Sumados a los nervios del desfile, estaban los nervios de convivir un fin de semana con Pedro, él seguía de lo más normal conmigo pero yo no podía ni mirarlo a la cara cada vez que me acordaba de mi borrachera de la noche del jueves y de lo que esta me había llevado a hacer.
Igualmente, lo peor de todo es que ya no me puedo negar que algo me pasa con Pedro y realmente no sé cómo manejar la situación. Mi novio tan lejos, él tan cerca, no hace las cosas nada fáciles para mí. Me encantaría poder acomodar todo, no tener que sentir que engaño a nadie, pero ¿cómo hago? ¿Cómo me decido? Tengo que decidir entre una cosa que me gustaría tener y algo a lo que me acostumbré (y hasta principios de Enero estaba de lo más feliz solo con eso y nada más). Y es más que obvio que ambas no puedo tener…
Uf. Suspiro con fuerza, vaciando mis pulmones como s así pudiera sacar mis dudas y miedos también de mi sistema, y me siento en mi cama. La valija ya está lista, en la cartera solo me falta el celular que está terminando de cargarse. Maquinarme tanto me cansa, me deja agotada, mi cerebro no para un segundo de intentar buscar soluciones… Y después de tanto pensar, a la única conclusión a la que llego es que tengo que tranquilizarme y vivir el hoy, pero sin mandarme más macanas... Sigo de novia con Martín y aunque Pedro me atraiga mucho me la tengo que aguantar. ¿Desde cuándo mis sentimientos le ganan a mi razón? Bueno, en realidad muchas veces mis sentimientos ganaron a mi razón pero en esta oportunidad no tengo que permitir que eso ocurra. No está nada bien. Cuando tenga a Martín cerca de nuevo y me dé cuenta de todo lo que lo amo y de todo lo que vivimos juntos, ¿lo de Pedro, quedará reducido?
Bocinazo conocido. Agarró mis cosas y bajó lo más rápido que puedo por la escalera, intentando no perder ni bolso, ni cartera, ni campera por el camino. Abro la puerta y está Pepe esperándome, agarra mi bolso para ayudarme y subimos todo al auto con rapidez. Zai ya está sentada en el asiento de adelante por lo que abro la puerta de atrás y me ubico en mi lugar luego de saludarla. Emprendemos el viaje enseguida y durante todo el camino no dejamos de compartir nuestras ideas de cómo suponemos que va a ser todo y salir todo en el desfile. Yo creo que Pedro ya nos debe estar odiando pero al fijarme por el espejo retrovisor (donde puedo ver su cara reflejada) veo que tiene una sonrisa en su rostro, así que tan mal no se la estamos haciendo pasar. A mitad de camino paramos para ir al baño, estirar las piernas, comprar algunos caramelos y algo para tomar. Mientras hacía la cola del kiosco con Zai, para pagar lo que íbamos a llevar, ella se puso a revisar el grupo de whatsapp que habían armado todos los modelos de la agencia que iban hoy al desfile.
-¡Ay! –gritó de repente y consiguió que las dos personas que teníamos adelante nos miraran mal. Se rió tapándose la cara y se volvió hacía mi aún sonriente.
-¿Qué te pasó? –le pregunté sin entender nada.
-Ay amiga –comenzó a decirme, ahora un poco más tranquila-. Tobías mandó un mensaje al grupo de whatsapp esta mañana avisando que no iba a poder venir porque tenía mucha fiebre y al rato agregaron al grupo a Juan. ¡A Juan amiga! –me dijo con toda la emoción. Y entendí al instante su locura. Este chico, Juan, la volvía loca desde que entramos en la agencia, no podía dejar de mirarlo cuando lo tenía cerca y a Flor y a mí nos hablaba todo el tiempo de él. El único problema que había, era que ella jamás se había animado a acercarse y hablarle, aunque parece una chica súper simpática y dada (que lo es) con los chicos la timidez la vence siempre.
— ¡Buenísimo! —le dije, realmente contenta— a ver si esta vez le hablas un poco más, eh.
—Bueno, no empieces a retarme desde ahora— saltó a la defensiva.
—Bueno amiga, pero vos activá.
—No es fácil… Sabes que creo que él anda atrás de Camila.
—No sabes, y no vas a saber si no te arriesgas. “El que no arriesga no gana”.
— ¡Já! Tan fácil es decirlo.
—Sos terrible —le dije y me reí—, yo te voy a ayudar.
—No sé si eso es bueno o malo. Tratá de no dejarme en evidencia.
-Vos dejame a mi –le guiñe un ojo y puso cara de pánico, acción que me hizo reír. Enseguida sentí dos manos que se ponían en mis hombros y me sobresalté, me di vuelta con rapidez encontrándome a Pedro.
-Perdón –me dijo-. No pretendía asustarte. ¿De qué te reías tanto?
-De tu prima –le dije mientras Zai pagaba al kiosquero y comenzábamos a caminar hacia el auto- porque va a venir a desfilar el chico que le gusta, y yo quiero ponerme en el rol de “Cupido” y no me tiene confianza.
-Apa. ¿Quién sería el afortunado de tu interés Cachorra? –preguntó Pedro a su prima con seriedad y Zai solo murmuró el nombre de Juan, intimidada por la repentina seriedad de Pepe.
-Ah, esa fase Alfonso no la conocía yo. ¿Celoso de tu prima? –pregunté riendo, la situación había pasado a ser muy graciosa.
-Un poco, pero tengo que conocerlo antes de que te pongas en ese rol, ¿sí?
-Na, ¡que controlador! –me quejé, ahora poniéndome seria yo también. Ya veía que una vez que lograba que Zai se convenciera de hablar con Juan se volvía para atrás por culpa de Pedro. Pero cuando dije esto Pepe empezó a sonreír de nuevo y pasó un brazo por los hombros de Zai.
-¿Sabes que estoy diciendo esto en chiste, no? –le dijo y Zai se relajó un poco. Al parecer le importaba bastante la opinión de su primo-. Si a vos te gusta ya es suficiente, pero si te hace sufrir le voy a poner los puntos, eh-. Zai al fin volvió a sonreír y se abrazó a Pepe. Yo aproveché que tenía la cámara en el bolsillo y les tomé una foto. La primera foto de las muchas que tomaríamos a lo largo de este viaje.
Nos subimos al auto y volvimos a la ruta. Dos horas y media después estábamos recorriendo la costanera de la hermosa ciudad de Mar del Plata, en busca del hotel dónde iba a ser el desfile, que era el mismo en el que íbamos a hospedarnos.
Dejamos el auto en el estacionamiento exclusivo en el subsuelo del hotel y subimos con nuestras cosas en el ascensor hasta el piso donde se encontraba la recepción. Como la reservación de las habitaciones estaba en manos de nuestros representantes dos días antes les habíamos confirmado con quién íbamos a ir para que todos estuviéramos registrados. Dimos nuestros nombres y resultó ser que Zai y yo estábamos en una habitación doble y a Pedro lo habían ubicado en otra al lado de la nuestra. Genial. Teníamos miedo de haber quedado todos en una punta diferente del hotel pero por suerte esto no había ocurrido.
Volvimos a subir al ascensor ya que nuestras habitaciones estaban en el último piso y los bolsitos y mochilas estaban bastante pesados. Caminamos hasta el final del pasillo y encontramos la habitación número 147, que era la nuestra y frente a estaba la número 148, que era la de Pedro. Luego de acomodar los bolsos, pasar por el baño y hablar con nuestros representantes avisándoles que ya habíamos llegado, nos reunimos los tres en nuestra habitación. Como solíamos hacer con Zai, que no hace falta aclarar que es como una hermana para mí, cada vez que viajábamos juntas uníamos las dos camas. De paso nos dejábamos más grande los pasillos de la habitación. Nos tiramos los tres en la cama a mirar un rato la televisión para hacer tiempo y que se hiciera la hora en la que servían el almuerzo.
-¿Cómo son los horarios de hoy? –le pregunté a mi amiga, que estaba al lado mío.
-A ver, me fijo. Los tengo en el celu –me dijo y se incorporó un poco-. Pepe, ¿me pasas me teléfono?
-Me parece que Pepe ni siquiera te está escuchando –le dije mirándolo y conteniendo mi risa. Se había quedado totalmente dormido, seguramente que manejar durante todo el viaje y la trasnochada del cumple habían sido una sumatoria importante de cosas para que esté tan cansado. Zai se levantó, buscó su celular y me informó de los horarios. Hablamos despacito para no molestar a Pedro y hasta lo tapé un poco con el cubrecama, acción que me llevó a recibir millones de cargadas de Zaira.
-Ay, como lo cuida ella –me decía y se reía; y yo me ponía bordó no solo de la bronca por tener que aguantarme la cargada sino también de la vergüenza de no querer admitir que tenía un poco de razón en sus comentarios.
Por suerte la hora de comer llegó pronto y no tuve que aguantar más las cargadas y luego de despertar a Pedro bajamos hasta el comedor. Nos unimos a otras chicas y chicos de la agencia, acoplamos a Pepe al grupo y almorzamos entre charlas.
La tarde se pasó bastante rápido preparando las cosas para el desfile, a las siete ya estábamos en la parte de maquillaje poniéndonos un poco más bellas, escuchando las indicaciones que nos daban y memorizando el orden en los que teníamos que salir en cada pasada. Pedro se había quedado en la habitación por un rato más, a él le habíamos dicho que a las nueve y media empezaba el desfile que él se vaya fijando cuándo quería bajar. Total el lugar de él, al igual que el de los acompañantes de todos los que desfilábamos, ya estaba reservado.
Más se acercaba la hora del desfile, más eran los nervios que se apoderaban de mi, por suerte tenía a mi mejor amiga conmigo y pasando juntas por los mismos nervios. Nos apretábamos las manos con fuerza, nos abrazábamos a cada rato, ya queríamos salir a la pasarela. La ansiedad era muy grande.
-Pau, salís segunda vos, y Zai vas atrás de ella. Arrancamos en 5 –nos dijo el encargado Tobías, que era el hombre que estaba encargado de ordenarnos y que salgamos de la forma correcta.
Con esas palabras es como que caí totalmente en la realidad, en que ya tenía que salir, las piernas me temblaban pero respiré hondo, me paré derecha y le pedí a mi cuerpo que se controlara, salí a la pasarela en cuanto me lo indicaron y todos los nervios se me fueron de golpe. “Tengo que estar tranquila” me dije, “no es la primera vez que desfilo, aunque este sea un desfile más importante que los anteriores a los que fui”. En cuanto llegué a la punta de la pasarela pude ver a un chico que me sonreía, reconocí esa sonrisa al instante, era una sonrisa que me encantaba…
Y un poquito los nervios me volvieron, porque que él me este viendo era algo especial, me sonreía a mí y mi sonrisa se ensanchó un poquito más con timidez. Seguía tan incómoda al recordad lo lanzada que había estado el jueves, aunque todos sabíamos que había sido a causa del alcohol.
Disfrute un montón de cada pasada que hice y creo que Zaira estaba igual que yo, o mejor… Ya que entre salida y salida la vi charlar un poquito con Juan, yo sabía que por dentro estaba muriéndose de nervios y de emoción. Estaba re embobada con él desde hacía años y nunca los había visto tan cerca.
Al terminar el desfile y todo el revuelo de volver a cambiarnos, las felicitaciones, los saludos pude salir de la zona de camarines y me encontré enseguida con Pedro en un pasillo, que nos estaba esperando.
-Pau –me llamó y luego lo vi.
-Hola –le respondí y me abrazó enseguida, tomándome por sorpresa.
-¡Felicidades! Estuviste hermosa –me dijo e instantáneamente sentí la sangre acumulándose en mis mejillas, generando el rubor. Solo él conseguía que esto suceda con tanta frecuencia. Le devolví el abrazo en agradecimiento a su felicitación.
-Gracias –le dije separándome un poco-. ¿Sacaste algunas fotos? –quise cambiar de tema.
-Sí, un montón les saque. Después te las muestro porque me queda poca batería.
-Dale, no hay problema. ¿La viste a Zai? –le pregunté a la vez que la buscaba a lo largo de todo el pasillo pero a pesar de que estaba lleno de las modelos no lograba verla a ella por ningún lado.
-No. Creí que iba a venir con vos –me dijo encogiéndose de hombros.
-No sé –me quedé pensativa-. Espera acá, que ya la voy a buscar.
Volví a la zona de los camarines y comencé a preguntar por ella pero nadie parecía haberla visto. Hasta que me encontré con Carla, una de las chicas de nuestra agencia y pude obtener una respuesta más concreta. Me dijo que había visto a Zai hablando con Juan cuando terminó el desfile y que escuchó que él la invitaba a tomar algo con él y que se iban juntos. ¡Gua! Creo que mi amiga va a tener mucho que contarme. Estaba muy feliz por ella. Salí de nuevo hacía el pasillo y me encontré con Pedro de nuevo, le comenté lo que me habían dicho y nos encaminamos hacia las habitaciones.
Me despedí de Pepe solo con un gesto de la mano, estaba TAN incómoda en nuestros momentos a solas… En algún momento iba a tener que charlar con él, intentar aclarar que lo de la pasada noche fue más que nada por la borrachera que tenía. Aunque yo sabía muy bien que no solo había sido por eso. Me metí a la ducha para sacarme no solo todo el maquillaje que tenía encima sino también los nervios del desfile y relajarme, al menos por ahora ya que mañana desfilábamos de nuevo a la misma hora.
Una vez salí de la ducha me puse mi pijama y me tiré en mi cama a mirar un poco la televisión hasta que Zaira se dignara a llegar. Le mandé varios mensajes pero solo me respondió uno avisándome de sus planes: “voy a cenar con Juan. Despues te cuento todo. Estoy taaaaaan feliz”.
Y si, ya imaginaba su felicidad, como ya estaba en pijama y estaba tan cansada decidí pedir que trajeran la cena a mi habitación, por suerte el hotel contaba con ese servicio. Mientras comía un poco y miraba una película muy interesante que había encontrado en un canal de cable, sentí como entraba un aire bastante fresquito por la ventana que me hizo tiritar. Me levanté para mirar a través de ella. El cielo se había cubierto de nubes, bastantes oscuras al parecer, y sobre el mar se veía la gran actividad eléctrica que traía la tormenta consigo. Cerré la ventana para que no entrara agua si se largaba a llover y me senté en la cama de nuevo. Fui escuchando como a cada momento el viento soplaba con más fuerza y los relámpagos ya se hacían oír. De repente toda la habitación se iluminó y un fuerte trueno sonó. Pegué un saltó del susto y corrí hacía la ventana para mirar como avanzaba la tormenta. Creo que ya estaba encima de nosotros. Mientras miraba al cielo este se volvió a iluminar y vi como un rayo iluminaba todo y caía sobre algún edificio cercano. Tanto ruido hizo, y tan fuerte fue que las luces de la habitación se apagaron, al parecer se había quedado sin luz el hotel y toda la zona, yo grité al mismo tiempo del susto que me dio. Mi calma ganada con la ducha había quedado en el olvido. No solía tenerle miedo a las tormentas pero esta era muy fuerte y estaba sola, en un lugar que no conocía y a oscuras. Comencé a tantear sobre la mesita para encontrar mi celular e iluminarme un poco, pero no podía encontrarlo, no recordaba exactamente donde lo había dejado y mis nervios crecían. Encima todo estaba totalmente oscuro, solo con los relámpagos se volvía a iluminar un poco el ambiente. De golpe la puerta de la habitación se abrió, y yo volví a ahogar un grito del susto. Enseguida sentí que unos brazos me rodeaban y alguien me hablaba.
-Tranquila Pau, soy yo –pude identificar la voz de Pedro y lo rodeé con mis brazos-. Escuché un grito, ¿fuiste vos? –me dijo mientras sacaba su celular y se alejaba un poco de mi para verme a la cara supongo.
-Sí, me asusté. Perdón –le dije.
-No tenes que pedirme perdón por nada Pau. ¿Estás bien?
-Sí, gracias por venir.
-De nada –volvió a abrazarme y yo también volví a hacerlo.
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Se que estoy subiendo muy distanciados los capitulos pero no sé que me pasa que no me puedo concentrar para escribir.
Espero que este les guste y nos leemos pronto (espero).
Gracias por leerme todavía. Un beso. Buen finde largo y felices pascuas ♥
ESTE CAPITULO VA DEDICADO A MI QUERIDA Y LOCA AMIGA VANESSA!! Te adoro amiga. Sabes que contas siempre conmigo. Muchas fuerzas ♥
Agos ☺
muy bueno el capítulo,seguí subiendo!!!
ResponderEliminarhermoso amigaaa!! que nadie te quite la inspiracion jaja
ResponderEliminarQue lindo capitulo! ojala el viaje los acerque, jajajjaj dalee q den un paso mas los dos!!!!
ResponderEliminarmuy bueno besos espero el siguiente
ResponderEliminarAii Agos querida, me matas te juro...cuanto necesito de tus capítulos cuando me quiero relajar. Me encantann...la historia es muy linda...espero más ♥ Prontito...porfi!! Beso grande
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