se le pasaba por la cabeza, me moría de vergüenza y me ponía los pelos de punta no entender su reacción. Esperé pacientemente a que procese todo y fuera capaz de hablar otra vez-. ¿Te gustó?
-¡¿Qué?! –Ahora yo era la que estaba anonadada, sin palabras. De todo lo que esperaba que me dijera eso era lo que menos me imaginaba.
-Eso. ¿Te gustó? ¿Se lo devolviste? –preguntó otra vez, ahora sonriendo con picardía. Esta amiga mía me va a volver loca. No entiendo nada.
-Em… Este… No sé amiga, yo estoy con Martín –le dije-
-Ya sé pero Pedro desde que llegó que me está volviendo loca, me habla de vos todo el tiempo, lo tenes totalmente embobado.
-¡¿Qué?! –Volví a preguntar por segunda vez esta mañana… Demasiada información. ¿Cómo podía procesar todo esto con rapidez?
-Eso. Y la verdad es que un poco lo animé a que te diga o haga algo… -admitió, de nuevo con su sonrisa picara en el rostro.
-No entiendo nada –le dije y me levanté. Comencé a caminar nerviosamente a los pies de ambas camas, iba y venía de la ventana hasta la puerta-. Nada pero nada de nada… ¿Me querés explicar? –Le dije y me planté frente a ella-. Si sabes que tengo novio.
-Ay sí, ya sé amiga –comenzó a decirme con su tonito de santa, el que siempre usaba cuando metía la pata y no quería que yo me enoje-. ¿No te gustaría que seamos familia?
-¡Zaira! –La reté con seriedad pero tuve que contener la risa que me generó su idea. Ella es tan… Tan… ¡Tan Zaira!
-Bueno, che. No sé, sabes que a mí nunca me cayó del todo bien Martín, por algo nunca pudimos salir Flor y yo con ustedes dos. Perdón, se que vos lo amas y extrañas, peor… No sé. No me dijiste que sentiste con el beso de Pedro…
-¡Basta Zai! Me vas a hacer enojar. Sé que nunca te gustó que saliera con él pero como amiga mía que sos tenes que aprender a respetar mis decisiones.
-Y la respeté por casi un año, pero… Bueno, es mi primo Pedro, me pidió consejos… Y lo vi tan enganchado con vos… No sabes la ternura que me da escucharlo hablar de lo que le pasa con vos.
-No me estas ayudando a mi…
-¿Por qué?
-Porque haces que me confunda… ¡Que me confunda mucho!
-Entonces algo sentiste con el beso… -me dijo moviendo sus cejas hacía arriba y con su sonrisita grabada en la cara.
-¡Basta!
-Dale, contame… -me pidió. Y es mi mejor amiga, casi una hermana. Si no me desahogo con ella, ¿con quién lo voy a hacer?
- Bueno –le dije y volví a sentarme frente a ella-. No te voy a mentir y decirte que no sentí nada –al confesarlo sentí el calor subiendo por mis mejillas. Yo y mi timidez-. Algo me movió, bastante…
-¡Ayyyy! –pegó un gritito y se sentó a mi lado pasándome un brazo por los hombros-. Pedro va a estar TAN feliz.
-¡¿Qué?! –grité yo ahora-. No, no, no, y no. Ni se te ocurra contarle nada de lo que estamos hablando… Además ya te dije que voy a serle fiel a Martín. ¡Él nunca me traicionó!
-Ufa –dijo y me soltó del abrazo-. Está bien, no digo nada… Pero al menos habla con él. No lo ignores como hiciste toda esta mañana.
-¡¿Pero qué le voy a decir?! –pregunté bastante alterada por el solo echo de volver a encontrármelo a solas.
-¿La verdad? Decile lo que me dijiste a mi… Que estas con Martín y que no queres nada con él.
Claro, que fácil decirlo es para ella. No quería romperle el corazón de esa manera a Pedro, ya le había tomado mucho cariño y me enterneció lo que dijo Zai… Desde que llegó que había estado loco por mí. Ahora, ¿qué hago?

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¡Cuantos problemas para Paula! ¿Qué hará ahora?

Buenas noches a todos y muchas gracias por leer ♥ Espero hayan pasado hermoso fin de semana largo. Besos!!

Agos ☺