-Andá Pau, te empapas -me dijo la última vez que salí.
-Y vos también nene, vamos a adentro. Esperemos que pare un poco -le dije y al fin me hizo caso. Dejó todo como estaba y entró a la casa. Fui hasta el baño y enseguida lo rodee con una toalla-. Voy a hacer otro té, así entras en calor.
-No tengo frío igual. Pero tengo un bronca -me dijo mientras se sentaba a la mesa.
-Tranqui Pepe, ahora seguro para un poco y la cambiamos -dije, y a penas terminé de hablar sonó un trueno que hizo retumbar la casa entera. Mi cara debió ser de miedo porque Pedro se empezó a reír.
-¿Te asustan las tormentas Pau? -me preguntó aun riendo, mientras se secaba un poco el pelo con la toalla.
-No… Bueno, un poco. Es que además no esperaba el trueno tan fuerte -me expliqué, levantando mis hombros como quitándole importancia a mi sobresalto.
-Me parece que tenemos una noche bastante tormentosa por delante. Le voy a avisar a mi tío que nos quedamos demorados, para que no se preocupen.
-Si, yo a mis papás -ni había pensado en mis padres hasta que Pedro mencionó a sus tíos, y era una buena idea avisar.
En cuanto agarré mi cel vi un mensaje de la morocha: “Paupi, si no salieron todavía, busca un esmalte violeta que dejé en mi habitación y traemelo porfi”.
-Voy arriba a buscar algo que me pidió Zai que le llevara, ¡vigilá el agua Pepe! -le dije y subí las escaleras. ¿Dónde habría dejado esta chica su esmalte? Me fije en su mesita de luz y en los cajones y no estaba, tampoco arriba de la cómoda, ni en los estantes de la pared de enfrente a la cama… Mientras buscaba le envié un mensaje a mi mamá explicándole que estábamos demorados por el tema con el auto y el clima. Siguiendo con el esmalte... tal vez lo había dejado en otro lado de la casa. De repente un relámpago iluminó un poco más la habitación y me acerqué a la ventana para evaluar el estado de la tormenta. Pude ver como los árboles se movían de un lado a otro, sacudiendose por culpa del viento, y la lluvia caía con constancia, con mucha fuerza. La luz que estaba al lado del auto se balanceaba de un lado al otro, no podía haber clima más feo. Me quedé un rato observando, olvidándome del esmalte y de todo, hasta que sentí unas manos que se posaban en mi cintura, y me di vuelta sobresaltada.
-¡Ay Pepe! -le dije, asustada, me había abstraído tanto que no lo había sentido llegar. Sin dejarme decir nada más, dio un paso al frente y yo retrocedí uno, con lo que quede apoyada sobre el alfeizar de la ventana y él a muy pocos centímetros mio. Esos centímetros no tardaron mucho en desaparecer ya que Pedro apoyó sus labios sobre los mío comenzando un dulce y suave beso, que se volvió más apasionado a los pocos minutos. Sin saber mucho qué hacía, o casi sin pensarlo, pero dejándome llevar por el momento, levanté mis dos piernas, rodeando la cadera de Pepe. Él enseguida reaccionó y tomándome por las piernas me acerco más a él (si es que eso era posible). Nunca había estado así con nadie más que con Martín, lo cual me revolvía la panza de nervios, pero a su vez no podía detenerme, todo mi cuerpo gritaba que siguiera adelante. De repente una luz volvió a iluminar la habitación y un fuerte rayo retumbó a los pocos segundos, me separé un poco de Pepe, sobresaltada, volviendo a apoyar mis pies en el suelo, pero aún con mis manos en su nuca. Cuando la luz del rayo se apagó todas las luces de la casa también lo hicieron…
-¡Ups! Se cortó la luz… Si algo faltaba… -empecé a decir mientras miraba por la ventana pero Pedro llevó una de las manos que tenía en mi cadera hacia mi cintura, levantando un poco mi remera, rozándome suavemente la piel, lo que generó un escalofrío en todo mi cuerpo y me obligó a volver mi mirada hacia él, que no dejaba de mirarme fijamente, decidido, con deseo.
Dio unos pasos hacia atrás sin soltarme y chocó contra algo, contra la cama supuese, y no estaba errada. Se sentó allí y me atrajo hacia él, quedando yo sentada sobre sus piernas. Ni dos segundos tardamos en estar nuevamente besándonos, y ni un segundo después ya llevaba más mi saco.
Mientras nos besabamos con devoción, yo no dejaba de pasar mis manos por su cabeza, despeinandolo completamente, pero me encantaba la suavidad de su pelo. Él, a su vez, recorría toda mi espalda, dibujando círculos suaves sobre ella, acción que me volvía completamente loca. Una de sus manos bajó un poco más, y pasó por debajo de mi remera, siguiendo con las caricias sobre la mismísima piel… ¡Ahora si que iba a enloquecer!
Siguiendo mis instintos, empuje un poco a pedro, quien al quedar recostado y yo sobre él, se giró, dejando un poco los besos de lado, para dejarme a mi recostada y él en cuatro patas sobre mi, en esa posición me recorrió con la mirada, lo que me intimidó un poco y tapé mi rostro con las manos, riendo nerviosa.
Con mis manos en la cara no pude ver lo que hacía pero enseguida sentí como su pecho se encontró con mi pecho y su boca llegó a mi cuello, llenándolo de besos, volviendome definitivamente loca.
Lo abracé, porque no quería que se alejara, pero él se incorporó un poco, dejando mi cuello, tomando los bordes de mi remera y comenzando a levantarla… Pero fue allí cuando entre en pánico:
-Pepe, espera -le dije y frené sus manos.
-¿Qué pasó Pau? -me dijo con la voz bastante ronca.
-No puedo -le dije y me salí de debajo de él, sentándome en un lado de la cama-perdón, pero no puedo.
-Espera Pau, perdoname vos. Se que está Martín todavía y eso, pero no podía contenerme las ganas. Me encantas -se explicó, sentandose al lado mio.
-No es eso. O sea si, todavía no pude hablar con Martín como quisiera, pero no es por el… -le dije y me daba vergüenza contarle mi verdadero freno.
-Entonces… ¿es algo que hice? -me dijo preocupado- ¡Perdoname si me desubiqué! Es lo que menos quería.
-No es eso… -le dije y me tapé la cara con las manos, y él pasó un brazo sobre mis hombros-. Es que yo… Es que yo nunca… -Comencé a decir y creo que me entendió porque me atrajo hacía él y me abrazó con ternura.
-Pau… Perdón, no sabía, pensaba que con Martín… Perdón. Nunca quise apurarte.
-Deja de pedirme Perdón Pepe, yo dejé que las cosas siguieran, pero me agarró miedo.
-No tenes que tener miedo, es algo natural, tu cuerpo sabe y te guía solito. Pero bueno, también tenes que sentirte lista vos. Nunca te voy a apurar…- Me dijo y de repente se encendió la luz.
Miré hacia afuera, a través de la ventana y la tormenta seguía igual de fuerte.
-Me parece que va a ser mejor que pasemos la noche acá, ¿no? -le dije y me levanté para buscar mi saquito que estaba por el piso.
-Si, yo creo que sí, va a ser imposible cambiar la rueda ahora, más si se corta la luz de nuevo -coincidió Pedro-. Avisemos a nuestras familias me dijo mientras tomaba su celular y redactaba un mensaje. A los pocos segundos me llegó un mensjade de Zaira que solamente decía “muajajajaa…”, ya se habría enterado que nos quedábamos a dormir. La ignoré, para dejarla más ansiosa y solo le envíe un mensaje a mi madre, luego dejé el celular sobre la cama y bajé junto a Pedro hacía la cocina. Así veíamos si podíamos cenar algo.
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Volví, terminé la facu chicos, los examenes ya no serán más mis excusas jajaja.
GRACIAS por seguir por acá, ya estoy escribiendo un poco más, así que en breve (tal vez mañana) les dejaré el 26.
Besos a todos.
Dale! Muy lindo cap.
ResponderEliminarEmpeze a leerla hace poco, espero y puedas seguir subiendo.
ResponderEliminarPasamela cuando subas.
@BelnConti
Amo demasiado como escribís, no sabes lo que eh esperado más capitulos. . .
ResponderEliminarAmo demasiado como escribís, no sabes lo que eh esperado más capitulos. . .
ResponderEliminarRecien lo leo 🙊 y me encanto!!!
ResponderEliminarHola ame la novela ... si la seguiseguís escribiendo me gustaría que me la pases @pauliterPYP2010
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