domingo, 27 de abril de 2014

Capitulo 17

Continuamos abrazados, parados en el lugar, quietos, sin emitir sonido alguno, ni una palabra salía de nuestras bocas. Solo se escuchaba la lluvia que empezaba a caer con fuerza y chocaba contra el vidrio de la habitación, al viento también que seguía soplando potentemente y a los ensordecedores truenos. Los relámpagos iluminaban cada tanto la habitación, pero nosotros dos seguíamos allí cual estatuas. A pesar del desorden que se oía en los pasillos, seguramente por el corte de luz, y del bochinche que la tormenta estaba haciendo en el exterior, en los brazos de Pedro me sentía totalmente relajada como si estando en sus brazos nada pudiera alterarme. Los dos respirábamos pacíficamente y tanta era la quietud y cercanía que había entre nosotros que podía sentir el ritmo acompasado del corazón de Pedro en mi pecho, a través de nuestra ropa.
Luego de unos cuantos minutos así, lo sentí removerse un poco, la sensación de paz peligraba...
-Bueno -comenzó a decir y se separó de mí un poco-. Ya podría irme, ¿no? Solo quería ver que estuvieses bien -dijo bajando la mirada en uno de sus ataques de timidez-. Estoy acá enfrente por cualquier cosa. Ya sabes. Si necesitas algo, me llamas.
Me alcanzó mi celular que encontró sobre la cama, el que yo antes no había podido encontrar, para que pudiera iluminarme un poco y comenzó a caminar hacia la puerta. Cuando abrió entró un poco de luz a la habitación ya que en el pasillo había una luz de emergencia encendida y pude ver con claridad cómo se alejaba y comenzaba a cerrar la puerta detrás de él.
Pero no. No podía quedarme sola, en realidad sí que podía pero no quería.
No quería que se fuera, que se alejara de mí, porque adoraba cada momento que pasaba con él, adoraba tenerlo cerca y aunque mi situación no me permitiera besarlo, no me permitiera tener la relación que me gustaría poder mantener con él, porque ya la tenía con otro, no iba a intentar más esquivarlo y huirle, porque ya me había cansado, porque tenerlo cerca me hacia bien y sabia por sus actos y dichos que él también disfrutaba de mi compañía. Así aunque sea iba a intentar que seamos amigos, como lo fuimos al principio, y le iba a dar a entender eso a él también. Yo creo que es un punto justo, ¿no?
Un punto medio.
Cerca pero no tan cerca.
No tenía por qué salir mal, ¿no?
-Pepe -lo llamé antes de que terminara de cerrar la puerta-. Esperá, no te vayas. ¿Te quedas un rato conmigo? -le pedí.
-Todo lo que vos quieras -me respondió con su sonrisa tímida, la cual pude ver gracias a la luz de emergencia, esa que le ruborizaba las mejillas, que le marcaba los hoyuelos, esa que tanto me gustaba y siempre que me la dedicaba hacia que mi corazón saltara en mi pecho y mi estomago lo siguiera en su salto. ¿Un amigo podía generar todo eso? "¡Basta, basta!" Me dije a mi misma. Y me dieron ganas de pegarle por generarme todo eso y de pegarme a mí por mi debilidad. ODIO eso de él.
 "Solo amigos", me recordé.
Entró de nuevo en la habitación cerrando la puerta detrás de sí y todo quedó más oscuro, solo pude escuchar cómo se acercaba y mi corazón se aceleró por el simple hecho de cae en la realidad de que estábamos los dos solos, en una habitación de hotel, en total oscuridad. "Ay Dios mío, Mis nervios.”
-¿Dónde estás Pepe? -le pregunté intentando encender mi celular para encontrarlo pero al parecer se había quedado sin batería o yo estaba tocando el botón equivocado.
-Acá -me respondió muy cerca de mí. Tuctuc, tuctuc, se aceleró más mi corazón. De los nervios que tenía menos podía encontrar cómo encender mi celular. Di un paso al costado porque me intimidó, y porque había decidido que "cerca pero no tan cerca", en cuanto me moví me choqué con la pata de la cama y caí sentada en el suelo.
-Ay -me quejé.
-¿Qué pasó? ¿Dónde estás? -me preguntó preocupado y justo un relámpago iluminó toda la habitación por lo que pudo encontrarme- ¿te caíste? -indagó a la vez que encendía la luz de su celular para verme.
Y… Estoy en el suelo. ¿Encima me pregunta? Qué vergüenza. Ya de por si soy bastante torpe pero nerviosa me supero a mí misma.
-¿Qué te parece? –le dije y contuvo su risa. ¡Encima se reía de mí! Así no va a quedar esto.
-Vení que te ayudo –me dijo agachándose un poco y tomando mis manos. De un tirón me puso de nuevo de pie y de nuevo estaba entre sus brazos. Estar tan cerca, hoy más que nunca, me estaba haciendo MAL. Me separé con rapidez y me senté en mi cama, mirando hacia la ventana, lo único que podía ver que no sea a Pedro en esta habitación a oscuras era la tormenta que se desarrollaba afuera, y en eso me iba a concentrar.
Sentí como él se sentó a mi lado y seguí ignorándolo… Nos quedamos ambos en silencio, cada segundo que pasaba era más fuerte la tentación de darme vuelta y observarlo o tocarlo pero tenía que resistir. Me intrigaba mucho sabes si él estaba mirando hacia la ventana igual que yo, si me miraba a mí, si miraba su celular o qué. Pero “tenía que resistir”.  Aunque me negaba a ceder y mirarlo podía escuchar su respiración, podía sentir la presencia de él al mi lado, a muy pocos centímetros. Al final, lo que menos estaba haciendo era concentrarme en la tormenta, podía sentir la tensión de la situación como una energía eléctrica recorriendo el pequeño espacio oscuro que separaba su brazo del mío. Suspiré con fuerza para despejar mi mente, para deshacerme de esa electricidad e intentar concentrarme, esta vez sí, en la lluvia cayendo, o el viento, o algo de eso. Pero esto no fue posible, a penas suspiré sentí que algo tocaba mi mano y dirigí mi vista hacia ella con rapidez. Pedro había puesto su mano sobre la mía, subí mi mirada hasta sus ojos y pude ver cómo me sonreía. Pero seguía sin decir nada.
-¿Qué? –le dije finalmente, de una manera un poco cortante que se vé que a él le causo gracia porque no pudo evitar sonreírse.
-“¿Qué?” tendría que preguntar yo… –me dijo y me quedé mirándolo, sin entender- vos me pediste que me quedara -concluyó y yo seguía sin entender.
-¿Y? –le pregunté.
-Y no sé, capaz querías decirme algo… Que se yo. Me pediste que me quedara y desde que volví a entrar solo te caíste, te ayudé a levantarte y te quedaste hipnotizada por la lluvia o algo así –me dijo mientras iba enumerando con los dedos lo que había pasado.
-Bueno… Es que, no sé de qué hablar, solo que no quería quedarme sola.
-Okey, pero si me pedís que me quede no me ignores.
-¡Bueno Pedro! No sé qué decirte. Si no queres quedarte, anda… -le dije ya media enojada, ¿qué quiere? No sé ni qué hacer, no sé si prefiero tenerlo bien cerca o bien lejos, lo de “ni tan cerca, ni tan lejos” definitivamente no me estaba saliendo muy bien.
-Eu, no te enojes –me dijo y se desplazó en la cama acercándose más a mí, pasándome un brazo por sobre los hombros. Pero aún así continué sin hablarle y con mi mejor cara de indiferencia, bien seria; aunque por dentro me derretía el hecho de su brazo en mis hombros, de su cercanía y de saber cómo tenía la mirada fija en mí aunque yo fingía concentrarme en la lluvia de nuevo.
-Me gusta más cuando sonreís –me dijo de repente y una sonrisa se me quiso escapar pero la contuve, iba a seguir con mi papel de ofendida un ratito más-. ¡Ay! Casi, casi que sale la sonrisa –agregó. ¡Qué pesado! Me dije a mi misma pero me encantaba que estuviera así de pendiente de mí.
Por un rato más nos mantuvimos quietos y en silencio, esto de que me mirara con tanta persistencia me estaba poniendo muy nerviosa. Tenerlo tan cerca otra vez…
De un segundo a otro, sacó su brazo de mis hombros y comenzó a hacerme cosquillas. Automáticamente me tiré para atrás, recostándome en la cama, intentando huir de él pero sin poder dejar de reírme. Entre patadas, empujones y risas intentaba sacármelo de encima o aunque sea correrlo un poco y poder escapar, pero él se reía a la par mío y no le importaban mis golpes. Yo ya me estaba quedando sin aire, cosa que me ponía nerviosa, sumado ya a los nervios de tenerlo a él conmigo, así.
-¡Basta Pedro! –le grité apenas pude juntar un poco de aire y se detuvo enseguida, cayendo a mi lado. Los dos tomamos aire varias veces antes de volver a hablar, tirados en la cama, boca arriba.
-Lo logré. Te hice reír –me dijo triunfante.
-Podrías haberme contado un chiste también, no sé, ¡casi me dejas sin aire! –le reproché incorporándome sobre un codo para poder mirarlo mientras hablábamos.
-Si te falta el aire yo te puedo pasar un poco –me dijo guiñándome un ojo y me dejó helada-. Te estoy cargando Pau –añadió enseguida al ver mi cara.
-Qué raro que no venga Zai todavía, ¿no? –comenté como si nada, para cambiar el tema.
-Debe estar aprovechando de la oscuridad que hay en el hotel con Juan, no te preocupes –dijo riendo y asentí.
-Tenes razón… Pero seguro que se va a colgar por ahí y va a venir re tarde, y yo muero de sueño ya –le dije mientras un bostezo se me escapaba-. Tenemos solo una llave de la habitación, y si me duermo no me despierta nadie…
-Bueno, yo te hago compañía, no te preocupes –me dijo sonriéndome-. O si querés dormí y yo me quedo prestando atención a la puerta.
-No, no te voy a dejar despierto a vos, también debés estar cansado –le dije-. Pero si acepto tu compañía –confesé.
-Bueno, pero esta vez si me pedís que me quede como mínimo hablemos, no te quedes mirando la ventana –me dijo riendo y me hizo reír también.
-Está bien –respondí-. ¿De que querés hablar?
Pedro se quedó pensativo, mirándome y me tomo por sorpresa cuando estiró su mano para agarrar un mechón de pelo que se me estaba cruzando en la cara y lo llevó hacia su lugar haciéndome una pequeña caricia en la mejilla mientras tanto. No pude evitar sonreír ante su acción y sentir como mis mejillas se encendían un poco. Me terminé de incorporar porque ya se me estaba durmiendo el brazo y me senté con la espalda apoyada en el respaldo de la cama y con una seña invité a Pedro a que hiciera lo mismo.
Empezamos a hablar de pavadas, cosas de la vida cotidiana, nada de mucha importancia. Pequeñas cosas que nos iban ayudando a conocernos mejor. Yo le contaba cosas del colegio, de cómo era acá la experiencia de la secundaria. Él, por su parte, me contaba cómo era todo en España y también un poco sobre los trabajos y changuitas que había estado haciendo una vez que terminó de estudiar. Me contaba que había salido con varias chicas pero nunca se había puesto de novio formalmente, yo evité hablar de Martín y él tampoco me preguntó. Me contó de su amor por las películas de todo tipo, que le encantaba verlas y también se había animado a armar guiones o historias propias, que tenía escritas y bien guardadas.
-Algún día me gustaría leer alguna –le pedí.
-Mmm, no sé –dudó-. Me da vergüenza, nunca se las mostré a nadie, salvo a mi mamá.
-¿De verdad? Qué pena, me gustaría leerlas, pero te respeto –le dije con seguridad-. ¿Y no te gustaría estudiar algo que tenga que ver con eso?
-No sé, lo pensé muchas veces, pero no le veo buena salida laboral… Bah, a mi tanto no me importa, sé que si le pongo ganas puedo encontrar buenos trabajos y que me hagan feliz con eso, pero mis amigos y hermano nunca me apoyaron mucho con eso, me decían que mejor eligiera otra cosa, algo con más salida.
-Ah, puede ser. Pero como vos decís, si realmente lo queres y luchas por eso, por ahí encontrás un buen trabajo. Podrías averiguar qué carreras hay en las universidades de acá que tengan que ver con eso.
-Sí, la verdad es que ya estuve mirando un poco. Pero me da nervios.
-Yo te apoyo Pepe, poné primera –le dije y le apoyé mi mano sobre la suya en muestra de que mis palabras eran totalmente sinceras.
-Gracias –me dijo poniendo su otra mano sobre la mía-. Tenes unos ojitos de cansancio.
-Sí, estoy bastante cansada, pero bueno, la charla también está entretenida.
Seguimos charlando por largo rato más. De películas, de libros, de música, de nuestros intereses en general. Me gustaba mucho esto de estar conociéndonos más. Y me gustaba mucho ver la facilidad con la que podíamos charlar y charlar sin quedarnos sin tema, sin silencios incómodos. Mi mano seguía entre las suyas y estaba girado un poco hacía mi para poder mirarme mientras hablábamos. Con otros chicos me había pasado que luego de besarnos, o si me gustaban no podía mirarlo por mucho tiempo a los ojos, no podía sostenerles la mirada, pero con él era distinto. Nos habíamos besado y admito que me gusta pero con la confianza y la complicidad que íbamos desarrollando de a poco y sobre todo en esta noche tan lluviosa, no me costaba para nada perderme en sus ojos color miel sin que me diera vergüenza o sin que me incomodara. A pesar del “ni tan cerca, ni tan lejos” que había decidido, me encantaba tenerlo así, cerca, bien cerca.
No sé ni cómo, ni en qué momento de la conversación me quedé dormida pero no volví a despertarme hasta que sentí que alguien gritaba mi nombré como con sorpresa. Me costó bastante despabilarme y entender que estaba pasando.
La situación ante mis ojos, a penas los abrí, era la siguiente:
Yo estaba acostada en mi cama, aún vestida pero tapada con el cubre cama, Pedro al lado mío profundamente dormido, casi nariz con nariz, y detrás de él podía ver a Zaira parada en el umbral de la puerta con un juego de llaves (¿de dónde lo habría sacado?) y con cara de sorpresa.
Me incorporé con rapidez y creo que con el movimiento tan brusco que hice desperté a Pedro.
-¡Zai! Para, no pienses mal, eh –le pedí pero podía ver como en su cara se formaba una sonrisa de las más picaras.
-No, para nada –dijo entrando a la habitación y cerrando la puerta detrás de ella-. Mi primo y mi mejor amiga durmiendo juntos y acurrucados y me pide que no piense mal.
-¿A quién le hablas? –le pregunté todavía muy dormida como para coordinar todo mi cuerpo y mente.
-A nadie tarada. Estoy sacando conclusiones en voz alta –me dijo riendo.
-¡No tenes que sacar ninguna conclusión de nada! –casi le grité-. Pedro, ¿podes decir algo?
-¿No la conoces a la cachorra? –me dijo estirándose-. Va a pensar lo que quiera.
-¡No quiero que piense lo que quiera! –dije muy enojada y salté de mi cama yéndome rumbo al baño de la habitación.


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Buenas y santas (?
Buen comienzo de semana para todos es mi deseo de corazón. Espero que disfruten de este capitulo y nos leemos muy pronto con el que le sigue.
Te lo dedico a vos Rocioooooo. Porque nos faltaba hablar por blog!(? Jajaja. Te quiero muchísimo amiga y espero verte pronto de nuevo porque te extraño.

Besos y sonrían, coman perdices y sean felices ♥ 

Agos ☺

jueves, 17 de abril de 2014

Capitulo 16

Hoy, viernes, a la noche estaríamos desfilando en Mar del Plata. Luego de desayunar algo rápido con los chicos fui a mi casa para despedirme de que mis padres antes de que se fueran a trabajar ya que en un rato salíamos rumbo a “La Feliz”. Pedro y Zai pasarían por casa a buscarme en un rato, ya listos para emprender el viaje. Nervios, miedo, felicidad, emoción; eran algunos de los muchos sentimientos que podía sentir en este mismo instante, mientras terminaba de armar mi mini valijita.
Sumados a los nervios del desfile, estaban los nervios de convivir un fin de semana con Pedro, él seguía de lo más normal conmigo pero yo no podía ni mirarlo a la cara cada vez que me acordaba de mi borrachera de la noche del jueves y de lo que esta me había llevado a hacer.
Igualmente, lo peor de todo es que ya no me puedo negar que algo me pasa con Pedro y realmente no sé cómo manejar la situación. Mi novio tan lejos, él tan cerca, no hace las cosas nada fáciles para mí. Me encantaría poder acomodar todo, no tener que sentir que engaño a nadie, pero ¿cómo hago? ¿Cómo me decido? Tengo que decidir entre una cosa que me gustaría tener y algo a lo que me acostumbré (y hasta principios de Enero estaba de lo más feliz solo con eso y nada más). Y es más que obvio que ambas no puedo tener…
Uf. Suspiro con fuerza, vaciando mis pulmones como s así pudiera sacar mis dudas y miedos también de mi sistema, y me siento en mi cama. La valija ya está lista, en la cartera solo me falta el celular que está terminando de cargarse. Maquinarme tanto me cansa, me deja agotada, mi cerebro no para un segundo de intentar buscar soluciones… Y después de tanto pensar, a la única conclusión a la que llego es que tengo que tranquilizarme y vivir el hoy, pero sin mandarme más macanas... Sigo de novia con Martín y aunque Pedro me atraiga mucho me la tengo que aguantar. ¿Desde cuándo mis sentimientos le ganan a mi razón? Bueno, en realidad muchas veces mis sentimientos ganaron a mi razón pero en esta oportunidad no tengo que permitir que eso ocurra. No está nada bien. Cuando tenga a Martín cerca de nuevo y me dé cuenta de todo lo que lo amo y de todo lo que vivimos juntos, ¿lo de Pedro, quedará reducido?
Bocinazo conocido. Agarró mis cosas y bajó lo más rápido que puedo por la escalera, intentando no perder ni bolso, ni cartera, ni campera por el camino. Abro la puerta y está Pepe esperándome, agarra mi bolso para ayudarme y subimos todo al auto con rapidez. Zai ya está sentada en el asiento de adelante por lo que abro la puerta de atrás y me ubico en mi lugar luego de saludarla. Emprendemos el viaje enseguida y durante todo el camino no dejamos de compartir nuestras ideas de cómo suponemos que va a ser todo y salir todo en el desfile. Yo creo que Pedro ya nos debe estar odiando pero al fijarme por el espejo retrovisor (donde puedo ver su cara reflejada) veo que tiene una sonrisa en su rostro, así que tan mal no se la estamos haciendo pasar. A mitad de camino paramos para ir al baño, estirar las piernas, comprar algunos caramelos y algo para tomar. Mientras hacía la cola del kiosco con Zai, para pagar lo que íbamos a llevar, ella se puso a revisar el grupo de whatsapp que habían armado todos los modelos de la agencia que iban hoy al desfile.
-¡Ay! –gritó de repente y consiguió que las dos personas que teníamos adelante nos miraran mal. Se rió tapándose la cara y se volvió hacía mi aún sonriente.
-¿Qué te pasó? –le pregunté sin entender nada.
-Ay amiga –comenzó a decirme, ahora un poco más tranquila-. Tobías mandó un mensaje al grupo de whatsapp esta mañana avisando que no iba a poder venir porque tenía mucha fiebre y al rato agregaron al grupo a Juan. ¡A Juan amiga! –me dijo con toda la emoción. Y entendí al instante su locura. Este chico, Juan, la volvía loca desde que entramos en la agencia, no podía dejar de mirarlo cuando lo tenía cerca y a Flor y a mí nos hablaba todo el tiempo de él. El único problema que había, era que ella jamás se había animado a acercarse y hablarle, aunque parece una chica súper simpática y dada (que lo es) con los chicos la timidez la vence siempre.
— ¡Buenísimo! —le dije, realmente contenta— a ver si esta vez le hablas un poco más, eh.
—Bueno, no empieces a retarme desde ahora— saltó a la defensiva.
—Bueno amiga, pero vos activá.
—No es fácil… Sabes que creo que él anda atrás de Camila.
—No sabes, y no vas a saber si no te arriesgas. “El que no arriesga no gana”.
— ¡Já! Tan fácil es decirlo.
—Sos terrible —le dije y me reí—, yo te voy a ayudar.
—No sé si eso es bueno o malo. Tratá de no dejarme en evidencia.
-Vos dejame a mi –le guiñe un ojo y puso cara de pánico, acción que me hizo reír. Enseguida sentí dos manos que  se ponían en mis hombros y me sobresalté, me di vuelta con rapidez encontrándome a Pedro.
-Perdón –me dijo-. No pretendía asustarte. ¿De qué te reías tanto?
-De tu prima –le dije mientras Zai pagaba al kiosquero y comenzábamos a caminar hacia el auto- porque va a venir a desfilar el chico que le gusta, y yo quiero ponerme en el rol de “Cupido” y no me tiene confianza.
-Apa. ¿Quién sería el afortunado de tu interés Cachorra? –preguntó Pedro a su prima con seriedad y Zai solo murmuró el nombre de Juan, intimidada por la repentina seriedad de Pepe.
-Ah, esa fase Alfonso no la conocía yo. ¿Celoso de tu prima? –pregunté riendo, la situación había pasado a ser muy graciosa.
-Un poco, pero tengo que conocerlo antes de que te pongas en ese rol, ¿sí?
-Na, ¡que controlador! –me quejé, ahora poniéndome seria yo también. Ya veía que una vez que lograba que Zai se convenciera de hablar con Juan se volvía para atrás por culpa de Pedro. Pero cuando dije esto Pepe empezó a sonreír de nuevo y pasó un brazo por los hombros de Zai.
-¿Sabes que estoy diciendo esto en chiste, no? –le dijo y Zai se relajó un poco. Al parecer le importaba bastante la opinión de su primo-. Si a vos te gusta ya es suficiente, pero si te hace sufrir le voy a poner los puntos, eh-. Zai al fin volvió a sonreír y se abrazó a Pepe. Yo aproveché que tenía la cámara en el bolsillo y les tomé una foto. La primera foto de las muchas que tomaríamos a lo largo de este viaje.
Nos subimos al auto y volvimos a la ruta. Dos horas y media después estábamos recorriendo la costanera de la hermosa ciudad de Mar del Plata, en busca del hotel dónde iba a ser el desfile, que era el mismo en el que íbamos a hospedarnos.
Dejamos el auto en el estacionamiento exclusivo en el subsuelo del hotel y subimos con nuestras cosas en el ascensor hasta el piso donde se encontraba la recepción. Como la reservación de las habitaciones estaba en manos de nuestros representantes dos días antes les habíamos confirmado con quién íbamos a ir para que todos estuviéramos registrados. Dimos nuestros nombres y resultó ser que Zai y yo estábamos en una habitación doble y a Pedro lo habían ubicado en otra al lado de la nuestra. Genial. Teníamos miedo de haber quedado todos en una punta diferente del hotel pero por suerte esto no había ocurrido.
Volvimos a subir al ascensor ya que nuestras habitaciones estaban en el último piso y los bolsitos y mochilas estaban bastante pesados. Caminamos hasta el final del pasillo y encontramos la habitación número 147, que era la nuestra y frente a estaba la número 148, que era la de Pedro. Luego de acomodar los bolsos, pasar por el baño y hablar con nuestros representantes avisándoles que ya habíamos llegado, nos reunimos los tres en nuestra habitación. Como solíamos hacer con Zai, que no hace falta aclarar que es como una hermana para mí, cada vez que viajábamos juntas uníamos las dos camas. De paso nos dejábamos más grande los pasillos de la habitación. Nos tiramos los tres en la cama a mirar un rato la televisión para hacer tiempo y que se hiciera la hora en la que servían el almuerzo.
-¿Cómo son los horarios de hoy? –le pregunté a mi amiga, que estaba al lado mío.
-A ver, me fijo. Los tengo en el celu –me dijo y se incorporó un poco-. Pepe, ¿me pasas me teléfono?
-Me parece que Pepe ni siquiera te está escuchando –le dije mirándolo y conteniendo mi risa. Se había quedado totalmente dormido, seguramente que manejar durante todo el viaje y la trasnochada del cumple habían sido una sumatoria importante de cosas para que esté tan cansado. Zai se levantó, buscó su celular y me informó de los horarios. Hablamos despacito para no molestar a Pedro y hasta lo tapé un poco con el cubrecama, acción que me llevó a recibir millones de cargadas de Zaira.
-Ay, como lo cuida ella –me decía y se reía; y yo me ponía bordó no solo de la bronca por tener que aguantarme la cargada sino también de la vergüenza de no querer admitir que tenía un poco de razón en sus comentarios.
Por suerte la hora de comer llegó pronto y no tuve que aguantar más las cargadas y luego de despertar a Pedro bajamos hasta el comedor. Nos unimos a otras chicas y chicos de la agencia, acoplamos a Pepe al grupo y almorzamos entre charlas.
La tarde se pasó bastante rápido preparando las cosas para el desfile, a las siete ya estábamos en la parte de maquillaje poniéndonos un poco más bellas, escuchando las indicaciones que nos daban y memorizando el orden en los que teníamos que salir en cada pasada. Pedro se había quedado en la habitación por un rato más, a él le habíamos dicho que a las nueve y media empezaba el desfile que él se vaya fijando cuándo quería bajar. Total el lugar de él, al igual que el de los acompañantes de todos los que desfilábamos, ya estaba reservado.
Más se acercaba la hora del desfile, más eran los nervios que se apoderaban de mi, por suerte tenía a mi mejor amiga conmigo y pasando juntas por los mismos nervios. Nos apretábamos las manos con fuerza, nos abrazábamos a cada rato, ya queríamos salir a la pasarela. La ansiedad era muy grande.
-Pau, salís segunda vos, y Zai vas atrás de ella. Arrancamos en 5 –nos dijo el encargado Tobías, que era el hombre que estaba encargado de ordenarnos y que salgamos de la forma correcta.
Con esas palabras es como que caí totalmente en la realidad, en que ya tenía que salir, las piernas me temblaban pero respiré hondo, me paré derecha y le pedí a mi cuerpo que se controlara, salí a la pasarela en cuanto me lo indicaron y todos los nervios se me fueron de golpe. “Tengo que estar tranquila” me dije, “no es la primera vez que desfilo, aunque este sea un desfile más importante que los anteriores a los que fui”. En cuanto llegué a la punta de la pasarela pude ver a un chico que me sonreía, reconocí esa sonrisa al instante, era una sonrisa que me encantaba…
Y un poquito los nervios me volvieron, porque que él me este viendo era algo especial, me sonreía a mí y mi sonrisa se ensanchó un poquito más con timidez. Seguía tan incómoda al recordad lo lanzada que había estado el jueves, aunque todos sabíamos que había sido a causa del alcohol.
Disfrute un montón de cada pasada que hice y creo que Zaira estaba igual que yo, o mejor… Ya que entre salida y salida la vi charlar un poquito con Juan, yo sabía que por dentro estaba muriéndose de nervios y de emoción. Estaba re embobada con él desde hacía años y nunca los había visto tan cerca.
Al terminar el desfile y todo el revuelo de volver a cambiarnos, las felicitaciones, los saludos pude salir de la zona de camarines y me encontré enseguida con Pedro en un pasillo, que nos estaba esperando.
-Pau –me llamó y luego lo vi.
-Hola –le respondí y me abrazó enseguida, tomándome por sorpresa.
-¡Felicidades! Estuviste hermosa –me dijo e instantáneamente sentí la sangre acumulándose en mis mejillas, generando el rubor. Solo él conseguía que esto suceda con tanta frecuencia. Le devolví el abrazo en agradecimiento a su felicitación.
-Gracias –le dije separándome un poco-. ¿Sacaste algunas fotos? –quise cambiar de tema.
-Sí, un montón les saque. Después te las muestro porque me queda poca batería.
-Dale, no hay problema. ¿La viste a Zai? –le pregunté a la vez que la buscaba a lo largo de todo el pasillo pero a pesar de que estaba lleno de las modelos no lograba verla a ella por ningún lado.
-No. Creí que iba a venir con vos –me dijo encogiéndose de hombros.
-No sé –me quedé pensativa-. Espera acá, que ya la voy a buscar.
Volví a la zona de los camarines y comencé a preguntar por ella pero nadie parecía haberla visto. Hasta que me encontré con Carla, una de las chicas de nuestra agencia y pude obtener una respuesta más concreta. Me dijo que había visto a Zai hablando con Juan cuando terminó el desfile y que escuchó que él la invitaba a tomar algo con él y que se iban juntos. ¡Gua! Creo que mi amiga va a tener mucho que contarme. Estaba muy feliz por ella. Salí de nuevo hacía el pasillo y me encontré con Pedro de nuevo, le comenté lo que me habían dicho y nos encaminamos hacia las habitaciones.
Me despedí de Pepe solo con un gesto de la mano, estaba TAN incómoda en nuestros momentos a solas… En algún momento iba a tener que charlar con él, intentar aclarar que lo de la pasada noche fue más que nada por la borrachera que tenía. Aunque yo sabía muy bien que no solo había sido por eso. Me metí a la ducha para sacarme no solo todo el maquillaje que tenía encima sino también los nervios del desfile y relajarme, al menos por ahora ya que mañana desfilábamos de nuevo a la misma hora.
Una vez salí de la ducha me puse mi pijama y me tiré en mi cama a mirar un poco la televisión hasta que Zaira se dignara a llegar. Le mandé varios mensajes pero solo me respondió uno avisándome de sus planes: “voy a cenar con Juan. Despues te cuento todo. Estoy taaaaaan feliz”.
Y si, ya imaginaba su felicidad, como ya estaba en pijama y estaba tan cansada decidí pedir que trajeran la cena a mi habitación, por suerte el hotel contaba con ese servicio. Mientras comía un poco y miraba una película muy interesante que había encontrado en un canal de cable, sentí como entraba un aire bastante fresquito por la ventana que me hizo tiritar. Me levanté para mirar a través de ella. El cielo se había cubierto de nubes, bastantes oscuras al parecer, y sobre el mar se veía la gran actividad eléctrica que traía la tormenta consigo. Cerré la ventana para que no entrara agua si se largaba a llover y me senté en la cama de nuevo. Fui escuchando como a cada momento el viento soplaba con más fuerza y los relámpagos ya se hacían oír. De repente toda la habitación se iluminó y un fuerte trueno sonó. Pegué un saltó del susto y corrí hacía la ventana para mirar como avanzaba la tormenta. Creo que ya estaba encima de nosotros. Mientras miraba al cielo este se volvió a iluminar y vi como un rayo iluminaba todo y caía sobre algún edificio cercano. Tanto ruido hizo, y tan fuerte fue que las luces de la habitación se apagaron, al parecer se había quedado sin luz el hotel y toda la zona, yo grité al mismo tiempo del susto que me dio. Mi calma ganada con la ducha había quedado en el olvido. No solía tenerle miedo a las tormentas pero esta era muy fuerte y estaba sola, en un lugar que no conocía y a oscuras. Comencé a tantear sobre la mesita para encontrar mi celular e iluminarme un poco, pero no podía encontrarlo, no recordaba exactamente donde lo había dejado y mis nervios crecían. Encima todo estaba totalmente oscuro, solo con los relámpagos se volvía a iluminar un poco el ambiente. De golpe la puerta de la habitación se abrió, y yo volví a ahogar un grito del susto. Enseguida sentí que unos brazos me rodeaban y alguien me hablaba.
-Tranquila Pau, soy yo –pude identificar la voz de Pedro y lo rodeé con mis brazos-. Escuché un grito, ¿fuiste vos? –me dijo mientras sacaba su celular y se alejaba un poco de mi para verme a la cara supongo.
-Sí, me asusté. Perdón –le dije.
-No tenes que pedirme perdón por nada Pau. ¿Estás bien?
-Sí, gracias por venir.
-De nada –volvió a abrazarme y yo también volví a hacerlo.

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Se que estoy subiendo muy distanciados los capitulos pero no sé que me pasa que no me puedo concentrar para escribir.
Espero que este les guste y nos leemos pronto (espero).
Gracias por leerme todavía. Un beso. Buen finde largo y felices pascuas ♥

ESTE CAPITULO VA DEDICADO A MI QUERIDA Y LOCA AMIGA VANESSA!! Te adoro amiga. Sabes que contas siempre conmigo. Muchas fuerzas ♥
Agos ☺

viernes, 4 de abril de 2014

Capitulo 15

-Pau, tranquila -me dijo-. Creo que tomaste mucho…
-¿Y qué? Celosa ya estaba desde antes de empezar a tomar –le admití. Creo que estaba admitiendo demasiado ya. Pero, ¿qué importaba?
-Vení, vamos adentro, así buscamos a las chicas y ellas te acompañan al baño, te lavas la cara, te despabilas –me dijo Pedro mientras se levantaba del banco en el que estábamos sentados y me levantaba a mi también sosteniéndome por el brazo.
-No, no quiero ir adentro. Necesito tomar aire –le dije-. Y no quiero que todos me vean así tampoco. ¿Te quedas conmigo? –le pedí.
-Claro –me dijo y volvió a sentarse a mi lado, medio de frente a mí. Me miraba fijamente a los ojos y yo no podía dejar de mirarlo tampoco. Así estuvimos por un tiempo en silencio, solo mirándonos. Tenerlo tan cerca de nuevo y en mi estado (el alcohol definitivamente me desinhibía, me soltaba) me hacía sentir unas ganas irrefrenables de tener otra vez los labios de él sobre los míos. Estiré mis brazos, lo tomé de la nuca y lo acerqué hacia mí sin titubear.
Esta vez fui yo la que comenzó el beso pero él no puso traba alguna, me abracé más a él porque necesitaba tenerlo más cerca. Pepe intentó frenarme luego de unos segundos y logró hacer que nos separemos, y menos mal porque justo pasaban unas conocidas del club, que también conocían a Martín, pero solo duré un momento alejada de él. Me levanté y lo llevé de la mano hacía la zona donde los árboles estaban más juntos y comencé a besarlo de nuevo. Él, sin dejar de besarme me empujó un poco hacia atrás y luego de dar tres pasos puse sentir mi espalda chocar contra un árbol. Mi respiración de aceleraba al igual que los latidos de mi corazón al sentirlo tan pegado a mí. No podía ni pensar en alejarme, podría estar horas besándolo de esta manera, no quería dejar de recorrer su nuca, espalda y pelo con mis manos. Pero sentí que él se separó, una vez más.
-Pau, para –me dijo en un susurro con sus labios aún sobre los míos.
-No –solo pude decir y volví a acercarlo a mí, pero a penas toque sus labios él dio un paso atrás, alejándose de mí.
-No está bien esto. En serio Pau, estás borracha y mañana vas a estar arrepentida –me dijo y sentí como la bronca tomaba posesión de mi cuerpo. ¿Qué sabe él, eh? ¿Qué sabe si me voy a arrepentir? ¡Tan borracha no estoy! Me incorporé (porque seguía con la espalda apoyada contra el árbol que era mi sostén) pero a penas di un paso sentí como las piernas se me aflojaban. Pedro estuvo a mi lado enseguida para sostenerme.
-Dejame, no estoy borracha.
-Dale Paula. Si ni siquiera podes caminar en línea recta –me retó.
-Bueno, está bien. Llamá a Zai por favor, y a Flor –me senté en el banco resignada.
-Bueno, ya vengo –me dijo y fue hacía el quincho donde estaban todos los demás invitados del cumpleaños bailando. A los pocos minutos pude ver como mis amigas se sentaban una de cada lado.
-Pau, ¿todo bien? –me dijo Zai pasando un brazo sobre mi hombro.
-No, creo que metí la pata –confesé y sentí como una lágrima comenzaba a rodar por mi mejilla.

Si con Pedro habíamos superado los momentos de incomodidad vividos en el campo (y luego de eso), ahora todo había dado marcha atrás. Lo que había pasado anoche, en el cumpleaños de Vane estaba muy borroso en mi mente, pero para mi suerte les conté a las chicas todos los detalles de lo que había pasado con Pedro antes de dormirnos y ellas me lo contaron a mi apenas me desperté, con un terrible dolor de cabeza, por cierto. Nunca más vuelvo a tomar de esa manera…
Ahora no podía ni imaginarme cómo demonios iba a hacer para mirarlo a la cara cuando bajara a desayunar. Porque si o si iba a tener que enfrentarlo, ya que como habíamos arreglado de ante mano, Flor y yo nos quedamos a dormir en la casa de los Nara después de la fiesta.
Ahora estábamos las tres en la cocina preparando unos sanguchitos de fiambre para desayunar y almorzar a la vez porque ya eran las dos de la tarde. Los papás de mi amiga trabajaban, así que no estaban en la casa y según nos había dicho Zai, Pedro se estaba bañando y luego se uniría a nosotras. Mejor que se tomara su tiempo así me daba más a mí para conseguir esconder mi vergüenza.
Con mi sanguche ya listo me senté en el sillón del living y encendí el televisor para ver algo mientras esperaba a las chicas, muy concentrada estaba viendo el tráiler de una película que anunciaban para la semana que viene cuando sentí que alguien saltaba por el respaldo del sillón y aterrizaba a mi lado.
-¡Pedro! ¡Me asustaste! –le grité a penas lo vi.
-Perdón –me dijo riendo y entonces al sentir el cosquilleo en mí panza solo por tenerlo conmigo, a solas, sonriéndome, y después de lo que pasó anoche; me olvide completamente del susto y volvió a apoderarse de mí la vergüenza. Rápidamente noté como mi rostro enrojecía y miré hacia otro lado, rogando que Pepe no notara mi rubor. Él parecía estar de lo más bien… ¿Habría estado borracho también y ahora ni siquiera recordaba lo sucedido? Tal vez.
Las chicas llegaron enseguida y se ubicaron en los sillones de un cuerpo que estaban uno a cada lado del sillón más grande, donde estábamos Pedro y yo. Ellas siguieron charlando de algún tema del que ya venían hablando desde la cocina, pero no pude identificar cuál era, debido a lo abrumada que estaba con la sola presencia de Pedro a mi lado, que encima parecía no recordar nada de lo ocurrido anoche. ¿Las chicas me habrían inventado la historia? No lo creo. Además ciertas imágenes quedaban en mi mente: el momento en que me había chocado la espalda contra un árbol y Pedro se había pegado a mí, mis brazos alrededor de él… Traer esos recuerdos a mi mente me revolvió el estomago de nervios y ya no pude terminar mi almuerzo, dejé mi sanguche en el plato y solo bebí un poco de agua. De repente, mientras seguía vagando por mis pensamientos sin prestar atención a nada más, sentí una mano que se apoyaba en mi rodilla que me trajo de nuevo a tierra. Pedro era el que me tocaba la pierna y las tres personas que había en esa habitación me miraban expectantes, como esperando una respuesta, ¿me hablaron y no escuché?
-¿Qué? –les pregunté y rieron todos a la vez.
-¿Seguís borracha, Paula? –me preguntó Pedro y siguió riendo con las chicas. Le saqué su mano de mi rodilla y me crucé de brazos, enojada porque estaban burlándose de mí. Al menos de esta forma pude comprobar que Pedro sí recordaba mi borrachera de anoche y todo lo sucedido seguro que también, pero al parecer había decidido ignorarlo.
-¡Ey! –Me quejé- solo estaba distraída. ¿Qué decían?
-Yo te preguntaba si te sentías mejor o querías algo para el dolor de cabeza que tenías cuando te levantaste –me dijo Zai.
-Ah, no. Estoy mejor. Gracias –le dije y terminé de vaciar mi vaso. El sanguche ya había decidido abandonarlo. Definitivamente.
Junté las cosas que habían quedado en la mesita y me puse a lavarlas mientras los chicos seguían charlando en el living. Cuando terminé de secar y guardar todo volví con mis amigos y pude escuchar una frase que decía Pedro, que no llegué a entender del todo bien: “yo las llevo. No se preocupen, total ya tengo auto y registro”
-¿Vamos a ir de paseo? –les pregunté metiéndome en la conversación y me senté de nuevo en mi lugar.
-Se podría decir que si –me dijo Zai pero yo seguía sin entender bien.
-¿Ahora? ¿A dónde? Así llamo a mis papás y les aviso porque… -quería terminar de explicarme pero Zaira me hizo un gesto para que me detuviera.
-Ahora no, hoy tampoco. Mañana a la noche tenes que estar para el desfile en Mar del Plata, ¿te acordas?
-Sí, pero… -otra vez me volvieron a interrumpir.
-Mis papás nos iban a llevar –se explicó Zai- pero no pueden, Wanda nos contó que está embarazada y organizaron un asado para contárselo al resto de la familia, este sábado, así que por lo menos ellos se tienen que quedar…
-¡Qué hermosa noticia! ¿Por qué no me dijiste? –le dije, llena de alegría, la verdad es que no podía dejar de sonreír, sabía que Wan era de las mías que quería su familia feliz.
-Es que recién me llamó mamá, estaba con Wan, me contaron entre las dos, casi a los gritos. ¡Imaginate la emoción de mi vieja!
-Ya me imagino. ¡Ay! Después le voy a mandar un mensaje para felicitarla, a ambas. Y ¡felicidades tía! – le dije y corrí a abrazarla.
-Gracias –me dijo Zai entre risas, amaba ver a mi amiga con esa sonrisa imborrable.
-Y entonces a Mardel… -comencé a decir.
-Las llevó yo –concluyó Pepe mi frase.
-Ah, buenísimo. Así no nos perdemos el desfile. ¡Gracias! –le dije con honestidad.
-Nada que agradecer.
-¿Y vos Flor? ¿Venis con nosotros? –le pregunté.
-Me encantaría amiga. Pero acabo de volver de las vacaciones y si les pido más plata a mis papás me desalojan de casa –me respondió riendo.
-Sí, es verdad.
-Será un viaje de a tres. ¡La vamos a pasar muy bien! –comentó entusiasmada y me abrazó mas fuerte ya que seguía encima de ella.
Viaje de a tres… Viaje con Pedro que me tenía confundidísima, que me hacía sentir cosas que no debería sentir siendo que estaba de novia, y con Zaira, mi mejor amiga, su prima, que estaba totalmente empecinada en que podíamos hacer una buena pareja.
No sé qué tan bien podría pasarla yo. ¡Miedo total! Mañana lo averiguaría.

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No es el capítulo más largo ni el mejor que escribí pero algo es algo. PERDÓN por mi demora. No puedo ponerles de excusa ni el estudio, ni problemas "x"... Solo me pasó que estaba totalmente trabada, no sabía cómo expresar, desarrollar las ideas que tengo para la novela. Jajaja. Cosas que pasan. Bloqueos. Pero bueno, acá les dejo un poco más de historia y pronto les traeré más (seguro que antes del viernes que viene, no se preocupen). Se viene un LINDO viajecito.
Para mi que Pau, que piensa que la va a pasar mal, va a ser la que mejor lo pase ;) ¿ustedes que creen?
Espero comentarios de ustedes, que, crean o no me inspiran y ayudan a ponerle más ganas.

Besos y que tengan un gran fin de semana. Nos leemos pronto!! ♥

Agos ☺