martes, 25 de febrero de 2014

Capitulo 10

Estaba sentada en el marco de la ventana de la habitación, mirando hacia afuera, ya estaba más oscuro pero por suerte no había nubes en el cielo y la luna estaba casi llena por lo que se veía con bastante claridad todo el alrededor de la casa, Zai acomodaba sus cosas; por lo visto la última vez que se había hospedado aquí había dejado su escritorio bastante desordenado. La habitación iba a la perfección con el estilo de "casita de cuento de hadas" que se podía observar desde afuera. La puerta estaba frente a la ventana, el piso era de madera al igual que el techo. Los muebles que podías encontrar eran dos cama de un cuerpo (una junto a la otra), un escritorio con su respectivo espejo y cajoneras (a los pies de las camas) y una silla tapizada a juego con las cortinas en tonos lilas; todo el amueblamiento era de madera pintados de blanco. Me encontraba observando a mi alrededor, recordando bellos momentos vividos allí, charlas extensas de madrugada con mis mejores amigas y a veces también con Wanda, mirando las fotos que estaban en los cuadritos que colgaban de las paredes, cuando alguien golpeó la puerta. Me levante enseguida para abrir y me encontré con Pedro sonriéndome al otro lado.
-Hola -le dije y le sonreí, todavía parada frente a él- ¿qué haces por acá?
-Nada, me aburría -me respondió y corrió mi mano, que estaba en el marco de la puerta para poder pasar-. Permiso -dijo mientras lo hacía.
-Sí, pasa –le respondí y me senté en la punta de la cama en la que iba a dormir yo-. Igual yo tampoco me divertía mucho, eh.
-¡Eso porque sos mala amiga y no me ayudas! –me gritó Zaira tirándome una revista que estaba por dejar acomodada en su escritorio, pero antes de que logre golpearme Pedro la atajó.
-Eu, yo te dije que te ayudaba pero a penas toco algo me decís que no va ahí –le reproché.
-Sí, me imagino que hace eso –asintió Pedro y se sentó frente a mí en la cama de Zai.
-¡Che! No la defiendas, yo soy tu prima.
-Pero Paula me cae mejor -le respondió el, me miro y me guiñó un ojo. Me hizo reír… Y sentí calor apoderándose de mis mejillas.
-¡Pedro! -se quejó ella y ambos nos reímos, luego se unió a nuestras risas y se puso a terminar de ordenar, sin reprochar más.
Momento de silencio, solo escuchábamos a Zai tarareando una canción de Arjona, yo la miraba a ella pero estaba segura de que Pedro tenía sus ojos fijos en mi y eso me incomodaba bastante. Me ponía nerviosa.
-Así que... -comencé a decir, tenía que sacar algún tema, el silencio me estaba por volver loca- ¿esta noche vemos la película que traje?
-Ay si. Por favor. Hace meses que quiero verla -pidió Zaira, acomodando las últimas de sus chucherias y sentándose a mi lado-. Es media romanticona Pepe, ¿no importa, no?
-Y bueno, estando con dos chicas algún día me iba a tocar la peli de amor -aceptó con una media sonrisa en rostro. En ese momento escuchamos como Nora nos llamaba a comer así que bajamos y pusimos la mesa entre los tres para luego sentarnos a comer.
Rapidamente liquidamos las empanadas que habíamos comprado por el camino, sabíamos que íbamos a llegar de noche y nadie iba a tener ganas de cocinar. Los papás de mi amiga subieron a su habitación después de lavar los vasos y pocos platos que habíamos utilizado, nos dijeron que estaban cansados de su semana de trabajo en la ciudad, ahora querían aprovechar el silencio del campo para descansar.
Con los chicos nos acomodamos en el sillón cama (que todavía estaba en forma de sillón) en el que luego dormiría Pedro para poder ver la película. Cuando estaba por tocar el botón de Play, Zai me detuvo.
-Espera. ¡Tengo antojo! –dijo mientras me sacaba el control de las manos.
-Ups. ¿Se me viene un sobrino? –comentó Pedro haciéndose el preocupado aunque yo ya sabía que bromeaba.
-¡Nada que ver! – Le dijo Zai y le golpeo el hombro-. Es que me gustaría ver la película comiendo unos pochoclos. ¿Habrá maíz por acá?
-Si vos no sabes… -Le dije pero me levanté enseguida para ir a revisar la alacena de la cocina.
Mientras estaba en puntas de pie, corriendo latas y bolsas de las provisiones de los Nara de un lado para el otro de los estantes para revisar todo sentí unas manos que se posaban en mi cintura y me sobresalté. Enseguida me di vuelta y me encontré con Pedro, que estaba muy cerca mío, “demasiado” me dije y me escapé por debajo de uno de sus brazos que todavía seguían a mí alrededor. ¿Por qué me tocaba así? Esta su prima, mi mejor amiga a unos metros nuestro, además jamás le di ningún indicio de nada, nada de onda, nada más que amistad…
-Uh. ¿Te asusté? –Me preguntó y el color subió a sus mejillas-. Perdón. Solo iba a correrte a un costado para agarrar una olla de abajo.
Bueno, okey. Fui media mal pensada, solo quería correrme, pero por qué no solo lo dijo… No sé. Em, ¿qué estaba haciendo yo acá? Ah, sí. Maíz.
-Creo que al fondo de dónde estaba buscando estaba la bolsa con el maíz, ¿la agarras vos mientras yo busco el aceite? –le dije sin decirle nada del susto, o sobresalto, o nervios que me hizo sentir. Asintió y encontró el paquete que buscábamos, rápidamente puse un poco de aceite en la olla, tiramos unos granos de maíz y la tapamos. Cuando los pochoclos comenzaron a saltar Zai apareció en la cocina y nos ayudó a ponerlos en un bowl y hacer caramelo.
Una vez que estuvieron listo los pochoclos volvimos a sentarnos en el sillón, me ubique entre medio de los primos, Zai apagó la luz de una lámpara de pié que estaba a su lado, la única que seguía encendida, Pedro dio Play a la película y nos sumergimos en la historia de la misma…

-Menos mal que Zai era la que estaba interesada en la película –me dijo Pedro y logró que sacara mi concentración de la película. Lo miré a él sin entender lo que me había querido decir y cuando me volví para ver a Zaira entendí todo. Estaba a mi lado profundamente dormida.
-¡Ay! Menos aguante tiene esta chica. No sirve para ver películas de noche. Podríamos estar viendo su película favorita y se dormiría igual -le comente en voz baja, conteniendo mi risa.
-Encima quedan los últimos 20 minutos, se va a perder lo mejor.
-Espera, pone pausa que la despierto así lo ve –le dije a Pedro y él enseguida se estiró hacia adelante para tomar el control remoto de la mesita ratona y presionar el botón de pausa. Yo me levanté y comencé a mover con cuidado a Zai tomándola por los hombros. Por suerte esta vez no fue como cuando no lograba despertarla en el quincho de su casa sino que se despertó rápido. Pero creo que no sabía ni dónde estaba, miro para todos lados y luego fijó la vista en la pantalla del televisor.
-No me digan que otra vez me perdí el final de la película –preguntó refregándose los ojos.
-No, no sé hace cuanto te dormiste para todavía faltan 20 minutos aproximadamente para que termine –le dijo Pedro asomándose por detrás mío para poder mirarla.
-Por eso te despertaba, así no te lo perdes –agregué.
 -Mmm, pero tengo mucho sueño –dijo a la vez que bostezaba-. Mejor la termino mañana.
-¡Ay! Pero esta en la mejor parte amiga. ¡No me quiero quedar con la intriga –me quejé-. Dale, aguanta un poquito.
-No doy más, es que hoy me levanté temprano para ayudar a mamá con muchas cosas –se incorporó en el sillón y se estiró-. Ustedes terminen de verla si no, yo mañana la veo. Me voy a la cama –dijo y se levantó. Comenzó a subir las escaleras y mientras lo hacía nos saludó con la mano.
-Okey. Nos abandonó –concluyó Pedro medio riéndose.
-Sí, menos aguante tiene la morocha –le dije-. ¿La seguimos viendo?
-Dale –aceptó, tomó el control remoto y pulsó el botón de Play.
La película siguió avanzando y como buena película de amor llegó el momento de mayor conflicto donde yo no pude evitar que se me escaparan algunas lágrimas, me daba vergüenza pensar que Pedro tal vez me estaría viendo así, me incomodaba un poco, pero no podía evitar el hecho de llorar. Soy tan llorona con este tipo de películas… Al llegar el final el conflicto se resolvió pero de una manera un poco inesperada que me hizo volver a llorar ahora mezcla de emoción, amor, todo junto. ¡Qué maricona soy!
Los títulos aparecieron en pantalla y como el fondo era negro toda la habitación quedó más oscura de lo que ya estaba, podía sentir a Pedro a mi lado mirándome, pero no quería volverme hacía él y que me vea toda llorosa. De repente sentí una de sus manos en mi hombro, hizo que me volteara y rápidamente intenté secarme los restos de lágrimas que quedaban en mi cara pero con su otra mano me detuvo y él se encargó de sacarme acariciándome la mejilla a la vez. Un escalofrió me recorrió  el cuerpo, cerré los ojos ante el contacto y el cabello de mi nuca se erizó. “¡Basta Paula!” me dije por enésima vez desde que había conocido a Pedro. Este chico conseguía ponerme muy nerviosa pero a la vez me gustaba mucho estar con él, la pasaba bien, me divertía…
Me separé, consiguiendo así que retirara su mano de mi rostro y le dije que encendiera la luz para poder ver la escalera, así ya nos íbamos a dormir.
-¿Tenés sueño? –me preguntó y quise ser sincera.
-No mucho, pero bueno… Es bastante tarde –le dije.
-Yo, la verdad es que estoy re despierto todavía. Tenía pensado ir caminando hasta el laguito, esta acá no más –me comentó y extendió una mano hacia mi-. ¿Queres venir?
Evalué mis posibilidades: Irme a la habitación, encontrarme con Zaira durmiento y yo quedarme desvelada y sin nada qué hacer; o salir de a caminar un poco, tomar aire de campo para desconectar de la ausencia (extendida) de mi novio, y pasar tiempo con Pedro.
-Dale, vamos –le dije sonriendo y me enganché en su brazo. Pude ver cómo una sonrisa se apoderaba de su rostro. Nos dirigimos hasta la puerta y al abrirla un vientito bastante fresco entró a la casa.- Creo que voy a tener que buscarme una campertita –le dije mientras me abrazaba el torso para sacarme el frío que se había apoderado de mi.
-Esperá, te presto un buzo mío, así no tenes que subir –me dijo y sin dejarme responderle se puso a revolver su mochila.
Se acercó y me ayudó a ponerme una campera de él. Me quedaba un poco grande pero no larga, ya que en cuanto a altura éramos casi iguales. Y tenía su perfume, que rico perfume. Abrió la puerta y me dejó salir primero, agarró las llaves (porque no daba quedarnos afuera) y me siguió luego de cerrar la puerta.
Caminamos uno al lado del otro, sin tocarnos esta vez y también sin hablar, nos alejamos un poco de la casa y seguimos el camino por el que habíamos entrado al campo, pero no camino a la ruta, sino hacia el otro lado. El cielo seguía despejado y había millones de estrellas brillando allí arriba. Vivir en la ciudad tenía sus pro y sus contra, uno de los contra más grandes era definitivamente que pocas veces podíamos ver tanta estrellas como las que estaba viendo en este momento. Como Pedro me pudo ver observando el cielo sin cansancio empezó a comentar y enseñarme los nombres de algunas constelaciones que él conocía, las famosas tres marías, el detalle de dónde estaba la vía láctea (que en la ciudad no la identificábamos ni de casualidad), la cruz del sur, entre otras.
-¿Cómo sabes tanto de las estrellas de acá? En España no se ven las mismas constelaciones, ¿no? –le pregunté.
-No, pero cuando todavía vivíamos acá mi mamá me había regalado un telescopio, nos pasábamos noches enteras mirando por él e investigábamos juntos las cosas que encontrábamos en el cielo –me respondió y pude notar la melancolía en su voz, no pude evitar sacar la vista de las estrellas y acariciarle el brazo para hacerle sentir mi apoyo. Volvió la vista hacia mí, deteniendo su paso y me sonrió.
-Tranquila. No me voy a poner a llorar como el otro día –me dijó riendo. Fue un día fuera de lo común… La extraño siempre pero no me pongo a llorar cada vez que la menciono –saque mi mano de su brazo, media avergonzada, no quería que pensara que le tenía lastima o que pensaba que era un “flojito”. Él, al darse cuenta de mi acción agregó:
-Igual gracias por tu caricia –con sus manos me invitó a volver a caminar.
Enseguida llegamos a un grupo de árboles que estaban bastante juntos uno con el otro, cruzamos ese pequeño bosquecito en menos de dos minutos y nos encontramos parados frente al lago. La luna se reflejaba en él, no podía haber belleza más grande que esa. Un suspiro se me escapó de los labios al ver el paisaje que tenía frente a mí y creo que Pedro lo interpretó como que me había dado frío porque dio un paso (que era la distancia que lo separaba de mí) y me pasó un brazo por los hombros. Lo miré, sobresaltada por su cercanía. Otra vez me sorprendía, no me acostumbraba a esta confianza entre nosotros, pero me gustaba… Me di cuenta de que sí, había estado teniendo frió así que me acurruqué más contra él, pero apenas lo hice bajo su mano a mi cintura y me volvió de frente a él. Su mano libre la colocó en mi barbilla e hizo que lo mirara a los ojos. Los suyos, del color del caramelo derretido y cálido, estaban fijos sobre los míos y demostraban firmeza, seguridad. Expresiones que no había visto en él desde que llegó hasta ahora, ya que siempre se lo podía ver más tímido que seguro, más escapando de mi mirada que mirándome con firmeza. Algo había cambiado en su actitud con respecto a mí y  creo que sentía una alegría en mi interior porque así fuera.
Se acercó a mí, un poco más, cada vez más y yo no podía reaccionar, no entendía, no quería entender qué estaba pasando, o tal vez alguna parte de mi subconsciente solo quería dejar que pasara.
Sentí sus labios sobre los míos de un momento a otro. Firmes, cálidos. Cerré mis ojos, sin pensar en lo que hacía él, en lo que estaba pasando, sin pensar en absolutamente nada. Como no notó resistencia alguna en mí, me abrazó con más fuerza y rozó sus labios contra los míos. Pero en ese momento, en el que estaba a punto de dejarme llevar, de devolverle el beso que él había comenzando recordé, volví a la realidad y una sola palabra apareció en mi mente, un nombre… Martín.
Me separé de Pedro y sin mediar palabra alguna comencé mi camino de vuelta a la casa, no lo esperé y no me siguió tampoco.

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Dedicado a mi loca amiga Vann! Te quiero montones!!! ♥ Gracias por todo.

Buena semana a ustedes. Nos leemos el lunes que viene. Perdón por la demora de este capitulo pero no me estuve llevando muy bien con la tecnología estos días.

Besos.
Agos ☺

lunes, 17 de febrero de 2014

Capitulo 9

Un ruido me sacó de mis sueños y abrí poco a poco los ojos, ¡tan linda estaba la cama! Tan bien estaba durmiendo, ¿Ya era de día? Vi claridad en mi ventana así que supuse que sí. ¿Qué había sido lo que me despertó? Giré en mi cama para mirar hacia la puerta y allí me encuentro a mi mamá que me mira y me habla.
-Pau -susurra-, no quería despertarte. Venía a dejarte una notita pero bueno, te digo a vos, ahora.
-No importa -me incorporo un poco y acomodo las sábanas que tenían a mi pie derecho atrapado-. ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?
-Las 7, ahora seguís durmiendo si queres. Me estoy por ir y quería dejarte dicho que la pasen lindo con los Nara porque seguro que salen antes de que papá y yo volvamos de trabajar.
-¡Ay! Sos un tierna, mamá -me conmovió-. Igual sabes que te iba a llamar por teléfono más tarde, seguro, y me podías decir.
-Sí, pero sabes que me gusta dejarte notitas -me sonrió- por eso venía.
-Lo sé -le sonreí-. ¿Papá ya se fue? -le pregunte y negó con la cabeza-. Entonces espera, que me levanto y los saludo a los dos.
Eso hice, fui hasta el living abracé a mi papá y le di un beso, volví a saludar a mi mamá y los despedí diciéndoles: “Hasta el lunes”. Que era cuando teníamos planeado regresar del campo y ahí volvería a verlos.
En cuanto cerré la puerta de calle, fui al baño y volví a mi habitación pero antes de volver a acostarme busqué mi celular para encenderlo y poner la alarma a las 10:30, no quería dormir hasta el medio día, anoche me había acostado temprano. A demás quería aprovechar la mañana para armar el bolsito con las cosas que iba a llevar estos días al campo. En cuanto mi celular se encendió me entró un mensaje. ¿Quién me buscaba tan temprano? ¿Mamá se habría olvidado de decirme algo? Pero no. En la pantalla podía leer: “Nuevo mensaje de Pepe.” Qué raro… Lo abrí entre intrigada y extrañada, pero a la vez con un sentimiento como de ¿ilusión? El mensaje decía lo siguiente: “Hola Pau. Buen día! Te quería contar que acabo de sacar el registro. Parece que no me olvidé cómo se estacionaba jaja. Perdón por la hora, espero no despertarte pero estoy contento y lo quería compartir con vos. Besos."
Una sonrisa se dibujó en mis labios, por qué, no sé, me gustó que pensara en mí para compartir una alegría. Está bien, últimamente compartíamos muchas cosas durante el día porque siempre estábamos juntos con Zai también, pero… Em… Nada, solo me puso feliz que pensara en mi.
Le respondí enseguida: “Buenísimo Pepe. Te felicito! No te hagas drama por la hora, mi mamá ya me despertó sin querer jajaja.”
Deje mi celular en la mesita de luz, encendido por si volvía a responder y me recosté, estaba bastante despierta, pero no daba quedarme sin dormir más ya desde las 7 de la mañana, a esta noche, al llegar al campo iba a llegar muerta de sueño. Me volví a levantar, fui hasta la mini biblioteca que tenía en mi cuarto y tomé uno de mis libros favoritos: “Persuasión” de Jane Austen. Y si,  como buena Susanita que soy, amo los clásicos. Lo comenzaré a leer hasta que me agarre sueño otra vez.
Cuando iba por el segundo párrafo mi celular vibró y sonreí instantáneamente, sabiendo que sería Pedro.
“Ah, bueno, menos mal porque ya me sentía mal por haberte mandado el mensaje, me ibas a odiar. Nos vemos más tarde Pau, me voy a acostar un rato ahora que llegamos a la casa. Acordate de llevar esa peli que te pidió Zai. Así a la noche la vemos. Besos”
“Cierto. Gracias por hacerme acordar, ya me estaba olvidando jaja. Nos vemos. Besito”
Ahora sí, apague mi celular, leí un capítulo del libro y al terminarlo lo marque y me acosté, descansé pero no volví a dormirme profundamente así que a las 9 me levanté, y prepare el desayuno, seguramente Delfi en un rato ya se despertaba.
Efectivamente a las 9:30 Delfi apareció por la cocina y desayunamos juntas, luego nos pusimos a mirar televisión, y la pequeña me ayudó a armar el bolso. Así se me paso toda la mañana, para el medio día Gonza se levantó y almorzamos los tres juntos. No veía el momento de que Zaira me llamara para decirme que fuera para su casa, que ya viajábamos. Hacía mucho que no visitaba el campo y guardaba muy lindos recuerdos allí de mi infancia y adolescencia con mis mejores amigas. ¡Cómo extrañaba a Flor! Decidí enviarle un mensaje ya que desde hacía dos días que no me comunicaba con ella y quería saber cómo la estaba pasando. Mientras escribía una llamada entrante me interrumpió. ¡Martín! Corrí a mi habitación, me senté en la cama y lo atendí muy efusiva, contenta de poder hablar con él.
-¡Hola gordito! ¿Cómo estás? –le dije casi gritando.
-Hola Pau. Todo bien, ¿y vos? ¡Casi me dejas sordo! –me respondió él riendo.
-Perdón, es que me agarraste de sorpresa, no pensé que me llamaras hasta la noche, como me habías dicho en el mensaje ayer.
-Sí, es que tengo noticias y no me aguanté. Quiero contarte –no se por qué, pero que no hay dicho “buenas noticias”, que solo haya dicho “noticias” me inquietó un poco, pero antes de volverme loca sin motivos decidí contar hasta 10 y esperar a que me cuente.
-¿En serio? Contame gordo.
-Siempre ansiosa vos. Bueno, no dije buenas noticias, porque no sé cómo te lo vas a tomar, pero es muy importante para mí –yo sabía que algo así venía, ahora sí dejé que los nervios me invadan, no iban a ser sin razón-. ¿Viste que además de las vacaciones estuvimos buscando cosas sobre el mundial, para trabajos para la facultad. Bueno estuvimos con muchos periodistas deportivos de allá, de Argentina y uno de ellos me recomendó a TyC Sports y… ¡me contrataron! No me voy a quedar hasta que empiece el mundial, pero si me voy a quedar durante febrero acá. Vuelvo a Argentina y en junio estaré acá de nuevo… -No sabía qué decirle. Era una oportunidad genial para él pero… ¡Tanto tiempo sin vernos! Eso no estaba en mis planes, aunque suene egoísta ya quería que se volviera-. Gorda, ¿estas ahí?
No me di cuenta de que me había quedado pensando, cayendo en la nueva realidad y no le estaba respondiendo nada.
-Sí, perdón, es que… Me dejaste sin palabras.
-¡Un milagro! –bromeó y me hizo reír.
-Tarado. Es que, te voy a extrañar mucho. Pero es LA oportunidad para vos. Y lo entiendo.
-Gracias, sabía que lo ibas a entender. No te preocupes que nos vamos a seguir comunicando por celu y ahora voy a estar en la ciudad así que seguramente tenga más internet.
-Bueno, está bien. Yo este finde lo voy a pasar con la familia de Zai al campo, voy a ser yo la que tenga poca señal pero por lo menos por mensajito nos hablamos… Como hasta ahora.
-Ah, qué bueno. ¡Qué disfrutes amor! Nos hablamos después, que me voy a gastar todo el saldo sino, y le quiero contar a mamá.
-Dale, amor. Nos hablamos. Besos.
-Te amo –me dijo
-Yo también –le respondí casi en un susurro y corté la comunicación.
Baje el brazo con mi celular agarrado, lo deje en la cama y me tire de espaldas, acostándome y así estuve, quieta por varios minutos, solo pensando, tratando de entender los sentimientos que tenía en este momento. Yo había supuesto que iba a extrañarlo un montón durante este mes pero por suerte Zai y Pepe me distrajeron y me divertí mucho con ellos, lo extrañé pero no fue nada extremadamente trágico como había imaginado en un principio. Pero ahora… Yo esperaba que en una semana y media más esté de vuelta, conmigo,  otra vez tenía que hacerme a la idea de hablar una vez por día, o de solo intercambiar algunos mensajitos. Extrañaba sus abrazos, sus besos; principalmente lo que me hacía sentir cuando me abrazaba o besaba.
En algún momento mientras pensaba me habré quedado dormida porque me desperté cuando mi celular volvió a sonar. Con la esperanza de que todo haya sido un sueño me levanté y atendí, era Zaira.
-Hola amiga. ¿Cómo andas?
-Hola Pau. Bien, ¿vos?
-Todo bien.
-¿Segura? –me preguntó y me extrañó que me diga eso.
-Sí, ¿por?
-Porque estuve hablando con Juan, el del club, ¿te acordas? Por facebook y él es amigo de Martín y me contó que se enteró que se quedan más tiempo en Brasil.
-Ah, eso –dije y la seriedad volvió a mi rostro. No había sido un sueño, lamentablemente-. No sé, no sé qué pensar. Lo quiero y por eso quiero que salga adelante y que haga las cosas que le gustan pero también lo extraño conmigo.
-Me imaginé amiga. Esta noche te consuelo con mis abrazos por lo menos –me dijo y rió.
-Gracias amiga. Sé que siempre estas. Sos lo más. Pero no hay abrazos como los de él.
-Bueno, arriba Pocha –me dijo en tono de reto-. No quiero verte mal. Hablando de verte… ¿Ya tenes todo listo? Si queres anda viniendo a casa que seguramente papá en media hora ya llega del trabajo, iba a ver si se podía escapar un poquito antes.
-Sí, ya tengo todo. Ahora veo en qué andan Gon y Delfi, y voy. Nos vemos. Te amo amiga. Gracias por todo.
-De nada gordi, nos vemos en un ratito. ¡Te amo más! –me dijo y escuche como colgaba.
Bajé y me encontré con mis hermanos muy entretenidos jugando a la Play Station, llamé un remis, me despedí de ellos y salí rumbo a la casa de mi amiga.
Al mismo tiempo que mi remis estaba estacionando frente a la casa de Zai, el papá de ella llegó, genial, pronto partiríamos hacia el campo.
Pagué al chofer y baje mis cosas, entre junto con Andrés y saludé a Nora, comenzaron a cargar el auto y yo subí a buscar a Zai y a Pepe. Golpeé la puerta de la habitación de mi amiga y como no respondió, la llamé por su nombre, me respondió desde el baño de enfrente, diciéndome que ya salía, así que caminé hacía el final del pasillo y golpeé la puerta de la habitación de Pedro. Abrió enseguida y me di cuenta de que iba a decir algo pero cuando me vio se quedó en silencio un momento y después me saludó.
-Hola Pau. Pensé que eras Zai. ¿Cómo estás? –me dijo, dio un paso hacia adelante y me dejó un beso en la mejilla. Me agarró desprevenida y me quedé cual estatua pero enseguida me obligué a reaccionar y le sonreí.
-Bien, ¿y vos?
-Bien también. ¿Lista para viajar?
-Lista y ya llegó tu tío, me mandaron a avisarles que vayan bajando las cosas –le avisé.
-Ah. Buenísimo. Ahí agarro todo entonces.
-Dale, yo voy a ver si Zai necesita ayuda. Te veo abajo.

Zai salió del baño y la ayudé a bajar sus cosas, cargamos todo en el auto y emprendimos el viaje. Me senté entre Zai y Pepe e íbamos charlando muy entretenidos así que la hora se nos pasó volando. Nos encontrábamos frente a la tranquera donde se podía ver el nombre del campo: “La hacienda”, que tantas veces ya había visto.
El sol estaba cayendo y se podía ver todo con un hermoso tono rojizo, comenzamos a avanzar por el camino de tierra que conducía hacia la casa, este estaba rodeado de arboles bien altos, por el camino nos cruzamos con dos huecos donde faltaban los arboles que antes habían estado ahí y Andrés nos explicó que eran los que se habían caído por la tormenta que hubo durante la semana. Al final de 1 kilometro y medio de camino pudimos ver la hermosa casita, que parecía una cabaña sacada de un cuento de hadas, por eso siempre amaba ir allí, parecía que los príncipes y los duendes eran reales cuando estabas en este lugar. Bajamos el equipaje y con Zai subimos la escalera hacía las habitaciones, nosotras nos alojamos en la que siempre había sido de ella y Wanda, en la otra dormirían sus padres y a Pedro le tocaba el sillón cama del living.
Dejando de lado toda la tristeza que me había invadido esta tarde, abrí la ventana respire hondo llenándome del mágico aire de ese lugar, me relajé y me propuse pasar un hermoso fin de semana.

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LINDO fin de semana van a pasar en el campo ;)
Buena semana a ustedes! Beso grande!

Agos ☺

lunes, 10 de febrero de 2014

Capitulo 8

 El sol me pegaba en a cara pero la suave brisa que había este día impedía que la temperatura sea demasiado elevada a pesar de que era verano. El olor a sal impregnaba el ambiente y no me cansaba de observar las hermosas combinaciones de verdes, turquesas y azules que tenía ante mis ojos.
El acompasado sonido de las olas al romper en la orilla me ayudaban a relajarme más y más. Pero lo que mas feliz y en paz me tenia era el echo de saber que con solo estirar mi brazo derecho podía tocar a mi novio, a Martín. Amaba cada momento que pasaba con él. Lo mire y le sonreí, él me devolvió la sonrisa y comenzó a acariciarme el pelo, justo como a mi me gustaba. Siempre sabía que era lo que a mí me gustaba. Cerré los ojos y continué relajándome, respirando tranquila, sintiendo sus mimos.
De repente deje de sentir la brisa, el olor a sal, también el sonido de las olas, pero no sus caricias. Respire profundo y me acomodé. Cuando hice esto deje de sentir los mimos en mi pelo y caí en la realidad, había sido solo un sueño, pero seguí con los ojos cerrados para ver si podía volver a soñar lo mismo. Como extrañaba a Tincho.
Mientras pensaba todo eso, volví a sentir las caricias. "Pero no estoy dormida." Me dije. "¿Será Zai?" Pensé. ¿Cuándo habíamos ido a su habitación? ¿Terminamos de ver la película? El enredo que tenia en mi mente era terrible. No tenia ni idea de dónde estaba, o como había llegado... Opte por abrir os ojos y así aclararme de una buena vez.
Pude ver que seguía en el quincho, hecha un ovillo en el sillón, tapada con la manta, frente a la televisión que seguía encendida con el menú de la película en pantalla. Por el ventanal observe que afuera seguía estando oscuro, aunque por suerte había parado la lluvia, no tenia ni idea de que hora podría ser. Estaba acurrucada, los mimos seguían, me removí en el lugar, y otra vez se detuvieron. Me incorporé un poco, bostezando y pude ver a Pedro a mi lado, mirándome, percibí como el color subía por sus mejillas y también vi que detrás de el estaba Zai, todavía durmiendo.
Me puse un poco, o bastante, incomoda por la situación, por saber que las caricias que había estado recibiendo y que tanto me habían gustado, habían sido de Pedro. Sentí como el calor se apoderaba de mis mejillas, seguro que ahora era yo la que se estaba ruborizando.
-Pau. -comenzó a decirme pero de repente tuve miedo de lo que pudiera decir, así que lo interrumpí.
-¡Nos quedamos re dormidos! -comenté y sonreí, levantándome del sillón. Para poner un poco de espacio entre nosotros. Tenerlo tan cerca me confundía-. ¿Qué hora será?
Pedro se levantó también y tomando su teléfono celular de la mesita de la televisión me dijo que eran las 3 y media de la mañana.
Bueno, no había sido tanto tiempo lo que dormimos todos en el sillón, pero pensar en la forma en que me había despertado, con esos mimos, me tenia realmente inquieta, no sabia que pensar y sentía mi estomago encogerse o retorcerse, o algo así, dentro mío.
-Despertá a Zai así vamos a dormir a la casa, que mientras yo acomodo lo que usamos acá -me dijo Pedro sin ni siquiera mirarme a los ojos. Creo que seguía tímido, o incómodo, y la verdad es que yo también, así que solo hice lo que me había pedido.
Saque la manta del sillón, para ver si sintiendo el fresco que hacía, Zai ya se despertaba pero no lo hizo. ¡Mi amiga y su sueño pesado! Doble la manta, la dejé a un lado y me acerqué de nuevo a la morocha. Luego de llamarla durante un rato y ver que no se mosqueaba, no me quedó otra opción que zamarrearla un poco.
-¡Ay! -Se quejó soltándose de mi agarre-. Nunca despertarme llamándome, ¿no?
-¡Te estuve hablando como por 10 minutos y ni te movías! -me defendí.
-Ya teníamos miedo de que inundes todo con tu baba-. Se burló Pedro de ella y rió.
-¡¿Qué?! -Exclamó Zai alarmada y se llevó las manos a la boca-. ¡No estuve babeando! ¡Mentiroso!
Pedro y yo no pudimos evitar mirarnos y volver a reírnos de ella.
-Dale, vayan a tu cuarto, cachorra. Así siguen durmiendo -le dijo Pepe y terminó de juntar los potecitos en los que habíamos comido el helado.
-¡Ya te dije que no me digas más así! -Lo fulminó con la mirada y yo contuve mi risa para no hacerla enojar más-. Encima me perdí el final de la película. ¿Cómo terminó?
-No sé -me encogí de hombros-. Yo también me dormí -le dije y miramos a Pedro para ver si él había terminado de verla.
-Tampoco la vi, mañana la terminamos.
-Dale -aceptó Zai y yo gemí. Otra vez a sufrir con esa película-. No seas miedosa, gorda –me dijo mi amiga riendo ante mi reacción.
Terminamos de ordenar rápidamente y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Yo seguía con esa extraña sensación en el estomago, parecía que me lo habían dejado dado vuelta, y con la incomodidad de no saber por qué Pedro había hecho lo que hizo, y la incertidumbre de que, para colmo, yo estaba totalmente cómoda y relajada con sus mimos. Por qué habría estado acariciándome el pelo cuando se suponía que dormía...
Después de un rato dando vueltas y pensando, volví a dormirme, esta vez sin sueños, hasta que escuche a mi amiga llamándome.
-¡Arriba Chaves! ¡Salió el sol! Vamos, vamos. ¡Arriba! –me decía mientras saltaba en la punta de mi colchon. ¡Molesta! Le tiré uno de los almohadones que tenía cerca y me tape con la sábana hasta la cabeza-. Eu, ¡Sin violencia! –me dijo y no pude creer lo cara dura que es.
-¿Sin violencia me decis? –le reproché-  ¡vos me estas despertando saltando en mi cama!
-Bueno, bueno. Parece que nos levantamos de mal humor… -Dijo Zai, y eso no hizo más que lograr ponerme de mal humor verdaderamente. La fulminé con la mirada, levantó sus brazos como destacando su inocencia y antes de salir de la habitación me dijo:
-Te espero en la cocina –cerró la puerta detrás de ella.
Efectivamente podía ver de nuevo el cielo celeste a traves de la ventana del cuarto de mi amiga. Hacía tanto que no lo veía que ya ni me acordaba que pudiera ser tan brillante. Me desperecé, me levanté, hice mi cama y me vestí.
Antes de salir de la habitación recordé todo lo sucedido anoche, mejor dicho recordé el momento en que desperte con mimos de Pedro sobre mi cabello y el nudo volvió a hacerse en la boca de mi estómago. Pero enseguida intente relajarme, capaz imagine todo, estaba tan dormida, tan distraida, ni recordaba haberme quedado dormida allí. Si, seguro lo había imaginado. Suspiré con fuerza para “desatar” ese nudo un poco y salí de la habitación revisando si tenía algún mensaje nuevo en mi celular…
¡Bam! Golpe. Celular al piso. Yo casi en el piso pero unos brazos me rodean la cintura. Descolocada por unos segundos. Levanto mi vista y me encuentro con sus ojos color miel, fijos en los mios.
-¿Estas bien? –me pregunta y asiento. Esta cercanía con él me deconcierta. Cada vez que lo tengo cerca ultimamente termino sin palabras… ¿Se acuerdan del nudo que había conseguido “desatar” en mi estomago? Bueno, olvidenlo. Ahí esta de nuevo. Intento enderezarme y resvalo, pero por suerte Pedro me seguían sosteniendo, se ríe y me ayuda a encontrar mi equilibrio. Al menos fisicamente hablando, mentalmente no sé ni donde estoy.
-Pe Perdón, Pepe. No te vi –le digo.
-No te preocupes, yo tampoco te ví –me sonríe ampliamente, esta despeinado, con cara de recién levantado… Por suerte esta vestido. Me sonrojó de solo pensar chocármelo en paños menores… “¡Basta Paula!” Me digo. Últimamente me lo estoy diciendo mucho… Ojalá no pueda notar el color en mis mejillas aunque creo que si porque él también se sonroja un poco.
-Este pasillo esta como encaprichado en que nosotros nos choquemos parece –me dice poniéndole humor a la situación-. ¿Estás bien?
-Si, em… Si, bien. ¿Vamos a desayunar?
-Vamos
Llegamos juntos a la cocina, Zai nos ve y se vuelve hacía la mesada para traernos los licuados que preparó, genia total. Esperen, ¿se río antes de darse vuelta? ¿Por qué? Creo que sigo imaginando cosas. Me senté en la mesa de vidrio que había en esta habitación junto a Pedro, y Zai, luego de alcanzarnos los vasos se sentó frente a nosotros.
Después de tanta lluvia al fin había sol. Aunque la temperatura seguía siendo baja ya el echo de sentir como el calorcito de los rayos que entraban a través de la ventana era reconfortante. ¿Les dije que amo el verano, el calor? Bueno, lo amo. Me pone totalmente de bueno humor este clima.
-¿Ya pasó el mal humor? –me pregunta Zai sonriendo, entre irónica y divertida.
-¿Estabas de mal humor? –me preguntó Pedro. Pero antes de que pudiera contestar lo hizo mi amiga.
-Ah, ¿a vos no te ladro a penas te vió? –le dijo. Era obvio que quería hacerme sentir culpable. ¡No lo iba a conseguir!
-No, no tuvo tiempo. Nos encontramos… ¡De golpe! –dijo y me sonrió con complicidad, vi la cara de confusión de mi amiga y reí.
-No estaba de mal humor, vos me habías echo enojar con tu manera de despertarme –le aclaré. Pero creo que ni me escuchó.
-¿De qué se ríen? No me escondan cosas. ¿Qué pasó? –Su instinto de chusma estaba intacto, me reí internamente y lo mire a Pedro esperando que el contara nuestro pequeño accidente matutino, pero no dijo nada… Me miró a mí.
-Nada, salí de tu habitación distraída, mirando mi celular y no sé cómo llegue a los brazos de Pedro pero él hizo que no me cayera. Nos chocamos, básicamente.
-Ay él rescatando a la damisela en apuros –se burló la morocha.
-Callate cachorra. -Le dijo Pedro remarcando esa última palabra, que sabía que tanto lo molestaba a su prima.
Bromeamos un rato más sobre tonterías mientras terminábamos de ver lo que nos quedaba de la película de anoche y Zai recibió un llamado de sus padres que seguían en el campo. Le contaron que, por suerte, nada se había roto nada con la caída de algunos árboles que hubo en el lugar debido a la tormenta. Y también le reiteraron que me invitara a pasar el fin de semana allí con ellos. Yo volví a aceptar la invitación, no había hablado con mis padres aún pero dudaba que tuvieran algún problema; conocían bien a los padres de mi amiga y se llevaban genial. Además ya me habían dejado ir un montón de veces con ellos de paseo, al campo o a otros lugares.
Mientras pensábamos qué podíamos almorzar llamé a mi mamá y ya le pedí permiso así podía confirmar mi asistencia a la salida de fin de semana. Por suerte me dejó solo con la condición de que antes de irme pase un rato por casa, no solo a buscar ropa, sino a hacer un poco de orden en mi habitación. ¡Padres! Pero bueno, acepté, el paseo no me lo quería perder. Amaba el campo de la familia de Zai. Amaba pasar tiempo con ella y bueno, con Pepe también.
Por suerte en la heladera de Zai había fiambre, así que como nadie tenía ganas de cocinar ese sería nuestro almuerzo. Sanguchitos de jamón y queso.
-¿Y si vamos al club a comer? Total tenemos que salir a comprar pan, y ya que salió el sol… -propuso Zai y no me pareció mala idea.
-¿No va a estar todo embarrado? –comentó Pedro y la verdad es que tenía razón, por más que el sol estaba brillando hoy con toda su fuerza no iba a alcanzar a secar todo lo que se mojó en estos varios días ininterrumpidos de lluvia.
-No importa, vamos igual. Ya estoy cansada del encierro –rogó la morocha juntando sus manos como pidiendo al cielo que aceptemos su idea.
-Está bien. No creo que sea tan trágico un poco de barro…

¡Y cómo me arrepentí, media hora después, de haber dicho esa frase!
A penas llegamos al club y salí de la veredita para ir hacia una de las mesas de material me patiné y termine sentada en el piso, pies, piernas, cola y codos (porque me apoyé en ellos para no terminar acostada) llenos de BARRO. Pero que amor. ¿Por qué soy tan propensa a estos accidentes?
Encima mi “mejor amiga” no paraba de reírse de mí. Genial. Pedro por suerte solo rió un poco y enseguida vino a ayudarme a ponerme en pie. Esta vez me puso una mano en la espalda sin vacilar, y con la otra me tomo de una mano, así yo pude agarrarme de su hombro con la mano libro y no volver a caer, así me acompaño hasta la mesita y Zaira que se seguía riendo. Definitivamente ya estábamos en confianza, los primeros días juntos casi ni me tocaba… Me gustaba más el Pedro sin vergüenza.
Comimos nuestros sanguchitos y seguimos conversando, si era por Zai y yo siempre teníamos un tema del que hablar pero poco a poco me daba cuenta que también tenía varios temas en común con Pedro, que se yo, gustos parecidos en varias cosas que nos dejaban conversación.
-Chicas. Les cuento algo… -comenzó Pedro y las dos, que estábamos peleando porque Zai quería borrar algunas de las fotos que habíamos sacado hace un rato porque decía que no la favorecían, le dedicamos nuestra atención y dejamos la cámara en la mesa.
-Me das miedo Pedro. Conta YA. –dijo Zaira, acelerada, intrigada. Yo también lo estaba pero siempre era más tranquila que ella.
-Tanquila. –dijo riendo entre dientes-. Sos tan exagerada… Les iba a comentar que hable con tu papá y me va a prestar el auto algún día de la semana que viene para que pueda ir a sacarme el registro.
-¡Ay! Buenísimo Pepe. Te vamos a poder usar de remis –le dije y reí.
-Sí, ya me veo de chofer –rió también.
-Papá seguro te va a prestar el auto cada tanto así podemos pasear.
-No, pero… Mi idea es… Desde allá me vine con ahorros, estuve trabajando desde que terminé el colegio, así que pienso comprarme algo para movilizarme. Y movilizarlas… Saben que siempre van a estar invitadas -nos guiñó un ojo mientras nos contaba-. Por suerte ahorré en euros así que voy a buscar algo usado pero bueno. ¿La semana que viene me acompañan a ver autos?
-Sin duda. –Dijo Zai-. Tenemos que darte nuestra aprobación. Yo no me subo a cualquier cosa.
-¡Pero cállate! –le dije yo. No me hagas recordarte el auto con el que te pasaba a buscar tu “chico” a mediados del año pasado.
-Ay. Sh. Qué horror. –dijo casi estremeciéndose y con Pedro reímos de su exageración.
Más tarde, después de tomar unos mates con los chicos, jugar a las cartas y evitar caerme otra vez en el barro, volví a mi casa, ordene mi cuarto y cene con mi familia. Esa noche la pasaría con ellos, para que después no reclamaran mis largas ausencias en casa. Pareciera que a veces los padres se olvidan de su adolescencia, de que seguramente ellos a mi edad andaban más en la calle o en casa de sus amigos que en sus propias casas… Pero bueno. El sí ya lo tenía y mañana a la noche salía con Nora, Andrés, Zaira y Pedro rumbo al campo de la familia Nara.

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Ay! Que se nos va pasando Febrero... Ay, ay. Quiero vacaciones ETERNAS! Jajaja.

Espero tengan una muy buena semana y les vaya bien en todo lo que se propongan ♥

Besos, y leo sus comentarios que me inspiran a seguir escribiendo.

Agos ☺

martes, 4 de febrero de 2014

Capitulo 7

Mientras Pedro se comunicaba con la Pizzeria para encargar nuestra comida, Zaira no dejaba de reprocharme:
-Nena, no te podes sentir culpable por eso. Ya fue, dale. No quiero verte toda la noche con esa cara larga.
-No, no puedo. Me siento re mal. Pobre gordo, lo re abandone hoy -realmente me sentía en falta con él, tenía una sensación terrible en la boca del estómago, como si me hubiera tragado un cubito de hielo entero y como si ese cubito se hubiera quedado trabado allí. La pizza llegó al rato y nosotros ya habíamos puesto vasos, gaseosa y servilletas en la mesa.
-¿Pongo una peli ahora? -dijo Pedro mientras cortaba la pizza en 8 porciones-. Así busco las que tengo en mi habitación antes de sentarme a comer.
-No, dejá Pepe. Comamos tranquilos y después las buscas -decidió Zai-. Total encargamos helado y lo comemos mientras la vemos.
-Bueno, les sirvo entonces. ¿De muzzarella sola o con jamón Pau? -me preguntó ofreciendome la pizza y la verdad es que muchas ganas de comer no tenia. El hambre se me había ido de un momento al otro, por la culpa que sentía.
-Mmm, dame de muzzarella -le dije igualmente y me dejó la porción en una servilleta frente a mi, dedicándome una de sus tímidas pero lindas sonrisas. Una de esas sonrisas que me dedicaba cada vez que quería que se la devuelva... No sé por qué pero presentí que Pepe se había dado cuenta de que estaba mal. A Zai le habia contado lo que me pasaba mientras él hablaba por teléfono al delivery.
-Yo de jamón -pidió Zai y su primo le sirvió. Se eligió una para él y comenzamos a comer.
Di algunos mordiquitos, por hacer algo ya que el hambre no me volvía y me quedé pensando en Martín. Sabia que Zai y Pedro conversaban al lado mio pero yo estaba en mi propia nube.
-Eu, Pau. ¿Qué te parece a vos? -me dijo Zai tocándome la mano y sacándome de esa nube.
-¿Eh? ¿Qué? ¿Qué pasó? -respondí al instante, totalmente perdida.
-Ah, nos estabas prestando un montón de atención, eh -dijo Pepe haciéndose el serio, pero con humor.
-Perdón, estaba re distraída.
-Decíamos -comenzó a contarme Zai- que mis viejos me dijeron hoy, que si queríamos el finde que viene podíamos ir al campo con ellos y pasarlo allá.
-Ah, si. Me re gusta la idea -dije.
-¿Segura? -me preguntó Pedro y asentí
- Decile a tu cara Pau -me dijo Zai en tono de chiste pero yo no estaba con mucho humor.
-No puedo -respondí de manera muy cortante.
-Pau... ¿Estas bien? -se preocupó Pedro y la sonrisa le desapareció del rostro.
-Dejala -le dijo Zai-, ya se le va a pasar.
Lo que menos había pretendido era hacer sentir mal a Zaira o a Pedro, pero realmente estaba sin humor para chistes, sin humor para nada.
Tal como habíamos acordado, apenas terminamos de comer llamamos a la heladería para encargar medio kilo de helado. Yo pedí mi gusto favorito: chocolate marroc y casualmente Pedro comentó que era su favorito también. Mejor, así no teníamos que pelearnos por qué gustos pedir y cuales no. Trate de ir mejorando mi humor a lo largo de la cena, participando en las conversaciones con Pedro y Zai, tratando de no pensar ahora en Martín. Aunque no jodiamos como siempre, al menos me ayudaron a recuperar la sonrisa.
-¿Voy buscando las peli? -nos preguntó Pedro y ambas asentimos.
-Dale, así a penas llega el helado ponemos alguna -le confirmó Zai y agregó-. Llevate el paraguas que hoy me traje yo, así no te mojas tanto.
-Evita traer las de terror, please -pedí juntando mis manos, haciendo puchero y poniendo mi mejor carita de perro mojado.
-Ay, Paula. ¡No seas aburrida! -me dijo mi mejor amiga y la fulminé con la mirada.
-Sabes que después no duermo, Zai.
-Yo te hago cucharita esta noche, no te preocupes -me dijo poniendo sus ojos en blanco, y me hizo reír.
-Bueno, traigo todas y se matan ustedes por elegir -dijo Pedro que nos miraba riendo por nuestra "discusión".
Pedro cruzó el patio bajo el paraguas. Creo que si no paraba de llover para esta mañana íbamos a tener que construir el arca y empezar a juntar animales. Bueno, esta bien, soy un poco exagerada, pero no paraba de llover por más de 15 minutos que ya volvía a caer más agua. Con Zai limpiamos la mesa y cuando terminamos de conectar el DVD a la tele, sonó el timbre.
-Debe ser el helado -dijo Zai-. Uh... Y Pepe no llevó la plata.
-Ahí voy yo -dije y agarrando la plata que habíamos dejado preparada sobre la mesa corrí por el patio hacia la casa. Pero en cuanto llegué a la puerta de entrada no hice más que maldecir. No estaban las llaves. ¡Seguro estaban en el quincho! Le hice señas al chico del delivery desde la ventana para que esperara y me asome por la puerta que daba hacia el patio gritandole a Zai para que trajera las llaves. Llegó corriendo, le di la plata y agarrando el paraguas que Pedro había dejado al lado de la puerta se dispuso a salir en busca del helado.
-Anda a buscar a Pepe, Pau -me dijo, le asentí y salió.
Subí la escalera y camine por el pasillo hasta el final del mismo, acercándome a la que antes era la habitación de Wanda y que, por ahora, era de Pedro. Vi que la puerta estaba cerrada, así que por las dudas golpeé y esperé a que me dijera que pase. Pero nada pasó, nadie habló ni escuche ningún ruido, lo que me pareció raro.
-Pepe, ¿estas ahí? -lo llame y volví a golpear la puerta pero seguía sin haber respuesta así que, luego de unos minutos, me decidí a entrar.
Abrí la puerta y vi que la habitación estaba pobremente iluminada, lo primero que vi fue una valija en el piso, al lado del armario, seguro que seguía sin terminar de desarmarla desde que llegó... En la punta de la cama vi otro bolso más y a un costado de la cama pude ver a Pedro, sentado en el piso con la espalda apoyada en la mesita de luz donde estaba encendido el velador que era la única iluminación de la habitación. Pepe estaba con la cabeza en sus rodillas, por lo que no podía ver su cara pero si vi que tenía algunos papeles entre sus manos. Sobre la cama, al lado del bolso pude ver varios DVD's. Los que había venido a buscar pero al parecer algo lo demoró.
-Pepe, ¿estas bien? -dije casi en un susurro y él solo movió un poco la cabeza, como asintiendo -. A mi no me parece que estés muy bien -le dije, sincera y lo oi sollozar, o al menos eso me pareció.
Me acerque a él sentándome a su lado, puse una de mis manos en su rodilla y la tomó apretandola, con esa acción pude sentir que necesitaba esa caricia, ese apoyo. Levantó un poco la cabeza para mirarme y pude ver que lloraba, sentí como mi corazón se estrujaba.
-Ey Pepe, no llores. Tranquilo -le dije acariciandole la mano pero sollozó con más fuerza. No sabía que hacer. Me partía el alma verlo así, me daban ganas de llorar a mi. No me animaba a preguntarle qué le había pasado ya que tal vez no había la suficiente confianza entre nosotros para que me contara pero decidí que darle un abrazo para tratar de calmarlo, eso no podía hacer mal a nadie. Bah, esperaba que a él le hiciera bien.
Moví su mano, la que estaba tomada de la mía hacia mi espalda y lo acerqué a mi, pasando mis brazos por abajo de los suyos.
-Tranquilo -le dije, lo acerqué más a mi poniendo mis manos en su columna y él apoyó su cabeza en mi hombro, suspirando. Intentando calmarse, supuse.
Nos quedamos por un rato así, en silencio y sentí como poco a poco su respiración se acompasaba. Quería preguntarle si ya estaba mejor pero cuando estaba a punto de hacerlo me susurró un "gracias" con sus labios pegados a mi cuello, lo que me hizo estremecer... No me había dado cuenta que era lo más cerca que habíamos estado desde que lo conocí, en ese momento tomé conciencia y eso me hizo sonreír un poco. Me gustaba tenerlo cerca... Sus labios cerca... "Tenes novia Paula." Me dije y me dispuse a responderle.
-No hay nada que agradecer. ¿Estas mejor? -quise saber.
-Si -me dijo y se incorporó un poco, volviendo a sentarse al lado mio, pude ver como el rubor se habia apoderado de su rostro. Y no sabia si por el llanto o por vergüenza-. Perdón Pau.
-¿Perdón por qué? -le dije. Sin entender su disculpa.
-No sé, por esto. No tiene nada que ver que tengas que estar acá, consolandome.
-No te haga problema. No me molesta -le aseguré.
-Gracias -me dijo de nuevo con su hermosa sonrisa tímida.
¿Hermosa sonrisa dije? ¡Basta Paula! "Tengo novio, tengo novio." Me repetí como ya lo había hecho en otras ocasiones.
-Cualquier cosa conta conmigo. ¿Si? -le dije.
-Si, estaba lo más bien yo. Y no suelo ponerme así de mal. No te preocupes que no soy un chico depresivo ni nada de eso -se rió un poco y también me reí-. Lo que pasó es que abrí este bolso -señaló el que estaba arriba de la cama- para buscar la películas y me encontré con unas cartas de mi mamá, todos los años para mi cumpleaños me escribía una -me mostró los papeles que tenia en su mano-. Ella falleció hace ya dos años... Y bueno, me las puse a leer y me di cuenta de cuanto la extraño.
Me dejó helada, no sabia qué decirle. Sabia que la tía de Zai había fallecido joven y eso, pero no sé, nunca pensé que Pedro seguiría tan afectado. Debía de ser una sensación horrible. Ni quería imaginarme como me sentiría yo si no tuviera a mamá.
-Ella te cuida y va a cuidar siempre Pepe, eso ni lo dudes -le dije lo que me salió del corazón y volví a acariciarle una mano. Mi acto hizo que él a sonrojarse un poco, había vuelto el Pedro tímido.
-Lo sé, gracias. De verdad. Pero bueno, no tendría que haberme puesto a leer las cartas ahora -me dijo y se levantó estirando una mano para que la tome y ayudar a levantarme.
Juntos elegimos algunas películas, no pude evitar que lleve alguna de las de terror, lamentablemente, y bajamos. Zai no estaba por ninguna parte por lo que supusimos que había vuelto al quincho, así que fuimos a la cocina a donde estaba la puerta que daba al patio.
-Zai nos robó el paraguas -dijo Pepe. Y pude ver que tenía razón ya que no estaba apoyado al lado de la puerta.
-Que mala amiga... Y prima -dije y se rió. Nos metimos los DVD's abajo de nuestras remeras para intentar que no se mojaran y corrimos hasta el quincho.
Cuando entramos vimos que Zai ya estaba sirviendo un poco de helado para cada uno, en unos potecitos. Yo agarré el que ya estaba servido y me senté en una de las puntas del sillón para esperar a los chicos.
-¿Estaban muy guardadas las películas? ¿No las encontraban? -preguntó Zai con una sonrisa traviesa en sus labios. ¡¿Por qué nos hacía esa cara?!
-No, estaban ahí, en mi bolso -contesto Pedro, que estaba con las mejillas un poco coloradas, otra vez; encogiéndose de hombros como queriéndole restar importancia a la cara de su prima.
-¡Que rico este helado! -dije luego de probar una cucharada, queriendo cambiar de tema.
Zai se rió pero no comentó nada más. ¿Qué se le pasará por la cabeza a mii amiga? ¡Miedo! Terminó de servir y vino a sentarse a mi lado, se saco las ojotas que tenia en los pies y cruzó sus piernas como un indiecito sobre el sillón, Pedro se acercó al otro extremo trayendo los DVD's consigo para que pudiéramos elegir, los apoyó en la mesita que teníamos enfrente, volvió a buscarse su helado y finalmente se sentó al lado de su prima.
-Bueno, ¿qué vemos? -nos preguntó Pedro y comenzamos a pasarnos las películas, comentando de qué se trataban o qué comentarios habíamos escuchado sobre ellas.
Peleamos un poco pero finalmente nos decidimos por ver una que era una comedia y dejamos otra de terror como segunda opción (más que nada porque yo me había negado a verla pero los chicos tenían muchas ganas de elegirla) por si nos aburriamos con la primera.
Zai se levantó y la puso para que comenzara, ya que estaba levantada aprovechó para poder servirse más helado y mientras lo hacía Pedro se acercó a mi ocupando el lugar de su prima. Ni me miró, pero se quedó allí, como si hubiera llegado por una simple casualidad. La morocha volvió hacia el sillón, lo miró, se sonrió y se sentó en el espacio libre sin hacer ningún reproche de los que pensé que iba a hacer.
Verdaderamente la comedia estuvo muy divertida, los tres nos la pasamos riendo a carcajada limpia así que no pudieron quejarse de mi elección pero la mala noticia (para mi) fue que como seguíamos tan despiertos decidieron ver la otra película también. Afuera estaba la peor parte de la tormenta y se había levantado bastante viento, que al parecer era muy fresco por que la temperatura en el quincho había descendido, así que Zai trajo una manta para que todos nos tapemos un poco y para mi mejor porque así podía taparme la cara cuando la película me diera miedo.
Y así estaba, mirando la película, con Pedro al lado mio que se reía cada vez que yo pegaba un salto por un susto y con la manta levantada hasta mi nariz para llegar a taparme mas rápido los ojos si algo raro ocurría. Llegó un momento de tensión en la película, los protagonistas asustados, un ruido fuerte que los sobresaltó y de repente el cielo se ilumino detrás del televisor y se escucho un trueno fuertisimo. Yo salte en mi lugar, asustada no se ya de qué y me agarre con fuerza a algo o alguien y grité. Se me paso un poco el susto y vi que tenia agarrado un brazo de Pedro. Un poco más y le estaba clavando las uñas y el me miraba con humor. Afloje poco a poco el agarre y Zai puso en pausa la película.
-¿Estas bien? Gorda -me preguntó Zai con humor.
-Ahora si. Ay Dios. Es verdad cuando digo que no soporto las películas de terror.
-Tranquila. Es todo de mentirita -me dijo Pepe pasandose la mano por su brazo. ¿Lo habré lastimado?
-Perdón por el apretón -le dije, señalandole el brazo.
-No pasa nada -me sonrió-. ¿Te dan miedo las tormentas? ¿O fue por la peli?
-No me suelen dar miedo las tormentas pero creo que esta vez fue una mala combinación de sucesos.
-Dale, "combinación de sucesos". Sigamos viendo la peli y vamos a dormir -me burló mi amiga. Que buena amiga...

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Lamente haberme atrasado un día pero mi compu decidio romperse y bueno, por suerte me la arreglaron rápido y solo me demoré un día. Aquí les dejo el capitulo 7 de Verte Reír. Espero que les haya gustado, me costo bastante escribirlo porque nunca me conformaba y creeeeeo que me quedó muy presentable! Jajaja. Puede haber algun que otro error de ortografía o faltar acentos porque perdí el ya corregido y me dio mucha fiaca volver a revisarlo jajaja.
Besos y que tengan buena semana. Y buen MES. Comenzó Febrero!!

Besos a todos y nos vemos (leemos) el lunes que viene... Si no ya saben que me encuentran en @AgosPulvirenti o @VerteReirPyP
En esas cuentas de twitter espero sus comentarios también eh! Que así me inspiran ☺

Agos ♥