Miré mi celular por enésima vez en la tarde para ver si Zai me había enviado algún mensaje o daba alguna señal de vida para contarme como le estaba yendo en su salida con Juan, pero nada… Yo, por mi parte, estaba muy entretenida con Pedro, visitando las universidades y siguiendo con el pin pon de preguntar y respuestas que había iniciado él, con el objetivo de conocernos mejor. Ahora ya sabía su película favorita, el nombre de su maestra de primer grado, su comida favorita, entre otras cosas.
Una vez que terminamos con sus entrevistas, de que ya tenía toda la información que necesitaba para terminar de decidirse e inscribirse, salimos de la última universidad y mientras caminábamos hacia el auto volvió a agradecerme por acompañarlo.
-Basta Pepe, no me agradezcas más, ya te dije que no es nada. Además está siendo muy divertido el día para mí, con tu idea esa de las preguntas –le dije dedicándole una sonrisa sincera.
-Bueno, pero siento que tengo que agradecerte y lo digo –me tomó por una mano y me detuvo en la vereda antes de que cruzara la calle para ir hacia el auto-. Igual vas a tener una recompensa por la paciencia –me dijo y me guiño un ojo. Este chico iba a terminar haciendo que me agarre un ataque al corazón con sus ideas repentinas. Veamos que se le ocurrió ahora.
-Ah, ¿Si? ¿Y que sería? –lo indagué.
-¡Sorpresa! –me respondió y sin soltarme la mano comenzó a cruzar la calle, arrastrándome con él.
-Sabía que ibas a decir eso –me quejé entre risas mientras lo seguía sin resistencia. Pedro y sus salidas.
Dejamos el auto donde estaba y seguimos caminando juntos, y de la mano. ¡De la mano! No puedo explicar el revoloteo que sentía en mi estómago por el simple hecho de estar en constante contacto con él, de sentir como con sus dedos iba acariciando mi mano a medida de que caminábamos. ¿Cómo podía generarme tantas sensaciones este chico?
Luego de unas tres cuadras, pude despabilarme un poco de mi “embobamiento” y razoné un poco: ¿Sabía Pepe hacia dónde iba? Él debería estar menos ubicado que yo entre estas calles, en una ciudad en la que nunca había estado.
-¿Estás seguro que sabes por dónde vamos? –le pregunté, queriendo sacarme mi duda.
-Sí, tranquila. Lo tengo todo calculado –me respondió y siguió llevándome de la mano para guiarme.
-Bueno, confió en vos.
Unas cuadras más y pude ver un local de Mc Donalds en la cuadra de enfrente, ¿sería nuestro destino? Efectivamente lo era. Y me confesó que sabía que me gustaba comer allí, y no por las preguntas porque él a mí no me preguntó de comida, sino porque se ocupó de averiguar, indagando a su prima, para ver donde podría llevarme a comer. Zaira tenía que ser…
En el local también me abrió la puerta e hicimos nuestros pedidos, al momento de pagar no me dejo ni sacar la billetera.
-Yo invito Pau, tranquila –me dijo. Pero eso ya me puso un poco incomoda, me gusta el caballerismo pero no excesivo. Yo podía pagarme mi hamburguesa. Me quede media seria luego de esto y cuando nos entregaron la bandeja elegimos unos asientos en el piso superior del local, se ve que el notó mi seriedad.
-Eu, te quedaste media seria… ¿Paso algo? –me preguntó enseguida.
-Nada, no importa –le respondí.
-¿Segura? –insistió.
-Si, tranquilo.
Comenzamos a comer en silencio, de fondo había música, como suelen poner en estos locales. Pasaban algunas canciones modernas y movidas, algunas baladas, de todo un poco. En un momento comenzó a sonar una canción de Montaner que me encanta y me quedé concentrada escuchándola y tarareándola. Hasta que sentí que alguien más la cantaba, un poco desafinado, o bastante, y no en el volumen más alto, pero con sentimiento. Miré a Pedro y me sonrió… Mientras seguía la canción.
-Ven y te explico lo que somooos, en nuestra habitacioooooooon, una paloma y un jilguerooo –cantaba Pepe mirándome fijamente. Me daba ternura, pero a la vez me causaba gracia su desafinación.
-Ay Pedro –le dije y al fin me permití reírme un poco-. Menos mal que afinabas.
-¡Paula! ¡No me rompas el clima que estaba logrando! –me dijo en forma de queja pero comenzó a reírse él también-. No seré el mejor, pero todo el sentimiento le pongo…
Así el clima entre nosotros volvió a ser alegre, nos reírnos un rato mientras terminábamos de comer, levantamos nuestras cosas y seguimos charlando animadamente con rumbo al auto.
Ya en el camino, seguí cargándolo con su mala entonación y lo hacía cantar las canciones del CD de Ciro que había quedado puesto en estéreo. Me reía de lo mal que sonaba, pero me encantaba, no sé bien cómo hacer que esa explicación suene lógica, pero era así lo que me pasaba. Cuando estábamos casi por llegar, se acercó al cordón y se detuvo, como estacionándose, pero al mirar por la ventana no reconocí ni mi casa ni la suya, por lo que lo miré ahora a él, extrañada.
Iba a preguntarle por qué nos deteníamos pero antes de poder hablar o de poder siquiera emitir sonido alguno, lo vi muy cerca de mío, lo que me dejo muda. Nos quedamos varios segundos en silencio, mirándonos a los ojos, con nuestras narices casi tocándose. No quería besarlo pero a la vez era lo que más deseaba, no quería sentir la culpa que iba a sentir después, pero me moría de ganas de tener sus labios de nuevo sobre los míos, por eso no me alejaba, pero tampoco me acercaba. De un momento a otro, pude ver como la mirada de Pedro pasaba de mis ojos a mi boca, lo que reflejaba que estaba en un dilema parecido al mío.
De fondo a la escena, seguía escuchándose a Ciro, ahora con una canción un poco más lenta, la adecuada para la situación, diría yo… No sé bien en que momento, en qué segundo exacto pasó, pero la distancia que nos separaba se achicó más aún. Al punto de que cuando me habló pude sentir el roce de sus labios con los míos. Ese roce me volvió loca, hizo que mi corazón se acelerara, y que deseara que de una vez esa distancia desapareciera.
-Perdón Pau, pero no puedo resistirme más. Me gustas tanto… -me dijo, esperó dos segundos, supongo que viendo si yo me iba a alejar o no y acortó de una vez esa distancia, depositando con suavidad sus labios sobre los míos. Los presionó durante un momento y se separó, pero no pude ver lo que hacía porque mis ojos se habían cerrado al recibir ese dulce beso. No duró mucho tiempo esa distancia, que él volvió a besarme, esta vez exigiendo un poco más y no dudé en devolverle el beso. No podía llegar a él con facilidad así que termine desabrochando mi cinturón de seguridad, lo necesitaba más cerca. Él paso un de sus manos por mi cintura y me atrajo un poco más hacía él. Una cosa llevo a la otra y terminé sentada sobre él, sin dejar de besarlo y ahora con mis dedos enredados en su sedoso pelo. El me abrazaba con mucha fuerza, como si no quisiera que me escapara, pero de lo que menos tenía ganas yo, era de escaparme de sus brazos.
------------------------------------
Holaa! Y un día iba a volver. No voy a hacer muchas promesas. Solo una: la historia la quiero terminar, porque no me gusta que quede inconclusa. Ahora tengo todos los días muchas ocupaciones y cosas que hacer, pero intentaré subir una vez por semana, o al menos una vez cada 15 días, así ir llevando a esta historia rumbo a su final.
GRACIAS si estas leyendo esto después de tanto tiempo.
Espero sus comentarios en @vertereirpyp o @agospulvirenti
Nos leemos!!! Besos y buenas noches!
AVISAME CUANDO SUBAS @locuraxpauc
ResponderEliminarque bueno que volvistes!!! me encanta esta historia!!!
ResponderEliminarVolviste Agos! Es verdad esta historia no puede quedar inconclusa y no podes dejar el capítulo ahí!!! Estan a full tus PyP y me encanta!!
ResponderEliminarAvisame cuando subas, espero el próximo...
Que lindo volver a leerte! Ojalá puedas seguirla y poder darle un lindo final! Ahora dieron un gran paso, veremos qué pasa!
ResponderEliminarTe extrañaba que lindo volver a leerte ♥
ResponderEliminarsubiste entre al link porque lo tenia en favorito, me encanto el cap besos
ResponderEliminar