Este año no habíamos hecho planes porque entre una cosa y la otra: la graduación, viaje de egresados, y demás, no habíamos llegado a organizar nuestras vacaciones juntas y cuando quisimos acordarnos no conseguíamos o nada bueno para alquilar o se nos iba del presupuesto.
Nos resignamos y propusimos pasarla juntas acá (a lo sumo cada una se iría unos días con su familia).
Llegamos a la cuadra del club y pudimos ver que había bastantes autos estacionados, ¿se habría llenado el estacionamiento?
-¿A cuanta gente invitaron estos chicos? -Preguntó Zaira.
-No creo que sean todos de la misma fiesta -comentó Flor-. Hay varios quinchos que se alquilan y está el salón de fiestas grande también.
-Sí, eso es verdad.
Flor entró al club para ver si quedaba lugar en el estacionamiento y por suerte un auto estaba saliendo y nos dejaba el lugar sino íbamos a tener que dejarlo en la calle. Nada malo podría pasarle creo yo, pero que este dentro del club me dejaba más tranquila y seguramente a su duela también. Ahí estaba un poco más seguro que en la calle.
Mi amiga estacionó y al apagar el motor también se apagó la radio que íbamos escuchando, así pudimos escuchar música sonando a la lejanía. Seguramente venia del quincho que habían alquilado los chicos.
-¡Vamos! A pasarla bien, eh -nos dijo Zaira para animarnos mientras bajaba del auto. Más que nada para tantear mi humor supongo, sabían que seguía medio bajón.
-Sí, ¡arriba gorda! -me alentó Flor- ¿Lo vas a extrañar, no? Nosotras te vamos a dar todos los días los abrazos que él te da. Lo único que los besos y demás cositas te las debemos -Me hizo reír un poco y se lo agradecí abrazándola.
-Todavía no caigo mucho... Durante un mes no lo voy a ver -hice una mueca y las chicas me abrazaron. Aún no podía decir que lo extrañaba, esta mañana lo había visto, nos habíamos enviado mensajes por la tarde y ahora iba a verlo, le sentía cerca pero sabía que iba a necesitar muchísimo de sus besos, sus abrazos, no podía imaginarme estar más de un día sin él ¡y se iba más de un mes!
-Relajá gorda, ¿miles de sentimientos encontrados, no? -Me dijo Zai.
-Sí, millones diría yo. Pero dale, vamos -intenté formar en mis labios la mejor sonrisa que salió en ese momento, la cual creo que fue bastante convincente ya que se las contagie a mis amigas, y tomándolas de las manos las arrastré por el caminito que nos llevaba al lugar de la fiesta.
Desde el estacionamiento seguimos un camino de ladrillos que rodeaba las canchas de tenis y nos llevaba hacia los quinchos a medida de que nos íbamos acercando el sonido de la música se hacía más fuerte y también podíamos escuchar ahora a mucha gente charlando a la vez. A nuestra la derecha teníamos las canchas de tenis, ahora vacías pero que durante el día (sea verano o invierno) siempre estaban ocupadas por los aficionados a ese deporte; hacia la izquierda no había mucho, en realidad estaba lleno de arboles, bajo los cuales había mesitas de cemento donde que la gente solía sentarse para almorzar, merendar o pasar un rato allí reunidos con amigos, familia.
La noche estaba hermosa, hacía calor pero no era una temperatura insoportable y lo mejor de todo: no había nada de humedad. La luna brillaba en el cielo con todas sus ganas e iluminaba todo el parque, se podía ver con mucha claridad a bastante distancia.
Acercándonos al quincho nos fuimos encontrando con grupitos de chicos de nuestra edad (con años menos o más, también), algunos amigos, otros solo conocidos de vista y también gente que no conocíamos, seguramente personas que habían alquilado alguno de los otros quinchos.
Entramos al saloncito y de repente sentí dos manos que se posan sobre mis ojos para dejarme sin ver, tomándome por sorpresa; en un principio me asuste pero al tocarlas y reconocerlas no hice más que sonreír.
-¿Gordo? -Pregunté para confirmar mis sospechas y pude sentir como esas manos bajan desde mis ojos, recorriendo mis brazos y me toman por la cintura para darme vuelta y encontrarme con Martín frente a mi- ¡Hola!
-Hola hermosa -me contestó y rió, y yo no hice más que quedarme observando su hermosa sonrisa.
-¡Como voy a extrañar verte sonreír así estos días! -le confesé.
-Yo voy a extrañar todo de vos Paulis, pero igual vamos a hablar cada vez que pueda, ¿sí? -Había estado tratando de calmarme desde hacía semanas diciéndome que cada vez que quisiera hablar me llamaría, pero una llamada larga distancia por día me parecía demasiado caro ¿no podían haber alquilado algo con WIFI? Siendo que acá nos comunicábamos muchísimo más que una vez por día sabía que iba a sentir mucho su ausencia, pero no le dije nada de esto ahora, ya que no quería hacerlo sentir mal, o ponerme pesada horas antes de su viaje.
Siguió llegando gente por un rato más, todos amigos de mi novio o de sus compañeros de viaje, seríamos alrededor de 40 personas en el quincho cuando Matías (mejor amigo de Martín) anunció que ya estaban listas las hamburguesas para que nos acerquemos a la mesa.
Cenamos charlando animadamente, cada persona hablaba con sus más allegados, yo estuve con las chicas bastante tiempo pero la mayor parte de la noche trate de aprovechar a mi novio. Luego de cenar corrieron las mesas y subieron un poco más el volumen de la música para bailar.
Lo mío era pasar un tiempito con mis amigas, a las que no quería dejar en banda ya que no conocían a casi nadie, y un tiempito con mi novio. No quería que esa noche llegara a su fin para no tener que despedirme.
-Pau, ¿me acompañas afuera un rato? -Me dijo Martín cuando se aproximaba el final de la reunión. Serían alrededor de las 3 de la mañana, ya que los chicos iban a viajar hacia Brasil en avión, el cual salía esta mañana y tenían que estar bastante antes en el aeropuerto.
-Vamos -accedí y me condujo de la mano hacia afuera del quincho.
Caminó entre los árboles y yo lo seguí muy de cerca, ahora la luna no iluminaba tanto, ya que se había nublado un poco y el viento soplaba suavemente por lo que estaba bastante mas fresco, igual no me molestaba porque al haber estado bailando por tanto tiempo estaba muy acalorada. Llegamos hasta la zona donde estaban los juegos de niños y se sentó en las raíces de un gran ombú que estaba junto a las hamacas y me invitó a que me siente también.
-Quería un ratito de paz, solo con vos -me dijo sonriendo.
-Me gusta tu idea -le respondí y me abracé a él apoyando mi cabeza en su hombro.
Nos quedamos un rato en silencio, abrazados. ¡Como amo estar así con él! En momentos así no comprendo cómo puedo llegar a tener desconfianza. Tenía que confiar en él y dejarlo disfrutar. Martín se movió para que yo levantara mi cabeza y comenzó a besarme, sacándome de mis pensamientos y dejándome en una nube, solo concentrada en él, en sus acciones y en lo que siento por él.
Disfrutamos del beso y de las caricias hasta que escuchamos unos pasos que indicaban que alguien se acercaba y nos separamos para ver de quien se trataba.
-Ups. Perdón -nos dijo Matías al vernos- no quería interrumpir nada, pero venia a buscarlos porque algunos ya se están empezando a ir y te quieren saludar, Tincho.
-Bueno, si no queda otra. -comentó y volviendo la mirada hacia mi de nuevo me sonrió en modo de disculpa- ¿Vamos amor?
Llegamos al quincho donde todos se estaban despidiendo de los que viajaban, comencé yo también a saludar a los conocidos y por último le di un gran beso a mi novio al que me quede abrazada y deseándole buen viaje por unos segundos para después irme con las chicas.
-Y bueno, se va... -les dije a mis amigas mientras caminábamos en dirección del auto de Flor.
-Que no decaiga, amiga. ¡Ahora podemos salir de joda todas las noches de este mes! ¡Arriba! -me dijo Zai tratando de devolverme la sonrisa a la cara.
-¡Zaira! -la reté y solo pude devolverle una mueca que no llegaba a ser sonrisa.
Flor nos dejó en la casa de la morocha y se fue hacia la suya, al entrar nos encontramos con Andrés, el papá de Zaira, yendo hacia la cocina.
-Hola chicas -nos saludo en voz baja y también lo saludamos.
-Qué raro vos despierto, pa.
-Es que estoy medio desvelado, encima en unas horas tengo que ir a buscar a Pedro al aeropuerto y como sé que me tengo que despertar de madrugada me despierto a cada rato.
-Ah, tranqui pa, no te vas a quedar dormido -le dijo Zai sonriendo- ¿a qué hora llega el vuelo?
-A las 6 am.
-Descansa un rato mas entonces.
-Sí, descansen ustedes también ahora. ¿Cómo la pasaron?
-Bien, todo lindo -le dijo Zai y yo solo le sonreí un poco.
-No te quiero ver con cara larga Paulita, son una chica hermosa siempre pero más cuando sonreís -me dijo Andrés y logró que la sonrisa vuelva a mi rostro.
-¡Ay! Gracias. Siempre tenes esas hermosas palabras para mí. Gracias.
-¡Basta! Porque me voy a poner celosa, eh -dijo Zai haciéndose la ofendida y cruzándose de brazos.
-Callate, aparato -le respondió su padre y la abrazó-. Vayan a descansar que cuando viene Pedro las despierto así desayunamos todos juntos.
Después de dar unas cuantas vueltas en la cama y de intercambiar unos mensajitos con Martín que estaba esperando su vuelo en el aeropuerto, logré conciliar el sueño.
Cuando me desperté sentía que apenas había dormido solo unos minutos pero por la ventana entraba bastante claridad, por lo que deduje que había descansado un poco más que "solo unos minutos". Tome mi celular que estaba apoyado en la mesita de luz para ponerme al tanto de la hora. Eran las 7:30. ¿Qué hago despierta a esta hora? Efectivamente ya había dormido bastante pero era demasiado temprano para comenzar mi día.
Me levanté para ir al baño. Cada vez que me despierto, sea la hora que sea, me agarran ganas de ir al baño, creo que es algo psicológico o no sé… En fin, salí de la habitación de Zai, descalza, en pijama, adormilada y fui hasta el cuarto de baño que estaba al cruzar el pasillo. Hice mis necesidades y luego de lavarme las manos salí de allí para volver a la habitación y descansar un rato más. Abrí la puerta del baño ensimismada en mis pensamientos y atándome el cordón del short pijama, pensando, sobre todo, en el viaje de mi novio: ¿ya habría salido o ya estaría por llegar? No me acordaba bien el horario del vuelo, “ahora le voy mando un mensaje” me dije a mi misma. Terminé de atar mi cordón y cuando estaba levantando la mirada para alcanzar el picaporte de la puerta de la habitación me golpeé contra algo... O alguien. ¡Qué bruta soy! Y que distraída iba. Mis ideas quedaron interrumpidas al sentir el choque, cualquier pensamiento se quedó en el olvido y puse atención en la escena que tenía ante mis ojos: un chico, de mi misma altura más o menos, con el cabello color castaño y los ojos en el mismo tono me miraba mientras levantaba una mochila y un par de bolsas que se le había caído al suelo, seguramente cuando nos golpeamos. Me sentí muy avergonzada. ¡Tan distraída iba! Y encima estaba en pijama frente a un desconocido. ¡El horror!
-¡Perdón! -Me disculpé en seguida-. Iba muy distraída.
-No pasa nada -me dijo con una sonrisa tímida en los labios y bajó la mirada-. Yo tampoco estaba muy atento – agregó y me quedé tildada mirándolo, llevaba unas bermudas de jean, zapatillas blancas y una camisa a cuadritos, tipo leñador. En cuanto me di cuenta de quién era la persona que tenía frente a mí, reaccioné y volví a hablar.
-Vos sos… Pedro, ¿no?
-Sí -me dijo, y luego me preguntó- ¿y vos quién sos?
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Aquí estoy, como les prometí, una semana después trayendoles una nuevo capitulo.
Espero que lo hayan disfrutado. Nos leemos el lunes que viene!!
Felices Reyes!
Agos ☺
muy bueno,seguí subiendo...
ResponderEliminarQue lindo capitulo!!! subi mas! jajaja ya se que la nove va a ser medio corta pero no nos dejes con la intriga.. besos
ResponderEliminarHermoso amiga!! Me encanto
ResponderEliminarQue lindo capitulo!!! Me podrias mencionar cada vez que subas? Mi tw es @CaroBulgra
ResponderEliminar