martes, 13 de diciembre de 2016

Capitulo 24

Podía ver el camino rodeado de árboles delante mio, ya estábamos frente a la tranquera del campo de los Nara.
El viaje había sido perfecto, a penas agarramos la ruta, Pedro puso su PenDrive en el estereo del auto y fuimos todo el viaje cantando, riendo, haciendo bromas sobre la afinación de uno y del otro. Nada de silencios incómodos, nada de conversaciones que me pusieran nerviosa. Por algo adoraba tanto a este chico, siempre tenía una idea para que la pasaramos bien juntos. Cuando íbamos llegando, bajamos la música un poco y pudimos ir hablando lo más normal de su facultad (que ya había elegido, e iría a la misma que Zai y yo), de qué me pondría para el cumpleaños de su tía, de qué se pondría él, entre otras cosas más, sin un resto de incomodidad. Habíamos recuperado el clima divertido y relajado. Ni un sólo rastro del tenso, que seguramente yo generaba, pobre Pepe, bancando mi locura siempre.
Como buena copiloto me toco bajar del auto para abrir la tranquera. Al hacerlo Pedro aceleró, pasó la tranquera y ¡siguió! Dejándome anonadada a un lado del camino. ¡La casa estaba re lejos de la entrada del campo! Yo lo iba a matar...
Pude ver que a unos cuantos metros frenaba y daba marcha atrás, yo mientras tanto cerraba la tranquera. Estaba en gracioso el chico al parecer. Cuando se detuvo a mi lado podía ver como no se aguantaba la risa, yo lo mire muy seria y me subí al auto sin dirigirle la palabra. Iba a cobrarme esta broma. Fui en silencio hasta la casa y él riéndose. Apenas frenó me baje del auto y me encamine hacia la casa para abrirla pero no llegué a la puerta que sentí como dos manos se pasaban por mi cintura y no me dejaban avanzar.
-No seas enojona -me dijo cerca del oído y creo que se me puso piel de gallina hasta en el dedo chiquito del pie. ¿Cómo podía generar tantas cosas en mi este chico?
-Soy enojona porque vos sos malo -le dije y me solté de su agarre. Fui hasta la puerta y la abrí, él abrió el auto y empezamos a bajar las cosas y dejarlas junto al sillón y sobre él, de la salita de la casa. ¿Tantas cosas quería poner para decorar mi amiga? Bajamos como 6 cajas llenas de adornos, luces, velas y frasquitos.
-Se copó Zai con la deco, me parece, ¿no? -dijo Pepe mientras dejaba la última caja en el suelo.
Lo ignore, amaba hacerme la enojada. Me reí cuando no me veía y fui hasta la cocina. Puse un poco de agua en la pava y encendí el fuego de una hornalla. Así tomábamos un té antes de volver a salir a la ruta.
Baje un par de tazas de la alacena y cuando me di vuelta para llevarlas a la mesa, me topé frente a frente con Pedro, casi tiro las tazas del susto pero él las agarró y las dejó a salvo en la mesada que estaba atrás mío. Dio dos pasos adelante y yo retrocedí uno y me choque con la mesada.
-Más vale que te vuelvas a reír como en el auto Paula Chaves-me dijo haciéndose el amenazante pero sin aguantar mucho la sonrisa que se le quería escapar.
-Lo hubieras pensado antes de hacerme la broma -le dije yo, levantando mis hombros en un clásico "que me importa"-. Además... Si no me río, ¿qué?
-Si no te reís... -me dijo y achicó un poco más la distancia entre nosotros lo que generó una especie de corriente eléctrica por toda mi columna- voy a tener que hacerte... -volvió a dejar en suspenso la frase y no podía sacar mis ojos de sus ojos, estábamos en un duelo de miradas sin final. Levantó una mano y mi panza se revolucionó, moría de ganas de un beso suyo. Con su mano no tuvo mejor idea que empezar a hacerme cosquillas.
-¡No! ¡Peeeedrooooo! -le grité entre risas, mientras intentaba empujarlo.
-Te dije que te iba a hacer reír -me dijo con mirada triunfal, dejando mis costillas en paz.
-Así no vale -le reproche, aún tratando de dejar de reír.
-No aclaramos las reglas, señor juez -me dijo poniendo las manos en alto, declarando su inocencia. Y no pude evitar volver a reírme.
-Te pasas Pepe -le dije con una sonrisa grabada en mis labios y fui a sacar la pava del fuego, el agua ya estaba hirviendo-querés un té, ¿no?
-Si señorita. Gracias -me dijo y se sentó a la mesa luego de buscar dos cucharas y el azúcar.
Yo lleve las tazas con sus saquitos y serví el agua.
Me senté y respire hondo, terminando de relajar mi panza luego del ataque de cosquillas. Pero sin borrar la sonrisa de mi rostro.
Nos quedamos unos minutos allí sentados, en silencio, pensativos, al menos yo estaba pensando, tratando de decidir qué hacer con este chico.
Al terminar mi té me levanté y me puse a lavar mi taza.
-¿Terminaste? ¿Querés que lave la tuya también? -le pregunté mientras secaba y guardaba la mía-. Así dejamos todo ordenadito.
-No, ahora la lavo yo, no te preocupes -me dijo él. Así que fui al baño, así ya estábamos listos para volvernos.Cuando salí, pude ver que él ya había lavado y guardado su taza y me esperaba junto a la puerta-. ¿No pasas ala baño antes de irnos? -le pregunté y me fui hasta la cocina para buscar mi cartera que había dejado sobre la mesa.
-Esperá -me dijo antes de que la tomara y me hizo una propuesta:-¿Querés ir a caminar un poco antes de irnos? No sé, hasta el laguito por lo menos. Así aprovechamos que hicimos el viaje. Y de paso esperamos que empiece a bajar un poquito el sol para volver. Me quedo ciego sino manejando.
Y digamos que casi que no lo dude mucho y accedí a su propuesta. Dejé mi cartera donde estaba, solo tome las llaves de la casa y salimos a caminar.
La caminata empezó en silencio pero enseguida nos pusimos a hablar cualquier tema, con este chico siempre teníamos tema de conversación.
Mientras caminábamos recordé que en el laguito de este campo había tenido lugar nuestro primer beso y me puse un poco nerviosa ante la perspectiva de estar de nuevo juntos, solos, en aquel lugar. ¿Quería que se repitiera la escena?
Después de un rato de caminata, pasamos el montoncito de árboles que rodeaba el lago y nos dirigimos al único banquito que había en una de las orillas.
-Está hermoso el día hoy, ¿no? -me comentó- hace calor pero no sofocante, hay un vientito re suave -iba diciendo pausadamente mientras miraba el paisaje que teníamos a nuestro alrededor y yo aprovechaba para mirarlo a él, mirar sus ojos color caramelo, que estaban super brillantes, miraba su linda naricita, su gesto de paz...- Estoy acá, con vos… Hermoso día -agregó y me miró fijamente, dejandome en evidencia de que tenía mi vista fija en él, por lo que aparte mi mirada, pero enseguida puso una mano en mi mejilla para volver a dejarme frente a él. Se fue acercando a mi, muy lento, manteniendo con suavidad su mano en mi mejilla, se acercaba demasiado lento, ya sabía cuál iba a ser el final de esto, pero se notaba que él tenía miedo, lo notaba en sus ojos, miedo al rechazo, así es que me animé, y acorte de una buena vez esa distancia que nos separaba. Apoyé con suavidad pero bien decidida mis labios sobre los suyos, vi como cerraba sus ojos y yo hice lo mismo. Nos quedamos así, quietos por varios segundos, hermosos segundos, disfrutando de esa cercanía. Suavemente se separó de mí, abrí mis ojos y pude ver como me miraba, con una sonrisa enorme, con ternura pero con picardía, como pidiéndome permiso. Lo único que hice fue sonreírle y esta vez fue él quien achicó la distancia que nos separaba, ahora profundizando el beso, con más ansiedad. Ansiedad que los dos teníamos.
Luego de varios besos mezclados con sonrisas, con mejillas coloradas, con caricias y abrazos, nos quedamos los dos sentados mirando el lago, como el suave viento formaba olitas en la superficie, en paz, sin pensar nada más que en lo bien que la pasamos juntos. No sé hace cuánto que estábamos allí, pero el sol estaba empezando a bajar, las nubes se iban acumulando en el cielo y el vientito ya era bastante fresco, no sabíamos qué hora era porque ambos habíamos dejado nuestros celulares en la casa.
-Creo que ya es medio tarde Pepe -le dije, incorporandome un poco, había estado apoyada en su hombro, con nuestras manos entrelazadas-. ¿Volvemos?
-Uf, me quedaría acá para siempre -dijo suspirando.
-No seas exagerado, mira si se larga a llover, después llega el invierno, hace frío...  para siempre es demasiado -le dije poniéndome en cómica.
-Pero qué graciosa señorita… -me dijo y sonrió. Se levantó del banco sin soltarme de la mano y me levantó de un tirón, aún riendo de mi ocurrencia. Volvimos caminando en silencio. Mi cabeza quería hacerme entrar en razón, recordarme que yo tenía novio, pero mi corazón se encontraba, con bombos y platillos, festejando el buen momento que acababa de pasar con Pedro y acallaba a mi mente.
Una brisa más fuerte sopló, el clima estaba cambiando bastante, me agarró frío y me acurruque contra un costado de Pedro y él pasó su brazo por mi hombro.
Cuando entramos a la casa me puse mi saco, menos mal que lo había traído. Y juntamos nuestras cosas, que no eran muchas. Al salir me encontré con Pedro rezongando y quejándose junto a su auto.
-¿Pasó algo Pepé? -le pregunté y sentí que una gota me caía en la cabeza. Miré hacia el cielo y vi como una tormenta se formaba encima nuestro.
-Se pinchó una rueda -me dijo señalando y pude ver la goma totalmente desinflada-. Creo que estacioné sobre una piedra o algo así. Bancame que la cambio, y salimos. Si queres anda adentro Pau, está empezando a llover.


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Lo prometido es deuda. Aquí les dejo otro capitulo más de esta historia.
Ahora no les prometo subir mañana porque tengo que preparar un final. Pero yo calculo que el finde estaré subiendo algunos capítulos más.
Besitos a todos. Muchas gracias por leer!!
Y vamos Pepe!!

PD: Puede ser que encuentren algunos errores, fui escribiendo desde el cel y no corregí mucho, luego lo corrijo (serán cuestiones de ortografía, letras comidas, etc... Jaja)

Agos :)

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