lunes, 27 de enero de 2014

Capitulo 6

Durante el fin de semana nuestros paseos fueron medios aburridos. Pasamos por dos museos que habían abierto al rededor de dos años atrás. Ni Zai ni yo los conocíamos a pesar de que estaban en nuestra ciudad así que no nos pareció mala idea visitarlos, aprender algo sobre el lugar en el que vivimos y también enseñarle a Pedro esas cosas... Pero a decir verdad no mostraban cosas muy interesantes, para colmo estaban uno en cada punta de la ciudad, lejanos entre sí por lo que también pasamos mucho tiempo viajando y con mucho calor. Solo a nosotras se nos ocurre ir a un museo en verano ¡que aburrimiento!
Así que el sábado no fue un paseo para recordar por años y años, igualmente es obvio que nosotros tratamos de ponerle la mejor onda y fuimos haciendo chistes y bromas hasta los guías de los museos nos pedían silencio. Al medio día, entre la visita de un museo y otro, paramos en una plaza para comer algo. Compramos fiambre, pan y una botella de agua bien fría en un almacén y nos sentamos en el suelo, bajo la sombra de un árbol, sobre una lona que Zai había llevado (siempre tan precavida). El lugar estaba bastante concurrido, ya sea por gente que trabajaba por la zona y salía a almorzar aprovechando el paisaje verde de la plaza, tanto como de chicos que al estar de vacaciones se la pasaban jugando en las hamacas, toboganes y demás juegos. Una vez que terminamos de comer seguimos charlando sentados a la sombra, riendo. En un momento Zai nos dijo "ahora vengo" y se fue a hacia un grupo de chicas que creo que yo nunca había visto. Mientras Zai saludaba a sus conocidos, a quienes parecía que hacía mucho tiempo que no veía por la efusividad de sus abrazos, le propuse a Pedro jugar a las cartas un ratito, ya que también teníamos que hacer tiempo hasta la hora en que abría el segundo museo que visitaríamos ese día, y yo siempre que salía con amigos llevaba mi mazo de cartas en el bolso.
Me aclaré la garganta para llamar su atención y al instante, desde la otra punta de la lona donde estábamos sentados, me devolvió la mirada, así que le pregunte:
-¿Te acordás como se juega al truco, no? -Era mi juego favorito de cartas.
-Em, más o menos, allá jugaba con mi familia pero muy de vez en cuando y con mis amigos nunca -me dijo a la vez que me sacaba el mazo de cartas de las manos y las pasaba entre sus dedos una a una tratando de recordar-. Ayudame a hacer memoria. ¿Esta era la que le ganaba a todas, no? -me pregunto mostrándome el uno de espadas.
-¡Correcto! -le dije imitando el tono de voz de una diva conductora del país y reímos.
Se puso de rodillas y se acercó un poco más a mí apoyando su espalda en el mismo árbol en el que estaba apoyada yo. Dejó el mazo de cartas en mi rodilla y cuando lo hizo sus dedos se detuvieron en mi piel, rozándola, por unos segundos, no sé si intencionalmente o sin querer pero esa acción generó que algo parecido a la electricidad, como un cosquilleo me quedó en la zona de la pierna donde sus dedos se habían demorado. Lo mire a los ojos para ver qué pasaba por su mente pero ahora estaba concentrado en acomodar bien la lona en la que estábamos sentados. Sacudí la cabeza para aclararme las ideas y volver a la realidad. ¿Qué te pasa Paula? Pensé. Y me repetí internamente: "Tenes novio, tenes novio, tenes novio. Lo amas y lo extrañas."
-¿Me vas a explicar o no? -me dijo Pedro sin perder la sonrisa y logró que vuelva a la realidad. Creo.
-Sí. - contesté y sin agregar mucho más me puse a recordarle todas las reglas del juego.
"Tengo novio, tengo novio, tengo novio." Me repetí, una vez más. Por las dudas, y porque Pedro estaba muy cerca de mí para escucharme mientras le explicaba el juego y esa cercanía hacía que mi corazón se acelerara.
Una vez que Pedro recordó cómo jugar, comenzamos una partida a 30 puntos. Lo cierto es que no parecía haberse olvidado demasiado de la forma de jugar. ¡Me estaba ganando por afano!
-¡Vos me mentiste a mi! -me quejé. Justo con el tema de los juegos no se jode conmigo. Soy MUY competitiva.
-Te juro que no. Es que sos muy buena maestra -me dijo haciéndose el canchero y dedicándome una sonrisa. "Que linda sonrisa. ¡Basta Paula!"
Terminamos esa partida, en la que él me gano y por supuesto que le pedí la revancha, total Zaira seguía charlando con sus conocidos. Seguimos jugando hasta que Zaira volvió con nosotros y yo ya estaba totalmente enojada porque ¡no podía lograr ganarle a Pedro!
-Esto no va a quedar así -le advertí-. Tengo un mal día pero ya me voy a tomar mi revancha.
-Bueno hija, como vos quieras -me respondió riendo. ¡Encima tenía la caradures de cargarme! Ah bueno. No le respondí más porque si no terminábamos mal.
 Charlamos un rato más entre los tres y nos pusimos a levantar "campamento" para dirigirnos al segundo museo.

El domingo sí que fue aburrido de verdad. Al menos para mí. Los chicos la pasaron bien ya que varios familiares de Zai y Pepe habían organizado un asado de bienvenida para Pedro en el campo que pertenecía a los padres de mi amiga. Zai me había invitado pero me pareció que por más que seamos como hermanas esta salida correspondía solo a sus familiares de sangre, no quería quedar como una metida. Así que me quede en casa, nadando en la pileta y jugando con mis hermanos.
El lunes amaneció lluvioso, a penas abrí los ojos pude ver a través de la ventana que el cielo estaba de un tono gris muy oscuro y solo se iluminaba con la luz de los relámpagos cada dos minutos. Ya el clima me hizo sentir que no iba a ser un día muy positivo. Me levanté, me cambie y baje a la cocina con el celular en la mano para mandarle un mensaje a mi novio y otro a Zai para cambiar los planes que teníamos para ese día, porque al club, como teníamos pensado, no íbamos a poder ir.
En cuanto me senté en la barra con mi vaso de leche y tostadas, encontré una nota con la letra de mi mamá que decía: "Pau, quedate en casa hoy. Delfi estuvo toda la noche descompuesta y ahora tiene fiebre. Cuidala, por favor. Besos. Mamá."
Subí a la habitación de Delfi mientras le escribía el mensaje a Martín y por suerte me respondió enseguida. Lo extrañaba muchísimo, extrañaba sus abrazos, sus besos, charlar con él, pero sinceramente, las salidas que programábamos con Zai y Pedro cada día, me distraían bastante y lo estaba llevando mejor de lo que pensaba. A demás era inevitable la diversión con estos dos primos. Con Zai ya sabía que siempre la pasaba bien, pero Pedro poco a poco se soltaba más y podíamos hacer bromas juntos, sobre todo bromas a su prima. ¡Pobre Zai, la teníamos de punto!
-¿Cómo estas princesa? -le pregunté a mi hermana que estaba metida en su cama mirando televisión mientras me sentaba a su lado.
-¡Paula! Ya no tengo 7 años -me respondió quejándose y tosiendo a la vez.
-Ah, no es joda. ¡Te re enfermaste Del! -Le dije pasándole una mano por la frente. Todavía tenía la temperatura alta- ¿te traigo el desayuno?
-Si, porfa -me pidió y enseguida baje a la cocina para prepararle algo en una bandeja.
Ese día me lo pase con ella, cuidándola, mimándola un poco. Se lo merece mi pequeña.
Al otro día, por suerte Delfi ya estaba mejor y además mamá volvía de trabajar temprano por lo que podría organizar alguna salida con mis amigos. Solo tenía que encargarme de llevarle a su habitación el almuerzo. Mientras vigilaba que el arroz no se me quemara (era tan desastrosa en la cocina que era probable que algún incidente así ocurriera) pensaba en cuanto había extrañado estos días los paseos con Zai y Pedro que ya se me habían hecho costumbre. Y hablando de extrañar, mi novio me dijo que se iba a conectar un rato al medio día así que en cuanto el arroz que estaba vigilando estuvo listo lo puse en una fuente para que se enfriara y me conecte al facebook desde la notebook que tenía apoyada en la barra de la cocina.
No había aún rastros de Martin por el chat pero Zaira me hablo a penas me conecte para preguntarme si hacíamos algún plan para hoy, al menos bajo techo ya que la lluvia seguía y parecía no querer parar hasta dentro de unos días (así lo anunciaban también los hombres del pronóstico del tiempo de la televisión). Como buena fanática de ver películas les propuse ir al cine, pero al no tener registro de conducir ninguna de las dos y tampoco Pedro, quien a pesar de saber manejar no había tenido tiempo para hacerse uno desde que llegó al país; y por no querer ir en algún transporte público que seguramente irían muy cargados con un día como hoy, descartamos esa idea con rapidez.
Zai: Que te parece si venis a casa, comemos unas pizzas y vemos alguna película acá esta noche? Te podes quedar a dormir también. Mis papás se van a pasar la noche al campo porque con la tormenta ésta, que no quiere parar, parece que se cayó un árbol cerca de la casa y quieren ver que no se haya roto nada importante.
Esa idea me gustó por lo que enseguida nos pusimos a organizarla. Después de arreglar algunos detalles más se despidió de mí ya que Pedro quería conectarse él para conversar con su padre.
Vi que Pedro aparecía entre los conectados, lo había agregado al facebook hace unos días en la casa de Zai cuando estábamos paveando con la computadora, y a los pocos segundos vi que se conectaba Martín. ¡Al fin!
Converse un rato con mi novio hasta que Delfi me pidió su comida a los gritos. ¡Me había olvidado completamente! Le lleve todo en una bandeja rápidamente y volví a conversar con Martín.
Cuando mamá llegó de trabajar, a eso de las cuatro de la tarde me puse mi piloto de lluvia, agarré el paraguas, el bolsito que me había preparado y salí de mi casa en camino a la de Zai.
Llegué y me recibió Nora quien me dijo que Zai estaba en el quincho acomodando el sillón para la peli.
-Pasa, ya sabes el camino -me dijo sonriendo-. Con Andrés, en un ratito nos vamos. No hagan lío, eh.
-Sabes que no, Norita -le dije riendo. Era como mi segunda madre.
Me dirigí hacía el quincho que se encontraba al fondo del patio, corriendo para mojarme lo menos posible con la lluvia. El lugar se encontraba pegado a la pared del vecino del fondo y la pared que daba hacia el jardín de mi amiga era toda de vidrio, igualmente había cortinas para cerrarlo un poco, por ejemplo para las veces que habíamos ido con compañeras de la escuela a celebrar las famosas pijamadas. Entré y me encontré con Zai que estaba tratando de correr el sillón para que quedara bien enfrentado a la televisión, la ayude con eso y ambas nos sentamos, diría que casi nos tiramos en el sillón y nos pusimos a mirar la tormenta a través del ventanal.
-¿Todo bien? -le pregunté mientras observaba que los relámpagos volvían a hacerse notar en el cielo. Cada vez que parecía que la tormenta iba a terminar comenzaba de nuevo.
-Bien. Aunque cansada de tanta lluvia. ¿Vos? -me respondió.
-Sí, la verdad. Todo bien también... ¿Pedro?
-Estaba terminando de bañarse. Ahora venía.
-Y se va a bañar de nuevo cuando venga para acá -comenté riendo y señalando la lluvia.
-Sí, la verdad -me dijo y rió- mirá, ahí viene.
Miré por la ventana y lo vi cruzar el patio corriendo, como lo había hecho yo minutos antes. Entró al quincho y luego de pasarse las manos por los pelos mojados, imagino que en un intento de secarlos un poco, me saludo.
-¡Hola Pau! ¿Todo bien? -me dijo y sonrió ampliamente. Hasta empapado le quedaba linda la sonrisa. Se acercó y me dio un beso en la mejilla. Nunca, hasta ahora, me había saludado así... Bueno, no es nada raro, ¿no? Todos se saludan con besos en la mejilla en este país. "¡Nada raro Paula! Me aclaré y me concentré en contestarle.
-Bien, todo bien -le dije y Zai se levantó para alcanzarle la toalla de manos que había en el baño.
-¿Qué hacían? -Nos preguntó. Y le conté que yo había llegado hace minutos y solo habíamos acomodado el sillón. Él nos aviso que Nora y Andrés ya habían ido, dejándonos saludos. Los tres nos sentamos a conversar en el sillón, hasta que sonó mi teléfono. ¡Martín! ¡Hoy no había hablado con él! ¿Cómo se me pasó? Ni un mensaje le había mandado. Me disculpe con los chicos y me aparte un poco para contestar la llamada.
-Hola gordo -dije al acercarme el celular al oído.
-Hola amor, ¿cómo andas? -me dijo.
-bien, ¿y vos?
-Todo bien. Te llame porque me pareció raro que al encontrar un poco de señal no me entrara un mensajito tuyo, y ya que estaba aproveche para llamarte -me dijo y me hizo sentir un poco culpable.
Conversamos por un rato, me contó lo que había estado haciendo durante esos días en la playa, algunas excursiones que habían aprovechado, lugares nuevos que habían conocido, etcétera. Y yo no podía evitar la culpa que me daba no haberlo llamado o haberle enviado un mensaje antes, aunque el no me lo recriminó durante la conversación. Sabia que Pedro y Zaira habían logrado distraerme al punto de olvidarme (aunque sea en los momentos que pasaba con ellos) de todo lo que extrañaba a Martín, pero no creía que me iban a llegar a distraer hasta el punto de estar un día entero sin pensar en comunicarme con él... Solo había pensado en hacer planes con ellos, en ver a Zaira. En ver a Pedro.

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Que tengan todos muy linda semana ♥☺ 
Nos volvemos a encontrar el lunes que viene por aca... O ya saben que me encuentran en @AgosPulvirenti o @VerteReirPyP :)

Espero sus comentarios del capitulo o de la novela!!! Gracias. 

Si no leyeron mi anterior novela les dejo el link para que pasen y vean (? Jajaja ---> http://vuelterospyp.blogspot.com

Besooooos ♥♥

Agos☺


lunes, 20 de enero de 2014

Capitulo 5.

Supuse que era Zai quien había llegado, pero estaba equivocada. Del otro lado de la puerta se encontraba Flor. ¿Dónde se habría metido esta chica? Ya lo iba a averiguar, por el momento hice pasar a Flor. Antes de que podamos dar cinco pasos hacia el patio alguien golpeo la puerta y toco el timbre a la vez. Ahora sí que se trataba de Zai y llegaba bastante agitada.
-Corrí desde la esquina para alcanzar a Flor -nos dijo y le dimos un vaso de agua cuando pasamos por la cocina para que recuperara su aliento. Las tres juntas volvimos al patio donde estaba Pedro sentado en el mismo sitio donde lo había dejado, con Luca apoyado en su pierna y él acariciándolo.
-¡Luca! No seas pesado -reté a mi perro, capaz a Pedro le molestaba pero como siguió acariciándolo Luca ni se movió.
-No te preocupes Pau, no me molesta. Me encantan los animales -me dijo y tras dedicarle una sonrisa invite a las chicas a sentarse.
-No puedo ser más olvidadiza porque no me alcanzan las horas del día -comentó Zai- ¡Por suerte el panadero me conoce y me las guardo en la caja registradora!
-¡Qué suerte! -Agregó Flor -Y qué bueno que trajeron facturas -dijo riendo mientras saludaba a Pedro y se sentaba a su lado.
Pasamos una linda tarde charlando y riendo sobre todo nosotras tres. Pedro seguía bastante tímido pero descubrimos que era buen cebador de mates y supe que se sentía cómodo en ese rol porque él mismo se ofreció a cebar, así que lo aprovechamos.
-¿En España conseguían yerba Pepe? -le preguntó su prima.
-Sí. Era difícil y a veces el precio aumentaba mucho, pero siempre tratábamos de tener nuestra reserva porque a todos en casa nos gusta mucho tomar mate.
-y si, es tan lindo disfrutar de unos mates con familia, con amigos, o a veces solo también, ¿no? -comenté yo.
-Sí, eso es verdad. Igual a mis amigos de allá mucho no les gustaban -nos dijo.
-Me imagino -dijo Flor-. Sobre todo lo de tomar todos de la misma bombilla, ¿no?
-Sí, eso es lo que menos les convence -dijo y sonrió.
También disfrutamos de la pileta y comimos las facturas. Flor nos contó de todos los planes que tenia armados junto con sus primos para los días que pasarían en la playa, y con Zai organizamos algunas salidas con Pedro para que conozca las cosas nuevas de la ciudad, cosas que habían construido o abierto después de su última visita al país. Nosotras íbamos a ser las encargadas de ser sus guías turísticas, ya que Zai me lo había propuesto y yo no encontraba ningún problema. Así pasaría unas vacaciones entretenidas paseando por varios lugares.
El viernes nos levantamos temprano y fuimos a la terminal de ómnibus para despedir a Flor. Su micro salía a las 9 de la mañana así que aprovechando el pronóstico de buen tiempo para ese día y que íbamos a estar despiertos desde temprano, organizamos con Zai y Pedro para ir a la terminal ya preparados y el resto del día dedicarnos pasear y recorrer la ciudad, es decir, fuimos con la vestimenta adecuada para caminar mucho durante todo el día.
En cuanto el micro de Flor partió, Zai, Pedro y yo nos dirigimos a la parada de colectivos que se encontraba a una cuadra de la terminal y tomamos el B1 que nos llevaba hacia la costanera de nuestra ciudad.
Hace unos pocos años que habían terminado de reconstruirla y había quedado muy hermosa. El río era bastante ancho pero aun así se podía ver la otra orilla desde nuestro lado los días en que la visibilidad era buena, se podía navegar en él: ofrecían paseos en lanchas,  botes, también catamaranes hasta una isla no muy grande que estaba justo en el medio y en ella se podía disfrutar de una caminata por un sendero para estar en contacto con la naturaleza pero también de una pequeña confitería muy bonita. El agua dividía nuestra ciudad de la ciudad vecina y a lo largo de toda la costanera podíamos encontrar diversos negocios: desde bares, restaurantes, hasta librerías, disquerías, negocios de ropa, entre otras cosas. Era una calle llena de comercios y era muy lindo pasear por allí para aprovechar la hermosa vista del río y también para mirar vidrieras o hacer alguna compra.
-Y bueno... ¿Qué hacemos primero? -preguntó Zai que estaba deseosa por mirar todas las vidrieras. Yo también lo deseaba pero pensé en Pedro: no creo que él nos soporte hablando de ropa desde tan temprano.
-¿y si primero vamos en un catamarán hasta la isla y recorremos por allá? Así, de pasada almorzamos algo en la confitería- propuse.
-¿Y las vidrieras a la tarde? - preguntó mi amiga y me reí... La conocía tanto.
-Como prefiera Pepe sino... Dejemos elegir al invitado -dije mirándolo y sonriéndole.
-Decidan ustedes que conocen mejor todo. Yo no tengo problema. Demasiado que dejan de lado otros planes para pasar tiempo conmigo -nos respondió. Note que se sentía otra vez medio incómodo, esta vez hasta parecía sentirse culpable... ¡Pero no entiendo por qué! Si nosotras empezamos a planear los paseos, nadie nos obligó a nada. Me molestaba un poco que sea tan... Tan... No sé si la palabra es "tímido", pero me molesta notar que todo el tiempo se sentía como fuera de lugar, cuando nosotras eramos las que lo incluimos en los planes para demostrarle que su presencia y compañía nos agrada. Bah, yo intento demostrarle que me caía bien, o que quiero conocerlo más. A su prima, obviamente, no le va a molestar estar en su compañía.
-No suspendimos ningún plan Pedro -le dije con franqueza -además nosotras te propusimos ser tus guías turísticas. Si no teníamos ganas ni te ofrecíamos.
-Si Pepe, Pau tiene razón. No nos molesta para nada -Agregó Zai.
-Bueno, gracias chicas -nos respondió Pedro y antes de seguir caminando agregó algo más, mirándome a mí y sonriendo-. Y podes decirme Pepe. Ya te dije.
-Bueno -le respondí y me quede un poco más tranquila. Parecía que finalmente estaba aceptando, aunque sea un poquito, que puede haber confianza entre nosotros-. Vamos que ahí está por salir un catamarán.
Caminamos los tres juntos hacia la zona donde atracaban los barcos, allí también estaban los puestitos donde te vendían los boletos para viajar. Zai se acercó, compró 3 y rápidamente nos subimos a uno de los catamaranes que ya partía.
-No recordaba que estos barcos se movieran tanto -dijo Pedro agarrado con fuerza del borde del catamarán una vez que comenzó el viaje.
-¡Primo! ¿Estás muy mareado? -se preocupó Zai.
-Sí, un poco -admitió y bajó más la cabeza.
-Creo que si miras el agua es peor. Vení, sentate por acá -le dije y luego le pase un brazo por los hombros para sostenerlo, para ayudarlo. Se quedó mirándome... Pensativo, como si estuviera deliberando entre dejar que lo ayude o no. Finalmente accedió y junto con Zai lo acercamos a uno de los asientos libres.
-Gracias -nos dijo. Zai se rió y se mordió el labio inferior. Pobre Pedro, yo lo entendía, al principio también me re mareaba pero como a Martín le gustaban estos paseos me había tenido que ir acostumbrando.
-De nada -le respondí y justo en ese instante mi celular comenzó a sonar. Miré la pantalla y leí "Nuevo mensaje de 'Amor'", instantáneamente una sonrisa se apoderó de mi rostro.
-Es Martín, ¿no? -me preguntó mi amiga y asentí. Me senté al lado de Pedro y me dediqué a leer el mensaje de mi novio... ¡Cuánto extraño sus besos! Esto de un mensajito o dos por día me está volviendo loca.
"Hola hermosa. Cómo va todo? Acá todo lindo por suerte, portándome bien como te prometí. Jaja!  Esta noche vamos a un resto-bar con wi-fi, estate atenta a mi mensaje así nos conectamos. Te amo. Besos." Decía el mensaje.
No pude contener un suspiro al terminar de leerlo y Zai se rió de mí revoleando sus ojos. Yo me encogí de hombros restándole importancia a su burla y me concentre en responderle a Martín.
Odiaba tenerlo tan lejos pero más odiaba que se haya ido a esa zona de Brasil, tan alejado de todo, ¡tan alejado de la tecnología! Sí que era un lugar paradisiaco, eh.
Por suerte, al parecer, esa noche irían a un lugar un poco más civilizado, no puedo esperar más para hablar largo y tendido con él.
Tanto me distraje respondiendo el mensaje y pensando lo que le diría esta noche, que solo cuando Pedro me toco el hombro para avisarme que habíamos atracado volví a la realidad.
Una fila ya se había formado para descender del barquito, todos bajábamos aquí ya que la embarcación esta solo iba y venía de donde habíamos partido hasta esta isla; con los chicos nos formamos detrás de una pareja de ancianos y esperamos nuestro turno para bajar. Al pisar tierra el color comenzó a volver poco a poco a la cara de Pedro.
-¿Estás bien? -quise saber.
-Mejor que hace un rato. Espero que a la vuelta no me haga tan mal el movimiento ese -comentó riendo un poco.- ¿no se puede volver nadando, no?
Negué con la cabeza y me uní a sus risas. Por momentos era tan callado y por otros tan simpático, chistoso, que me desconcertaba; no lograba terminar de conocerlo a pesar de que ya hacía casi una semana que compartíamos muchos momentos cada día. Tal vez ahora que solo estábamos él, Zai y yo terminaba de entenderlo. No es que Flor interfiriera o molestara, ni nada por el estilo pero ahora si o si lo incluíamos en todas las conversaciones y, tal vez, al ser menos se soltaba más.
En la isla aún había poca gente así que aprovechamos para caminar recorriendo los senderos que habían abierto para que los visitantes pudieran pasear. Miramos las hermosas aves que se acercaban totalmente confiadas a nosotros, era algo muy lindo de apreciar, siempre que caminabas por aquí podías ver la confianza que tenían los pájaros, se notaba que en este lugar nadie las había maltratado. Era como una "ley" que en este lugar había que protegerlas y cuidar su hábitat.
-¡Qué lindo lugar! Valió la pena el mareo -dijo Pedro bromeando sobre su descompostura de hace un rato mientras Zai se quedaba atrás atándose sus cordones y yo me reí.- y que linda es tu risa también.
Comentario inesperado si los hay. ¡Creo que me puse bordó! ¡Reaccioná Paula! Llamando a tierra. Atiné a sonreír y le murmuré un "gracias" pero detuve mi paso para esperar a Zai que ya había quedado bastante lejos y estaba demorándose mucho, además porque no sabía qué hacer, ni que más decir o comentar frente a los que me había dicho Pedro. Tal vez era solo un cumplido o él solía hacer esos comentarios a sus amigas, pero como buena exagerada que soy me puso nerviosa. Estuvimos unos minutos en silencio y quietos, sin mirarnos siquiera pero antes de que Zai llegara a nuestro lado otra vez, Pedro se acercó un poco más a mí y me dijo:
-Perdón si te incomodé Pau, no era mi intención. Solamente me dejé llevar por mi sinceridad -ahora el estaba ruborizado cuando lo mire a los ojos.
-No pasa nada, todo bien -le resté importancia al asunto y nos quedamos otra vez callados porque Zai ya estaba a una distancia en la que podría oírnos. Y no sé por qué pero prefería dejar a mi mejor amiga fuera de esta charla.
-¿Qué pasa? ¿Por qué se callan? -Nos preguntó. A ella sí que no se le escapa nada-. Me estaban sacando el cuero seguramente -agregó haciéndose la ofendida.
-Sí, no sabes cómo te criticaba esta chica que se hace llamar tu mejor amiga -dijo Pedro marcando las comillas con sus dedos en la frase "tu mejor amiga"-. Yo que vos tendría cuidado.
Mordí mi labio inferior y me crucé de brazos. Ahora yo me hacía la ofendida.
-Ya no se puede confiar en nadie hoy en día, eh -Comenté. Me encantaba poder cargar a Zai con la complicidad de Pedro. Esa era una de las cosas que más me gustaban de poder pasar tiempo con ellos. ¡Pobre morocha! La íbamos a volver loca.
-Ah, ¡o sea que era verdad que me criticaban! -dijo Zai de una manera muy exagerada. Tan exagerada que Pedro y yo nos miramos y estallamos en risas.
-¡Te queremos Zai! No podríamos criticarte a tus espaldas -le dijo Pedro a ella y me guiñó un ojo a mi cuando mi amiga se dio vuelta sonriendo para seguir caminando. El calor llegó de nuevo a mis mejillas pero sacudí mi cabeza para despejar mi mente. No creo que Pedro tenga ninguna intención más allá de la amistad para conmigo. No, no y no. Que me haya guiñado un ojo y me haya dicho que tenía hermosa sonrisa no era más que sus ganas de afianzar la reciente amistad ¡Obvio que solo eso! Si sabe que estoy de novia. Y yo lo sé.
Al final del recorrido por el sendero nos encontramos con la confitería, lugar donde almorzamos disfrutando de la hermosa vista del río que teníamos desde la ventana del lugar. Podíamos ver algunos patitos nadando y varias gaviotas sobrevolando el agua en busca de alguna presa, seguramente.
A penas terminamos de comer Zai propuso volver a la costa para recorrer los comercios, tiendas de ropa sobre todo, pero pude ver como Pedro se ponía pálido de solo mencionar la embarcación, miró a su prima y luego a mí para ver si nos compadecíamos de él por un rato más. Yo sabía que viajar en el agua tan movida (hoy el río estaba bastante picado) no era nada agradable con el estomago recién lleno así que intenté hacer cambiar de opinión a mi amiga.
-¿y si nos quedamos un ratito más por acá? Podemos ir un rato al mirador, que hoy lo pasamos de largo cuando caminábamos -propuse.
-¡Ay si! ¡Amo la vista que hay desde ahí! -respondió la morocha entusiasmada y Pedro me dirigió una mirada de agradecimiento.
No sé por qué pero esto nos pasaba desde hace días. Teníamos una conexión, por así decirlo, rara a pesar de lo poco que nos conocíamos no era la primer "charla de miradas" que teníamos. Me encogí de hombros y dejé de pensar en ello para seguir a mi amiga que ya se había puesto en marcha hacia el mirador tomando a su primo por el brazo para arrastrarlo junto a ella.
Pasamos bastante rato en el mirador, aprovechamos que se veía gran parte de la ciudad desde aquí para indicarle a Pedro desde la lejanía las cosas interesantes que podríamos ver durante los próximos días. Les tome fotos a ellos dos juntos para que Pedro le enviara a su padre y hermano, luego él nos tomo algunas fotos a Zai y a mí, y finalmente un visitante que se ofreció para tomarnos una a todos. Nos retrató en nuestra primera salida y nuestra primera foto los tres juntos.

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MUY buena semana para todos!! Sonrían y sean felices. Vivan el hoy. Siéntanse vivos!!! ♥

"Te sentís vivo no cuando la vida pasa, sino cuando vos pasás por la vida, cuando perdés el miedo a morir y a vivir. Te sentís vivo cuando sabés que cada momento es único, irrepetible, cuando sabés que nada empezó con vos y nada terminará con vos."
Agos ☺

lunes, 13 de enero de 2014

Capitulo 4

-¡Perdón! -Me disculpé en seguida-. Iba muy distraída.
-No pasa nada -me dijo con una sonrisa tímida en los labios y bajó la mirada. Yo me quedé tildada mirándolo, llevaba unas bermudas de jean zapatillas blancas y una camisa a cuadritos, tipo leñador. En cuanto me di cuenta de quién era la persona que tenía frente a mí, reaccioné volví a hablar.
-Vos sos Pedro, ¿no?
-Sí -me dijo y luego me preguntó- ¿y vos quién sos? -Claro. Que tonta soy. Él ni me conocía y yo seguía sin presentarme.
-Yo soy una amiga de Zai... -comencé a explicarle.
-Mi mejor amiga -escuche la voz de la morocha y sentí como si una burbuja se rompiera, volviendo a la realidad ¿en que momento apareció en el pasillo?-. ¡Hola primo! -lo saludo ella muy efusiva y le dio un abrazo el cual él respondió al instante.
-¿Cómo andas cachorra? -le dijo Pedro ahora con una sonrisa reluciente, con la ternura de un hermano mayor y me reí un poco por el apodo que le había puesto a mi mejor amiga.
-¡Ey! Ya te dije que no me digas más así, ya no se nota tanto la diferencia de edad nene -le reprochó riendo y dándole un suave golpe en el hombro-. ¿Recién llegas?
-Sí, estaba subiendo la mochila, lo último que me quedaba en el auto, y me choque con... -dijo y se quedó mirándome sin concluir la oración, esperando que le diga mi nombre. No se le había dicho aún. No puedo estar tan distraída hoy...
-Paula -le dije y me sonrió.
-Ah -Zai nos miró sonriendo y cambió de tema-. ¿Mi papá? -le preguntó y se quedaron hablando un rato más en el pasillo. Yo volví hacia la habitación para dejarlos conversar tranquilos, no quería molestarlos ya que hacia tanto que no se veían que seguro charlarían bastante.
Me estaba por vestir para bajar a desayunar cuando Zaira volvió a entrar y me detuvo.
-Pepe quiere dormir un poco. Desayunamos más tarde -me dijo.
-Ah. Seguro está cansado por el viaje, ¿no?
-Sí, eso dijo. Y mejor si dormimos un rato más. ¡Tengo un sueño! -me dijo bostezando y se tiró sobre su cama como si lo hiciera en un pileta. Siempre tan delicada mi amiga, pensé y me reí.
Nos dormimos enseguida y nos volvimos a despertar cuando Nora golpeo la puerta de la habitación de Zai para que bajáramos a comer algo, nos vestimos y fuimos hasta el comedor donde ya, Andrés y Pedro, se estaban acomodando alrededor de la mesa en la que estaba servido el desayuno. Los Nara llenaban de preguntas a Pedro quien al parecer es bastante tímido porque respondía siempre con frases cortas, no se explayaba demasiado. Comentó que tuvo un buen viaje y que su papá y hermanos enviaban saludos para todos pero después no hablo mucho más. Tal vez era mi presencia y me sentía mal porque no quería incomodarlo siendo que recién llegaba de tan lejos, y después de tanto tiempo sin ver a sus tíos y primos. Por las dudas, luego de desayunar llame a mi mamá para ver por donde andaban, si estaban en casa, así volvía... Necesitaba que alguien esté ahí porque no me había traído las llaves, como buena colgada que soy.
Por suerte mi hermano estaba en casa, mis Padres con Delfi se habían ido de compras al supermercado.
-Zai -llamé la atención de mi amiga mientras lavábamos y ordenábamos juntas lo que utilizamos en el desayuno.
-¿Sí? -me dijo y me miró.
-Ahora cuando terminamos de ordenar voy para mi casa -le comenté-, por suerte esta Gonza para abrirme.
-Ah, bueno -me dijo algo desilusionada-. Yo creí que te quedabas a comer también -si es por nosotras viviríamos juntas. Pero ahora quería darles su intimidad ante la reciente llegada de un familiar al cual no conocía, no me conocía él tampoco y creo mi presencia le causaba un poco de incomodidad. A demás iba a ver si podía comunicarme con Martín de alguna forma.
-Es que... -me quedé dudando y pensando una excusa para luego responder- solo que tengo que volver a casa aunque sea un rato, ¿no? -le sonreí- además anoche me fui peleada con mis papás, tengo que volver y hacer un poco de buena letra ahora.
-Está bien -me sonrió-. Pero te acompaño, ¿sí? Quería hacerle un tour por el barrio a Pepe y aprovecho la ocasión -me dijo. Y yo que quería dejarlos a solas con la familia... Ay Dios. ¡Zaira tenía que ser! Igualmente acepté, diciendo:
-Bueno, dale. Voy a buscar mis cosas a la habitación.
-Te esperamos en la puerta -me gritó a penas había salido de la cocina.
Agarré mi cartera y la ropa que había usado la noche anterior que estaba en una bolsa de cartón, me despedí de los papás de mi mejor amiga, también de su hermano y salí a la vereda donde ya me esperaban Zaira y Pedro.
Decidí manejarme con desenvoltura. Si a este chico le molestaba mi presencia ya se alejaría solito de mí.
Comenzamos a caminar, Zaira iba en el medio de este extraño grupo y no paraba de hablar. Su primo iba distraído, mirando el barrio, sin emitir palabra alguna y yo iba pensando en cualquier cosa menos en lo que mi amiga me decía. Estaba preocupada porque Martín no me había mandado ningún mensaje, ¡y ya tendría que haber llegado a Brasil! Y también pensaba un poco en Pedro. Tenía algo que me llamaba la atención, que me intrigaba, lo miraba y él seguia serio, con la mirada perdida en algún punto frente a nosotros. De repente una mano apareció frente a mi cara, bajándome a tierra.
-¡Nena! -me gritó Zai frenándome y sacándome de mis pensamientos-. No me estas escuchando, ¿no?
-Perdón amiga. Estoy preocupada por Martín, no me mando ni un mensaje todavía. Igual algo escuche -le aseguré y trate de hacer memoria de algo que haya llegado a quedarme de lo que venía diciendo.
-A ver, ¿que dije? -me retó. Y yo que no podía acordarme de nada, me estaba empezando a sentir mal. Pobre mi amiga. De repente vi a Pedro que desde atrás de Zai me hacía señas. Me quedé mirando sin entender hasta que comprendí que intentaba ayudarme, lo que hizo que una leve sonrisa se asomara en mi rostro. Le leí los labios e interprete sus señas como pude y contesté:
-Que Flor te dijo que vayamos a tomar mates, ¿no? -solté de a poco y con miedo de haber entendido mal lo que Pedro me decía. Pero Zai sonrió y asintió.
-Esa fue una de las cosas... Pero bueno, estás perdonada -se dio vuelta y siguió caminando rumbo a mi casa, yo me retrase un poco para poder hablarle a Pedro y le murmuré a espaldas de mi amiga un 'gracias' que le sacó una sonrisa. Qué linda sonrisa... No sé por qué se la pasa tanto tiempo serio.
Seguimos camino los tres juntos y esta vez escuche y respondí a Zai cada cosa que me preguntó. Pedro nos seguía y ahora participaba un poquito de la conversación.
En cuanto llegue a casa, me despedí de los chicos y Gonza me abrió. Dejé mis cosas en mi habitación y cuando volví al living vi a mi hermano acomodando su mochila.
-¿Te vas? -le pregunté.
-Si, Mati me invitó a su casa.
-Ah, bueno. ¿Mamá, papá y Delfi ya volvían?
-Me parece que se iban de los tíos, llamalos -me dijo mientras se colgaba su mochila por los hombros-. Nos vemos después Pochi. ¿Vos te quedas acá?
-Íbamos a ir de Flor pero ya que acá no va a haber nadie capaz que les digo que vengan para acá.
-Ah, bueno. ¡Pasala lindo! No vemos -terminó de despedirse y salió por la puerta de casa.
Salí al patio con el teléfono en la mano para con un llamadito ubicar a mi familia y comentarles mis planes para la tarde. Siempre me gustaba mantenerme en contacto con mis padres, ninguno de los dos me tenía "cortita" pero eso es gracias a la buena comunicación que tenemos: como yo siempre les cuento todo ellos confiaban en mi. Igual, los llamaba más que nada para tantear el humor que tenían conmigo después de la peleita de ayer. Miedo.
Me senté al borde de la pileta y me saque las sandalias para mojar los pies, el día estaba hermoso pero caluroso y aunque sea con meter los pies en el agua ya me refrescaba. Marqué el número de celular de mi mamá y esperé a que me atienda.
- Hola Pau -escuche en el tubo luego de tres tonos.
-Hola ma, ¿por dónde andan? -le pregunté.
-Estamos en la casa de la tía, y creo que nos vamos a quedar a comer y a tomar mates -mis tíos viven a 40 minutos en auto de casa, por eso cada vez que los visitamos nos quedamos bastante tiempo- ¿queres que le diga a papá que te vaya a buscar o tenes otros planes?
-No, está bien. Arreglé con las chicas para juntarnos a tomar unos mates. Porque Flor en unos días se va de vacaciones con los primos así que vamos a aprovechar a chusmear ahora que la tenemos acá -escuche reír a mamá, porque ella sabía que a pesar de que nos veíamos todos los días durante todo el año, estar separadas 15 días era la muerte para nosotras. Yo también reí porque admito que somos muy pegotas.
-Dale Pau. En la heladera hay una tarta que sobró de anoche si queres podes comer eso.
-Buenísimo. Dale -le contesté. Menos mal que no tenía que cocinarme. Odio cocinar para mi sola.
- Ah, Pau. Y si queres vayan a casa con las chicas, así no queda tanto tiempo sola.
-Sí, pensaba decirles eso. Así aprovechamos la pileta también. Nos vemos mas tarde. Saludos a los tíos.
-Besos hija. Les mando -me dijo y yo ya iba a colgar pero escuche que decía algo más- y ojito con llenarme la casa de chongos, eh -comentó y rió.
-Si somos unas santas -respondí entre risas-.  Chau ma.
Comí, me puse el traje de baño y encima un vestidito para estar más fresca y no tener que encender el aire acondicionado. La temperatura seguía subiendo. Le puse agua fresca a Luca y llame a Flor para ver si estaba de acuerdo con el cambio de planes y no tuvo problema en acceder a venir a mi casa en vez de que vayamos a la de ella. Después llame a Zai.
-¡Rubia! -me dijo al atender.
-¡Morocha! -Le respondí y reímos- ¿Cómo andas? Tanto tiempo.
-Bien, extrañándote. ¡Tanto tiempo sin vernos! -siguió riéndose y decidí ponerme seria e ir al grano.
-Che gorda, hable con Flor para que vengan a casa hoy en vez de ir a la casa de ella. Así aprovechamos la pileta, y que mis papás y hermanos no están. ¿Te parece bien?
-Bárbaro. Pero te iba a decir una cosa. ¿Podrá ir Pepe? Sé que con él presente capaz no podemos hablar de todo lo que hablamos siempre, pero me da cosa dejarlo solo en casa con mis papás el primer día que esta acá. ¡Re mala prima!
-Si gorda, no hay drama. Mientras él se sienta cómodo y le guste la idea... que venga. -no quería que este intimidado otra vez. Tal vez esta tarde lográbamos soltarlo un poquito. A demás, como ya dije, quiero llevarme mejor con él ya que mi amiga lo adora y lo considera su mejor amigo más que solo un primo-. ¡Traigan sus cosas para la pileta!
-Dale. Nos vemos después. ¡Besos!

Riiiiiiiiiing. Sonó el timbre y corrí hacia la puerta descalza y con los pies mojados ya que seguia con los pies metidos en la pile. Por el camino me resbalé de tal manera que casi termino en el piso pero por suerte llegué a agarrarme de la baranda de la escalera que llevaba al piso de arriba.
Riiiiiiiiiiing. Volvió a sonar el timbre.
-¡Ahí voy! -grité y luego de ponerme en equilibrio otra vez, llegue hasta la puerta.
Al abrir me encontré con Pedro, que tenía en sus manos una bolsa de la panadería que estaba a una cuadra de mi casa. No vi a Zai por ningún lado y me extrañó pero hice a un lado de la puerta e invité a pasar a Pedro.
- Hola Pedro. ¿Todo bien? -lo saludé y me sonrió.
-Todo bien. Y no te preocupes que tu amiga ya viene -me contestó-. Fue a buscar las llaves que se olvido en el mostrador de la panadería.
-Siempre tan colgada Zai. Vení, pasa -lo guié hasta la cocina y dejamos las facturas en la mesada, luego salimos al patio por la ventana balcón que había en esa habitación. Nos sentamos en las sillas plásticas que había colocado minutos antes alrededor de la mesita, bajo la sombra del pino.
-¿Querés que te sirva algo? ¿Agua? ¿Gaseosa? ¿Agua saborizada? - Le ofrecí como para sacar un tema.
-No, gracias -me respondió, sin decir nada más. Esta situación me estaba poniendo incómoda. Pedro habla poco y nada, y yo que no me puedo quedar callada. ¡Zaira vení ya!
-¿Trajiste el traje de baño? -le pregunté, intentando nuevamente sacar conversación.
-Sí, es este short que tengo puesto -me dijo. Claro, que boluda soy.
-Ah, sí. ¡Qué bien! -Otra vez me deja remar la charla a mí. ¡Así no!- ¿Cómo te recibió Argentina?
-Con un choque -me respondió, desconcertándome.
-¡Ay! ¿De verdad me decís? Zai no me comentó nada. ¿Cuando fue? ¿Cuando venían del aeropuerto con Andrés? -Lo llené de preguntas aceleradamente debido a mi preocupación, pero lo único que hizo él fue reírse. Si, así como digo: ¡largó una carcajada! Algo tímida, sí, pero una carcajada al fin.- no entiendo -le dije bastante seria. ¿Me estaba tomando el pelo?
-Me refería al choque que tuve al entrar mi equipaje en la casa de mis tíos -me aclaró y al instante mis mejillas ardieron. ¡Qué vergüenza! Lindo recibimiento había tenido conmigo.
-¡Ay! Si. Mil perdones te pido. Soy muy distraída y muy propensa a ese tipo de accidentes. Para que veas: Recién cuando te iba a abrir la puerta casi termino en el piso por correr con los pies mojados -le expliqué y ahora soltó una carcajada con más fuerza y menos timidez.- ah, bien. ¿Ahora usted se ríe de mí? -agregué como reproche pero me uní a sus carcajadas al segundo siguiente.- ¿me perdonas por el empujón de esta madrugada entonces, Pedro?
-Sí, no te hagas problema -me sonrió- y podes decirme Pepe. Así me llaman mis amigos y familia.
-Dale. Vos podes decirme Pau, Pochi, Pauchi, ya vas a conocer todos los apodos que me inventan tu prima y nuestra amiga Flor -le dije y reí.
Por tercera vez en la tarde el "riiiiing" del timbre se hizo escuchar en mi casa.
-Hablando de Roma. Debe ser Zai. Ahí vengo -le dije y me levanté para ir a recibir a la nueva visita.

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Nuevamente lunes, nuevamente un capitulo para ustedes... :)

Espero que las que este de vacaciones las estén disfrutando mucho, que los que estén volviendo a sus responsabilidades se tomen ese retorno con paciencia y que quienes aun no tuvieron sus vacaciones las puedan disfrutar pronto!! Jajaja.

Besos a todos. Nos leemos pronto.

Agos ☺

lunes, 6 de enero de 2014

Capitulo 3

En el camino hacia el club la charla en el auto se volvió animada y Flor nos contó que la semana que viene se iba a ir con sus primos de vacaciones (tenía una primas de su edad, una un año más chica, y tres primos más grandes, eran todos muy unidos), estaba hiper entusiasmada y nos contaba acerca de la casa que habían alquilado en la costa, una cercana a la que habíamos alquilado nosotras cuando fuimos hace un año.
Este año no habíamos hecho planes porque entre una cosa y la otra: la graduación, viaje de egresados, y demás, no habíamos llegado a organizar nuestras vacaciones juntas y cuando quisimos acordarnos no conseguíamos o nada bueno para alquilar o se nos iba del presupuesto.
Nos resignamos y propusimos pasarla juntas acá (a lo sumo cada una se iría unos días con su familia).
Llegamos a la cuadra del club y pudimos ver que había bastantes autos estacionados, ¿se habría llenado el estacionamiento?
-¿A cuanta gente invitaron estos chicos? -Preguntó Zaira.
-No creo que sean todos de la misma fiesta -comentó Flor-. Hay varios quinchos que se alquilan y está el salón de fiestas grande también.
-Sí, eso es verdad.
Flor entró al club para ver si quedaba lugar en el estacionamiento y por suerte un auto estaba saliendo y nos dejaba el lugar sino íbamos a tener que dejarlo en la calle. Nada malo podría pasarle creo yo, pero que este dentro del club me dejaba más tranquila y seguramente a su duela también. Ahí estaba un poco más seguro que en la calle.
Mi amiga estacionó y al apagar el motor también se apagó la radio que íbamos escuchando, así pudimos escuchar música sonando a la lejanía. Seguramente venia del quincho que habían alquilado los chicos.
-¡Vamos! A pasarla bien, eh -nos dijo Zaira para animarnos mientras bajaba del auto. Más que nada para tantear mi humor supongo, sabían que seguía medio bajón.
-Sí, ¡arriba gorda! -me alentó Flor- ¿Lo vas a extrañar, no? Nosotras te vamos a dar todos los días los abrazos que él te da. Lo único que los besos y demás cositas te las debemos -Me hizo reír un poco y se lo agradecí abrazándola.
-Todavía no caigo mucho... Durante un mes no lo voy a ver -hice una mueca y las chicas me abrazaron. Aún no podía decir que lo extrañaba, esta mañana lo había visto, nos habíamos enviado mensajes por la tarde y ahora iba a verlo, le sentía cerca pero sabía que iba a necesitar muchísimo de sus besos, sus abrazos, no podía imaginarme estar más de un día sin él ¡y se iba más de un mes!
-Relajá gorda, ¿miles de sentimientos encontrados, no? -Me dijo Zai.
-Sí, millones diría yo. Pero dale, vamos -intenté formar en mis labios la mejor sonrisa que salió en ese momento, la cual creo que fue bastante convincente ya que se las contagie a mis amigas, y tomándolas de las manos las arrastré por el caminito que nos llevaba al lugar de la fiesta.
Desde el estacionamiento seguimos un camino de ladrillos que rodeaba las canchas de tenis y nos llevaba hacia los quinchos a medida de que nos íbamos acercando el sonido de la música se hacía más fuerte y también podíamos escuchar ahora a mucha gente charlando a la vez. A nuestra la derecha teníamos las canchas de tenis, ahora vacías pero que durante el día (sea verano o invierno) siempre estaban ocupadas por los aficionados a ese deporte; hacia la izquierda no había mucho, en realidad estaba lleno de arboles, bajo los cuales había mesitas de cemento donde que la gente solía sentarse para almorzar, merendar o pasar un rato allí reunidos con amigos, familia.
La noche estaba hermosa, hacía calor pero no era una temperatura insoportable y lo mejor de todo: no había nada de humedad. La luna brillaba en el cielo con todas sus ganas e iluminaba todo el parque, se podía ver con mucha claridad a bastante distancia.
Acercándonos al quincho nos fuimos encontrando con grupitos de chicos de nuestra edad (con años menos o más, también), algunos amigos, otros solo conocidos de vista y también gente que no conocíamos, seguramente personas que habían alquilado alguno de los otros quinchos.
Entramos al saloncito y de repente sentí dos manos que se posan sobre mis ojos para dejarme sin ver, tomándome por sorpresa; en un principio me asuste pero al tocarlas y reconocerlas no hice más que sonreír.
-¿Gordo? -Pregunté para confirmar mis sospechas y pude sentir como esas manos bajan desde mis ojos, recorriendo mis brazos y me toman por la cintura para darme vuelta y encontrarme con Martín frente a mi- ¡Hola!
-Hola hermosa -me contestó y rió, y yo no hice más que quedarme observando su hermosa sonrisa.
-¡Como voy a extrañar verte sonreír así estos días! -le confesé.
-Yo voy a extrañar todo de vos Paulis, pero igual vamos a hablar cada vez que pueda, ¿sí? -Había estado tratando de calmarme desde hacía semanas diciéndome que cada vez que quisiera hablar me llamaría, pero una llamada larga distancia por día me parecía demasiado caro ¿no podían haber alquilado algo con WIFI? Siendo que acá nos comunicábamos muchísimo más que una vez por día sabía que iba a sentir mucho su ausencia, pero no le dije nada de esto ahora, ya que no quería hacerlo sentir mal, o ponerme pesada horas antes de su viaje.
Siguió llegando gente por un rato más, todos amigos de mi novio o de sus compañeros de viaje, seríamos alrededor de 40 personas en el quincho cuando Matías (mejor amigo de Martín) anunció que ya estaban listas las hamburguesas para que nos acerquemos a la mesa.
Cenamos charlando animadamente, cada persona hablaba con sus más allegados, yo estuve con las chicas bastante tiempo pero la mayor parte de la noche trate de aprovechar a mi novio. Luego de cenar corrieron las mesas y subieron un poco más el volumen de la música para bailar.
Lo mío era pasar un tiempito con mis amigas, a las que no quería dejar en banda ya que no conocían a casi nadie, y un tiempito con mi novio. No quería que esa noche llegara a su fin para no tener que despedirme.
-Pau, ¿me acompañas afuera un rato? -Me dijo Martín cuando se aproximaba el final de la reunión. Serían alrededor de las 3 de la mañana, ya que los chicos iban a viajar hacia Brasil en avión, el cual salía esta mañana y tenían que estar bastante antes en el aeropuerto.
-Vamos -accedí y me condujo de la mano hacia afuera del quincho.
Caminó entre los árboles y yo lo seguí muy de cerca, ahora la luna no iluminaba tanto, ya que se había nublado un poco y el viento soplaba suavemente por lo que estaba bastante mas fresco, igual no me molestaba porque al haber estado bailando por tanto tiempo estaba muy acalorada. Llegamos hasta la zona donde estaban los juegos de niños y se sentó en las raíces de un gran ombú que estaba junto a las hamacas y me invitó a que me siente también.
-Quería un ratito de paz, solo con vos -me dijo sonriendo.
-Me gusta tu idea -le respondí y me abracé a él apoyando mi cabeza en su hombro.
Nos quedamos un rato en silencio, abrazados. ¡Como amo estar así con él! En momentos así no comprendo cómo puedo llegar a tener desconfianza. Tenía que confiar en él y dejarlo disfrutar. Martín se movió para que yo levantara mi cabeza y comenzó a besarme, sacándome de mis pensamientos y dejándome en una nube, solo concentrada en él, en sus acciones y en lo que siento por él.
Disfrutamos del beso y de las caricias hasta que escuchamos unos pasos que indicaban que alguien se acercaba y nos separamos para ver de quien se trataba.
-Ups. Perdón -nos dijo Matías al vernos- no quería interrumpir nada, pero venia a buscarlos porque algunos ya se están empezando a ir y te quieren saludar, Tincho.
-Bueno, si no queda otra. -comentó y volviendo la mirada hacia mi de nuevo me sonrió en modo de disculpa- ¿Vamos amor?
Llegamos al quincho donde todos se estaban despidiendo de los que viajaban, comencé yo también a saludar a los conocidos y por último le di un gran beso a mi novio al que me quede abrazada y deseándole buen viaje por unos segundos para después irme con las chicas.
-Y bueno, se va... -les dije a mis amigas mientras caminábamos en dirección del auto de Flor.
-Que no decaiga, amiga. ¡Ahora podemos salir de joda todas las noches de este mes! ¡Arriba! -me dijo Zai tratando de devolverme la sonrisa a la cara.
-¡Zaira! -la reté y solo pude devolverle una mueca que no llegaba a ser sonrisa.
Flor nos dejó en la casa de la morocha y se fue hacia la suya, al entrar nos encontramos con Andrés, el papá de Zaira, yendo hacia la cocina.
-Hola chicas -nos saludo en voz baja y también lo saludamos.
-Qué raro vos despierto, pa.
-Es que estoy medio desvelado, encima en unas horas tengo que ir a buscar a Pedro al aeropuerto y como sé que me tengo que despertar de madrugada me despierto a cada rato.
-Ah, tranqui pa, no te vas a quedar dormido -le dijo Zai sonriendo- ¿a qué hora llega el vuelo?
-A las 6 am.
-Descansa un rato mas entonces.
-Sí, descansen ustedes también ahora. ¿Cómo la pasaron?
-Bien, todo lindo -le dijo Zai y yo solo le sonreí un poco.
-No te quiero ver con cara larga Paulita, son una chica hermosa siempre pero más cuando sonreís -me dijo Andrés y logró que la sonrisa vuelva a mi rostro.
-¡Ay! Gracias. Siempre tenes esas hermosas palabras para mí. Gracias.
-¡Basta! Porque me voy a poner celosa, eh -dijo Zai haciéndose la ofendida y cruzándose de brazos.
 -Callate, aparato -le respondió su padre y la abrazó-. Vayan a descansar que cuando viene Pedro las despierto así desayunamos todos juntos.
Después de dar unas cuantas vueltas en la cama y de intercambiar unos mensajitos con Martín que estaba esperando su vuelo en el aeropuerto, logré conciliar el sueño.
Cuando me desperté sentía que apenas había dormido solo unos minutos pero por la ventana entraba bastante claridad, por lo que deduje que había descansado un poco más que "solo unos minutos". Tome mi celular que estaba apoyado en la mesita de luz para ponerme al tanto de la hora. Eran las 7:30. ¿Qué hago despierta a esta hora? Efectivamente ya había dormido bastante pero era demasiado temprano para comenzar mi día.
Me levanté para ir al baño. Cada vez que me despierto, sea la hora que sea, me agarran ganas de ir al baño, creo que es algo psicológico o no sé… En fin, salí de la habitación de Zai, descalza, en pijama, adormilada y fui hasta el cuarto de baño que estaba al cruzar el pasillo. Hice mis necesidades y luego de lavarme las manos salí de allí para volver a la habitación y descansar un rato más. Abrí la puerta del baño ensimismada en mis pensamientos y atándome el cordón del short pijama, pensando, sobre todo, en el viaje de mi novio: ¿ya habría salido o ya estaría por llegar? No me acordaba bien el horario del vuelo, “ahora le voy mando un mensaje” me dije a mi misma. Terminé de atar mi cordón y cuando estaba levantando la mirada para alcanzar el picaporte de la puerta de la habitación me golpeé contra algo... O alguien. ¡Qué bruta soy! Y que distraída iba. Mis ideas quedaron interrumpidas al sentir el choque, cualquier pensamiento se quedó en el olvido y puse atención en la escena que tenía ante mis ojos: un chico, de mi misma altura más o menos, con el cabello color castaño y los ojos en el mismo tono me miraba mientras levantaba una mochila y un par de bolsas que se le había caído al suelo, seguramente cuando nos golpeamos. Me sentí muy avergonzada. ¡Tan distraída iba! Y encima estaba en pijama frente a un desconocido. ¡El horror!
-¡Perdón! -Me disculpé en seguida-. Iba muy distraída.
-No pasa nada -me dijo con una sonrisa tímida en los labios y bajó la mirada-. Yo tampoco estaba muy atento – agregó y me quedé tildada mirándolo, llevaba unas bermudas de jean, zapatillas blancas y una camisa a cuadritos, tipo leñador. En cuanto me di cuenta de quién era la persona que tenía frente a mí, reaccioné y volví a hablar.
-Vos sos… Pedro, ¿no?
-Sí -me dijo, y luego me preguntó- ¿y vos quién sos?


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Aquí estoy, como les prometí, una semana después trayendoles una nuevo capitulo.
Espero que lo hayan disfrutado. Nos leemos el lunes que viene!!

Felices Reyes!

Agos ☺