domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 21

En cuanto salí por la puerta de mi casa los nervios se apoderaron de mí. ¡Tenía por delante toda una tarde a solas con Pedro! Sí, recién caigo.
Camine hasta el auto y Pedro me abrió desde adentro la puerta del lado del acompañante. Me subí, cerré la puerta y lo miré. Él me miraba sonriendo, con una enorme sonrisa, creo que nunca lo había visto así, y tenía también los ojos muy brillantes. No supe qué pensar o qué deducir de su estado, así que elegí no pensar. Cómo seguíamos mirándonos sin decir nada, fue él quien tomo la iniciativa.
-Hola Pau –me dijo y se acercó para darme un beso en la mejilla. Y yo me quedé helada al verlo acercarse, por no saber qué hacer, por no saber qué tipo de beso esperar; pero solo deposito un dulce beso en mi mejilla y se alejó, poniendo su mirada ahora en el camino y comenzando a manejar-. ¿Te comieron la lengua los ratones? ¿No me vas a hablar?
-Perdón –pude hablar al fin. No sé qué me pasaba-. Estoy medio distraída hoy. ¿Cómo andas?
-Yo muy bien, ¿vos? –me dijo, siempre manteniendo su enorme sonrisa.
-Se ve en tu sonrisa –reconocí- Todo bien yo. ¿Te pasó algo que estás así de feliz? –le pregunté para sacar algún tema.
-Mmm –se quedó pensativo-. Lindas compañías, ganas de pasear, de conocer.
Ay Dios. Yo no entiendo nada. ¿De qué compañía me habla? ¿Se está refiriendo a mí? Este Pedro misterioso me pone MUY nerviosa y ansiosa. Más de lo que comúnmente soy.
-Ah, ¿conocer las universidades a las que vamos, no? –le pregunté eso para ver si así podía averiguar un poco a qué se estaba refiriendo.
-No precisamente –me respondió. Aun manteniendo el misterio.
-Ah, ¿y qué querés conocer? ¿Vamos a otro lado? –seguí indagando y justo nos detuvimos frente a un semáforo que se ponía en colorado.
-No, a ningún otro lado. A vos te quiero conocer más –me respondió y me dejó un poco descolocada.
-¿A mí? –le pregunté, mostrando mi confusión.
-Claro, o sea, nos conocemos. Sabes mi nombre, yo sé el tuyo; sabemos algunas cosas el uno del otro. Pero hay otras cosas que son básicas en cualquier… -comenzó a decir y se quedó pensando-. En cualquier relación de… amistad-. Dijo y me guiñó un ojo. ¡Atrevido! Pero me hizo reír. Éramos amigos pero habían pasado cosas que no pasan entre amigos y ambos lo asumíamos. Arrancó el auto ya que el semáforo estaba en verde y nos quedamos un rato en silencio.
-Por ejemplo –comenzó a decirme-, no tengo ni idea de cuál es tu color favorito –me hizo reír. ¿Mi color favorito?
-¿No queres saber algo más interesante? –le pregunté todavía riendo.
-Muchas cosas me gustaría saber de vos, pero por algo hay que empezar –me dijo mientras sonreía y como yo continué sin decir nada por quedarme embobada con su sonrisa, tuvo que volver a preguntar para sacarme de mi nebulosa-. ¿Y? ¿Cuál es?
-¿Qué cosa?
-Tu color favorito –me dijo-. Está muy distraída hoy, señorita Chaves.
-Ah, perdón –le dije ruborizándome ya que él era la razón de mi distracción-. Violeta. Ese es mi color favorito. ¿El tuyo?
-Azul –me comentó mientras frenaba en otro semáforo y me volvía a mirar a los ojos-. Aunque hoy te podría decir que el verde.
-¿Por qué? –quise saber.
-Es el color de tus ojos –me dijo y me dejó anonadada, y más sonrojada de lo que ya estaba.
-Ah –solo pude responder y él tuvo que volver su vista a la calle porque el semáforo volvía a estar en verde. Viajamos un poco en silencio, estábamos por llegar a la única universidad que había en la ciudad en la que vivíamos (a la que yo iba a asistir), seguro íbamos a ésta y luego a otra que también son cercanas pero en las ciudades vecinas. Ni le había preguntado a cuales íbamos a ir.
Cuando ya faltaba poco para llegar encendió la radio y ambos nos pusimos a la vez a tararear la canción que sonaba, acción que me causó gracia y se ve que a él también porque ambos reímos.
-Eso es otra cosa que me gustaría saber –me dijo.
-¿Qué cosa? –pregunté.
-¿Qué música te gusta? ¿Tenés algún cantante o banda favorita?
-Soy de escuchar todo tipo de música –le dije mientras pensaba si había alguien a quien escuchara más-. Y de bandas o artistas no tengo uno tampoco, voy cambiando, por ejemplo el año pasado me la pasé escuchando Shakira pero este año estoy escuchando mucho a Abel Pintos. Y nada que ver uno con el otro –le dije sonriendo.
-Es cierto. Bueno, te gusta de todo entonces –dijo como sacando conclusiones.
-¿A vos qué te gusta? ¿Banda favorita?
-También me gusta escuchar de todo, pero desde chico, y un poco por mi hermano Fede, que escucho a Los Piojos y ahora me gusta mucho la banda en la que está el ex cantante de Los Piojos.
-Ah, sí, Ciro y los persas. Me gusta un poco también –le dije recordando que mi hermano se había comprado un CD de ellos a fin del año pasado-. ¿Y canción favorita? –quise saber.
-Ey. ¡Me toca a mí preguntar! –me dijo mientras frenaba, habíamos llegado a la universidad y por suerte había lugar para estacionar frente a la misma.
-Bueno, perdón. ¡No sabía que seguíamos un orden! –me defendí.
-Claro que si, una vez cada uno –me dijo sonriéndome y empezó a maniobrar para estacionar.
-Bueno, pregunte usted.
-¿Canción favorita? –me indagó.
-Copión –dije en un susurro y supe que me escuchó porque se rió-. Y… Como ahora estoy a full con Abel te diría que es “Tanto amor”. Me encanta, es de esas que te pones a cantar a los gritos.
-Mmm, no me gustaría estar presente en ese momento –me dijo Pedro riéndose mientras apagaba el motor del auto.
-¡Pedro! –me quejé y lo golpeé en el hombro-. Seguro que vos cantás divino, ¿no?
-Por supuesto –respondió alardeando. Ya lo comprobaría.
-Ahora decime tu canción favorita –le pedí.
-No, cuando volvemos al auto te la hago escuchar. Ahora bajemos.
-Ufa –me quejé pero tenía razón-. Está bien. Vamos.
Descendimos del auto y cruzamos un parque que había frente al edificio de la universidad. Me daba nervios estar acá sabiendo que en un mes o dos estaría comenzando a cursar mi carrera, más que nervios me daba muchísima ansiedad. Espero que todo salga como siempre lo soñé.
Caminábamos uno al lado del otro, muy cerca pero sin tocarnos. Me sentía tan bien estando con él… Abrió la puerta de vidrio de la institución y la sostuvo para que entrara primero. Esos detalles me encantaban en un chico, tampoco es que soy una anticuada y pretendo que me abran hasta la puerta del auto pero, como dice una frase que ahora no recuerdo de quién es o dónde la escuché, “en las cosas está la felicidad”, y estas muestras de su amabilidad me hacían muy feliz.
Ingresamos y saludamos a la mujer que atendía en la mesa de entrada pero cómo yo ya sabía dónde estaba la administración no le preguntamos nada.
Comenzamos a subir una escalera y en el segundo piso lo guié a Pedro por un pasillo.
-Veni Pepe, por acá –le dije pero no escuché su respuesta por lo que me frené y me di vuelta para ver si me seguía. Como estaba tan cerca de mí me chocó pero por suerte no tan fuerte como para tirar, íbamos a hacer un papelón. Me reí imaginando la situación pero a él lo noté muy serio ahora.
-Perdón, no vi que frenabas –me dijo con la vista perdida en el final del pasillo donde estaba la puerta de la administración.
-¿Qué te pasa Pepe? –le pregunté extrañada.
-Me dieron nervios –me dijo con toda su cara de preocupación.
-Ey, nadie te va a comer. Solo vamos a averiguar –le dije poniendo una mano en su hombro para intentar calmarlo-. Relajá.
-Si, tenés razón. Es que es un paso re importante para mí. Le había prometido a mi mamá que algún título iba a tener, que me iba a esforzar por tener una buena vida como ella quería que tuviera –comenzó a contarme y entendí su cara, en los momentos de grandes pasos siempre tenía muy presente a su mamá y me hacía sentir ganas de conocerla, porque siempre que hablaba de ella me parecía que había sido una hermosa persona con quien me hubiera llevado muy bien-. Gracias por acompañarme.
-No tenés porqué agradecerme –le dije con sinceridad y lo agarré del brazo para llevarlo hasta la administración. Allí nos atendió un chico e hizo que nos sentáramos frente a su escritorio para poder conversar mejor. Pedro averiguó todo sobre la carrera y también las cosas que tenía que llevar en caso de querer inscribirse y hasta cuando tenía tiempo. Luego de conversar bastante rato nos despedimos del muchacho y salimos del edificio.
-Bueno, me gustó bastante este lugar, también como está armado el plan de la carrera, la cercanía a casa… Y además Zai y vos van a venir acá, ¿no?
-Así es –le respondí con una sonrisa-. Querés venir acá para espantarnos a los candidatos vos.
-¡Pero claro! –me dijo como dándolo por obvio-. No voy a permitir que cualquier universitario fachero se les haga el vivo y me las quiera robar.
-Así que ahora somos tuyas. Mirá vos, no me había enterado –le dije y luego me mordí el labio inferior, como diciéndole “que hambre tenes”.
-Bueno, que te quede clarito –me agarró por la cintura y me atrajo hacia él sorprendiéndome. Sentí como el calor se apoderaba de mi cara y me recorría una electricidad que solo el lograba generarme por todo el cuerpo. Se rió y me abrazó.
-Gracias, de nuevo Pau, es re lindo para mí que me acompañes en esto. No quería venir solo, ya me viste que nervioso me pongo –me dijo mientras aún me sostenía en sus brazos.
-Ya te dije que no tenés nada que agradecer.
Volvimos al auto y nos subimos para comenzar el camino a la ciudad vecina para hacer las averiguaciones en sus dos universidades. Antes de arrancar Pedro me miró y e dijo:
-Ah, yo te iba a mostrar mi canción favorita.
-Es verdad. Dale, pone.
Se estiró por encima de mi regazo y abrió la guantera. Sacó un CD sin dejarme ver la caja y lo puso en el reproductor. Comenzó a sonar una canción pero cambió de pista hasta el número 5, dejó esa mientras escuchábamos la canción me miraba con tanta intensidad que volvía a sentir esa electricidad por todo el cuerpo y el calor del rubor en mi cara. Parecía que me la estaba dedicando a mí.

(Les dejo el video para escucharla ustedes también)
(O más abajo solo la letra si solo quieren leerla)



Me gustan tus ojos, tu intensidad,
me gusta que vengas por un trago más.
Me gusta tocarte sin intención, jah,
me gusta tu historia de resurrección.

Me gusta la curva de tu nariz,
me gusta escucharte, ser tu aprendiz.
Cómo no haberte visto mientras bailas,
la música es aire cuando te vas.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Me gusta tu sed si tu barman soy,
se va la tristeza en tu vaso en flor.
Traigo mi guitarra de atardeceres,
bebidas, canciones, viejos placeres.

Vos para mí,
yo para vos.
Puedo sentir una energía
tan intensa entre los dos.

Si pudiera herir
tu cuerpo de amor,
lo estoy meditando,
no habría nada mejor.

Yo no quiero dejarte ir por ahí
sin que en algún instante pienses en mí.
Y no es por egoísmo, es justa razón,
yo no tengo un instante hueco de vos.

Vos para mí,
yo para vos.

-----------------------

Espero que les guste y gracias por seguir leyéndome. 
Nos leemos muy pronto que me estoy poniendo las pilas eh! Jajaja
Besos y buen comienzo de semana para todos!

miércoles, 18 de junio de 2014

Capitulo 20

Después de la "Noche de amigas" con Zai y Flor, en la que les había contado todo lo que sentía, todo lo que me pasaba con respecto a Pedro, con respecto a Martín, y después de todos sus consejos y sugerencias que no sabía si me habían aclarado las cosas o confundido más, volví a mi casa para dormir.
Flor al otro día (en realidad hoy mismo, porque ya eran las 4 am) tenía el cumpleaños de la más pequeña de sus primitas en una quinta con pileta, por lo que no podíamos contar con ella para hacer nada. Con Zai pensamos, ya que Flor se iba a una pileta, nosotras también quisimos ir a la pileta, pero a la del club.
Con esos planes en mente y con la preocupación de cómo reaccionar o qué hacer mañana cuando seguramente vea a Pedro, me fui a dormir.
Me desperté con el sonido de golpecitos en la puerta de mi habitación, al principio no reaccionaba porque de tan dormida que estaba me parecía que esos golpecitos pertenecían a mi sueño. Pero cuando me di cuenta de que no eran de mi sueño me levanté de un salto y pregunté:
-¿Quién es? -mientras buscaba mi short de jean para sacarme el del pijama y ponerme ese.
-Yo, Pau. ¿Puedo pasar? -Escuché la voz de Zai desde el otro lado. Me tomó por sorpresa esa respuesta, pero ya estaba acostumbrada a que se apareciera por casa sin avisar cuando le agarraba ansiedad por algo. ¿Qué le habría pasado?
-Si cachorra, pasa –le dije de manera automática y después me reí por haberle dicho "cachorra", como Pedro le decía, inconscientemente. Vi la puerta abrirse y a mi mejor amiga entrar.
-¿Cachorra? –me preguntó haciéndose la ofendida-. Esto ya es inconvesible.
-¿Inconvesible? –Le pregunté y estallé en carcajadas- ¿No será inconcebible?
-Bueno, vos me entendiste –me dijo mientras agarraba un almohadón que estaba en el suelo y me lo tiraba. Cerró la puerta detrás de ella y se sentó en mi cama-. Vine acá para decirte algo.
-Sí, me imagine. Soltá no más –le dije sonriendo mientras terminaba de vestirme.
-No vamos a poder ir a la pile del club –me dijo con seriedad. Como nerviosa. La notaba inquieta y no entendía por qué. Dejé la remera que estaba acomodando y me senté a su lado para escucharla.
-¿Por qué? ¿Paso algo amiga? Me preocupas.
-Nada grave –me dijo.
-¿Y entonces? ¿Por qué tan nerviosa? –le pregunté intrigada y vi como se ruborizaba un poco.
-Es que… Juan me invitó a salir. Hoy… Y por eso no puedo ir. Perdón –me dijo como con miedo peor a la vez sin poder ocultar su felicidad. ¿Qué se pensaría? ¡No me voy a enojar porque una vez me cancele! Años que está enganchada con Juan y al fin se le están dando las cosas. No me puedo poner más feliz.
-¡Amiga! ¡No me tenés que pedir perdón por nada! Tenés que disfrutar y ser feliz con esto. ¡Al fin se te está dando! –sonreí con más fuerza y la abracé.
-¡Ay gracias Pau! Sos la mejor –me dijo aún escondida en mi hombro-. Estoy que saltó en una pata de alegría. Anoche cuando llegué a casa de lo de Flor, abrí el Facebook un rato y vi que me había dejado un mensaje…
Me contó los mensajes que habían intercambiado con Juan, sus ilusiones, sus esperanzas, sus ganas de verlo. Iban a ir a la costanera a caminar un rato, a merendar y pasar la tarde juntos.
Flor en un cumple, Zai que salía con Juan. ¿Qué iba a hacer yo hoy? Pensé mientras almorzaba con mis hermanos. Tal vez solo esto, pasar el día con mis hermanos, acá en casa, tranquila… Mi celular comenzó a sonar indicando una llamada.
Al agarrarlo de la mesa y lee “Llamada entrante de Pepe” el corazón me dio un vuelco. Automáticamente me agarraron unos nervios terribles. Me quedé media bloqueada pero apenas pude reaccioné.
-Hola… -dije poniéndome el teléfono al oído.
-Hola. ¿Pau? –pude escuchar la voz de Pedro.
-Sí, soy yo –le respondí- ¿Cómo andas Pepe?
-Todo bien, ¿vos? ¿Estás ocupada? –me preguntó.
-Todo bien. No, decime. Estaba terminando de comer –le comenté mientras caminaba hacia el living para poder hablar tranquila. Dejando a mis hermanos en la cocina.
-Ah, em… Bueno –le escuche como dudoso. Sin saber qué decir.
-¿Paso algo Pepe? ¿Zai te pidió que me digas algo? –me senté en el sillón y Luca se sentó al lado mío pidiendo mimos que comencé a hacerle enseguida.
-No, yo te quise llamar. Te quería decir algo.
-Ah, bueno. Decime no más.
-Como supe que Zai hoy te canceló el plan que tenían ustedes, se me ocurrió una idea.
-Ajam –comenté. Y en mi estomago comenzó a formarse un nudo de nervios, se ansiedad. ¿Con que me saldrá este chico?
-Yo iba a ir a ver unas universidades para ver qué carrera me termina de convencer. Quiero arrancar algo este año. ¿Me querés acompañar? Sé que hace calor, pero te prometo que si venís te invito un helado –me dijo y me hizo reír su aclaración del final. Pero mientras me reía en mi mente intentaba deliberar qué hacer. Una tarde a solas con Pedro… Esto podía terminar mal, mal bien o bien mal. No sé, AHHHH. Amo pasar momentos con él, y Martín que está… Es mi novio todavía. Bueno, ¿cuánto puede pasar en una tarde? Nada… O todo. En fin, me la juego y voy, tengo que terminar de descubrir qué me pasa con Pedro para poder decidir qué hacer.
-Bueno, solo voy si me compras el helado –le dije aún riendo.
-¿De qué te reís? –me preguntó sin entender mucho.
-De tu forma de querer convencerme a acompañarte. ¿Tan gorda soy? –pregunté mientras me seguía riendo-. Sabes que sin el helado te acompañaba igual.
-Bueno, gracias –lo sentí sonreír-. Te paso a buscar por tu casa y vamos con el auto, ¿sí?
-Dale, ¿a qué hora?
-Después de las 5, ¿no te parece? Así no hace tanto calor.
-Sí, me parece genial. Nos vemos a esa hora.

Genial. Genial… GENIAL que no sé qué ponermeeeeee. “Tengo que vestirme bien porque vamos a universidades, nada de este short tan corto, ni de musculosa” pensaba mientras me miraba. Y a su vez algo lindo, “quiero están linda para él” me admití a mí misma y sonreí como una colegiala enamorada. ¿Enamorada estoy diciendo? Mejor pongo manos a la obra y dejo de pensar en pavadas, de enroscar más mis sentimientos y mis ideas. Me levantó del sillón y miro la hora en el reloj de pared, las 14:15 hs. ¡Wow! Creí que era más temprano. Vuelvo a la cocina y les pido a mis hermanos que se encarguen de lavar los platos ellos, así mientras me bañaba y cambiaba.
Subí rápido a mi habitación y comencé a buscar algo de ropa que me parezca adecuada para la situación. Enseguida encontré una remera mangas cortas acorde y luego de revolver un rato hallé una pollera larga que me había comprado al comenzar en verano y casi ni había usado. Esto y mis sandalias con un poco de plataforma y ya estaba lista. Dejé todo acomodado arriba de mi cama y fui hasta el final del pasillo para entrar a la ducha.
¿No les pasa que mientras se duchan se ponen en analistas de la vida y empiezan a pensar en miles de cosas que tienen que hacer o resolver e intentan llegar a soluciones? Al menos a mi me pasa eso, entro en la ducha y es como que me abstraigo completamente a mi mundo y me pongo a pensar en todo lo que me pasa, a intentar resolver cosas, o a reflexionar sobre algo que ya hice, si fue lo correcto, si tendría que haber hecho algo distinto. Pero como dice mi madre: “lo hecho, hecho está”. Así que todos los besos con Pedro, las sonrisitas cómplices y miradas tiernas intercambiadas no se podían borrar. A veces quería poder borrarlo todo, volver atrás y solo pensar en Martín. Era más fácil, me evitaba problemas, me evitaba nervios o tener que andar ocultando mis sentimientos. Pero en otros momentos no, no quiero borrar nada, como me pasa ahora. NO PUEDO borrar lo que me pasa con Pedro. Con él la paso tan  bien, me rió tanto, ¿por qué querer borrar eso? Está bien, estar sintiéndome de esta forma con él me trae problemas, pero ¿no es lo más hermoso del mundo sentir esas mariposas revolotear en mi estomago cada vez que alguien pronuncia su nombre, cada vez que me dedica una de sus sonrisas tímidas que tanto amo, cada vez que algo me hace acordar a él?
“No todo siempre es color de rosas”, otra de las frases tan repetidas por mi vieja, y coincido totalmente. Lo que me pasa es un claro ejemplo, tengo mis momentos “rosa” con Pedro pero nunca pueden ser completamente de ese color porque me siento muy mal por traicionar de esta manera a Martín. Igualmente, tengo que tomar una decisión y creo que ya sé cuál va a ser…
Salí de la ducha, me vestí y me puse a leer un poco del libro que estaba leyendo ahora mientras esperaba que se hicieran las cinco de la tarde.
Sonó una bocina y me levanté de mi cama de un salto. Eche un vistazo al espejo, me arreglé el pelo y salí corriendo escalera abajo.

-----------------------------------------------------------

Buenas, aquí les dejo el capitulo 20. Prontito el 21 que se viene con tutti. Qué habrá terminado de decidir Paula mientras se bañaba?
Cuáles serán las ideas de Pepe frente a todo lo que pasa?

Que tengan todos buen miércoles. Y vamos que ya se puede oler el viernees jajaja.

Besos grandes.

Agos ☺ 

domingo, 8 de junio de 2014

Capítulo 19

Una relación de años, llena de confianza, amor, compañerismo, de sentirnos cómodos uno con el otro… Una nueva persona que aparece y se roba todas mis sonrisas, que me cautiva y no me permite dejar de pensar en él. Una gran confusión que crece. Miles de sentimientos encontrados…

Hasta ahí pude leer antes de quejarme.
-Ay no. Esta película no me gusta chicas, veamos otra -dije a Zai y a Flor mientras bajaba la caja del DVD en la que estaba leyendo la sinopsis de la historia, y la apoyaba en la mesa. Mesa en la cual todavía se encontraban algunos restos de la picada que habíamos disfrutado con mis amigas.
-¡Pero es una historia de amor! Siempre terminamos viendo una así porque somos tres romanticonas perdidas... Encima me comentaron que es re linda -me dijo Flor que estaba sentada a mi lado y tomó la cajita en sus manos para también leer.
-Ah, ya entiendo por qué no queres verla -agregó riéndose y le paso la caja a Zai que acababa de volver de la cocina con una botella de jugo-. Lee amiga –le dijo.
-¿Te sentiste identificada querida? -me dijo Zai riendo después de haberse fijado en la sinopsis.
-No se burlen. Quiero despejarme… Con mi vida ya tengo suficiente -le dije y se rieron más.
-¡Siempre tan exagerada! -me retó Zaira-, a demás ya alquile esa, ni leí bien lo de atrás, la agarré y me la recomendó la chica que atiende en el videoclub.
-¿Y si buscamos una en la compu? No sé, algo de acción, de guerra. Alguna en la que no haya amor- les propuse medio en chiste, medio en serio.
-Dale Pau, es una película -me dijo Flor poniéndose más seria.
-Está bien -acepté finalmente. Resignada.
-Bueno, enchufa el DVD al toma corriente, a la televisión ya está conectado, que mientras voy a hacer los pochoclos -dijo Flor.
-Te ayudo a vos Flor -le dijo Zai y la siguió. Dejándome sola.
Desde el sábado cuando estaba en el parador de Mar del Plata que no había vuelto a hablar con Martín. Todo lo que habíamos hablado, luego de su mensaje de Facebook por la foto mía con Pedro que vió, fue lo siguiente:
Pau: Ay, esta Zaira… Nos sacó justo foto cuando su primo me quería tirar al mar... Pero nada, es solo eso. ¿Todo bien por allá? ¿Ya arrancaron a trabajar?
Martín: Ah, muy amigos se hicieron con este chico, ¿no? Si, ya estamos trabajando. Ahora voy a tener internet y señal, así que si querés, y no tenés otros entretenimientos, vamos a poder hablar más seguido.
Pau: Eu, Mar… Pedro es muy simpático y nos hicimos amigos. Solo eso. No me hables mal.
Martín: Perdón, será que no verte hace tanto me pone más nervioso y esa foto me dio un poco de celos. No te jodo más. Suerte en el desfile que te queda. Muy lindas las fotos que subiste del de ayer. Nos hablamos!

Y luego de eso se desconectó, ni un te extraño, ni un “un beso”, ni un te quiero o un te amo. ¿Tanto se iba a enojar por esa foto? Está bien que nunca fui de tener muchos amigos varones, por lo que nunca tuvo que ver fotos así mías con otros chicos, pero… Pero no sé, la verdad es que no sé qué pensar porque lo que sí sé es que con Pedro pasaron más cosas que un abrazo o el juego en la playa que se ve en esa imagen… Y me tiene bastante culpable, pero no puedo evitar sentir por él lo que siento. Es algo más fuerte que yo. Pero todavía no sé si más fuerte de lo que siento por Martín y no sé cómo hacer para sacarme esa duda…
Suspiré y me levanté de la silla en la que me encontraba para enchufar el DVD tal y cómo me lo habían pedido, pero no podía dejar de maquinarme mientras acomodaba todo. Me senté en el sillón y todos los recuerdos de lo vivido el sábado pasado después del último desfile que hicimos en Mardel vinieron a mi mente:
Como siempre, o mejor dicho, como a lo largo de estos dos días, Zaira había desaparecido mágicamente. Seguro que Juan la había llamado o ella andaba por ahí intentando cruzárselo “por casualidad”. No es que eso me molestara, me ponía contenta que se estuviera acercando más al chico que le gustaba desde hace tanto tiempo, pero no le costaba nada avisarme para no dejarme esperándola en los camarines como 20 minutos hasta darme cuenta de que no iba a aparecer… Busqué a Pedro, a pesar de que a veces me ponía incomoda cuando nuestros sentimientos no se podían disimular (solo por el hecho de que siempre me acordaba también de Martín), amaba cada segundo que pasaba con él, siempre sabía cómo hacerme reír y terminábamos hablando hasta por los codos de cualquier cosa… Bueno, yo hablaba hasta por los codos, pero se ve que a él no le molesta nada escucharme. Y si le molesta lo disimula bien.
En fin, lo encontré en el pasillo y al verme enseguida el rostro se le iluminó y apareció su sonrisa más hermosa, mi sonrisa favorita, esa sonrisa tímida, como intentando disimular su alegría pero sin conseguirlo del todo. Observé que tenía el pelo un poco mojado y no entendí bien por qué.
-Hola –me dijo y yo también sonreí ahora.
-Hola –le respondí y me quise sacar la duda- ¿por qué tenés el pelo húmedo?
-Es que llamo mi viejo por teléfono y como acá adentro no tenía buena señal salí afuera para conversar, y parece ser que la tormenta sigue sobre la ciudad… Llueve de nuevo.
-Uh –fue lo primero que me salió decir y la sonrisa se me borró un poco-. No pude ni siquiera sacar mi traje de baño de la valija.
-Sí, la verdad que estuvo un poco en nuestra contra el clima... –comentó y agregó:- Cuanto que tardabas. ¿Zai todavía se cambia?
-No, ni la vi a Zai después de que bajamos de la pasarela. La perdí y creo saber con quién se fue –le respondí con picardía.
-Ah, creo que yo también sé –me dijo mientras agarraba una de mis bolsas. Siempre iba re cargada a los desfiles: maquillajes, cremas, perfume; cosas no tan necesarias porque los de la agencia nos las ofrecían pero que ya era una costumbre para mí llevarlas-. Te ayudo.
-Gracias –le dije y sonreí, siempre tan caballero él, y ante el breve silencio que siguió a mi agradecimiento, agregué:- Muero de hambre. ¿Buscamos a Zai y comemos algo?
-Dale. ¿No querés dejar todo esto en tu habitación primero? –me preguntó levantando mi bolsa que él sostenía para mostrarme de qué hablaba. Tenía razón, no estaba bueno andar cargada por todo el hotel. Asentí y nos dirigimos hacia el ascensor-. Quinto piso –anunció Pedro mientras presionaba el botón con el número 5 y las puertas se cerraron delante de nosotros.
Enseguida me miré en los espejos y pude ver mi maquillaje un poco corrido bajo mi ojo derecho. ¡El horror! Y Pedro me había estado viendo así todo este tiempo. Apoyé las bolsas en el piso con rapidez y me puse a arreglarme.
-¡Ay Pedro! –Me quejé… “Trin” me interrumpió el sonido que el ascensor hacía para indicar que pasábamos por algún piso, en este caso el segundo. Pero yo continué con mi queja al instante-. ¿Cómo no me avisaste que tenía el maquillaje corrido?
-¿Eh? –me dijo como sorprendido y me miró. “Trin”, sonaron las campanitas del ascensor indicando que pasábamos por el tercer piso-. Ah, pensé que por ahí ya sabías…
-¿Cómo voy a andar así? Que desastre… –a penas terminé esa frase no pude verme más en el espejo, no pude ver más nada y sentí como el elevador se detenía. Un grito se escapó de mis labios- ¿Qué paso? ¿Qué pasa? –pregunté hiper nerviosa y escuché que Pedro que me respondía:
-Creo que se cortó la luz, parece que la tormenta está tratando mal a la electricidad este fin de semana –lo sentí muy tranquilo pero yo estaba que no daba más. ¿Y si no volvía como en una hora? ¿Y si nadie sabía que estábamos acá? Mi respiración comenzó a ser acelerada y ruidosa. Quise dar un paso para encontrar una pared y apoyarme porque me sentía mareada pero en vez de eso tropecé con una de las bolsas que había dejado en el piso y maldije en voz alta.
-Me siento mal –pude decir y escuché como Pedro se movía cerca de mí.
-Tranquila -me dijo y sentí su mano en mi brazo-. Acá estoy. No pasa nada.
-Odio el encierro. ¿Te imaginas si nos quedamos por horas acá? ¡Me muero! –Volví a alterarme mientras hablaba y me maquinaba más.
-Pau, sh, no digas eso –me dijo mientras me rodeaba con sus brazos y yo acomodaba mi cabeza en el hueco de su cuello buscando contención-. Seguro que ya nos sacan. O capaz que la luz vuelve enseguida.
Intenté calmarme respirando hondo y al hacerlo el olor a lluvia mesclado con su perfume llenó mis pulmones, y me encantó. Qué bien huele. Esa sensación de tenerlo cerca, conteniéndome, su fragancia… Todo condujo a que comenzara a relajarme un poco.
Pasaban los minutos y nada cambiaba, casi ni nos movíamos, yo solo me concentraba en respirar tranquila, en no ponerme nerviosa de nuevo y Pedro solo me acariciaba la espalda, acción que conseguía terminar de relajarme.
-Gracias – le dije.
-¿Por qué?
-Por ayudarme a estar calma, sola ya hubiera golpeado todo y gritado como loca.
-Un poco gritaste como loca –me dijo y sentí como su pecho se movía al reírse.
-No te burles –le reproché levantando mi cabeza de su hombro, buscando poder mirarlo a la cara a pesar de la oscuridad pero al estar tan cerca lo choqué, más que chocarlo lo rocé, sentí su mejilla contra la mía y mi corazón volvió a acelerarse al igual que mi respiración, pero esta vez no del miedo. Suspiré para acompasar mi respiración de nuevo pero tenerlo cerca me volvía loca, sentí como una presión que se iba adueñando de mi panza… Automáticamente subí mi mano hasta su rostro, colocándola en su otra mejilla. Percibí como su respiración también se aceleraba y ya no pude contenerme más, no podía reprimir más mis ganas, mi deseo de sentir por lo menos una vez más sus labios sobre los míos. Con mi mano en su mentón lo guié hacía mi y luego la usé para encontrar sus labios en medio de la oscuridad, enseguida me acerqué más a él y rocé mis labios con los suyos.
Pude sentir como se sorprendía de mis acciones peor también como le gustaban, sonreí y sentí como él también lo hacía, me separé un segundo y una risita nerviosa se me escapó pero volví a acercarme al instante, después de que presioné mis labios sobre los suyos por segunda vez él me abrazó con más fuerza atrayéndome hacía él y ahí fue cuando el beso empezó en verdad. Yo lo tomé por el cuello también acercándolo aún más, si es que eso era físicamente posible.
Ahora, sentada en la casa de Flor y recordando esa situación volvía a sonrojarme y volvía a sentir esa presión en mi panza, ese escalofrío por mi espalda… Del ascensor tardaron 15 minutos más en sacarnos luego de que aquel beso comenzara, y seguíamos besándonos cuando oímos que alguien golpeaba la puerta preguntando si estábamos bien. Esa vez no estaba tan incómoda, esa vez no pensé en Martín mientras lo besaba, ni hasta bastante después. Sin luz aún, llegamos a mi habitación sin casi hablar pero tomados de la mano, no me podía borrar la sonrisa de la cara y sentía mis mejillas arder, seguramente estaba muy ruborizada. Dentro nos encontramos con Zai y nos separamos un poco para que no nos viera de la mano. Dejamos las cosas allí, comimos los tres juntos y al otro día a la madrugada salimos hacia nuestra ciudad nuevamente.
No habíamos vuelto a tener una situación a solas desde lo del ascensor, no había podido hablar tampoco con él por ningún medio. Las chicas ya sabían lo que había pasado y principalmente por eso era esta reunión de amigas un domingo a la noche, aprovechando que los papás de Flor no volvían hasta tarde porque estaba en un cumpleaños. Les había pedido a mis amigas una sesión especial de psicólogas para que me ayudaran a aclararme las ideas. Ya que estábamos también cenamos y luego tocaba ver la película.
Cuando se aparecieron con los pochoclos yo seguía sentada en el sillón con la vista perdida y una sonrisa en mi rostro.
-¿Recordando que lindo es un ascensor? –me preguntó Zai y ambas rieron.
-¡Callate! –la reté pero también me reír. Me conocían muy bien.

------------------------------

Ya no sé como disulparme por mis desapariciones, pero PERDÓN.
Ya pasaron mis parciales y otras cosas muy importantes que tenía que hacer. Espero que durante la semana pueda subir otro capítulo, se vienen unos muy lindos.
Gracias por el aguante y seguir leyendo.
Que tengan un muy buen comienzo de semana ♥

Agos ☺