domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 21

En cuanto salí por la puerta de mi casa los nervios se apoderaron de mí. ¡Tenía por delante toda una tarde a solas con Pedro! Sí, recién caigo.
Camine hasta el auto y Pedro me abrió desde adentro la puerta del lado del acompañante. Me subí, cerré la puerta y lo miré. Él me miraba sonriendo, con una enorme sonrisa, creo que nunca lo había visto así, y tenía también los ojos muy brillantes. No supe qué pensar o qué deducir de su estado, así que elegí no pensar. Cómo seguíamos mirándonos sin decir nada, fue él quien tomo la iniciativa.
-Hola Pau –me dijo y se acercó para darme un beso en la mejilla. Y yo me quedé helada al verlo acercarse, por no saber qué hacer, por no saber qué tipo de beso esperar; pero solo deposito un dulce beso en mi mejilla y se alejó, poniendo su mirada ahora en el camino y comenzando a manejar-. ¿Te comieron la lengua los ratones? ¿No me vas a hablar?
-Perdón –pude hablar al fin. No sé qué me pasaba-. Estoy medio distraída hoy. ¿Cómo andas?
-Yo muy bien, ¿vos? –me dijo, siempre manteniendo su enorme sonrisa.
-Se ve en tu sonrisa –reconocí- Todo bien yo. ¿Te pasó algo que estás así de feliz? –le pregunté para sacar algún tema.
-Mmm –se quedó pensativo-. Lindas compañías, ganas de pasear, de conocer.
Ay Dios. Yo no entiendo nada. ¿De qué compañía me habla? ¿Se está refiriendo a mí? Este Pedro misterioso me pone MUY nerviosa y ansiosa. Más de lo que comúnmente soy.
-Ah, ¿conocer las universidades a las que vamos, no? –le pregunté eso para ver si así podía averiguar un poco a qué se estaba refiriendo.
-No precisamente –me respondió. Aun manteniendo el misterio.
-Ah, ¿y qué querés conocer? ¿Vamos a otro lado? –seguí indagando y justo nos detuvimos frente a un semáforo que se ponía en colorado.
-No, a ningún otro lado. A vos te quiero conocer más –me respondió y me dejó un poco descolocada.
-¿A mí? –le pregunté, mostrando mi confusión.
-Claro, o sea, nos conocemos. Sabes mi nombre, yo sé el tuyo; sabemos algunas cosas el uno del otro. Pero hay otras cosas que son básicas en cualquier… -comenzó a decir y se quedó pensando-. En cualquier relación de… amistad-. Dijo y me guiñó un ojo. ¡Atrevido! Pero me hizo reír. Éramos amigos pero habían pasado cosas que no pasan entre amigos y ambos lo asumíamos. Arrancó el auto ya que el semáforo estaba en verde y nos quedamos un rato en silencio.
-Por ejemplo –comenzó a decirme-, no tengo ni idea de cuál es tu color favorito –me hizo reír. ¿Mi color favorito?
-¿No queres saber algo más interesante? –le pregunté todavía riendo.
-Muchas cosas me gustaría saber de vos, pero por algo hay que empezar –me dijo mientras sonreía y como yo continué sin decir nada por quedarme embobada con su sonrisa, tuvo que volver a preguntar para sacarme de mi nebulosa-. ¿Y? ¿Cuál es?
-¿Qué cosa?
-Tu color favorito –me dijo-. Está muy distraída hoy, señorita Chaves.
-Ah, perdón –le dije ruborizándome ya que él era la razón de mi distracción-. Violeta. Ese es mi color favorito. ¿El tuyo?
-Azul –me comentó mientras frenaba en otro semáforo y me volvía a mirar a los ojos-. Aunque hoy te podría decir que el verde.
-¿Por qué? –quise saber.
-Es el color de tus ojos –me dijo y me dejó anonadada, y más sonrojada de lo que ya estaba.
-Ah –solo pude responder y él tuvo que volver su vista a la calle porque el semáforo volvía a estar en verde. Viajamos un poco en silencio, estábamos por llegar a la única universidad que había en la ciudad en la que vivíamos (a la que yo iba a asistir), seguro íbamos a ésta y luego a otra que también son cercanas pero en las ciudades vecinas. Ni le había preguntado a cuales íbamos a ir.
Cuando ya faltaba poco para llegar encendió la radio y ambos nos pusimos a la vez a tararear la canción que sonaba, acción que me causó gracia y se ve que a él también porque ambos reímos.
-Eso es otra cosa que me gustaría saber –me dijo.
-¿Qué cosa? –pregunté.
-¿Qué música te gusta? ¿Tenés algún cantante o banda favorita?
-Soy de escuchar todo tipo de música –le dije mientras pensaba si había alguien a quien escuchara más-. Y de bandas o artistas no tengo uno tampoco, voy cambiando, por ejemplo el año pasado me la pasé escuchando Shakira pero este año estoy escuchando mucho a Abel Pintos. Y nada que ver uno con el otro –le dije sonriendo.
-Es cierto. Bueno, te gusta de todo entonces –dijo como sacando conclusiones.
-¿A vos qué te gusta? ¿Banda favorita?
-También me gusta escuchar de todo, pero desde chico, y un poco por mi hermano Fede, que escucho a Los Piojos y ahora me gusta mucho la banda en la que está el ex cantante de Los Piojos.
-Ah, sí, Ciro y los persas. Me gusta un poco también –le dije recordando que mi hermano se había comprado un CD de ellos a fin del año pasado-. ¿Y canción favorita? –quise saber.
-Ey. ¡Me toca a mí preguntar! –me dijo mientras frenaba, habíamos llegado a la universidad y por suerte había lugar para estacionar frente a la misma.
-Bueno, perdón. ¡No sabía que seguíamos un orden! –me defendí.
-Claro que si, una vez cada uno –me dijo sonriéndome y empezó a maniobrar para estacionar.
-Bueno, pregunte usted.
-¿Canción favorita? –me indagó.
-Copión –dije en un susurro y supe que me escuchó porque se rió-. Y… Como ahora estoy a full con Abel te diría que es “Tanto amor”. Me encanta, es de esas que te pones a cantar a los gritos.
-Mmm, no me gustaría estar presente en ese momento –me dijo Pedro riéndose mientras apagaba el motor del auto.
-¡Pedro! –me quejé y lo golpeé en el hombro-. Seguro que vos cantás divino, ¿no?
-Por supuesto –respondió alardeando. Ya lo comprobaría.
-Ahora decime tu canción favorita –le pedí.
-No, cuando volvemos al auto te la hago escuchar. Ahora bajemos.
-Ufa –me quejé pero tenía razón-. Está bien. Vamos.
Descendimos del auto y cruzamos un parque que había frente al edificio de la universidad. Me daba nervios estar acá sabiendo que en un mes o dos estaría comenzando a cursar mi carrera, más que nervios me daba muchísima ansiedad. Espero que todo salga como siempre lo soñé.
Caminábamos uno al lado del otro, muy cerca pero sin tocarnos. Me sentía tan bien estando con él… Abrió la puerta de vidrio de la institución y la sostuvo para que entrara primero. Esos detalles me encantaban en un chico, tampoco es que soy una anticuada y pretendo que me abran hasta la puerta del auto pero, como dice una frase que ahora no recuerdo de quién es o dónde la escuché, “en las cosas está la felicidad”, y estas muestras de su amabilidad me hacían muy feliz.
Ingresamos y saludamos a la mujer que atendía en la mesa de entrada pero cómo yo ya sabía dónde estaba la administración no le preguntamos nada.
Comenzamos a subir una escalera y en el segundo piso lo guié a Pedro por un pasillo.
-Veni Pepe, por acá –le dije pero no escuché su respuesta por lo que me frené y me di vuelta para ver si me seguía. Como estaba tan cerca de mí me chocó pero por suerte no tan fuerte como para tirar, íbamos a hacer un papelón. Me reí imaginando la situación pero a él lo noté muy serio ahora.
-Perdón, no vi que frenabas –me dijo con la vista perdida en el final del pasillo donde estaba la puerta de la administración.
-¿Qué te pasa Pepe? –le pregunté extrañada.
-Me dieron nervios –me dijo con toda su cara de preocupación.
-Ey, nadie te va a comer. Solo vamos a averiguar –le dije poniendo una mano en su hombro para intentar calmarlo-. Relajá.
-Si, tenés razón. Es que es un paso re importante para mí. Le había prometido a mi mamá que algún título iba a tener, que me iba a esforzar por tener una buena vida como ella quería que tuviera –comenzó a contarme y entendí su cara, en los momentos de grandes pasos siempre tenía muy presente a su mamá y me hacía sentir ganas de conocerla, porque siempre que hablaba de ella me parecía que había sido una hermosa persona con quien me hubiera llevado muy bien-. Gracias por acompañarme.
-No tenés porqué agradecerme –le dije con sinceridad y lo agarré del brazo para llevarlo hasta la administración. Allí nos atendió un chico e hizo que nos sentáramos frente a su escritorio para poder conversar mejor. Pedro averiguó todo sobre la carrera y también las cosas que tenía que llevar en caso de querer inscribirse y hasta cuando tenía tiempo. Luego de conversar bastante rato nos despedimos del muchacho y salimos del edificio.
-Bueno, me gustó bastante este lugar, también como está armado el plan de la carrera, la cercanía a casa… Y además Zai y vos van a venir acá, ¿no?
-Así es –le respondí con una sonrisa-. Querés venir acá para espantarnos a los candidatos vos.
-¡Pero claro! –me dijo como dándolo por obvio-. No voy a permitir que cualquier universitario fachero se les haga el vivo y me las quiera robar.
-Así que ahora somos tuyas. Mirá vos, no me había enterado –le dije y luego me mordí el labio inferior, como diciéndole “que hambre tenes”.
-Bueno, que te quede clarito –me agarró por la cintura y me atrajo hacia él sorprendiéndome. Sentí como el calor se apoderaba de mi cara y me recorría una electricidad que solo el lograba generarme por todo el cuerpo. Se rió y me abrazó.
-Gracias, de nuevo Pau, es re lindo para mí que me acompañes en esto. No quería venir solo, ya me viste que nervioso me pongo –me dijo mientras aún me sostenía en sus brazos.
-Ya te dije que no tenés nada que agradecer.
Volvimos al auto y nos subimos para comenzar el camino a la ciudad vecina para hacer las averiguaciones en sus dos universidades. Antes de arrancar Pedro me miró y e dijo:
-Ah, yo te iba a mostrar mi canción favorita.
-Es verdad. Dale, pone.
Se estiró por encima de mi regazo y abrió la guantera. Sacó un CD sin dejarme ver la caja y lo puso en el reproductor. Comenzó a sonar una canción pero cambió de pista hasta el número 5, dejó esa mientras escuchábamos la canción me miraba con tanta intensidad que volvía a sentir esa electricidad por todo el cuerpo y el calor del rubor en mi cara. Parecía que me la estaba dedicando a mí.

(Les dejo el video para escucharla ustedes también)
(O más abajo solo la letra si solo quieren leerla)



Me gustan tus ojos, tu intensidad,
me gusta que vengas por un trago más.
Me gusta tocarte sin intención, jah,
me gusta tu historia de resurrección.

Me gusta la curva de tu nariz,
me gusta escucharte, ser tu aprendiz.
Cómo no haberte visto mientras bailas,
la música es aire cuando te vas.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Me gusta tu sed si tu barman soy,
se va la tristeza en tu vaso en flor.
Traigo mi guitarra de atardeceres,
bebidas, canciones, viejos placeres.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Si pudiera herir
tu cuerpo de amor,
lo estoy meditando,
no habría nada mejor.

Yo no quiero dejarte ir por ahí
sin que en algún instante pienses en mí.
Y no es por egoísmo, es justa razón,
yo no tengo un instante hueco de vos.

Vos para mí,
yo para vos.

-----------------------

Espero que les guste y gracias por seguir leyéndome. 
Nos leemos muy pronto que me estoy poniendo las pilas eh! Jajaja
Besos y buen comienzo de semana para todos!

miércoles, 18 de junio de 2014

Capitulo 20

Después de la "Noche de amigas" con Zai y Flor, en la que les había contado todo lo que sentía, todo lo que me pasaba con respecto a Pedro, con respecto a Martín, y después de todos sus consejos y sugerencias que no sabía si me habían aclarado las cosas o confundido más, volví a mi casa para dormir.
Flor al otro día (en realidad hoy mismo, porque ya eran las 4 am) tenía el cumpleaños de la más pequeña de sus primitas en una quinta con pileta, por lo que no podíamos contar con ella para hacer nada. Con Zai pensamos, ya que Flor se iba a una pileta, nosotras también quisimos ir a la pileta, pero a la del club.
Con esos planes en mente y con la preocupación de cómo reaccionar o qué hacer mañana cuando seguramente vea a Pedro, me fui a dormir.
Me desperté con el sonido de golpecitos en la puerta de mi habitación, al principio no reaccionaba porque de tan dormida que estaba me parecía que esos golpecitos pertenecían a mi sueño. Pero cuando me di cuenta de que no eran de mi sueño me levanté de un salto y pregunté:
-¿Quién es? -mientras buscaba mi short de jean para sacarme el del pijama y ponerme ese.
-Yo, Pau. ¿Puedo pasar? -Escuché la voz de Zai desde el otro lado. Me tomó por sorpresa esa respuesta, pero ya estaba acostumbrada a que se apareciera por casa sin avisar cuando le agarraba ansiedad por algo. ¿Qué le habría pasado?
-Si cachorra, pasa –le dije de manera automática y después me reí por haberle dicho "cachorra", como Pedro le decía, inconscientemente. Vi la puerta abrirse y a mi mejor amiga entrar.
-¿Cachorra? –me preguntó haciéndose la ofendida-. Esto ya es inconvesible.
-¿Inconvesible? –Le pregunté y estallé en carcajadas- ¿No será inconcebible?
-Bueno, vos me entendiste –me dijo mientras agarraba un almohadón que estaba en el suelo y me lo tiraba. Cerró la puerta detrás de ella y se sentó en mi cama-. Vine acá para decirte algo.
-Sí, me imagine. Soltá no más –le dije sonriendo mientras terminaba de vestirme.
-No vamos a poder ir a la pile del club –me dijo con seriedad. Como nerviosa. La notaba inquieta y no entendía por qué. Dejé la remera que estaba acomodando y me senté a su lado para escucharla.
-¿Por qué? ¿Paso algo amiga? Me preocupas.
-Nada grave –me dijo.
-¿Y entonces? ¿Por qué tan nerviosa? –le pregunté intrigada y vi como se ruborizaba un poco.
-Es que… Juan me invitó a salir. Hoy… Y por eso no puedo ir. Perdón –me dijo como con miedo peor a la vez sin poder ocultar su felicidad. ¿Qué se pensaría? ¡No me voy a enojar porque una vez me cancele! Años que está enganchada con Juan y al fin se le están dando las cosas. No me puedo poner más feliz.
-¡Amiga! ¡No me tenés que pedir perdón por nada! Tenés que disfrutar y ser feliz con esto. ¡Al fin se te está dando! –sonreí con más fuerza y la abracé.
-¡Ay gracias Pau! Sos la mejor –me dijo aún escondida en mi hombro-. Estoy que saltó en una pata de alegría. Anoche cuando llegué a casa de lo de Flor, abrí el Facebook un rato y vi que me había dejado un mensaje…
Me contó los mensajes que habían intercambiado con Juan, sus ilusiones, sus esperanzas, sus ganas de verlo. Iban a ir a la costanera a caminar un rato, a merendar y pasar la tarde juntos.
Flor en un cumple, Zai que salía con Juan. ¿Qué iba a hacer yo hoy? Pensé mientras almorzaba con mis hermanos. Tal vez solo esto, pasar el día con mis hermanos, acá en casa, tranquila… Mi celular comenzó a sonar indicando una llamada.
Al agarrarlo de la mesa y lee “Llamada entrante de Pepe” el corazón me dio un vuelco. Automáticamente me agarraron unos nervios terribles. Me quedé media bloqueada pero apenas pude reaccioné.
-Hola… -dije poniéndome el teléfono al oído.
-Hola. ¿Pau? –pude escuchar la voz de Pedro.
-Sí, soy yo –le respondí- ¿Cómo andas Pepe?
-Todo bien, ¿vos? ¿Estás ocupada? –me preguntó.
-Todo bien. No, decime. Estaba terminando de comer –le comenté mientras caminaba hacia el living para poder hablar tranquila. Dejando a mis hermanos en la cocina.
-Ah, em… Bueno –le escuche como dudoso. Sin saber qué decir.
-¿Paso algo Pepe? ¿Zai te pidió que me digas algo? –me senté en el sillón y Luca se sentó al lado mío pidiendo mimos que comencé a hacerle enseguida.
-No, yo te quise llamar. Te quería decir algo.
-Ah, bueno. Decime no más.
-Como supe que Zai hoy te canceló el plan que tenían ustedes, se me ocurrió una idea.
-Ajam –comenté. Y en mi estomago comenzó a formarse un nudo de nervios, se ansiedad. ¿Con que me saldrá este chico?
-Yo iba a ir a ver unas universidades para ver qué carrera me termina de convencer. Quiero arrancar algo este año. ¿Me querés acompañar? Sé que hace calor, pero te prometo que si venís te invito un helado –me dijo y me hizo reír su aclaración del final. Pero mientras me reía en mi mente intentaba deliberar qué hacer. Una tarde a solas con Pedro… Esto podía terminar mal, mal bien o bien mal. No sé, AHHHH. Amo pasar momentos con él, y Martín que está… Es mi novio todavía. Bueno, ¿cuánto puede pasar en una tarde? Nada… O todo. En fin, me la juego y voy, tengo que terminar de descubrir qué me pasa con Pedro para poder decidir qué hacer.
-Bueno, solo voy si me compras el helado –le dije aún riendo.
-¿De qué te reís? –me preguntó sin entender mucho.
-De tu forma de querer convencerme a acompañarte. ¿Tan gorda soy? –pregunté mientras me seguía riendo-. Sabes que sin el helado te acompañaba igual.
-Bueno, gracias –lo sentí sonreír-. Te paso a buscar por tu casa y vamos con el auto, ¿sí?
-Dale, ¿a qué hora?
-Después de las 5, ¿no te parece? Así no hace tanto calor.
-Sí, me parece genial. Nos vemos a esa hora.

Genial. Genial… GENIAL que no sé qué ponermeeeeee. “Tengo que vestirme bien porque vamos a universidades, nada de este short tan corto, ni de musculosa” pensaba mientras me miraba. Y a su vez algo lindo, “quiero están linda para él” me admití a mí misma y sonreí como una colegiala enamorada. ¿Enamorada estoy diciendo? Mejor pongo manos a la obra y dejo de pensar en pavadas, de enroscar más mis sentimientos y mis ideas. Me levantó del sillón y miro la hora en el reloj de pared, las 14:15 hs. ¡Wow! Creí que era más temprano. Vuelvo a la cocina y les pido a mis hermanos que se encarguen de lavar los platos ellos, así mientras me bañaba y cambiaba.
Subí rápido a mi habitación y comencé a buscar algo de ropa que me parezca adecuada para la situación. Enseguida encontré una remera mangas cortas acorde y luego de revolver un rato hallé una pollera larga que me había comprado al comenzar en verano y casi ni había usado. Esto y mis sandalias con un poco de plataforma y ya estaba lista. Dejé todo acomodado arriba de mi cama y fui hasta el final del pasillo para entrar a la ducha.
¿No les pasa que mientras se duchan se ponen en analistas de la vida y empiezan a pensar en miles de cosas que tienen que hacer o resolver e intentan llegar a soluciones? Al menos a mi me pasa eso, entro en la ducha y es como que me abstraigo completamente a mi mundo y me pongo a pensar en todo lo que me pasa, a intentar resolver cosas, o a reflexionar sobre algo que ya hice, si fue lo correcto, si tendría que haber hecho algo distinto. Pero como dice mi madre: “lo hecho, hecho está”. Así que todos los besos con Pedro, las sonrisitas cómplices y miradas tiernas intercambiadas no se podían borrar. A veces quería poder borrarlo todo, volver atrás y solo pensar en Martín. Era más fácil, me evitaba problemas, me evitaba nervios o tener que andar ocultando mis sentimientos. Pero en otros momentos no, no quiero borrar nada, como me pasa ahora. NO PUEDO borrar lo que me pasa con Pedro. Con él la paso tan  bien, me rió tanto, ¿por qué querer borrar eso? Está bien, estar sintiéndome de esta forma con él me trae problemas, pero ¿no es lo más hermoso del mundo sentir esas mariposas revolotear en mi estomago cada vez que alguien pronuncia su nombre, cada vez que me dedica una de sus sonrisas tímidas que tanto amo, cada vez que algo me hace acordar a él?
“No todo siempre es color de rosas”, otra de las frases tan repetidas por mi vieja, y coincido totalmente. Lo que me pasa es un claro ejemplo, tengo mis momentos “rosa” con Pedro pero nunca pueden ser completamente de ese color porque me siento muy mal por traicionar de esta manera a Martín. Igualmente, tengo que tomar una decisión y creo que ya sé cuál va a ser…
Salí de la ducha, me vestí y me puse a leer un poco del libro que estaba leyendo ahora mientras esperaba que se hicieran las cinco de la tarde.
Sonó una bocina y me levanté de mi cama de un salto. Eche un vistazo al espejo, me arreglé el pelo y salí corriendo escalera abajo.

-----------------------------------------------------------

Buenas, aquí les dejo el capitulo 20. Prontito el 21 que se viene con tutti. Qué habrá terminado de decidir Paula mientras se bañaba?
Cuáles serán las ideas de Pepe frente a todo lo que pasa?

Que tengan todos buen miércoles. Y vamos que ya se puede oler el viernees jajaja.

Besos grandes.

Agos ☺ 

domingo, 8 de junio de 2014

Capítulo 19

Una relación de años, llena de confianza, amor, compañerismo, de sentirnos cómodos uno con el otro… Una nueva persona que aparece y se roba todas mis sonrisas, que me cautiva y no me permite dejar de pensar en él. Una gran confusión que crece. Miles de sentimientos encontrados…

Hasta ahí pude leer antes de quejarme.
-Ay no. Esta película no me gusta chicas, veamos otra -dije a Zai y a Flor mientras bajaba la caja del DVD en la que estaba leyendo la sinopsis de la historia, y la apoyaba en la mesa. Mesa en la cual todavía se encontraban algunos restos de la picada que habíamos disfrutado con mis amigas.
-¡Pero es una historia de amor! Siempre terminamos viendo una así porque somos tres romanticonas perdidas... Encima me comentaron que es re linda -me dijo Flor que estaba sentada a mi lado y tomó la cajita en sus manos para también leer.
-Ah, ya entiendo por qué no queres verla -agregó riéndose y le paso la caja a Zai que acababa de volver de la cocina con una botella de jugo-. Lee amiga –le dijo.
-¿Te sentiste identificada querida? -me dijo Zai riendo después de haberse fijado en la sinopsis.
-No se burlen. Quiero despejarme… Con mi vida ya tengo suficiente -le dije y se rieron más.
-¡Siempre tan exagerada! -me retó Zaira-, a demás ya alquile esa, ni leí bien lo de atrás, la agarré y me la recomendó la chica que atiende en el videoclub.
-¿Y si buscamos una en la compu? No sé, algo de acción, de guerra. Alguna en la que no haya amor- les propuse medio en chiste, medio en serio.
-Dale Pau, es una película -me dijo Flor poniéndose más seria.
-Está bien -acepté finalmente. Resignada.
-Bueno, enchufa el DVD al toma corriente, a la televisión ya está conectado, que mientras voy a hacer los pochoclos -dijo Flor.
-Te ayudo a vos Flor -le dijo Zai y la siguió. Dejándome sola.
Desde el sábado cuando estaba en el parador de Mar del Plata que no había vuelto a hablar con Martín. Todo lo que habíamos hablado, luego de su mensaje de Facebook por la foto mía con Pedro que vió, fue lo siguiente:
Pau: Ay, esta Zaira… Nos sacó justo foto cuando su primo me quería tirar al mar... Pero nada, es solo eso. ¿Todo bien por allá? ¿Ya arrancaron a trabajar?
Martín: Ah, muy amigos se hicieron con este chico, ¿no? Si, ya estamos trabajando. Ahora voy a tener internet y señal, así que si querés, y no tenés otros entretenimientos, vamos a poder hablar más seguido.
Pau: Eu, Mar… Pedro es muy simpático y nos hicimos amigos. Solo eso. No me hables mal.
Martín: Perdón, será que no verte hace tanto me pone más nervioso y esa foto me dio un poco de celos. No te jodo más. Suerte en el desfile que te queda. Muy lindas las fotos que subiste del de ayer. Nos hablamos!

Y luego de eso se desconectó, ni un te extraño, ni un “un beso”, ni un te quiero o un te amo. ¿Tanto se iba a enojar por esa foto? Está bien que nunca fui de tener muchos amigos varones, por lo que nunca tuvo que ver fotos así mías con otros chicos, pero… Pero no sé, la verdad es que no sé qué pensar porque lo que sí sé es que con Pedro pasaron más cosas que un abrazo o el juego en la playa que se ve en esa imagen… Y me tiene bastante culpable, pero no puedo evitar sentir por él lo que siento. Es algo más fuerte que yo. Pero todavía no sé si más fuerte de lo que siento por Martín y no sé cómo hacer para sacarme esa duda…
Suspiré y me levanté de la silla en la que me encontraba para enchufar el DVD tal y cómo me lo habían pedido, pero no podía dejar de maquinarme mientras acomodaba todo. Me senté en el sillón y todos los recuerdos de lo vivido el sábado pasado después del último desfile que hicimos en Mardel vinieron a mi mente:
Como siempre, o mejor dicho, como a lo largo de estos dos días, Zaira había desaparecido mágicamente. Seguro que Juan la había llamado o ella andaba por ahí intentando cruzárselo “por casualidad”. No es que eso me molestara, me ponía contenta que se estuviera acercando más al chico que le gustaba desde hace tanto tiempo, pero no le costaba nada avisarme para no dejarme esperándola en los camarines como 20 minutos hasta darme cuenta de que no iba a aparecer… Busqué a Pedro, a pesar de que a veces me ponía incomoda cuando nuestros sentimientos no se podían disimular (solo por el hecho de que siempre me acordaba también de Martín), amaba cada segundo que pasaba con él, siempre sabía cómo hacerme reír y terminábamos hablando hasta por los codos de cualquier cosa… Bueno, yo hablaba hasta por los codos, pero se ve que a él no le molesta nada escucharme. Y si le molesta lo disimula bien.
En fin, lo encontré en el pasillo y al verme enseguida el rostro se le iluminó y apareció su sonrisa más hermosa, mi sonrisa favorita, esa sonrisa tímida, como intentando disimular su alegría pero sin conseguirlo del todo. Observé que tenía el pelo un poco mojado y no entendí bien por qué.
-Hola –me dijo y yo también sonreí ahora.
-Hola –le respondí y me quise sacar la duda- ¿por qué tenés el pelo húmedo?
-Es que llamo mi viejo por teléfono y como acá adentro no tenía buena señal salí afuera para conversar, y parece ser que la tormenta sigue sobre la ciudad… Llueve de nuevo.
-Uh –fue lo primero que me salió decir y la sonrisa se me borró un poco-. No pude ni siquiera sacar mi traje de baño de la valija.
-Sí, la verdad que estuvo un poco en nuestra contra el clima... –comentó y agregó:- Cuanto que tardabas. ¿Zai todavía se cambia?
-No, ni la vi a Zai después de que bajamos de la pasarela. La perdí y creo saber con quién se fue –le respondí con picardía.
-Ah, creo que yo también sé –me dijo mientras agarraba una de mis bolsas. Siempre iba re cargada a los desfiles: maquillajes, cremas, perfume; cosas no tan necesarias porque los de la agencia nos las ofrecían pero que ya era una costumbre para mí llevarlas-. Te ayudo.
-Gracias –le dije y sonreí, siempre tan caballero él, y ante el breve silencio que siguió a mi agradecimiento, agregué:- Muero de hambre. ¿Buscamos a Zai y comemos algo?
-Dale. ¿No querés dejar todo esto en tu habitación primero? –me preguntó levantando mi bolsa que él sostenía para mostrarme de qué hablaba. Tenía razón, no estaba bueno andar cargada por todo el hotel. Asentí y nos dirigimos hacia el ascensor-. Quinto piso –anunció Pedro mientras presionaba el botón con el número 5 y las puertas se cerraron delante de nosotros.
Enseguida me miré en los espejos y pude ver mi maquillaje un poco corrido bajo mi ojo derecho. ¡El horror! Y Pedro me había estado viendo así todo este tiempo. Apoyé las bolsas en el piso con rapidez y me puse a arreglarme.
-¡Ay Pedro! –Me quejé… “Trin” me interrumpió el sonido que el ascensor hacía para indicar que pasábamos por algún piso, en este caso el segundo. Pero yo continué con mi queja al instante-. ¿Cómo no me avisaste que tenía el maquillaje corrido?
-¿Eh? –me dijo como sorprendido y me miró. “Trin”, sonaron las campanitas del ascensor indicando que pasábamos por el tercer piso-. Ah, pensé que por ahí ya sabías…
-¿Cómo voy a andar así? Que desastre… –a penas terminé esa frase no pude verme más en el espejo, no pude ver más nada y sentí como el elevador se detenía. Un grito se escapó de mis labios- ¿Qué paso? ¿Qué pasa? –pregunté hiper nerviosa y escuché que Pedro que me respondía:
-Creo que se cortó la luz, parece que la tormenta está tratando mal a la electricidad este fin de semana –lo sentí muy tranquilo pero yo estaba que no daba más. ¿Y si no volvía como en una hora? ¿Y si nadie sabía que estábamos acá? Mi respiración comenzó a ser acelerada y ruidosa. Quise dar un paso para encontrar una pared y apoyarme porque me sentía mareada pero en vez de eso tropecé con una de las bolsas que había dejado en el piso y maldije en voz alta.
-Me siento mal –pude decir y escuché como Pedro se movía cerca de mí.
-Tranquila -me dijo y sentí su mano en mi brazo-. Acá estoy. No pasa nada.
-Odio el encierro. ¿Te imaginas si nos quedamos por horas acá? ¡Me muero! –Volví a alterarme mientras hablaba y me maquinaba más.
-Pau, sh, no digas eso –me dijo mientras me rodeaba con sus brazos y yo acomodaba mi cabeza en el hueco de su cuello buscando contención-. Seguro que ya nos sacan. O capaz que la luz vuelve enseguida.
Intenté calmarme respirando hondo y al hacerlo el olor a lluvia mesclado con su perfume llenó mis pulmones, y me encantó. Qué bien huele. Esa sensación de tenerlo cerca, conteniéndome, su fragancia… Todo condujo a que comenzara a relajarme un poco.
Pasaban los minutos y nada cambiaba, casi ni nos movíamos, yo solo me concentraba en respirar tranquila, en no ponerme nerviosa de nuevo y Pedro solo me acariciaba la espalda, acción que conseguía terminar de relajarme.
-Gracias – le dije.
-¿Por qué?
-Por ayudarme a estar calma, sola ya hubiera golpeado todo y gritado como loca.
-Un poco gritaste como loca –me dijo y sentí como su pecho se movía al reírse.
-No te burles –le reproché levantando mi cabeza de su hombro, buscando poder mirarlo a la cara a pesar de la oscuridad pero al estar tan cerca lo choqué, más que chocarlo lo rocé, sentí su mejilla contra la mía y mi corazón volvió a acelerarse al igual que mi respiración, pero esta vez no del miedo. Suspiré para acompasar mi respiración de nuevo pero tenerlo cerca me volvía loca, sentí como una presión que se iba adueñando de mi panza… Automáticamente subí mi mano hasta su rostro, colocándola en su otra mejilla. Percibí como su respiración también se aceleraba y ya no pude contenerme más, no podía reprimir más mis ganas, mi deseo de sentir por lo menos una vez más sus labios sobre los míos. Con mi mano en su mentón lo guié hacía mi y luego la usé para encontrar sus labios en medio de la oscuridad, enseguida me acerqué más a él y rocé mis labios con los suyos.
Pude sentir como se sorprendía de mis acciones peor también como le gustaban, sonreí y sentí como él también lo hacía, me separé un segundo y una risita nerviosa se me escapó pero volví a acercarme al instante, después de que presioné mis labios sobre los suyos por segunda vez él me abrazó con más fuerza atrayéndome hacía él y ahí fue cuando el beso empezó en verdad. Yo lo tomé por el cuello también acercándolo aún más, si es que eso era físicamente posible.
Ahora, sentada en la casa de Flor y recordando esa situación volvía a sonrojarme y volvía a sentir esa presión en mi panza, ese escalofrío por mi espalda… Del ascensor tardaron 15 minutos más en sacarnos luego de que aquel beso comenzara, y seguíamos besándonos cuando oímos que alguien golpeaba la puerta preguntando si estábamos bien. Esa vez no estaba tan incómoda, esa vez no pensé en Martín mientras lo besaba, ni hasta bastante después. Sin luz aún, llegamos a mi habitación sin casi hablar pero tomados de la mano, no me podía borrar la sonrisa de la cara y sentía mis mejillas arder, seguramente estaba muy ruborizada. Dentro nos encontramos con Zai y nos separamos un poco para que no nos viera de la mano. Dejamos las cosas allí, comimos los tres juntos y al otro día a la madrugada salimos hacia nuestra ciudad nuevamente.
No habíamos vuelto a tener una situación a solas desde lo del ascensor, no había podido hablar tampoco con él por ningún medio. Las chicas ya sabían lo que había pasado y principalmente por eso era esta reunión de amigas un domingo a la noche, aprovechando que los papás de Flor no volvían hasta tarde porque estaba en un cumpleaños. Les había pedido a mis amigas una sesión especial de psicólogas para que me ayudaran a aclararme las ideas. Ya que estábamos también cenamos y luego tocaba ver la película.
Cuando se aparecieron con los pochoclos yo seguía sentada en el sillón con la vista perdida y una sonrisa en mi rostro.
-¿Recordando que lindo es un ascensor? –me preguntó Zai y ambas rieron.
-¡Callate! –la reté pero también me reír. Me conocían muy bien.

------------------------------

Ya no sé como disulparme por mis desapariciones, pero PERDÓN.
Ya pasaron mis parciales y otras cosas muy importantes que tenía que hacer. Espero que durante la semana pueda subir otro capítulo, se vienen unos muy lindos.
Gracias por el aguante y seguir leyendo.
Que tengan un muy buen comienzo de semana ♥

Agos ☺

martes, 13 de mayo de 2014

Capitulo 18

Caminábamos en silencio. Al menos Pedro y yo íbamos en silencio, Zaira no paraba de hablar hasta por los codos de cualquier cosa que se le pasaba por la cabeza. Cualquier otro día yo le hubiera seguido el ritmo de la charla pero todavía me encontraba incomoda por la situación de esta mañana; cuando Zai, luego de pasarse toda la noche con Juan y su grupo de amigos a la luz de las velas en el playroom del hotel (aunque sobre todo con Juan), volvió a nuestra habitación y como yo no respondía porque estaba dormida pidió una copia de llaves al conserje de turno y entró, encontrándonos a Pedro y a mi profundamente dormidos en la especie de cama matrimonial que habíamos armado con ella misma en la tarde del día anterior.
Por suerte la tormenta ya había pasado, al menos la peor parte, lloviznaba un poco a cada ratito desde que nos levantamos y el cielo continuaba totalmente gris.
Tenemos la suerte de venir a Mardel por un desfile, en verano y no podemos meternos al mar. ¡Una bronca!
Pero bueno, es lo que hay. Ahora que ya habíamos almorzado quisimos al menos ir a tomar unos mates a la playa, si la lluvia nos dejaba. Por suerte ahora hacía rato que no caía ni una gotita. El hotel en el que nos estábamos alojando contaba con su propio parador y teníamos a nuestra disposición mesas y sillitas.
Ya me estaba haciendo amiga de la piedra que estaba instalada en mi estómago por los nervios, por la ansiedad, por la cantidad de dilemas que se me cruzaban por la cabeza. Lo que quiero hacer, lo que debo hacer, lo que siento, la confusión por sentimientos encontrados.
A penas llegamos a la playa me descalcé y caminé por la arena hasta el mar. Al menos los pies me iba a mojar… Pedro y Zai se quedaron en el parador o al menos eso creí, hasta que dos segundos después pude escuchar como alguien corría hacía mí, me di vuelta justo a tiempo para esquivar a Pedro que venía embalado y con toda la intención de empujarme al agua.
-¡¿Qué haces?! –le grité y se rió con ganas.
-Tranquila, no te iba a tirar de verdad –me afirmó.
-No te creo nada, nene –le peleé y creo que fue para peor porque instantáneamente me quiso atrapar de nuevo y tuve empezar a correr. No di ni cinco pasos que me agarró por la cintura y me levantó cual bolsa de papas.
-¡Ni se te ocurra! ¡No me vas a tirar al agua porque te mato Pedro! –le advertí mientras pataleaba para que me bajara.
-Si no te quedas quieta te vas a caer solita –me dijo caminando mar adentro, mi cabeza colgaba hacía abajo en su espalda y pude ver que el agua ya le llegaba a las rodillas.
-Dale, Pepe, porfa. Que hace frío –le pedí del mejor modo que puse para que se apiadara de mi y dejé de patalear.
-Ese tono me gustó más –me dijo riendo y dejó de avanzar- ¿Te bajo acá no más? ¿o ni los pies queres mojarte?
-Acá está bien, gracias.
Aflojó el agarre en mis piernas y se agachó para soltarme cerca del piso, toqué el suelo y al hacerlo me pinché con un caracol, o una piedra, algo que estaba allí, por lo que me tambaleé y cuando ya me veía en el agua Pepe me sostuvo entre sus brazos.
-¿Te solté muy rápido? –preguntó preocupado, mientras me enderezaba colocando sus manos en mi cintura, y la piedra en la panza se hacía más grande o empezaba a rebotar, no sé. Y el frío que puede haber sentido fue reemplazado por el calor de su cercanía.
-No, pise una piedra, o algo –le dije con cara de dolor y frotándome el pié para aliviar el dolor mientras él me seguía sosteniendo.
-Ah, bueno –me dijo con sus ojos fijos en los míos, y esta vez no pude mantenerle la mirada, en la playa me sentía como más expuesta, me daba vergüenza mirarlo tanto y de tan cerca… Miré hacía el parador y vi a Zaira con su celular en la mano, ¡qué no se lo ocurra sacar foto!, como vio que la estaba mirando, levantó el mate y me hizo señas para que nos acercáramos.
Tomamos unos ricos mates y por suerte el tiempo nos acompaño bastante bien, no había mucho viento por lo que nos podíamos quedar tranquilos en la playa, charlando, comiendo los churros que le compramos a un vendedor que pasó por allí. Cuando se terminó el agua del termo ninguno tenía ganas de irse ya al hotel, así que Zai propuso ir a buscar más agua y quedarnos un rato más. Obvio que ni Pedro, ni yo nos negamos a la idea.
Mientras esperábamos  a Zaira quise evitar cualquier especie de charla incómoda que pudiera surgir con Pedro. El solo hecho de tenerlo cerca, de estar a solas seguía poniéndome nerviosa. ¿Algún día voy a superar esto? No lo sé, pero por ahora elegí concentrarme en mi celular. Aproveche que en este parador había wi-fi y entré al facebook. Quería subir algunas de las fotos que Pedro nos había sacado anoche en el desfile, que me las había pasado a mi celular esta mañana, pero lo primero que hice fue revisar los mensajes ya que me llamó la atención que hubiera uno de Martín. Se ve que  ya estaba instalado en el lugar donde se quedaban por los temas de trabajo, ahora tenía señal e internet… Abrí el mensaje y no entendí NADA.
“Martín: Qué es esa foto que subió Zaira? Qué está pasando Paula?  Me explicas?”
¿Foto? ¿Zaira? ¡¿Qué?! Sin pensar más entré al perfil de mi amiga y encontré la respuesta a mis dudas. Había subido una foto del momento en que Pedro me llevaba hacía el mar subida a su hombro, y había escrito “jugando como dos nenes en la playa”… Yo a mi amiga la tengo que matar. Podría haber subido cualquier otra foto de las que nos sacamos con Pedro pero ¿justo esa?
¿Ahora como lo arreglo? ¿Qué le digo a Martín?
-¿Estás bien? –Me preguntó Pedro- te cambió la cara de golpe…
-Sí, creo. Voy a matar a tu prima. Nada más –le dije y justo cuando me levantaba de la silla para ir a hablar con ella, llegaba Zai.
-¿Qué? ¿Qué decías de mí? –preguntó sonriente, totalmente despreocupada…
-Que te va a matar –respondió Pedro antes de que yo pudiera decir algo, haciéndose el gracioso.
-¡Ey! ¿Qué hice? –dijo Zai sobresaltándose.
-¿Qué NO hiciste? –le dije y le mostré el mesaje que me había enviado Martín… Pedro también lo leyó.
-¿Qué foto? –preguntó sin entender, como yo tampoco había entendido en un principio, así que busqué la foto y también se la mostré- ¡Uh! –fue lo único que agregó y también le cambió la cara.
Serios, intercambiamos miradas entre los tres y me dieron unas ganas terribles de llorar. Yo no quería que esto pasara, yo no quería que Pedro me gustara, no quería que él gustara de mí. No quería, no quería, no quería… No quería tener que enojarme con mi amiga, pero no sabía ni con quién enojarme… La bronca me gobernaba y totalmente ofuscada me senté en la silla resoplando y me puse a pensar qué podría responderle a Martín.

---------------------------------------

Perdón mis demoras, ando con miles de cosas. Nada grave, capaz pavaditas pero que no me dejan tomarme el tiempito de sentarme y ponerme a escribir. 
Espero este semana poder dejarles otro capitulo más y ya no dejarlos tanto tiempo colgados.
Que tengan una muy buena semana y jamás olviden de sonríanle a la vida, que todo vuelve :) 
Buenas noches!

Vamos PyP por el clásico ahora!! ♥♥ 

Agos ☺

domingo, 27 de abril de 2014

Capitulo 17

Continuamos abrazados, parados en el lugar, quietos, sin emitir sonido alguno, ni una palabra salía de nuestras bocas. Solo se escuchaba la lluvia que empezaba a caer con fuerza y chocaba contra el vidrio de la habitación, al viento también que seguía soplando potentemente y a los ensordecedores truenos. Los relámpagos iluminaban cada tanto la habitación, pero nosotros dos seguíamos allí cual estatuas. A pesar del desorden que se oía en los pasillos, seguramente por el corte de luz, y del bochinche que la tormenta estaba haciendo en el exterior, en los brazos de Pedro me sentía totalmente relajada como si estando en sus brazos nada pudiera alterarme. Los dos respirábamos pacíficamente y tanta era la quietud y cercanía que había entre nosotros que podía sentir el ritmo acompasado del corazón de Pedro en mi pecho, a través de nuestra ropa.
Luego de unos cuantos minutos así, lo sentí removerse un poco, la sensación de paz peligraba...
-Bueno -comenzó a decir y se separó de mí un poco-. Ya podría irme, ¿no? Solo quería ver que estuvieses bien -dijo bajando la mirada en uno de sus ataques de timidez-. Estoy acá enfrente por cualquier cosa. Ya sabes. Si necesitas algo, me llamas.
Me alcanzó mi celular que encontró sobre la cama, el que yo antes no había podido encontrar, para que pudiera iluminarme un poco y comenzó a caminar hacia la puerta. Cuando abrió entró un poco de luz a la habitación ya que en el pasillo había una luz de emergencia encendida y pude ver con claridad cómo se alejaba y comenzaba a cerrar la puerta detrás de él.
Pero no. No podía quedarme sola, en realidad sí que podía pero no quería.
No quería que se fuera, que se alejara de mí, porque adoraba cada momento que pasaba con él, adoraba tenerlo cerca y aunque mi situación no me permitiera besarlo, no me permitiera tener la relación que me gustaría poder mantener con él, porque ya la tenía con otro, no iba a intentar más esquivarlo y huirle, porque ya me había cansado, porque tenerlo cerca me hacia bien y sabia por sus actos y dichos que él también disfrutaba de mi compañía. Así aunque sea iba a intentar que seamos amigos, como lo fuimos al principio, y le iba a dar a entender eso a él también. Yo creo que es un punto justo, ¿no?
Un punto medio.
Cerca pero no tan cerca.
No tenía por qué salir mal, ¿no?
-Pepe -lo llamé antes de que terminara de cerrar la puerta-. Esperá, no te vayas. ¿Te quedas un rato conmigo? -le pedí.
-Todo lo que vos quieras -me respondió con su sonrisa tímida, la cual pude ver gracias a la luz de emergencia, esa que le ruborizaba las mejillas, que le marcaba los hoyuelos, esa que tanto me gustaba y siempre que me la dedicaba hacia que mi corazón saltara en mi pecho y mi estomago lo siguiera en su salto. ¿Un amigo podía generar todo eso? "¡Basta, basta!" Me dije a mi misma. Y me dieron ganas de pegarle por generarme todo eso y de pegarme a mí por mi debilidad. ODIO eso de él.
 "Solo amigos", me recordé.
Entró de nuevo en la habitación cerrando la puerta detrás de sí y todo quedó más oscuro, solo pude escuchar cómo se acercaba y mi corazón se aceleró por el simple hecho de cae en la realidad de que estábamos los dos solos, en una habitación de hotel, en total oscuridad. "Ay Dios mío, Mis nervios.”
-¿Dónde estás Pepe? -le pregunté intentando encender mi celular para encontrarlo pero al parecer se había quedado sin batería o yo estaba tocando el botón equivocado.
-Acá -me respondió muy cerca de mí. Tuctuc, tuctuc, se aceleró más mi corazón. De los nervios que tenía menos podía encontrar cómo encender mi celular. Di un paso al costado porque me intimidó, y porque había decidido que "cerca pero no tan cerca", en cuanto me moví me choqué con la pata de la cama y caí sentada en el suelo.
-Ay -me quejé.
-¿Qué pasó? ¿Dónde estás? -me preguntó preocupado y justo un relámpago iluminó toda la habitación por lo que pudo encontrarme- ¿te caíste? -indagó a la vez que encendía la luz de su celular para verme.
Y… Estoy en el suelo. ¿Encima me pregunta? Qué vergüenza. Ya de por si soy bastante torpe pero nerviosa me supero a mí misma.
-¿Qué te parece? –le dije y contuvo su risa. ¡Encima se reía de mí! Así no va a quedar esto.
-Vení que te ayudo –me dijo agachándose un poco y tomando mis manos. De un tirón me puso de nuevo de pie y de nuevo estaba entre sus brazos. Estar tan cerca, hoy más que nunca, me estaba haciendo MAL. Me separé con rapidez y me senté en mi cama, mirando hacia la ventana, lo único que podía ver que no sea a Pedro en esta habitación a oscuras era la tormenta que se desarrollaba afuera, y en eso me iba a concentrar.
Sentí como él se sentó a mi lado y seguí ignorándolo… Nos quedamos ambos en silencio, cada segundo que pasaba era más fuerte la tentación de darme vuelta y observarlo o tocarlo pero tenía que resistir. Me intrigaba mucho sabes si él estaba mirando hacia la ventana igual que yo, si me miraba a mí, si miraba su celular o qué. Pero “tenía que resistir”.  Aunque me negaba a ceder y mirarlo podía escuchar su respiración, podía sentir la presencia de él al mi lado, a muy pocos centímetros. Al final, lo que menos estaba haciendo era concentrarme en la tormenta, podía sentir la tensión de la situación como una energía eléctrica recorriendo el pequeño espacio oscuro que separaba su brazo del mío. Suspiré con fuerza para despejar mi mente, para deshacerme de esa electricidad e intentar concentrarme, esta vez sí, en la lluvia cayendo, o el viento, o algo de eso. Pero esto no fue posible, a penas suspiré sentí que algo tocaba mi mano y dirigí mi vista hacia ella con rapidez. Pedro había puesto su mano sobre la mía, subí mi mirada hasta sus ojos y pude ver cómo me sonreía. Pero seguía sin decir nada.
-¿Qué? –le dije finalmente, de una manera un poco cortante que se vé que a él le causo gracia porque no pudo evitar sonreírse.
-“¿Qué?” tendría que preguntar yo… –me dijo y me quedé mirándolo, sin entender- vos me pediste que me quedara -concluyó y yo seguía sin entender.
-¿Y? –le pregunté.
-Y no sé, capaz querías decirme algo… Que se yo. Me pediste que me quedara y desde que volví a entrar solo te caíste, te ayudé a levantarte y te quedaste hipnotizada por la lluvia o algo así –me dijo mientras iba enumerando con los dedos lo que había pasado.
-Bueno… Es que, no sé de qué hablar, solo que no quería quedarme sola.
-Okey, pero si me pedís que me quede no me ignores.
-¡Bueno Pedro! No sé qué decirte. Si no queres quedarte, anda… -le dije ya media enojada, ¿qué quiere? No sé ni qué hacer, no sé si prefiero tenerlo bien cerca o bien lejos, lo de “ni tan cerca, ni tan lejos” definitivamente no me estaba saliendo muy bien.
-Eu, no te enojes –me dijo y se desplazó en la cama acercándose más a mí, pasándome un brazo por sobre los hombros. Pero aún así continué sin hablarle y con mi mejor cara de indiferencia, bien seria; aunque por dentro me derretía el hecho de su brazo en mis hombros, de su cercanía y de saber cómo tenía la mirada fija en mí aunque yo fingía concentrarme en la lluvia de nuevo.
-Me gusta más cuando sonreís –me dijo de repente y una sonrisa se me quiso escapar pero la contuve, iba a seguir con mi papel de ofendida un ratito más-. ¡Ay! Casi, casi que sale la sonrisa –agregó. ¡Qué pesado! Me dije a mi misma pero me encantaba que estuviera así de pendiente de mí.
Por un rato más nos mantuvimos quietos y en silencio, esto de que me mirara con tanta persistencia me estaba poniendo muy nerviosa. Tenerlo tan cerca otra vez…
De un segundo a otro, sacó su brazo de mis hombros y comenzó a hacerme cosquillas. Automáticamente me tiré para atrás, recostándome en la cama, intentando huir de él pero sin poder dejar de reírme. Entre patadas, empujones y risas intentaba sacármelo de encima o aunque sea correrlo un poco y poder escapar, pero él se reía a la par mío y no le importaban mis golpes. Yo ya me estaba quedando sin aire, cosa que me ponía nerviosa, sumado ya a los nervios de tenerlo a él conmigo, así.
-¡Basta Pedro! –le grité apenas pude juntar un poco de aire y se detuvo enseguida, cayendo a mi lado. Los dos tomamos aire varias veces antes de volver a hablar, tirados en la cama, boca arriba.
-Lo logré. Te hice reír –me dijo triunfante.
-Podrías haberme contado un chiste también, no sé, ¡casi me dejas sin aire! –le reproché incorporándome sobre un codo para poder mirarlo mientras hablábamos.
-Si te falta el aire yo te puedo pasar un poco –me dijo guiñándome un ojo y me dejó helada-. Te estoy cargando Pau –añadió enseguida al ver mi cara.
-Qué raro que no venga Zai todavía, ¿no? –comenté como si nada, para cambiar el tema.
-Debe estar aprovechando de la oscuridad que hay en el hotel con Juan, no te preocupes –dijo riendo y asentí.
-Tenes razón… Pero seguro que se va a colgar por ahí y va a venir re tarde, y yo muero de sueño ya –le dije mientras un bostezo se me escapaba-. Tenemos solo una llave de la habitación, y si me duermo no me despierta nadie…
-Bueno, yo te hago compañía, no te preocupes –me dijo sonriéndome-. O si querés dormí y yo me quedo prestando atención a la puerta.
-No, no te voy a dejar despierto a vos, también debés estar cansado –le dije-. Pero si acepto tu compañía –confesé.
-Bueno, pero esta vez si me pedís que me quede como mínimo hablemos, no te quedes mirando la ventana –me dijo riendo y me hizo reír también.
-Está bien –respondí-. ¿De que querés hablar?
Pedro se quedó pensativo, mirándome y me tomo por sorpresa cuando estiró su mano para agarrar un mechón de pelo que se me estaba cruzando en la cara y lo llevó hacia su lugar haciéndome una pequeña caricia en la mejilla mientras tanto. No pude evitar sonreír ante su acción y sentir como mis mejillas se encendían un poco. Me terminé de incorporar porque ya se me estaba durmiendo el brazo y me senté con la espalda apoyada en el respaldo de la cama y con una seña invité a Pedro a que hiciera lo mismo.
Empezamos a hablar de pavadas, cosas de la vida cotidiana, nada de mucha importancia. Pequeñas cosas que nos iban ayudando a conocernos mejor. Yo le contaba cosas del colegio, de cómo era acá la experiencia de la secundaria. Él, por su parte, me contaba cómo era todo en España y también un poco sobre los trabajos y changuitas que había estado haciendo una vez que terminó de estudiar. Me contaba que había salido con varias chicas pero nunca se había puesto de novio formalmente, yo evité hablar de Martín y él tampoco me preguntó. Me contó de su amor por las películas de todo tipo, que le encantaba verlas y también se había animado a armar guiones o historias propias, que tenía escritas y bien guardadas.
-Algún día me gustaría leer alguna –le pedí.
-Mmm, no sé –dudó-. Me da vergüenza, nunca se las mostré a nadie, salvo a mi mamá.
-¿De verdad? Qué pena, me gustaría leerlas, pero te respeto –le dije con seguridad-. ¿Y no te gustaría estudiar algo que tenga que ver con eso?
-No sé, lo pensé muchas veces, pero no le veo buena salida laboral… Bah, a mi tanto no me importa, sé que si le pongo ganas puedo encontrar buenos trabajos y que me hagan feliz con eso, pero mis amigos y hermano nunca me apoyaron mucho con eso, me decían que mejor eligiera otra cosa, algo con más salida.
-Ah, puede ser. Pero como vos decís, si realmente lo queres y luchas por eso, por ahí encontrás un buen trabajo. Podrías averiguar qué carreras hay en las universidades de acá que tengan que ver con eso.
-Sí, la verdad es que ya estuve mirando un poco. Pero me da nervios.
-Yo te apoyo Pepe, poné primera –le dije y le apoyé mi mano sobre la suya en muestra de que mis palabras eran totalmente sinceras.
-Gracias –me dijo poniendo su otra mano sobre la mía-. Tenes unos ojitos de cansancio.
-Sí, estoy bastante cansada, pero bueno, la charla también está entretenida.
Seguimos charlando por largo rato más. De películas, de libros, de música, de nuestros intereses en general. Me gustaba mucho esto de estar conociéndonos más. Y me gustaba mucho ver la facilidad con la que podíamos charlar y charlar sin quedarnos sin tema, sin silencios incómodos. Mi mano seguía entre las suyas y estaba girado un poco hacía mi para poder mirarme mientras hablábamos. Con otros chicos me había pasado que luego de besarnos, o si me gustaban no podía mirarlo por mucho tiempo a los ojos, no podía sostenerles la mirada, pero con él era distinto. Nos habíamos besado y admito que me gusta pero con la confianza y la complicidad que íbamos desarrollando de a poco y sobre todo en esta noche tan lluviosa, no me costaba para nada perderme en sus ojos color miel sin que me diera vergüenza o sin que me incomodara. A pesar del “ni tan cerca, ni tan lejos” que había decidido, me encantaba tenerlo así, cerca, bien cerca.
No sé ni cómo, ni en qué momento de la conversación me quedé dormida pero no volví a despertarme hasta que sentí que alguien gritaba mi nombré como con sorpresa. Me costó bastante despabilarme y entender que estaba pasando.
La situación ante mis ojos, a penas los abrí, era la siguiente:
Yo estaba acostada en mi cama, aún vestida pero tapada con el cubre cama, Pedro al lado mío profundamente dormido, casi nariz con nariz, y detrás de él podía ver a Zaira parada en el umbral de la puerta con un juego de llaves (¿de dónde lo habría sacado?) y con cara de sorpresa.
Me incorporé con rapidez y creo que con el movimiento tan brusco que hice desperté a Pedro.
-¡Zai! Para, no pienses mal, eh –le pedí pero podía ver como en su cara se formaba una sonrisa de las más picaras.
-No, para nada –dijo entrando a la habitación y cerrando la puerta detrás de ella-. Mi primo y mi mejor amiga durmiendo juntos y acurrucados y me pide que no piense mal.
-¿A quién le hablas? –le pregunté todavía muy dormida como para coordinar todo mi cuerpo y mente.
-A nadie tarada. Estoy sacando conclusiones en voz alta –me dijo riendo.
-¡No tenes que sacar ninguna conclusión de nada! –casi le grité-. Pedro, ¿podes decir algo?
-¿No la conoces a la cachorra? –me dijo estirándose-. Va a pensar lo que quiera.
-¡No quiero que piense lo que quiera! –dije muy enojada y salté de mi cama yéndome rumbo al baño de la habitación.


--------------------------------------------

Buenas y santas (?
Buen comienzo de semana para todos es mi deseo de corazón. Espero que disfruten de este capitulo y nos leemos muy pronto con el que le sigue.
Te lo dedico a vos Rocioooooo. Porque nos faltaba hablar por blog!(? Jajaja. Te quiero muchísimo amiga y espero verte pronto de nuevo porque te extraño.

Besos y sonrían, coman perdices y sean felices ♥ 

Agos ☺

jueves, 17 de abril de 2014

Capitulo 16

Hoy, viernes, a la noche estaríamos desfilando en Mar del Plata. Luego de desayunar algo rápido con los chicos fui a mi casa para despedirme de que mis padres antes de que se fueran a trabajar ya que en un rato salíamos rumbo a “La Feliz”. Pedro y Zai pasarían por casa a buscarme en un rato, ya listos para emprender el viaje. Nervios, miedo, felicidad, emoción; eran algunos de los muchos sentimientos que podía sentir en este mismo instante, mientras terminaba de armar mi mini valijita.
Sumados a los nervios del desfile, estaban los nervios de convivir un fin de semana con Pedro, él seguía de lo más normal conmigo pero yo no podía ni mirarlo a la cara cada vez que me acordaba de mi borrachera de la noche del jueves y de lo que esta me había llevado a hacer.
Igualmente, lo peor de todo es que ya no me puedo negar que algo me pasa con Pedro y realmente no sé cómo manejar la situación. Mi novio tan lejos, él tan cerca, no hace las cosas nada fáciles para mí. Me encantaría poder acomodar todo, no tener que sentir que engaño a nadie, pero ¿cómo hago? ¿Cómo me decido? Tengo que decidir entre una cosa que me gustaría tener y algo a lo que me acostumbré (y hasta principios de Enero estaba de lo más feliz solo con eso y nada más). Y es más que obvio que ambas no puedo tener…
Uf. Suspiro con fuerza, vaciando mis pulmones como s así pudiera sacar mis dudas y miedos también de mi sistema, y me siento en mi cama. La valija ya está lista, en la cartera solo me falta el celular que está terminando de cargarse. Maquinarme tanto me cansa, me deja agotada, mi cerebro no para un segundo de intentar buscar soluciones… Y después de tanto pensar, a la única conclusión a la que llego es que tengo que tranquilizarme y vivir el hoy, pero sin mandarme más macanas... Sigo de novia con Martín y aunque Pedro me atraiga mucho me la tengo que aguantar. ¿Desde cuándo mis sentimientos le ganan a mi razón? Bueno, en realidad muchas veces mis sentimientos ganaron a mi razón pero en esta oportunidad no tengo que permitir que eso ocurra. No está nada bien. Cuando tenga a Martín cerca de nuevo y me dé cuenta de todo lo que lo amo y de todo lo que vivimos juntos, ¿lo de Pedro, quedará reducido?
Bocinazo conocido. Agarró mis cosas y bajó lo más rápido que puedo por la escalera, intentando no perder ni bolso, ni cartera, ni campera por el camino. Abro la puerta y está Pepe esperándome, agarra mi bolso para ayudarme y subimos todo al auto con rapidez. Zai ya está sentada en el asiento de adelante por lo que abro la puerta de atrás y me ubico en mi lugar luego de saludarla. Emprendemos el viaje enseguida y durante todo el camino no dejamos de compartir nuestras ideas de cómo suponemos que va a ser todo y salir todo en el desfile. Yo creo que Pedro ya nos debe estar odiando pero al fijarme por el espejo retrovisor (donde puedo ver su cara reflejada) veo que tiene una sonrisa en su rostro, así que tan mal no se la estamos haciendo pasar. A mitad de camino paramos para ir al baño, estirar las piernas, comprar algunos caramelos y algo para tomar. Mientras hacía la cola del kiosco con Zai, para pagar lo que íbamos a llevar, ella se puso a revisar el grupo de whatsapp que habían armado todos los modelos de la agencia que iban hoy al desfile.
-¡Ay! –gritó de repente y consiguió que las dos personas que teníamos adelante nos miraran mal. Se rió tapándose la cara y se volvió hacía mi aún sonriente.
-¿Qué te pasó? –le pregunté sin entender nada.
-Ay amiga –comenzó a decirme, ahora un poco más tranquila-. Tobías mandó un mensaje al grupo de whatsapp esta mañana avisando que no iba a poder venir porque tenía mucha fiebre y al rato agregaron al grupo a Juan. ¡A Juan amiga! –me dijo con toda la emoción. Y entendí al instante su locura. Este chico, Juan, la volvía loca desde que entramos en la agencia, no podía dejar de mirarlo cuando lo tenía cerca y a Flor y a mí nos hablaba todo el tiempo de él. El único problema que había, era que ella jamás se había animado a acercarse y hablarle, aunque parece una chica súper simpática y dada (que lo es) con los chicos la timidez la vence siempre.
— ¡Buenísimo! —le dije, realmente contenta— a ver si esta vez le hablas un poco más, eh.
—Bueno, no empieces a retarme desde ahora— saltó a la defensiva.
—Bueno amiga, pero vos activá.
—No es fácil… Sabes que creo que él anda atrás de Camila.
—No sabes, y no vas a saber si no te arriesgas. “El que no arriesga no gana”.
— ¡Já! Tan fácil es decirlo.
—Sos terrible —le dije y me reí—, yo te voy a ayudar.
—No sé si eso es bueno o malo. Tratá de no dejarme en evidencia.
-Vos dejame a mi –le guiñe un ojo y puso cara de pánico, acción que me hizo reír. Enseguida sentí dos manos que  se ponían en mis hombros y me sobresalté, me di vuelta con rapidez encontrándome a Pedro.
-Perdón –me dijo-. No pretendía asustarte. ¿De qué te reías tanto?
-De tu prima –le dije mientras Zai pagaba al kiosquero y comenzábamos a caminar hacia el auto- porque va a venir a desfilar el chico que le gusta, y yo quiero ponerme en el rol de “Cupido” y no me tiene confianza.
-Apa. ¿Quién sería el afortunado de tu interés Cachorra? –preguntó Pedro a su prima con seriedad y Zai solo murmuró el nombre de Juan, intimidada por la repentina seriedad de Pepe.
-Ah, esa fase Alfonso no la conocía yo. ¿Celoso de tu prima? –pregunté riendo, la situación había pasado a ser muy graciosa.
-Un poco, pero tengo que conocerlo antes de que te pongas en ese rol, ¿sí?
-Na, ¡que controlador! –me quejé, ahora poniéndome seria yo también. Ya veía que una vez que lograba que Zai se convenciera de hablar con Juan se volvía para atrás por culpa de Pedro. Pero cuando dije esto Pepe empezó a sonreír de nuevo y pasó un brazo por los hombros de Zai.
-¿Sabes que estoy diciendo esto en chiste, no? –le dijo y Zai se relajó un poco. Al parecer le importaba bastante la opinión de su primo-. Si a vos te gusta ya es suficiente, pero si te hace sufrir le voy a poner los puntos, eh-. Zai al fin volvió a sonreír y se abrazó a Pepe. Yo aproveché que tenía la cámara en el bolsillo y les tomé una foto. La primera foto de las muchas que tomaríamos a lo largo de este viaje.
Nos subimos al auto y volvimos a la ruta. Dos horas y media después estábamos recorriendo la costanera de la hermosa ciudad de Mar del Plata, en busca del hotel dónde iba a ser el desfile, que era el mismo en el que íbamos a hospedarnos.
Dejamos el auto en el estacionamiento exclusivo en el subsuelo del hotel y subimos con nuestras cosas en el ascensor hasta el piso donde se encontraba la recepción. Como la reservación de las habitaciones estaba en manos de nuestros representantes dos días antes les habíamos confirmado con quién íbamos a ir para que todos estuviéramos registrados. Dimos nuestros nombres y resultó ser que Zai y yo estábamos en una habitación doble y a Pedro lo habían ubicado en otra al lado de la nuestra. Genial. Teníamos miedo de haber quedado todos en una punta diferente del hotel pero por suerte esto no había ocurrido.
Volvimos a subir al ascensor ya que nuestras habitaciones estaban en el último piso y los bolsitos y mochilas estaban bastante pesados. Caminamos hasta el final del pasillo y encontramos la habitación número 147, que era la nuestra y frente a estaba la número 148, que era la de Pedro. Luego de acomodar los bolsos, pasar por el baño y hablar con nuestros representantes avisándoles que ya habíamos llegado, nos reunimos los tres en nuestra habitación. Como solíamos hacer con Zai, que no hace falta aclarar que es como una hermana para mí, cada vez que viajábamos juntas uníamos las dos camas. De paso nos dejábamos más grande los pasillos de la habitación. Nos tiramos los tres en la cama a mirar un rato la televisión para hacer tiempo y que se hiciera la hora en la que servían el almuerzo.
-¿Cómo son los horarios de hoy? –le pregunté a mi amiga, que estaba al lado mío.
-A ver, me fijo. Los tengo en el celu –me dijo y se incorporó un poco-. Pepe, ¿me pasas me teléfono?
-Me parece que Pepe ni siquiera te está escuchando –le dije mirándolo y conteniendo mi risa. Se había quedado totalmente dormido, seguramente que manejar durante todo el viaje y la trasnochada del cumple habían sido una sumatoria importante de cosas para que esté tan cansado. Zai se levantó, buscó su celular y me informó de los horarios. Hablamos despacito para no molestar a Pedro y hasta lo tapé un poco con el cubrecama, acción que me llevó a recibir millones de cargadas de Zaira.
-Ay, como lo cuida ella –me decía y se reía; y yo me ponía bordó no solo de la bronca por tener que aguantarme la cargada sino también de la vergüenza de no querer admitir que tenía un poco de razón en sus comentarios.
Por suerte la hora de comer llegó pronto y no tuve que aguantar más las cargadas y luego de despertar a Pedro bajamos hasta el comedor. Nos unimos a otras chicas y chicos de la agencia, acoplamos a Pepe al grupo y almorzamos entre charlas.
La tarde se pasó bastante rápido preparando las cosas para el desfile, a las siete ya estábamos en la parte de maquillaje poniéndonos un poco más bellas, escuchando las indicaciones que nos daban y memorizando el orden en los que teníamos que salir en cada pasada. Pedro se había quedado en la habitación por un rato más, a él le habíamos dicho que a las nueve y media empezaba el desfile que él se vaya fijando cuándo quería bajar. Total el lugar de él, al igual que el de los acompañantes de todos los que desfilábamos, ya estaba reservado.
Más se acercaba la hora del desfile, más eran los nervios que se apoderaban de mi, por suerte tenía a mi mejor amiga conmigo y pasando juntas por los mismos nervios. Nos apretábamos las manos con fuerza, nos abrazábamos a cada rato, ya queríamos salir a la pasarela. La ansiedad era muy grande.
-Pau, salís segunda vos, y Zai vas atrás de ella. Arrancamos en 5 –nos dijo el encargado Tobías, que era el hombre que estaba encargado de ordenarnos y que salgamos de la forma correcta.
Con esas palabras es como que caí totalmente en la realidad, en que ya tenía que salir, las piernas me temblaban pero respiré hondo, me paré derecha y le pedí a mi cuerpo que se controlara, salí a la pasarela en cuanto me lo indicaron y todos los nervios se me fueron de golpe. “Tengo que estar tranquila” me dije, “no es la primera vez que desfilo, aunque este sea un desfile más importante que los anteriores a los que fui”. En cuanto llegué a la punta de la pasarela pude ver a un chico que me sonreía, reconocí esa sonrisa al instante, era una sonrisa que me encantaba…
Y un poquito los nervios me volvieron, porque que él me este viendo era algo especial, me sonreía a mí y mi sonrisa se ensanchó un poquito más con timidez. Seguía tan incómoda al recordad lo lanzada que había estado el jueves, aunque todos sabíamos que había sido a causa del alcohol.
Disfrute un montón de cada pasada que hice y creo que Zaira estaba igual que yo, o mejor… Ya que entre salida y salida la vi charlar un poquito con Juan, yo sabía que por dentro estaba muriéndose de nervios y de emoción. Estaba re embobada con él desde hacía años y nunca los había visto tan cerca.
Al terminar el desfile y todo el revuelo de volver a cambiarnos, las felicitaciones, los saludos pude salir de la zona de camarines y me encontré enseguida con Pedro en un pasillo, que nos estaba esperando.
-Pau –me llamó y luego lo vi.
-Hola –le respondí y me abrazó enseguida, tomándome por sorpresa.
-¡Felicidades! Estuviste hermosa –me dijo e instantáneamente sentí la sangre acumulándose en mis mejillas, generando el rubor. Solo él conseguía que esto suceda con tanta frecuencia. Le devolví el abrazo en agradecimiento a su felicitación.
-Gracias –le dije separándome un poco-. ¿Sacaste algunas fotos? –quise cambiar de tema.
-Sí, un montón les saque. Después te las muestro porque me queda poca batería.
-Dale, no hay problema. ¿La viste a Zai? –le pregunté a la vez que la buscaba a lo largo de todo el pasillo pero a pesar de que estaba lleno de las modelos no lograba verla a ella por ningún lado.
-No. Creí que iba a venir con vos –me dijo encogiéndose de hombros.
-No sé –me quedé pensativa-. Espera acá, que ya la voy a buscar.
Volví a la zona de los camarines y comencé a preguntar por ella pero nadie parecía haberla visto. Hasta que me encontré con Carla, una de las chicas de nuestra agencia y pude obtener una respuesta más concreta. Me dijo que había visto a Zai hablando con Juan cuando terminó el desfile y que escuchó que él la invitaba a tomar algo con él y que se iban juntos. ¡Gua! Creo que mi amiga va a tener mucho que contarme. Estaba muy feliz por ella. Salí de nuevo hacía el pasillo y me encontré con Pedro de nuevo, le comenté lo que me habían dicho y nos encaminamos hacia las habitaciones.
Me despedí de Pepe solo con un gesto de la mano, estaba TAN incómoda en nuestros momentos a solas… En algún momento iba a tener que charlar con él, intentar aclarar que lo de la pasada noche fue más que nada por la borrachera que tenía. Aunque yo sabía muy bien que no solo había sido por eso. Me metí a la ducha para sacarme no solo todo el maquillaje que tenía encima sino también los nervios del desfile y relajarme, al menos por ahora ya que mañana desfilábamos de nuevo a la misma hora.
Una vez salí de la ducha me puse mi pijama y me tiré en mi cama a mirar un poco la televisión hasta que Zaira se dignara a llegar. Le mandé varios mensajes pero solo me respondió uno avisándome de sus planes: “voy a cenar con Juan. Despues te cuento todo. Estoy taaaaaan feliz”.
Y si, ya imaginaba su felicidad, como ya estaba en pijama y estaba tan cansada decidí pedir que trajeran la cena a mi habitación, por suerte el hotel contaba con ese servicio. Mientras comía un poco y miraba una película muy interesante que había encontrado en un canal de cable, sentí como entraba un aire bastante fresquito por la ventana que me hizo tiritar. Me levanté para mirar a través de ella. El cielo se había cubierto de nubes, bastantes oscuras al parecer, y sobre el mar se veía la gran actividad eléctrica que traía la tormenta consigo. Cerré la ventana para que no entrara agua si se largaba a llover y me senté en la cama de nuevo. Fui escuchando como a cada momento el viento soplaba con más fuerza y los relámpagos ya se hacían oír. De repente toda la habitación se iluminó y un fuerte trueno sonó. Pegué un saltó del susto y corrí hacía la ventana para mirar como avanzaba la tormenta. Creo que ya estaba encima de nosotros. Mientras miraba al cielo este se volvió a iluminar y vi como un rayo iluminaba todo y caía sobre algún edificio cercano. Tanto ruido hizo, y tan fuerte fue que las luces de la habitación se apagaron, al parecer se había quedado sin luz el hotel y toda la zona, yo grité al mismo tiempo del susto que me dio. Mi calma ganada con la ducha había quedado en el olvido. No solía tenerle miedo a las tormentas pero esta era muy fuerte y estaba sola, en un lugar que no conocía y a oscuras. Comencé a tantear sobre la mesita para encontrar mi celular e iluminarme un poco, pero no podía encontrarlo, no recordaba exactamente donde lo había dejado y mis nervios crecían. Encima todo estaba totalmente oscuro, solo con los relámpagos se volvía a iluminar un poco el ambiente. De golpe la puerta de la habitación se abrió, y yo volví a ahogar un grito del susto. Enseguida sentí que unos brazos me rodeaban y alguien me hablaba.
-Tranquila Pau, soy yo –pude identificar la voz de Pedro y lo rodeé con mis brazos-. Escuché un grito, ¿fuiste vos? –me dijo mientras sacaba su celular y se alejaba un poco de mi para verme a la cara supongo.
-Sí, me asusté. Perdón –le dije.
-No tenes que pedirme perdón por nada Pau. ¿Estás bien?
-Sí, gracias por venir.
-De nada –volvió a abrazarme y yo también volví a hacerlo.

----------------------

Se que estoy subiendo muy distanciados los capitulos pero no sé que me pasa que no me puedo concentrar para escribir.
Espero que este les guste y nos leemos pronto (espero).
Gracias por leerme todavía. Un beso. Buen finde largo y felices pascuas ♥

ESTE CAPITULO VA DEDICADO A MI QUERIDA Y LOCA AMIGA VANESSA!! Te adoro amiga. Sabes que contas siempre conmigo. Muchas fuerzas ♥
Agos ☺

viernes, 4 de abril de 2014

Capitulo 15

-Pau, tranquila -me dijo-. Creo que tomaste mucho…
-¿Y qué? Celosa ya estaba desde antes de empezar a tomar –le admití. Creo que estaba admitiendo demasiado ya. Pero, ¿qué importaba?
-Vení, vamos adentro, así buscamos a las chicas y ellas te acompañan al baño, te lavas la cara, te despabilas –me dijo Pedro mientras se levantaba del banco en el que estábamos sentados y me levantaba a mi también sosteniéndome por el brazo.
-No, no quiero ir adentro. Necesito tomar aire –le dije-. Y no quiero que todos me vean así tampoco. ¿Te quedas conmigo? –le pedí.
-Claro –me dijo y volvió a sentarse a mi lado, medio de frente a mí. Me miraba fijamente a los ojos y yo no podía dejar de mirarlo tampoco. Así estuvimos por un tiempo en silencio, solo mirándonos. Tenerlo tan cerca de nuevo y en mi estado (el alcohol definitivamente me desinhibía, me soltaba) me hacía sentir unas ganas irrefrenables de tener otra vez los labios de él sobre los míos. Estiré mis brazos, lo tomé de la nuca y lo acerqué hacia mí sin titubear.
Esta vez fui yo la que comenzó el beso pero él no puso traba alguna, me abracé más a él porque necesitaba tenerlo más cerca. Pepe intentó frenarme luego de unos segundos y logró hacer que nos separemos, y menos mal porque justo pasaban unas conocidas del club, que también conocían a Martín, pero solo duré un momento alejada de él. Me levanté y lo llevé de la mano hacía la zona donde los árboles estaban más juntos y comencé a besarlo de nuevo. Él, sin dejar de besarme me empujó un poco hacia atrás y luego de dar tres pasos puse sentir mi espalda chocar contra un árbol. Mi respiración de aceleraba al igual que los latidos de mi corazón al sentirlo tan pegado a mí. No podía ni pensar en alejarme, podría estar horas besándolo de esta manera, no quería dejar de recorrer su nuca, espalda y pelo con mis manos. Pero sentí que él se separó, una vez más.
-Pau, para –me dijo en un susurro con sus labios aún sobre los míos.
-No –solo pude decir y volví a acercarlo a mí, pero a penas toque sus labios él dio un paso atrás, alejándose de mí.
-No está bien esto. En serio Pau, estás borracha y mañana vas a estar arrepentida –me dijo y sentí como la bronca tomaba posesión de mi cuerpo. ¿Qué sabe él, eh? ¿Qué sabe si me voy a arrepentir? ¡Tan borracha no estoy! Me incorporé (porque seguía con la espalda apoyada contra el árbol que era mi sostén) pero a penas di un paso sentí como las piernas se me aflojaban. Pedro estuvo a mi lado enseguida para sostenerme.
-Dejame, no estoy borracha.
-Dale Paula. Si ni siquiera podes caminar en línea recta –me retó.
-Bueno, está bien. Llamá a Zai por favor, y a Flor –me senté en el banco resignada.
-Bueno, ya vengo –me dijo y fue hacía el quincho donde estaban todos los demás invitados del cumpleaños bailando. A los pocos minutos pude ver como mis amigas se sentaban una de cada lado.
-Pau, ¿todo bien? –me dijo Zai pasando un brazo sobre mi hombro.
-No, creo que metí la pata –confesé y sentí como una lágrima comenzaba a rodar por mi mejilla.

Si con Pedro habíamos superado los momentos de incomodidad vividos en el campo (y luego de eso), ahora todo había dado marcha atrás. Lo que había pasado anoche, en el cumpleaños de Vane estaba muy borroso en mi mente, pero para mi suerte les conté a las chicas todos los detalles de lo que había pasado con Pedro antes de dormirnos y ellas me lo contaron a mi apenas me desperté, con un terrible dolor de cabeza, por cierto. Nunca más vuelvo a tomar de esa manera…
Ahora no podía ni imaginarme cómo demonios iba a hacer para mirarlo a la cara cuando bajara a desayunar. Porque si o si iba a tener que enfrentarlo, ya que como habíamos arreglado de ante mano, Flor y yo nos quedamos a dormir en la casa de los Nara después de la fiesta.
Ahora estábamos las tres en la cocina preparando unos sanguchitos de fiambre para desayunar y almorzar a la vez porque ya eran las dos de la tarde. Los papás de mi amiga trabajaban, así que no estaban en la casa y según nos había dicho Zai, Pedro se estaba bañando y luego se uniría a nosotras. Mejor que se tomara su tiempo así me daba más a mí para conseguir esconder mi vergüenza.
Con mi sanguche ya listo me senté en el sillón del living y encendí el televisor para ver algo mientras esperaba a las chicas, muy concentrada estaba viendo el tráiler de una película que anunciaban para la semana que viene cuando sentí que alguien saltaba por el respaldo del sillón y aterrizaba a mi lado.
-¡Pedro! ¡Me asustaste! –le grité a penas lo vi.
-Perdón –me dijo riendo y entonces al sentir el cosquilleo en mí panza solo por tenerlo conmigo, a solas, sonriéndome, y después de lo que pasó anoche; me olvide completamente del susto y volvió a apoderarse de mí la vergüenza. Rápidamente noté como mi rostro enrojecía y miré hacia otro lado, rogando que Pepe no notara mi rubor. Él parecía estar de lo más bien… ¿Habría estado borracho también y ahora ni siquiera recordaba lo sucedido? Tal vez.
Las chicas llegaron enseguida y se ubicaron en los sillones de un cuerpo que estaban uno a cada lado del sillón más grande, donde estábamos Pedro y yo. Ellas siguieron charlando de algún tema del que ya venían hablando desde la cocina, pero no pude identificar cuál era, debido a lo abrumada que estaba con la sola presencia de Pedro a mi lado, que encima parecía no recordar nada de lo ocurrido anoche. ¿Las chicas me habrían inventado la historia? No lo creo. Además ciertas imágenes quedaban en mi mente: el momento en que me había chocado la espalda contra un árbol y Pedro se había pegado a mí, mis brazos alrededor de él… Traer esos recuerdos a mi mente me revolvió el estomago de nervios y ya no pude terminar mi almuerzo, dejé mi sanguche en el plato y solo bebí un poco de agua. De repente, mientras seguía vagando por mis pensamientos sin prestar atención a nada más, sentí una mano que se apoyaba en mi rodilla que me trajo de nuevo a tierra. Pedro era el que me tocaba la pierna y las tres personas que había en esa habitación me miraban expectantes, como esperando una respuesta, ¿me hablaron y no escuché?
-¿Qué? –les pregunté y rieron todos a la vez.
-¿Seguís borracha, Paula? –me preguntó Pedro y siguió riendo con las chicas. Le saqué su mano de mi rodilla y me crucé de brazos, enojada porque estaban burlándose de mí. Al menos de esta forma pude comprobar que Pedro sí recordaba mi borrachera de anoche y todo lo sucedido seguro que también, pero al parecer había decidido ignorarlo.
-¡Ey! –Me quejé- solo estaba distraída. ¿Qué decían?
-Yo te preguntaba si te sentías mejor o querías algo para el dolor de cabeza que tenías cuando te levantaste –me dijo Zai.
-Ah, no. Estoy mejor. Gracias –le dije y terminé de vaciar mi vaso. El sanguche ya había decidido abandonarlo. Definitivamente.
Junté las cosas que habían quedado en la mesita y me puse a lavarlas mientras los chicos seguían charlando en el living. Cuando terminé de secar y guardar todo volví con mis amigos y pude escuchar una frase que decía Pedro, que no llegué a entender del todo bien: “yo las llevo. No se preocupen, total ya tengo auto y registro”
-¿Vamos a ir de paseo? –les pregunté metiéndome en la conversación y me senté de nuevo en mi lugar.
-Se podría decir que si –me dijo Zai pero yo seguía sin entender bien.
-¿Ahora? ¿A dónde? Así llamo a mis papás y les aviso porque… -quería terminar de explicarme pero Zaira me hizo un gesto para que me detuviera.
-Ahora no, hoy tampoco. Mañana a la noche tenes que estar para el desfile en Mar del Plata, ¿te acordas?
-Sí, pero… -otra vez me volvieron a interrumpir.
-Mis papás nos iban a llevar –se explicó Zai- pero no pueden, Wanda nos contó que está embarazada y organizaron un asado para contárselo al resto de la familia, este sábado, así que por lo menos ellos se tienen que quedar…
-¡Qué hermosa noticia! ¿Por qué no me dijiste? –le dije, llena de alegría, la verdad es que no podía dejar de sonreír, sabía que Wan era de las mías que quería su familia feliz.
-Es que recién me llamó mamá, estaba con Wan, me contaron entre las dos, casi a los gritos. ¡Imaginate la emoción de mi vieja!
-Ya me imagino. ¡Ay! Después le voy a mandar un mensaje para felicitarla, a ambas. Y ¡felicidades tía! – le dije y corrí a abrazarla.
-Gracias –me dijo Zai entre risas, amaba ver a mi amiga con esa sonrisa imborrable.
-Y entonces a Mardel… -comencé a decir.
-Las llevó yo –concluyó Pepe mi frase.
-Ah, buenísimo. Así no nos perdemos el desfile. ¡Gracias! –le dije con honestidad.
-Nada que agradecer.
-¿Y vos Flor? ¿Venis con nosotros? –le pregunté.
-Me encantaría amiga. Pero acabo de volver de las vacaciones y si les pido más plata a mis papás me desalojan de casa –me respondió riendo.
-Sí, es verdad.
-Será un viaje de a tres. ¡La vamos a pasar muy bien! –comentó entusiasmada y me abrazó mas fuerte ya que seguía encima de ella.
Viaje de a tres… Viaje con Pedro que me tenía confundidísima, que me hacía sentir cosas que no debería sentir siendo que estaba de novia, y con Zaira, mi mejor amiga, su prima, que estaba totalmente empecinada en que podíamos hacer una buena pareja.
No sé qué tan bien podría pasarla yo. ¡Miedo total! Mañana lo averiguaría.

-------------------------------------------------

No es el capítulo más largo ni el mejor que escribí pero algo es algo. PERDÓN por mi demora. No puedo ponerles de excusa ni el estudio, ni problemas "x"... Solo me pasó que estaba totalmente trabada, no sabía cómo expresar, desarrollar las ideas que tengo para la novela. Jajaja. Cosas que pasan. Bloqueos. Pero bueno, acá les dejo un poco más de historia y pronto les traeré más (seguro que antes del viernes que viene, no se preocupen). Se viene un LINDO viajecito.
Para mi que Pau, que piensa que la va a pasar mal, va a ser la que mejor lo pase ;) ¿ustedes que creen?
Espero comentarios de ustedes, que, crean o no me inspiran y ayudan a ponerle más ganas.

Besos y que tengan un gran fin de semana. Nos leemos pronto!! ♥

Agos ☺

viernes, 21 de marzo de 2014

Capitulo 14

¿Cómo es que solo 2 cuadras podían parecer tan extensas? Pedro caminaba durante la primera cuadra muy cerca de mí y casi ni me habló… No entiendo. Qué pretende con acompañarme si ni siquiera me está mirando. Capaz solo quería acompañarme por mi seguridad, tengo que dejar de pensar todo el tiempo que quiere conquistarme o que pase algo “romántico” conmigo. Tal vez ya comprendió que yo estaba con Martín y no podía pasar nada con él. Pensar en eso hizo que uno de los nudos en mi panza apareciera, pero no uno de esos como los que te aparecen cuando te dan una noticia feliz, que te genera nervios pero felices, uno de eso como cuando te dicen que algo se complica… Si, era complicado todo esto. La pasaba muy bien con Pedro, y recordaba el beso en el campo como un lindo momento, aunque no tendría que ser así, pero debía admitirlo: me había gustado; todo tendría que quedar ahí y nada más. Era lo mejor. Creo.
Cuando estábamos por doblar la esquina para llegar a mi casa sentí que me tomaba de la mano y me sobresalté. ¿Qué pasó acá? Me detuve y lo observé.
-Perdón, quería pararte para decirte algo –me explicó esquivando mi mirada y me soltó la mano.
-Sí, decime.
-Es que… No quiero que las cosas estén así entre nosotros.
-¿Así cómo? –le pregunté… Porque no entendía a qué se refería.
-Así, distantes. O sea, cuando estamos con Zai nos matamos de risa como siempre, charlamos lo más bien. Pero apenas nos quedamos solos, como ahora, somos capaces de caminar dos cuadras sin ni siquiera conversar. Y no quiero esto.
-Ya sé, yo tampoco lo quiero… Pero bueno, es cosa de los dos, ¿no? Ambos quedamos incómodos con las cosas que pasaron. Y no sé.
-Sí, ya sé que fue por mi culpa –empezó a decir él pero lo interrumpí.
-No. No quiero decir eso Pepe. No es tu culpa. Está bien, vos quisiste expresar lo que te pasaba. Estás en tu derecho, así como yo después te dije qué me pasaba a mí.
-Sí, está bien. Pero mira como estamos ahora. Capaz tendría que haberme callado –me dijo y agacho su cabeza, otra vez podía notar como sus ojos se entristecían, y eso no me gustaba. Llevé mi mano derecha a su mejilla para que levante la mirada de nuevo y me mire a los ojos para poder terminar de hablar. Y de paso le hice una caricia, acción que lo hizo sonreír. Luego baje la mano y con sus ojos marrones fijos en mis verdes le dije lo que pensaba.
-Mira Pepe, si las cosas se dieron así por algo fue. No es momento de arrepentirse de nada. Lo que pasó ya pasó, y no está mal, tampoco sé si está muy bien porque tengo novio –le dije y me sonreí, tener esta conversación me ponía un poco incomoda y mis mejillas estaban tomando color de a poco, pero bueno, si queríamos recuperar nuestra fluida buena onda teníamos que dejar varias cosas en claro.
-Sí, perdón. En el momento ni lo pensé, me re deje llevar por lo que sentía –me confesó. Y seguía pidieron perdón. ¡Qué chico!
-No me pidas más perdón –Le dije y agregué-. Ojalá yo también me dejara llevar así por lo que siento –empecé a decirlo muy convencida y fui bajando la voz al final de la oración. Lo que siento… ¿qué siento? ¿No estaba haciendo lo que sentís? Ni yo sé qué digo ya…
-Te recomiendo que lo hagas, es liberador –me dijo riendo, que bueno que volvió a reír. Amaba su risa-. Aunque después capaz no todo queda como deseas.
-Ya vamos a arreglar todo. Quedate tranquilo –le dije pero por dentro no sabía ni a qué me refería con “arreglar todo”.
Dejamos la conversación ahí y terminó de acompañarme hasta casa, nos despedimos y entré. Al entrar me encontré con mis padres que al parecer acababan de llegar. Los saludé y dejé que se cambiaran tranquilos, ambos amaban ponerse ropa de entrecasa apenas llegaban. Yo empecé a hacer la cena y en unos minutos estuvimos todos sentados alrededor de la mesa.
-Tengo novedades –anuncié y todos volvieron su atención hacia mí.
-Yo sé, yo sé –canturreo Delfi y me hizo reír.
-Conta Pau. Sabes que la ansiedad la heredaste de mi –me dijo mamá que ya estaba sentada en la punta de la silla para verme mejor a la cara desde su lugar.
-Ya lo veo –dije y volví a reír-. Nos mandaron un mail diciendo que estamos citadas para un desfile de alta costura a Zai y a mí, para este finde. Mañana vamos a la agencia a hablar y aclarar todos los detalles.
-¡Qué lindo hija! ¡Que alegría me da!
-Nos gusta mucho que vayas cumpliendo tus sueños. En serio –agregó mi papá y si ya estaba más feliz me puse aún más por ver la alegría en ellos.
-¿Es acá por la ciudad, no? –preguntó mamá.
-Mmm, no ma. Es en Mar del plata según el mail que nos enviaron.
-¡Ay! ¿De verdad? –me preguntó y vi como se entristecía.
-Si, ¿Por qué? –quise saber. Y mi papá tomó la palabra.
-Es que justo este fin de semana tenemos la fiesta de inicio de año con la gente de la empresa y es muy importante. Siendo gerentes se nos hace casi imposible faltar –ahora entendía el cambió de humor repentino. Capaz si era en la ciudad llegaban a verme y a la fiesta pero viajando a mar del plata sería imposible.
-No se hagan problema. En serio. Yo creo que voy a seguir creciendo en esto, ¿no? Es mi idea. Y ya van a tener miles de desfiles más a los que ir a verme.
-Ay, perdón hija –me dijo mamá y se levantó a abrazarme.
-No pasa nada ma, en serio. Seguro que los papás de Zai nos llevan y sacan muchas fotos para después mostrarles.
Terminé yo consolándolos a ellos pero la verdad es que estaba un poco desilusionada, mis papás se la pasaban trabajando y sé que gracias a eso teníamos una vida muy buena pero a veces me gustaría que en estos pequeños avances pudieran estar conmigo, a mi lado. No solo apoyarme con palabras. Siento su apoyo, pero no es lo mismo. Media triste me fui a mi habitación cuando terminamos la sobremesa, mi mamá se encargó de lavar los platos.
Antes de acostarme a dormir decidí volver a revisar mis mails y de paso mirar un poco por el Facebook. En los mails no había nada nuevo, en cambio en Facebook había algunas notificaciones: dos de juegos, un de dos fotos en las que me había etiquetado Zai, unos comentarios en un estado mío de antes de ayer y un nuevo evento. Abrí el evento y pude ver que era la invitación al cumpleaños de una amiga del club que teníamos en común con Zai. Lo festejaba este jueves, pasado mañana, en los quinchos del club y avisaba que podíamos ir con novios u otros amigos que quisiéramos llevar. “Vane nunca tenía drama de conocer gente nueva.” Pensé y me reí. Lo bueno es que Pedro iba a poder venir con nosotras. Hable un ratito con Zai, arreglamos que mañana me pasaba a buscar con su mamá a las 10 de la mañana para ir a la reunión de la agencia y me fui a dormir.
En la mañana, cuando comenzó a sonar el despertador sentí que era lo peor que podría pasarme. ¡Tenía mucho sueño aún! Pero bueno, pensé en el desfile y traté de ponerle onda. Desayuné algo, me lave la cara y llegó Zai a buscarme.
En la reunión nos contaron que teníamos el alojamiento incluido y las comidas (genial) para nosotras dos y un acompañante cada una, desde el viernes a la noche hasta el domingo a la mañana, o sea que pasaríamos dos noches allí porque el desfile se dividía entre ellas, era como una muestra de fin de semana de varios diseñadores importantes, y nos tocaba hacer pasadas ambos días.
Una vez arreglados los detalles salimos y la mamá de Zai que nos esperaba en el café de enfrente pagó su cuenta y volvimos a nuestro barrio. Le propuse a mi amiga quedarse en casa y aceptó por lo que hicimos eso. Nos preparamos el mate y salimos al patio de casa para tomarlos. Luca, mi hermoso golden, nos siguió y se sentó bajo la sombra del árbol junto a nosotras, siempre fiel y compañero.
Charlamos sobre el desfile, muy emocionadas y pensando qué prendas nos tocaría pasar. Imaginando cómo sería todo y hasta las tardes de playa que podríamos disfrutar. Obvio que no nos íbamos a perder la posibilidad de caminar por la rambla o meternos al agua.
Mientras hablábamos me llegó un mensaje al celular, era de Pedro. Que raro…
-Ay, ella y Pedro se hablan sin que yo sepa… -me burló Zai.
-¡Nada que ver Zaira! No sé que me querrá decir –le dije.
-¡Y abrilo! –sí, mi amiga es mas ansiosa que yo.
Abrí el mansaje y solo me decía: “estas con Zai?”, le respondí enseguida: “Si, en mi casa, por?”. Y a los 5 minutos llegó la respuesta: “Salgan a la puerta.” Le mostre el mensaje a Zai y me preguntó:
-¿A la puerta de donde?
-Supongo que de acá. Le dije que estábamos en casa.
-Bueno, vamos –me dijo y tomándome de la mano me levantó de mi reposera y casi que me arrastró hasta la puerta. Cuando abrimos nos quedamos boquiabiertas por un momento y luego empezamos a saltar de felicidad. ¡Pedro ya tenía su auto! El mismo que habíamos ido a ver el otro día. Lo estacionó y se bajó con una sonrisa radiante en su rostro. Esas de las suyas que me parecían tan lindas.
-¿Listo? ¿Lo compraste? ¿Es todo tuyo? –Zai lo llenó de preguntas.
-Sí, así es. Ayer el tío Andrés habló con él por teléfono para hacerle algunas preguntas más y arregló para que yo pasara esta mañana a firmar los papeles, pagarlo y llevarlo.
-¡Qué bueno! –exclamó mi amiga y como me seguía teniendo agarrada del brazo me arrastró con ella cuando corrió hacía Pedro y me hizo abrazarlo con ella también. ¡Qué nervios! No tenía a Pedro tan cerca desde… Desde… Ustedes saben. Moví mi cabeza hacía un lado, aun manteniendo el abrazo porque Zai no nos soltaba y me encontré con los ojos de Pepe fijos en los míos. Automáticamente sentí como si estuviera en una montaña rusa, en la parte esa en la que subís hasta arriba de todo y comienza abruptamente la caída. ¡Muy cerca! Alerta roja. Tironeé como pude y me solté del agarre de mi amiga.
Seguimos felicitando a Pedro y fuimos a dar un paseo los tres en el auto por la costanera. Recordamos aquella primera salida de los tres. ¡Parecía que había sido hacía tanto! Y no hacía ni un mes…
Le comentamos a Pedro del cumpleaños y se re prendió. Ya que andábamos por el paseo de la costanera que estaba lleno de negocios compramos un regalito para Vane.
Volvimos a casa de Zai con la noticia de que Flor ya había vuelto y había pasado por allí. ¿Por qué no mandó mensaje? ¡Qué chica! En seguida salimos hacia su casa para ir a saludarla. Pedro se quedó porque como todavía no conocía tanto a Flor y seguramente nos íbamos a quedar en se casa charlando se iba a sentir incomodo, o eso nos dijo.
Abrazamos a nuestra amiga, mucho y muy fuerte. ¡Tantos días sin vernos!
-Estas re negrita Flor –le dije y se río-. Si, reite así te veo por lo blanco de los dientes.
-Así que seguís igual de exagerada Paula Chaves –me dijo Flor.
-Obvio, no iba a cambiar tan rápido –respondí.
-Algunas cosas si cambiaron rápido… ¡Contame YA qué pasó con Pedro!
-Ay Dios –me quejé y me senté en la cama y comencé a cebar mates, esta charla se iba a extender. Nos teníamos que poner al día.

¡¿Dónde habré metido mi vestido verde estampado?! Quiero ponerme eso para ir al cumpleaños, que por cierto empieza en una hora y yo en veremos… Por suerte las madres tienen esa especie de brújula interna que las hace saber siempre donde esta todo, y vino a mi habitación y me encontró el vestido verde.
Me vestí y maquillé. En 15 minutos pasaba Pedro con su auto y Zai a buscarme y después buscábamos a Flor. Cuando tocó bocina yo todavía estaba intentando abrocharme las sandalias, así que bajé descalza con las sandalias y el bolso en la mano y termine de prepararme en el auto aunque Pedro y Zaira se burlaban de mí.
Esto de ir a una fiesta en uno de los quinchos me hacía acordar a la despedida de Martín y me ponía mal… Hacía tanto que no lo veía. Seguíamos hablando al menos una vez por día, pero cada vez sentía que era menos el entusiasmo de parte de ambos, tenía miedo de que la distancia afectara mucho a la relación.
Llegando al quincho pudimos ver a Vane que recibía a sus invitados, la saludamos y le dimos nuestro regalo, lo presentamos a Pedro y se quedó encantada de que lo hubiéramos invitado. ¡No dejaba de mirarlo! ¡Ni de sonreírle o coquetear con él! La conocía ya a Vane, y no iba a parar hasta conseguir aunque sea un beso de él, sino es que quería algo más también.
Entramos al quincho y nos sentamos en las mesas que estaban armadas, comimos algo y luego pusieron música para bailar así que empezamos a mover el esqueleto. A mi enseguida me agarró Flor que era mi compañera de baile predilecta cuando sonaba cumbia (que era lo que estaban pasando en este momento). Vi como Zai intentaba que Pedro se moviera, pero ante tanta gente desconocida volvía a ser el Pedro tímido que había conocido en sus primeros días en la ciudad.
De un momento a otro veo que Zaira se une a nosotras y no encuentro a Pedro por ningún lado, hasta que Flor, de tanto verme cabecear se da cuenta de lo que estoy buscando y me señala a una esquina donde Vane tenía arrinconado a Pedro. ¡Tan incomodo lo veía!
-¿No se da cuenta esta chica de que no le quiere dar bola? –les dije a mis amigas y ambas se riéron-. ¿Qué les pasa?
-¿No estarás celosa vos, no? –me dijo Zai y me puse bordó, y no de nervios, ni vergüenza, sino que de bronca.
-Nada que ver. Basta con eso. Mi novio es Martín –les respondí enojada y me senté en una de las mesas. Sola. Tenía que pensar, aclararme de una vez. Admitirme las cosas a mí misma.
Y si, tenía que admitir, primero que estaba triste porque con Martín nada iba como había planeado, lo sentía cada vez más lejos. Y en segundo lugar: sí, estaba celosa de Pedro. ¿Qué se piensa Vanessa? ¿Qué en una noche lo va a conquistar y ya? No tiene ningún derecho sobre él ni aunque sea su cumpleaños.
El mal humor ya se había apoderado de mí, un chico se me acercó para invitarme a bailar y terminó yéndose asustado por la cara con que lo miré. Cansada de todo, me acerque a una barra improvisada en la que un amigo de la cumpleañera preparaba distintos tragos, me pedí un margarita, y después otro, después un fernet con coca.
Media mareada por todo lo que había tomado y todavía con un vaso de fernet en la mano me acerque a Pedro y Vanessa que seguían hablando, Pedro súper incomodo por lo que podía ver, agarré del brazo a Pedro y me lo llevé afuera.
-Basta Pedro. ¿Por qué no le decías que no te gusta y listo? –le recriminé y me sentí muy mareada de golpe, creo que el alcohol en sangre me estaba afectando. Caminé hacía un baquito que había en el parque y me senté allí, Pedro enseguida vino a sentarse a mi lado.
-¿Qué te pasa Pau? –Me preguntó mirándome con cara de preocupación- ¿estás bien? Estas re colorada… -como no le respondí me siguió hablando- ¿por qué me sacaste así?
-Porque no podía verte más tan cerca de Vanessa, ¿no te das cuenta de que te tiene ganas? –le dije sincera- ¡Y no quiero que estés con ella!
-Pau, tranquila -me dijo-. Creo que tomaste mucho…
-¿Y qué? Celosa ya estaba desde antes de empezar a tomar –le admití. Creo que estaba admitiendo demasiado ya. Pero, ¿qué importaba?

----------------------------------------------

Bueno, acá, cumpliendo, les dejo los dos capitulos. No sé cómo habrán quedado... Espero que sean de su agrado! Jajaja
Buenas noches y buen VIERNES :) 

Agos ☺

Capitulo 13

El viaje de vuelta a la ciudad me lo pase durmiendo sobre el hombro de mi mejor amiga. Estaba frita. Caminamos y paseamos mucho por la naturaleza durante todo el fin de semana y eso me dejó agotada… El tema de los nervios, nudos en la panza y todo eso me había hecho dormir entrecortado casi todo el tiempo que estuvimos en el campo, pero ahora se ve que necesitaba si o si dormir un poco de corrido. Me desperté solo cuando mi amiga me sacudió con suavidad para decirme que habíamos llegado a mi casa. Cene algo rápidamente con mi familia, contándoles una idea general de lo que habíamos hecho durante el fin de semana, me duche y me acosté. Me dormí enseguida y no me desperté hasta el otro día.
Me desperecé en la cama, bostece y me gire para ver qué hora era en el reloj que tenía en mi mesita de luz. ¡¿Las 11 ya?! Estaba rogando que fueran, no sé, las 8 para tener la excusa de que era muy temprano y poder seguir durmiendo un rato más, pero no iba a poder ser… Me levanté, fui al baño y cuando volví a mi habitación tome mi celular para bajar y prepararme el desayuno. Mientras iba por la escalera encendí mi teléfono y empezaron a entrar varios mensajes uno atrás del otro por lo que me asusté, ¿habría pasado algo? Cuando dejó de sonar pude abrir los mensajes. Eran como seis de Zaira y uno de Pedro. Qué raro… Baje hasta la cocina y comencé a abrirlos en el orden en que habían llegado.
Mensaje 1: “AMIGA!! LLAMAME YA!” Este había llegado a las 10 am.
Mensaje 2: “GORDAA! DONDE ESAS?” 5 minutos después que el primero.
Mensaje 3: “Parece que estas durmiendo… Cuando te levantes llamame.” 10:20 am. La calma parecía haber vuelto a ella.
Mensaje 4: “Tan lindas noticias tengo!! Dale, levantate!” 10:25 am.
Mensaje 5: “PAULA LEVANTATEEE! Necesito contarrteee.” 10:27 am. La calma no duró mucho.
Mensaje 6: “Tanto ibas a dormir? No doy más de la ansiedaddddd!! Aparece!!” 10:32 am.

Ah bueno, ¿qué habría pasado? Al parecer algo bueno, mejor así. Decidí abrir el mensaje de Pedro y luego llamarla. Cuando lo hice no pude contener una carcajada que se me escapó…

Mensaje de Pedro: “Pau, buen día, espero que te levantes pronto, para que tu amiga te cuente la buena noticia que tiene porque yo: NO LA AGUANTO MAS!!”

Su sinceridad, e imaginarme a Pedro aguantando lo molesta que podía ser Zaira cuando estaba ansiosa,  fueron las cosas que me hicieron reír. Me serví un poco de jugo de naranja y tomé el teléfono para comunicarme con Zai. Marqué y luego de tres tonos escuche la voz de mi mejor amiga, que me habló casi a los gritos.
-¡PAULA! ¡Al fin te levantas querida! –me dijo con mucho entusiasmo en la voz.
-Eu, tranquila amiga. Miles de mensajes me mandaste. Hasta Pedro me mandó uno pidiéndome que me comunique con vos así te calmabas –le dije y me reí-.  ¿Qué anda pasando?
-¿No prendiste la computadora? ¿No viste los mails? –me preguntó aún acelerada.
-Em, nop. Recién estoy desayunando.
-¿Espero a que lo abras o te cuento yo?
-Decime… Porque creo que hasta que encienda mi notebook y entre al mail no vas a aguantar igual…
-Sí, es verdad –dijo interrumpiéndome-. Paula Chaves… Tengo EL notición.
-¡Contame! Ya me pusiste ansiosa a mí –le confesé mientras comía una galletita.
-Bueno, va sin anestesia: ¡Tenemos nuestro primer desfile de alta costura! ¡Y JUNTAS! –Me soltó de una… ¿Yo estaba escuchando bien? ¡Qué alegría!
 -AHHHHHHHH –no pude evitar gritar y casi atragantarme con la galletita que estaba comiendo. Después de toser y recuperar mi aliento puse responderle-. ¿De verdad me decís?
-Sí, amiga. Después fijate el mail. Es el finde que viene en Mar del Plata.
-¡Ay! No te imaginas la alegría que tengo,amiga. ¡¡Lo qué va a ser eso!!
-Yo estoy saltando en una pata desde que me enteré –me confesó y cuando terminó de hablar pude escuchar a Pedro que hablaba desde atrás de su prima: “¡Felicidades!” nos gritaba.
-Decile gracias, de mi parte, a Pepe –le pedí a Zai y esta se río.
-¿Por qué no se lo decís vos? –cuando dijo eso pude escuchar que se pasaban el teléfono de mano en mano y “discutían”. Parecía que él se negaba a atenderme. ¿Pedro habría recuperado su timidez en la ciudad? Por un lado me convenía, no más momentos incómodos… Pero por otro… Bueno, sí, me convenía y punto. Mejor si todo volvía a la normalidad. Creo.
-¿Hola? –pregunté. ¿Me habrían colgado ya?
-Hola –respondieron… Pero esta vez no era la voz entusiasmada de mi mejor amiga sino una voz más gruesa, era Pedro.
-Ah, hola Pepe –dije titubeando y me quedé en silencio, pero como veía que no volvía a hablarme me acorde que me había pasadocon él para que le agradezca-. Gracias por las felicitaciones.
-No, de nada –me dijo-. Viendo lo feliz que esta Zai desde que se enteró me imagino que estarás igual, ¿no?
-¡Ay si! Estaba gritando hasta hace 2 minutos –le dije riendo-. Es nuestro sueño. Y es hermoso ir creciendo en lo que tanto nos gusta hacer, más si nos tocan hacer cosas juntas.
-¡Qué lindo! Muero de ganas de verlas en la pasarela.
-¿Vas a venir a vernos? -no sé por qué pero la idea me puso más feliz de que ya estaba.
-Pero claro, no me las pierdo –dijo y agregó algo más pero se escuchó como si se estuviera tapando la boca al decírmelo: -No quiero perder mi oportunidad de verte desfilando a vos, sobretodo –no había desaparecido el Pedro del campo. ¡Ay Dios! Él y su facilidad de mandar mis nervios a volar con una sola frase.
-Pedro… -comencé pero no supe que más decir.
-No importa, no digas nada. Te pregunto una cosa…
-Sí, decime –le dije enseguida, pero estaba temerosa. ¿Qué me iba a preguntar ahora? Miedo.
-¿Me acompañas con Zai a buscar autos? Si quieren vamos hoy –me dijo y escuché que mi amiga se prendía en la idea y decía de ir hoy.
-Dale, cuenten conmigo. ¿A la tarde, no?
-Si, a la tarde. Te pasamos a buscar a eso de las dos.
-Listo, nos vemos. Besos.
-Un beso –me respondió y colgó.
¿Qué voy a hacer con Pedro? Tengo que sentarme a pensar en algún momento… Y necesito a alguien neutral que me ayude a aclarar mis ideas, porque Zaira no es para nada neutral, es obvio que esta 100% a favor de su primo y va a hacer cualquier cosa para convencerme de que él me conviene. Igualmente, no se trata de si me conviene o no, ese no es el punto, el principal punto es que ni siquiera sé qué me pasa con él, pero sí sé que amo a Martín… No puedo tirar tanto tiempo que llevamos de relación con él por la borda así como así. Y tampoco puedo serle a infiel para “probar” qué es en verdad lo que me pasa con Pepe… Encima ya esta ese beso… ¡Ahh! ¡Voy a enloquecer! Por suerte Flor llega la semana que viene, creo que le martes, no recuerdo bien qué día me dijo y puede ayudarme de una forma más neutral.
Mientras seguía dando vueltas al asunto, terminé de desayunar, guarde las cosas que había usado y busqué a mis hermanos, que seguían durmiendo. Hice que se levantaran y preparamos algo para comer entre los tres. Para cuando estábamos terminando de comer ya casi eran las dos de la tarde. Seguramente en cualquier momento pasaría los chicos a buscarme así que les pedí a Gon y Delfi que lavaran los platos, se quejaron un poco, pero terminaron aceptando ya que les prometí que cuando volvía lo haría con helado para que compartamos entre los tres. Son terribles. Me terminé de preparar y justo cuando me estaba poniendo mi perfume favorito escuché que tocaban el timbre, bajé con rapidez pero Delfi ya les había abierto y me esperaban junto a la puerta.
Zai sonreía con muchas ganas, bajé los pocos escalones que me quedaban y corrí hacia ella para abrazarla. Este desfile era muy importante para nosotras.
-¡Cuanta alegría! –comentó Delfi al vernos-. ¿Paso algo?
-¿No te contó Pau? –le preguntó Zai y ella negó con la cabeza. La verdad es que al haberme puesto a pensar en Martín, Pedro y todo este asunto que me tenía tan confundida, me olvide de contarles a mis hermanos del desfile, ni a mis papás les había enviado un mensaje.
-¡Vamos a hacer un desfile de alto costura! ¡Y juntas! –le dije con entusiasmo.
-¡Ayyy! Qué lindo. Qué bueno. ¡Que linda noticia! –dijo Del enseguida, saltó para abrazarnos y nos hizo reír.
-Gracias pequeña –le dijo Zai.
Saludamos a mis hermanos, les pedí que se portaran bien y si hablaban con mamá le avisaran que me había ido con los chicos.
Caminamos un par de cuadras charlando con Zai, con mucho entusiasmo sobre el desfile. Me contó que mañana tendríamos que presentarnos en la agencia de modelos de la que éramos parte para confirmar nuestra asistencia y arreglar los detalles. Entre una cosa y la otra ni me di cuenta de que no tenía la menor idea de a dónde nos dirigíamos…
-¿A dónde vamos? –le pregunté a Pepe.
-Acá, a dos cuadras más vi un auto en venta que me gustó bastante, y parecía bastante nuevito.
-Yo también lo vi –comentó Zai-, el otro día cuando fuimos a comprar unas cosas con papá, lo vimos. Esta re lindo.
-¡Qué bueno! Espero que funcione bien. ¿Vieron alguno más?
-Por ahora solo ese –me dijo Pepe-. Y la verdad es que me gustó mucho. Es un Peugeot 307. Esta bueno ese auto, hay que ver cómo está éste.
-Mmm, no tengo mucho conocimiento en autos pero creo que se cuál es, creo –dije y me reí- ¿de qué color es?
-Negro. Doblamos en esta esquina y lo vas a ver –me dijo.
Así fue, a penas doble por la esquina lo pude ver, estacionado en la vereda frente a una linda casa, un auto negro con un tachito encima y un cartel en su ventana. Nos acercamos para poder verlo mejor, la verdad es que estaba muy lindo, al menos desde afuera, habría que ver el motor y esos temas de los que ya quedaban fuera de mi entendimiento. Llamamos al dueño quién después de mostrarnos todo el auto nos ofreció probarlo. Nos acompañó a dar una vuelta manzana y Pedro quedó bastante satisfecho. Hablaron del precio, lo negociaron un poco y quedaron en que Pedro llamaría al día siguiente para confirmar si iba a realizar la compra. Estaba muy bueno el auto, pero no venía nada mal ver por lo menos uno más. Desde allí volvimos a la casa de Zai y empezamos a buscar por internet algunos autos usados en venta por la zona, pero realmente ninguno parecía estar en tan buenas condiciones como el que habíamos visto hace un rato.
Dejamos la búsqueda por un rato y nos preparamos una rica merienda, nos copamos charlando, bromeando y soñando sobre a los lugares que haríamos que Pedro nos lleve cuando tenga su auto. Y él nos cargaba y decía que nos iba a cobrar pero yo estaba muy segura de que le gustaban nuestras ideas tanto como a nosotras.
Tanto nos entretuvimos delirando, son nuestras ideas locas, que cuando nos quisimos dar cuenta ya habían pasado unas cuantas horas de que estábamos tomando mates, un termo atrás del otro nos bajamos pero como la charla era entretenida no notamos la hora que era hasta que llegó la mamá de Zaira de su trabajo.
-¡Hola chicos! ¿Recién están merendando? –nos preguntó.
-No, estamos merendando hace como dos horas –dijo Zai.
-Estábamos muy entretenidos charlando –le comenté y me reí.
-Sí, se nota –me respondió Nora dedicándome una sonrisa.
Al ratito llegó Andrés y Pedro comenzó a consultarle a él sobre los autos que habíamos visto por internet, y le contó del que habíamos ido a ver esta tarde. Con Zai le contamos a Nora sobre el desfile y creo que ella estaba más feliz que nosotras. Yo ya tenía ganas de llegar a casa y contarle a mamá la noticia. Así que después de un rato más de charla y como mi amiga ya estaba preparándose para irse a bañar decidí despedirme y volver a casa, además ya estaba oscureciendo (ya estaba bastante oscuro) y me daba miedo volver más tarde, sola, a casa; a pesar de que solo quedaba a unas pocas cuadras.
-Espera Pau –sentí que decía alguien mientras tomaba mi cartera del sillón cuando iba de camino a la puerta. Obvio que era Pedro.
-¿Si? ¿Qué pasa? –le pregunté.
-Te acompaño, que ya esta re oscuro para que andes sola –Me dijo Pedro. Pedro y sus ideas. Pedro y sus propuestas que me ponen nerviosa. ¡¡¡Pedro y Pedro!!! Mi idea de “no pasar momentos a solas con Pepe” no va a funcionar muy bien si a cada rato se da una oportunidad para ellos, y me veo obligada a rechazarlo repetidamente. No quiero quedar como antipática, ni perder la amistad que estábamos comenzando.
-No, está bien. No te hagas drama –le respondí con una sonrisa para demostrar mi seguridad en la respuesta.
-No, no. Nada de irte sola a esta hora Paulita Chaves –interrumpió la mamá de mi mejor amiga-. Dejalo a Pedro que te acompañe.
Le sonreí a ella y asentí con la cabeza aceptando. No me iba a quedar otra. ¿Sería que todo el mundo estaba complotándose para que pase momentos a solas con Pedro cuando era lo que más quería evitar?

----------------------------------------------------------------------------------

Primer capitulo. Ahí subo el segundo.