lunes, 30 de diciembre de 2013

Capitulo 2

Mientras nosotros nos entreteníamos, enredados en un largo beso, desde lejos escuche a mi mejor amiga a los gritos.
- ¡Paula! ¡Martín! Salgan del medio del estacionamiento, que quieren pasar -nos separamos y vimos que una señora dentro de su auto esperaba impacientemente a que nos dignáramos a movernos del camino, comencé a reír ante la situación y tomé a Martín de la mano arrastrándolo conmigo hacia la secretaría. Hicimos todo el papelerío necesario, la revisación médica y comenzamos a disfrutar el hermoso día.
Nos preparamos para la pile y no metimos.
Mientras charlaba con Zai y Flor apoyadas en el borde de la parte más profunda de la pileta, se nos acercó Matín y las chicas se fueron para dejarnos un ratito a solas. Charlamos de todo un poco, nos mimamos y reímos como lo hacíamos cada momento que pasábamos juntos.
-¡Cuánto te voy a extrañar bonita! -Me dijo de repente. Y me dejó pensativa.
Él ya había terminado el colegio 2 años atrás y estudiaba periodismo deportivo. Yo lo había conocido en su último año en la escuela, cuando había asistido junto con Zai y Flor a una fiesta que habían organizado con sus compañeros con el motivo de juntar dinero para su viaje de egresados a Bariloche; esa noche pegamos onda y nos besamos pero no volvimos a vernos hasta el verano pasado cuando coincidimos en un boliche, lugar donde nos la pasamos tirándonos onda y lo volví a besar. Luego me invitó a salir con él, fuimos al cine, nos encontrábamos durante el verano en el club y después de unas cuantas salidas juntos nos pusimos de novios. Es el día de hoy que estamos a punto de cumplir 1 año juntos y estoy cada vez más enganchada y se podría decir que enamorada (nunca me había enamorado antes como para poder comparar lo que siento hoy por él pero estoy casi segura de que esto es el amor). Este viernes se iba por casi un mes a Brasil con sus amigos/compañeros de la facultad, un poco de vacaciones y otro poco para buscar información sobre estadios, notas, fotos y demás que podrían serle útil para su carrera ya que en Brasil iba a desarrollarse la Copa Mundial de Fútbol durante el siguiente invierno. Esto era motivo de sobra para que me pasara algo que nunca me había pasado con él (o que si me había pasado era por tonterías): comenzaba a sentir un poco desconfianza, a estar celosa. Me daba miedo de que en el viaje se enganchara a alguna chica en algún boliche (porque es obvio que van a salir a divertirse), más linda que yo, más grande que yo. Que le dé cosas que yo todavía no estaba dispuesta a darle. Porque a pesar de que estábamos de novios hace bastante tiempo y ambos éramos "grandes" nunca habíamos pasado más allá de los besos y mimos. No me sentía lista y él decía que me comprendía y que me iba a esperar pero muchas veces tenía miedo de que se cansara de mí, de mis dudas y de mis vueltas.
-Te juró que me voy a portar re bien -Me repitió por enésima vez en la semana sacándome de mis pensamientos. Yo no paraba de repetirme mentalmente todos los días mi historia con él para convencerme de que no me traicionaría-. Ey, este viernes vienen a la fiesta con las chicas ¿no?
-Sí, hoy les volví a decir para que me confirmaran de nuevo y dijeron que si.
-Buenísimo, voy con los chicos un rato así terminamos de planear lo de la fiesta -me dejó un beso en los labios y se separó-. Nos vemos en un rato.
Las chicas volvieron a acercarse a mí en cuanto Martín me dejó sola y salimos de la pileta para ponernos a tomar sol un rato.

¡Miedo! En realidad no sé si era el sentimiento exacto para definir lo que sentía... Pero sea cual sea el sentimiento que me embargaba en este momento, me hacia transpirar las manos, sentir un vacío enorme en la boca del estómago y no parar de moverme, en cualquier posición en la que me ponía me sentía incómoda, estaba inquietísima. Otro de mis "síntomas" era tratar mal a cualquier persona que me hablara o se acercara demasiado (sobre todo si era alguien de la familia).
Peleé con mis papás por ese tema, estaban cansados de que conteste mal a todo el mundo y tome la decisión de irme a lo de Zai. Habíamos arreglado para juntarnos y maquillarnos juntas pero no creo que se molestara si llegaba un rato más temprano. Agarre todas mis cosas y salí de mi casa pegando un portazo. Me molestaba mucho que mi familia no me entienda. ¡Mi novio se estaba por ir, lejos, solo, con amigos!
Mientras caminaba bastante apurada y con un nudo en la garganta que se hacía cada vez más grande y lograba que las lágrimas se acumularan en mis ojos, le envié un mensaje para avisarle a Zai que en 10 minutos llegaba y cuando llegue ella me esperaba junto a la puerta. Abrió la reja y me abrazó para contenerme porque mis ojos ya estaban hinchados por la bronca de la reciente pelea, por los nervios de los días que no iba a ver a mi novio y porque estaba sensible y ciclotímica, últimamente por todo terminaba llorando. Subimos a la habitación de Zai y allí me encontraba en este instante, acostada en su cama, mirando el techo de madera pintado de color blanco.
Ahora que lo pensaba bien, creo que me pase un poco de la raya con la forma en que trate a mi familia, soy un poco exagerada a veces. Bueno, bastante... Pero tenían que entenderme un poco, ¿no? Supongamos que si.
-Ay amiga -me dijo Zai interrumpiendo el hilo de mis pensamientos. Suspirando se sentó en la cama a mi lado, observando como yo intentaba acompasar mi respiración que se encontraba agitada debido a mis nervios, a mi llanto y a mi corrida hacia su casa- relaja un poco. ¿Te voy a tener que aguantar así todo el mes que Martín va a estar en Brasil? Me voy a conseguir una doble de riesgo me parece -me dijo exagerando y me sacó una sonrisa, ella siempre sabía cómo hacerlo.
-¿un doble de riesgo? -reí- Sos genial amiga. Te prometo que esta locura se me pasa hoy. Capaz algún día me agarra extrañitis aguda, pero un día en un mes me bancas, ¿o no?
-Siempre te banco amiga -me levantó un poco y me abrazó. Me dio el termo y el mate que había traído para que comenzara a cebarle mates mientras ella ordenaba su habitación.
-Zai -le dije, porque me surgió una duda
-¿Qué gorda? -me preguntó y se acerco a devolverme el mate que acababa de tomarse.
-¿Es seguro que no hay drama en que me quede a dormir? -Volví a preguntarle porque sabía que al otro día llegaba su primo de España y su casa iba a estar un poco revolucionada. No quería molestarla pero no encontraba otro lugar en donde refugiarme. La pelea con papá había sido bastante tonta pero la bronca todavía me duraba y no quería volver por esta noche a casa, ya le había enviado un mensaje (muy cortante por cierto) diciéndole que no lo haría.
Lo que quedaba de tarde se pasó con una rapidez de no creer, por suerte ya me había duchado en mi casa por lo que mientras Zai se bañaba yo comencé a cambiarme para después peinarnos y maquillarnos juntas.
Sentí unos golpes en la puerta justo cuando terminé de vestirme, me levanté de la cama, donde me había sentado para abrocharme las sandalias, y abrí la puerta. Parada en el pasillo se encontraba Nora, la mamá de Zai, con una fuente en la que había unas galletitas.
-Hola Pau, ¿todo bien? -me preguntó sonriendo.
-Bien, ¿y vos? -le dije.
-Todo bien, te dejo estas galletitas yo porque sino tu amiga es capaz de tenerte a mates todo el día y nada más! -Me dijo en voz alta para que Zaira la escuche desde el baño que se encontraba justo frente a la habitación.
-Ey, ¡Te escuche ma! -se quejo y Nora se rió. Me dejó la fuente y volvió hacia la cocina.
Entré en la habitación riéndome y comí algo mientras esperaba a mi amiga.
Zai volvió y se vistió con la ropa que ya había dejado preparada sobre su cama. Empezamos a peinarnos... Cuando me levante de la cama para buscar la planchita que siempre guardaba en la habitación en desuso de la casa, la que antes pertenecía a Wanda (la hija mayor de los Nara) hasta que esta se fue a vivir con su novio, y la que ahora mi amiga la utilizaba para guardar algunas cosas que le molestan en su habitación o que no usa tan seguido, por ejemplo la planchita (suele usar el pelo al natural), vestidos de fiesta, o la ropa de invierno cuando es verano y viceversa, me dijo:
-Eu Pau, ¿A dónde vas? -me preguntó y me detuve junto a la puerta, extrañada.
-A buscar la planchita, ¿no te queres planchar el pelo?
-Sí, pero la tengo acá. Me olvidé de decirte: Vaciamos la ex habitación de Wan para que se aloje mi primo allí -me aclaró.
-Ah. No, no sabía -le dije- entonces, ¿Dónde está la planchita?
-En una caja debajo de mi cama -me indicó y siguió abrochándose los zapatos.
-Nunca te pregunté, ¿viene de paseo tu primo? -le dije mientras enchufaba la plancha y me ubicaba detrás de ella para comenzar a alisarle el cabello.
-No, se queda acá por tiempo indefinido. Igual se queda solo porque nosotros le insistimos, si era por él se quería ir a un hotel y después alquilar algo. Me dijo que quiere ver si encuentra su vocación acá. -Me contó y me dejó un poco intrigada, ¿serían solo esos los motivos de que se venga para acá, sin padres o hermanos? pero preferí no seguir indagando, ya me enteraré más sobre los motivos del viaje, así exprese otra de mis dudas- ¿Cuántos años tiene?
-Cumplió 20 en octubre -me respondió y me miró a través del espejo que teníamos en frente- un año más que Nicolás.
-Siempre pensando en Nico vos -le dije y me reí-. La misma edad que Martín -agregué y casi inconscientemente me lleve la mano con la que no sostenía la planchita al collar que Martín me regaló el mes pasado. Vi a Zai que a través del reflejo del espejo siguió mi movimiento comprendiendo que la tristeza amenaza con volver. Pero sacudí la cabeza despejando mi mente y continúe con la conversación que teníamos-. Muy loco que quiera venirse a vivir acá -no pude contener mis dudas.
-Es que... Tiene sus razones. Y en realidad él nació acá también. Yo estoy contenta porque hace 2 años que no lo veo en persona y lo extraño muchísimo. Siempre, a pesar de la distancia nos llevamos re bien, vos sabes. -me dijo sonriendo. Y lo sabía porque me lo había nombrado unas cuantas veces desde que nos conocíamos.
Terminé de plancharle el pelo y me senté en la cama para que ahora ella me lo planchara a mí.
-¿Nunca lo vi yo? Digo, en persona... No me acuerdo. Algunas fotos me mostraste y hablarme de él me hablaste mil veces -le pegunté ya que no recordaba haber visto a su primo en alguna ocasión, lo que me parecía raro porque siempre fui muy apegada a mi amiga. Un poco más y vivía en su casa o ella en la mía. Asistía a todos sus cumpleaños y también había asistido a alguno de los de sus padres o hermanos.
-Creo que no, desde que viven en España nosotros fuimos a visitarlos una vez, hace dos años, ¿te acordas? -Me preguntó y asentí. Recordaba su viaje- y ellos vinieron dos veces al país: La primera a visitar a la familia sin ningún motivo en especial digamos, solo de paseo y la segunda para mis 15 -Hice memoria y la interrumpí.
-Ah, ¡Cierto que vinieron! -Intenté recordar más detalles de ese día- ¿Era uno de los chicos que estaba en la mesa con tus abuelos?
-Sí, uno de ellos -me contestó mientas continuaba alisando mi cabello-. ¿Te vas a hacer un jopo? -me preguntó  para ir acomodándome el pelo. Ya se acercaba la hora de la fiesta. Los nervios me estrujaron la panza al tomar noción de eso. Nunca me gustaron las despedidas.
-Mmm, si. Me gusta como me queda cuando me lo haces vos -decidí-. Apurate así nos pintamos que ya va a llegar Flor. Espero que llegue puntual.
-¡Ay nena! Nadie va a ir puntual -me dijo para que me relajara un poco pero siguió peinándome con un poco más de apuro-. A demás lo bueno siempre se hace esperar -comentó guiñándome un ojo y me hizo reír.
Quince minutos antes de que sean las diez, un auto tocó bocina frente a la casa de Zai. Se trataba de Flor, ella al haber cumplido los 18 años en agosto, ya tenía su registro, no como yo que a pesar de haberlos cumplido un mes después me faltan unas clases más con papá para lograr estacionar bien. Y Zai todavía es menor así que, por lo general, es Flor la que nos lleva en el auto a todos lados.
Me subí en el asiento delantero ya que, como Zai tenía que cerrar la reja de su casa con la llave, llegue primera al auto.
-¡A la vuelta me toca a mi ir adelante! -se quejó Zai mientras subía en la parte trasera y con Flor nos reímos. Siempre peleábamos por ser copiloto.
-No te hagas problema gorda, seguro que Pau se vuelve con Martín -dijo Flor y la miré sin terminar de entender, por lo que, al ver mi cara de desconcierto, completo su idea- le tiene que hacer la despedida privada, ¿o no? -agregó guiñándole un ojo a la morocha que se rió olvidando su reciente enojo.
-No digan pavadas -me defendí, actuando de ofendida.
Las chicas se rieron pero no agregaron nada más. Flor arrancó el auto para salir rumbo al club dejándome a mí pensando en ese último intercambio de palabras con ellas. ¿Y si Martín pensaba en tener ESE tipo de despedida esta noche? ¿Estaba lista hoy? Yo me sentía igual que cualquier otro día. O sea, nada segura de dar ese paso.

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Aquí una nueva entrega de #VerteReírPyP
Espero que la historia les esté interesando... 

GRACIAS POR LEER! 

Les deseo un MUY buen comienzo de 2014 ♥ que se venga un año muy positivo y lleno de cosas buenas para todos. 

Agos ☺

lunes, 23 de diciembre de 2013

Capitulo 1.

Al sentir que el sol pegaba con fuerza sobre mis parpados cerrados me di por vencida y termine de despertarme. Por fin podía dormir hasta la hora que quería y no debía escuchar el molesto sonido del despertador todas las semanas de lunes a viernes: mis vacaciones habían comenzado. Me levanté alrededor de las 11 de la mañana, a pesar de estar de vacaciones no me gustaba dormir hasta la tarde, sentía que no aprovechaba el día. Al parecer estaba sola en casa, mis padres seguramente ya se habían marchado a sus respectivos trabajos como cada lunes y, por la nota que acababa de encontrar sobre mi mesita de luz, mi hermana menor se había quedado desde la noche anterior en la casa de su mejor amiga a dormir. Me asome a la habitación de mi hermano Gonzalo y comprobé que él si estaba en casa y todavía dormía, también estaba empezando sus vacaciones así que cerré la puerta con suavidad para no despertarlo y lo deje seguir durmiendo, a él si le gustaba dormir hasta tarde.
Cuando llegué a la cocina en la planta baja de mi casa, tome un vaso de la alacena, abrí la heladera y me serví un poco de leche fresca, tomé unas galletitas dulces de un frasco de vidrio que había sobre la mesada y por la ventana balcón que había en esa habitación, salí hacia el amplio patio de mi casa para desayunar allí.
Me senté en una reposera que puse bajo el gran pino que había en el jardín mirando hacía la pileta que teníamos, donde dos pajaritos intentaban tomar agua desde el borde, y tome un sorbo de leche. A penas acerque una galleta a mi boca escuché que el teléfono comenzaba a sonar, deje mi desayuno sobre el piso y rápidamente corrí hacia el living para atender antes de que mi hermano se despertara.
-Hola -conteste algo agitada por la corrida que acababa de hacer -¿Quién habla?
- Hola Pau. Soy Zai. ¿Cómo andas? -me respondió mi mejor amiga desde el otro lado de la línea.
- ¡Zai! Todo bien, ¿vos? - Me alegré al escuchar su voz y sonreí.
- Bien, gorda. ¿Tenes ganas de ir al club hoy? ¡Cómo cuando teníamos 15! Porfa -La escuche muy entusiasmada. Seguramente se había enterado que uno de los chicos que había terminado el colegio hacía ya un año y tanto le gustaba iba a estar en el club.
-Obvio. ¿Por algún motivo en especial la prisa por ir hoy? -reí y escuche que ella también lo hacía. Creo que había acertado con mis suposiciones.
-Va Nico -me contestó en un susurro, seguramente para que sus papas no la escuchara. No era que le fueran a hacer algun drama o que el papá fuera celoso pero Zai era muy vergonzosa con las cuestiones del amor y yo la respetaba.
-Lo supuse -volví a reír- avisale a Flor y las paso a buscar tipo 2. ¿Sí?
Zai vivía a dos cuadras de mi casa y Flor a 5, ambas me quedaban de pasada cuando iba camino al club (este se encontraba a 7 cuadras de mi casa).
- Dale, genial -Aceptó-. Che, la fiesta de despedida de Martin, ¿es este viernes? ¿O el sábado?
-El viernes es -Le confirmé-. Obvio que vamos, ¿no?
- Si, quería saber bien que día era... Porque el sábado no iba a poder ir. ¿Te acordas que te conté que llega mi primo de España el sábado a la mañana?  Y no lo iba a dejar en banda en su primera noche en el país.
-Claro, te entiendo. Pero por suerte la fiesta es el viernes así que no tenes excusa para faltar.
-No -Rió-. Además ya te prometí que iba a hacerte el aguante.
-¡Sos la mejor!
-Nos vemos en un ratito, me voy a preparar algo para comer. Después seguimos chusmeando ¡Besos! -se despidió.
-Un besito -alcance a responderle antes de que ella cuelgue.
Volví al patio para trasladar mi desayuno a mi habitación, así mientras terminaba mi vaso de leche podía elegir que me iba a poner ese día. Cuando llegue bajo el pino encontré el vaso sin contenido alguno y nada más que dos de las cinco galletitas que me había llevado. Sonreí y levante la vista para buscar a Luca, mi perro, un golden dorado, y lo encontré al fondo del patio terminando una de las galletitas que me había robado.
- ¡Luca! -lo llame de un grito y él me miró- ¿Qué hiciste? -Intenté hacerme la enojada pero me causaba gracia que me hubiera robado el desayuno -¡Vos tenes tu comida nene! - Se acerco a mí y apoyo su cabeza en mi rodilla, buscando mimos- ¡Ay! Me podes. Hermoso- le abracé y bese, y luego de mimarlo un rato entre a la casa.
No intenté prepararme otro desayuno, solo comí las dos galletitas que mi perro no había llegado a robar, ya que en un rato tendría que prepararme el almuerzo.
Al entrar a mi habitación corrí las cortinas y abrí la ventana para dejar entrar aire. Desenchufé mi celular que ya estaba con la batería cargada y al darme vuelta para dirigirme hacia el placar y elegir mi ropa, me detuve a observar una foto que había colgado en la pared hace unos meses: en ella me encontraba junto a todos mis compañeros de colegio en el cerro catedral, en Bariloche, ¡qué lindo viaje de egresados habíamos tenido!
Era muy raro pensar que ya no volvería a pisar el colegio. Los cambios en este momento de mi vida me daban alegría pero miedo a la vez, más que nada miedo a lo desconocido, o miedo a crecer. La vida nos va enfrentando a distintas cosas y cada vez más complejas, creo yo, a medida que crecemos. Igualmente hacía años que sabía que quería hacer y ya había empezado mi camino en el modelaje; por suerte me estaba yendo bastante bien, ahora me dedicaría más de lleno a ello.
Como mi papá quería que estudie algo, que tenga un titulo y ya que también me interesaba el diseño de indumentaria, en marzo comenzaría a cursar esa carrera, mientras trabajaba como modelo.
Ya me estaba poniendo melancólica así que deje de observar la foto y de pensar en lo que estudiaría, recién comenzaba enero y tenía que disfrutar estas vacaciones con mis amigas antes de ponerme a estudiar o conseguir alguna nueva campaña que hacer.
Pase percha por percha para ver todo lo que tenía colgado en mi placar hasta que decidí por algo. Debajo me puse el traje de baño, seguramente en el club nos meteríamos a la pileta. Me puse un poco de perfume antes de salir, siempre me gustaba oler bien, tener olor a limpia.
Me termine de preparar y también deje listo el bolso con las cosas que llevaría al club, salí de mi habitación y me dirigí a la de mi hermano una vez más, esta vez entre e intenté despertarlo llamándolo en susurros para tampoco sobresaltarlo, pero como no respondía le hable un poco más fuerte y él me arrojó una almohada.
-¡Ey! ¿Qué haces pendejo? -me quejé mientras le volvía a arrojar la almohada.
-Sos molesta, eh. Quiero dormir -me respondió con la voz ronca y tapándose la cabeza con la sábana.
-Son las doce del medio día ya, y te vengo a avisar que ya me voy a hacer la comida porque a las dos tengo que estar en lo de Zai para ir al club -le dije mientras me dirigía hacia la puerta para salir, si no quería levantarse se tendría que cocinar él solo más tarde.
-¿Me dejas comida? -pidió poniéndome ojitos de pollito mojado.
- Ni loca. Come conmigo o sino cocinate después -salí y cerré la puerta.
-¡Mala! - me gritó desde adentro.

Nuevamente en la cocina, abrí la heladera y comencé a buscar algo que inspirara mi instinto cocinero, que debía admitir que no era de los mejores. Encontré unas milanesas ya rebosadas y alguna verduras. Ese seria el menú entonces. Cuando me di vuelta, luego de poner las milanesas en el horno, me encontré con Gonzalo, con shortcito de fútbol y todo despeinado.
-Me levanto solo porque me llamó Matías para ir al club -lo vi sentarse en una de las banquetas y apoyar su cabeza en la barra luego de bostezar- y bueno, también porque ni ganas de cocinar.
-¡Que ojeras tenes! ¿Hasta qué hora te quedaste jugando a la Play anoche? -lo indagué mientras me acercaba a él con un vaso de jugo fresco para ofrecerle.
- ¡Que policía! Que te importa. -me contestó.
- Como digas -contesté yo riendo-. Tomá - le acerque el vaso y lo tomó al instante.
- Gracias - me sonrió - yo también voy al club, pero me pasa a buscar Mati a las tres.
- Bueno, ahora le tenemos que avisar a mamá.
Cuando terminé de decir eso el teléfono comenzó a sonar y al ver, en el identificador de llamadas, de quién se trataba me reí y le dije a Gonzalo "hablando de Roma."
- Hola ma.
-Pau, ¿todo bien? Ya desayunaste?
-Si, ya estamos levantados. Estoy cocinando -le dije mientras sacaba el plato con las milanesas y las acomodaba en una fuente para el horno.
-Ah, muy bien. Gonza también se levantó?
- También, esta acá, conmigo. De Delfi no sé nada, ¿tengo que llamar yo a la casa de Guada?
-Si, por favor, fijate.
-Bueno, ahora veo. Con Gon nos vamos al club. Yo con Zai y Flor, y él con Mati -le informé.
-Bueno, si Del vuelve dejenla con la abuela. ¿Tienen plata?
-Si, tenemos plata. Ahora ubico a Del.
-Dale Pau, gracias. Nos vemos.
-Nos vemos más tarde ma. Besote -le respondí y dejé el teléfono sobre la barra y le pedí a Gonza que llamara a Delfi para ver que iba a hacer, seguro tendría que ir a buscarla antes de irme al club. Mientras las milanesas se terminaban de cocinar preparé la ensalada y serví todo en la mesa que mi hermano había preparado en el patio de casa. El calor nos ponía de buen humor a ambos por lo que almorzamos entre risas. Él ya tenía 16 años pero seguía siendo mi bebé y lo consentía mucho, ni hablar de cómo era con Delfi, ella era la más mimada de toda la familia y la bebé de todos, a pesar de ya tener 10 años.
Luego de lavar los platos y una mini guerra de agua con Gonza mientras lo hacíamos, me dirigí en un remis a buscar a Delfi y la deje en la casa de mi abuela que vivía al lado nuestro, se quedaría allí como cada vez que todos salíamos de casa. Volví a mi habitación en busca de mi bolso, salude a mis hermanos, a mi abuela (mi abuelo ya dormía la siesta), y partí hacia lo de Zai.
Caminé con los auriculares puestos mientras escuchaba o tarareaba las canciones que pasaban en mi radio favorita. El camino se me hizo rápido, toque el timbre de la casa de Zaira y a los pocos minutos la morocha abrió la puerta, muy sonriente. Se dirigió hacia la reja, también la abrió y me abrazó con alegría como si hiciera un mes desde la última vez que nos vimos.
-¡Hola Pocha! -se separó y me miró a los ojos al saludarme.
-Hola Zaichu. ¿Todo bien? -le sonreí, la llamaba así desde que nos habíamos hecho amigas en la primaria.
-¡Genial! Muy esperanzada. -Me guiñó un ojo y señaló con su cabeza hacia la puerta de la casa. Allí pude ver a su papá que nos saludaba. Le hice un gesto con la mano y salimos.
-Que efusivo saludo, seguro que es porque cierta persona va al club, ¿no? -le dije en un susurro y reí cuando ella me codeo para que callara ya que su papá todavía nos podía escuchar -más feliz no podes empezar las vacaciones -le dije más cerca del oído para que no nos escuchara nadie y ella se ruborizó un poco.
Emprendimos camino al club y a las pocas cuadras se unió Florencia, como ya habíamos arreglado.  Mi novio, que era habitué del club se puso contento cuando le mande un mensajito contándole que iba a pasar el día allí y me pidió que nos encontremos al lado de los quinchos.
Llegamos a la puerta y con el carnet de socio en mano nos dejaron pasar, parecía un chiste, desde chiquitos que veníamos y siempre estaba el mismo guardia en la puerta, ya nos conocía bien e igualmente teníamos que identificarnos con el carnet. Mientras caminábamos hacia la secretaría para pagar el día de pileta se me ocurrió enviarle otro mensaje a mi novio avisándole que ya estaba en el club y ver si el también había llegado. La respuesta fue casi instantánea y me descolocó con lo que me escribió: "date vuelta". Hice lo que me pedía y lo vi a él caminando hacia nosotras.
- ¡Hola gordo! - grite y corrí para abrazarlo.
- Hola hermosa, ¿Cómo estás? -me abrazó y besó.
- Todo bien, ya intentando tomar dimensión de todo lo que te voy a extrañar desde este viernes -hice puchero- ¿te vas a portar bien, no?
- Por supuesto. ¿No confías en mí? -se hizo el canchero.
- Mmm -me hice la pensativa pero después sonreí- si, obvio -le dije y lo besé.

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Aquí les dejo el primer capitulo, espero que les guste mi idea y me acompañen en el desarrollo de ella. AYY EXTRAÑANA SUBIR!!! Jajajaja!
Gracias por leer. 

AVISO: No voy a subir todos los días como hacía con vuelteros pero sí una vez por semana, es una nove más corta que Vuelteros y con capitulos más largos, por eso.

Bueno, nos leemos pronto.

Felices fiestas a todos!! ♥♥♥